3. Atado, playa y celos.

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En la noche entré nuevamente en mi habitación, después de clases me la había pasado en la biblioteca y perfeccionando mi blog.

Me eché a reir cuando ví a Ryder amarrado a una de las mesitas de noches con unas esposas y solo en pantalones.

¡Eso es Jenn, respeto a la mujer!

— No te rías de mi, que no es gracioso. — Gruño.

Me senté en la cama apretando mi estomago adolorido de tanto reir.

— ¿Jenn te hizo esto?

— La muy hija de su mami me las va a pagar. — Golpeó la mesita de noche. — Solo trataba de disculparme. 

— Si, se nota. — Torcí los ojos. 

— La llave esta dentro de mis boxers.

— Tienes que estar bromeando. — Dejé de reír.

— ¡Joder que hablo enserio! ¡Sacalas de ahí!

— No voy a meter mis manos dentro de tus pantalones. — Negué con la cabeza. — No no, lo siento.

— ¿Piensas dejarme aquí atado? — Levantó una ceja.

— No, iré en busca de alguien que si quiera meter su mano ahí. — Señale su entrepierna.

— Savannah no seas infantil y entra tu jodida mano en mis pantalones. — Gritó frustrado. — Llevo todo el maldito día aquí y necesito ir al baño o mi vejiga explotará. 

— Esto me pasa por ser tu amiga. — Gruñí y me senté a su lado.

Quité el botón de su pantalón y suspiré cerrando los ojos antes de entrar mi mano en sus boxers.

Y lo toqué, lo sentí, tragué en seco al notar lo grande que era, al parecer por eso todas querían a Ryder Adams.

Sentí el metal en mi dedos y me alivié por no tener que tocar mas su gran parte.

Abrí las espojas, y Ryder corrió al baño, negué con la cabeza sonriendo.

Me senté en mi cama y abrí mi portatil, tenía varias cosas arreglar en mi blog y terminar el libro que estoy leyendo hermoso desastre.

— Listo. — Dijo Ryder mientras se arreglaba el pantalon. — Ahora ¿Quieres hacerme una paja? Tu mano se sentía tan bien ahí.

— Claro, mientras tu me la devuelvas luego.

— Trato hecho. — Sonrió.

Me paré de la cama y fuí hasta la puerta donde la abrí.

— Adiós Ryder. — Le señalé el pasillo. — Vete antes que venga Jenn.

— Solo me voy porque tu amiga esta desquiciada. — Se acercó a mi y besó mi frente. — Nos vemos mañana, te llevaré a la playa.

— Adiós — Dije alargando la palabra.

Volví a mi comoda posición en la cama y pegué mis ojos en el maravilloso libro, ojala poder yo encontrar alguien como Travis, y que me ame de verdad.

Media hora luego Jenn entró en la habitación, y cinco minutos más me había quedado dormida.

                     ***

Ryder conduce como un loco desquiciado, así que rezaba por mi vida mientras clavaba mis uñas en el cinturón.

— ¿Puedes conducir más despacio?

— Siente la briza en tu cabello nena, la velocidad es lo mejor. — Bebió de su cerveza.

El Ferrari descapotable rojo que tenía había sido su regalo de diecisiete de su famoso papi.

Alerta Mujeriego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora