27. Una semana de castigo

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27.

Una semana de castigo.

Ryder.-

Savannah sacaba todo tipo de vestidos de su closet, incluso había uno con un tutu ¿Que mierda? La miré con el ceño fruncido ¿En serio pensaba vestirme con sus vestidos?

— ¿Por qué tengo que ponermelos?

— Porque eres mi novio. — Siguió sacando vestidos ¡Dios! Nunca había visto tantos vestidos en un solo closet. 
— Por esa misma razón no debería de ponérmelos. — Me crucé de brazos. ¡Espera! ¿Ese es un vestido de princesas?

— Tienes que ayudarme a elegir. — Hizo una mueca mirando todo los vestidos en la cama.

— Me gusta el rojo, ponte el rojo ¿ Ya me puedo ir? — ¡Salvame señor! Lo que se hace por amor.

— No, ponte este primero. — Me dio el del tutu ¿En serio? ¿El del tutu?

Lo tomé de mala gana y me levanté para quitarme la ropa, Savannah se sentó en su cama para admirarme, le guiñe el ojo mientras me quitaba los pantalones y ella se sonrojó. 

— ¿Podemos pasar todo esto y llegar a la parte donde te arrodillas frente a mi amigo? — Dije mirando el vestido que estoy muy seguro que no me va a entrar ni en una pierna.

— ¡Ryder! Ponte el vestido.

Gruñí y me coloqué el vestido como pude, tenía la espalda muy ancha, así que el sierre no subía para ajustalo bien.

— ¿Como me veo? — Dije dándome una vuelta.

Savannah se echó a reir.

— Te ves hermosa cielo. — Se paró en la cama y caminó hasta mi para enredar sus piernas en mi cintura, sostuve sus muslos en mis manos para que no cayera. — Tanto que me provoca hacer muchas cosas contigo. — Susurró cerca de mis labios.

— ¿Si? — Ella asintió.  — Pues hazlo. — Dije rogando y esperando que me besara.

— Pero aún te faltan mas vestidos, apenas empezamos. — Se alejó y volvió a la posición en su cama. Maldecí interiormente y traté de controlarme mentalmente.

— Espero una enorme recompensa después de esto. — Cogí el otro vestido y me desnudé nuevamente quedando solo en boxers.

Savannah me miraba mordiendo su labio y ¡Joder! No puedo aguantarlo, ¡Va a crecer, va a crecer!

Me entré el otro vestido rápidamente, el cual se atascó a la mitad de mi muslo.

— Estás gordo.

— Ya esta. — Me saqué el vestido. — no me sirve, ni este ni el otro ni el otro, soy gordo, muy gordo y glotón y tus vestidos no me van a entrar, luego se van a romper, por mi culpa y me vas a obligar a comprarte otros y no señorita no pienso ir al mall de compras contigo porque es un infierno, la primera vez pensé que terminaría en el hospital, ¿Quieres ver a tu novio en el hospital? ¡No! Porque se puede morir y desangrar, y entrar en pánico ¿Lo entiendes? ¿Lo estas entiendo? Y por esa razón no puedo usar tus vestidos.

— Puff, pero que exagerado. — Savannah de cruzó de brazos. — Vamos solo falta un hora y media y aún no sé que ponerme.

Mi cara se puso seria y Savannah me miró desafiente, ¡Bien! Un juego de miradas en el cual yo iba a ganar. Miré sus ojos café totalmente hermosos, que hacían que me derritiera de la emoción y mande punzadas a mi estómago. 

— ¡Bien! — Tomé otro vestido, ya entendí porque enamorarse es de maricas ¡No puedes resistirte a ellas! Es como un embrujo. — Sabes algo, tengo un problema aquí abajo, uno que si podemos resolver.

Alerta Mujeriego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora