38. La noche más larga

35.6K 1.6K 487
                                    


          38

  La noche más larga


     Ryder estacionó el auto delante de un local de comida, según él aquí iba a probar las mejores hamburguesas del mundo, su tío lo traía casi todo el tiempo cuando era más pequeño, salí del auto junto con Ryder acercándonos al lugar donde venden las hamburguesas.

— ¡Oh Dios mio! ¡Mi novio por fin vino a verme! — Un chico con ropa de mujer y muchísimos brillos de colores en la cabeza se acercó a nosotros, en especial a Ryder. — Cuanto tiempo Ryboo. — Dijo apretando su mejillas.

— ¡Hola Nash! — Dijo Ryder con una sonrisa y quitando aquellas manos de su mejilla.

— ¡Nashla! — Él golpeó la frente de Ryder y suspiró colocando las manos a cada lado de su cintura mientras Ryder acariciaba aquella zona adolorida. — Cuantas veces tengo que decírtelo.

— Nashla. — Dijo el corrigiendo y él/ella asintió. — Te presentó a mi... — Lo interrumpí.

— Su amiga. — Alcé mi mano y Nashla la tomó con una enorme sonrisa.

— Que chica tan linda. — Dijo y apretó mi mejilla derecha. — Vengan, vamos adentro, les preparé el especial de la casa.

Por dentro era casi parecido a una cafetería, estaba todo muy en orden y habían lucecillas por todo el lugar iluminando. Nashla nos llevó hasta una mesa que estaba casi en el centro, Ryder fue muy caballero en sacar mi silla para sentarme haciendo que Nashla nos mire con cara dulce.

— Ya vas ver el especial de la casa son las mejores hamburguesas del mundo. — Dijo con cierta emoción.

— No lo dudo. — Dije casi murmurando. El silencio se hizo presente entre nosotros, me sentía algo incómoda porque sabía que su mirada estaba puesta en mí, mientras yo solo miraba a todas partes del lugar o simplemente la ventana, la verdad es que aunque vivía en Washington eran muy poco los lugares que había ido.

— ¿Que tal ese chico... Ahmm ¿Caleb? — Alzó una ceja y puso sus manos encima de mesa.

Lo miré confundida, ¿Por qué me preguntaba aquello?

— Él, es... un buen chico. — Me encogí de hombros.

— ¿Te gusta? — Preguntó rápidamente. ¿Que si me gustaba? ¡Dios! es un lindo chico, si, y me trata muy bien, y me hace reír, pero... sí, me gusta, pero no de otra forma que no sea amistad. Mordí mi labio.

— ¿Por qué estamos hablando de esto? — Le pregunté.

— Por qué somos amigos ¿No? Los amigos hablan de cosas. — Se encogió de hombros y se recostó en la silla. — ¿Te gusta como yo te gusto?

— Incluso más. — Dije para molestarlo. Él se sentó derecho rápidamente y me miró con el ceño fruncido.

— ¿Oyes eso? — Dijo mirando a todos lados, busque el sonido mirando también. — Es mi corazón rompiéndose.

— Solo bromeaba. — Dije mirándolo y él después se rió.

— Pfff... Ya lo sabía, no puedes resistirte a estos bebes. — Dijo besando sus músculos. — Te diste cuenta que llevamos una semana sin besarnos.

— Porque somos amigos Ryder. — Dije en tono obvio.

— Siempre nos hemos besado, siendo amigos también. — Alzó una ceja y yo negué con la cabeza.

— Eran simples besos de amigos.

— Bien. — Se acercó a mí casi subiéndose en la mesa que estaba en medio de ambos. — Dame un beso de simple amigos. — Dijo sacando su labios en forma de pato. Llevé mi palma hasta sus labios y él saco su lengua para lamer allí.

— Espero que eso te sea suficiente. — Dije con una mueca limpiando su saliva de mi palma.

— Nada que se trate de ti es suficiente para mí. — Dijo y volvió a su sitio justo cuando Nashla llegó con dos platos en casa mano y una enorme hamburguesa en cada plato, mi estomago empezó a rugir desde que mi vista se posaron en ellas.

— Buen provecho, parejita. — Dijo alejándose con una sonrisa.

Miré aquella enorme hamburguesa delante de mí ¡Dios mío! ¿Podré con todo esto? Ryder estaba mirándome esperando que diera mi visto, así que tomé la hamburguesa con mi dos manos y di la primera mordida como pude, ¡Lo mejor que he probado en mi vida!

— Sabía que te gustaría. — Dijo él con una enorme sonrisa y después empezó a comer.

Luego de que Ryder terminara su hamburguesa y yo dejase la mía casi por la mitad ya que mi estómago no daba para más, salimos de aquel lugar prometiendo volver especialmente a Nashla que no dejaba que nos fuéramos solo porque había extrañado un montón a Ryder.

Al salir una grúa estaba alzando el auto de Ryder, mientras un hombre con uniforme le daba guías para poder montarlo en una camioneta.

— Mierda. — Gruñó él acercándose al hombre uniformado. — Este es mi auto.

— Puedes ir a reclamar tu auto al departamento, compañero. — Dijo sacando una libreta y anotando algo. — Estaba en una zona de prohibido parquearse. — Le entregó la hoja.

— ¿Prohibido parquearse? — Dijo el incrédulo. — Si me parqueo aquí siempre.

— Bueno, pues es su día de mala suerte. — Dijo él y le golpeó suavemente en la espalda para después subirse en la camioneta llevándose el auto de Ryder. Mordí mi labio y me crucé de brazos mientras Ryder maldecía una y otra vez.

El frío golpeó mis mejillas y me abracé a mí misma, la luna estaba llena en el cielo con muchas estrellas a su alrededor, Ryder se sentó en el borde de la vereda echando su cabello para atrás, la multa era una considerable suma de dinero.

— Podemos tomar un taxi. — Dije dando alguna idea.

— Deje todo dentro del auto. — Suspiró y me senté a su lado haciendo una mueca y tratando de recordar cómo cuanto tenía dentro de mi bolsillo, de seguro algunos dos dólares y par de centavos y eso no nos daba ni para llegar a la esquina.

— ¿Está muy lejos el departamento?

— Algo. — Dijo encogiéndose de hombros.

— Tal vez deberíamos movernos, no estamos progresando en nada aquí sentados. — Me levanté y le di mi mano para que la tomara, él la miró un minuto y después la tomó.

Empezamos a caminar sin ningún destino por las calles de Washington, a veces no podía aguantar la risa y solo me echaba a reír por lo que estaba pasándonos, Ryder suspiraba todo el tiempo a y a veces tomaba mi cabello como si eso podría darle una grandiosa idea.

— ¿Recuerdas cuando empezamos hablar? — Preguntó él de repente.

— Nunca podría olvidarlo, salvaste mi vida. — Él se rió.

— Estaba con Tate lavando el auto de tu padre, y de la nada creí ver un mono en el techo de la casa y después me fije que eras tú y que no estaba ahí solo para ver el cielo, así que corrí y te tomé en mis brazos. — Me eché a reír, estúpido Peter pan, me mentiste.

— Que romántico de tu parte.

— Tus padres pensaron que querías suicidarte y te llevaron al psicólogo por semanas. — Torcí los ojos, mi padres no creyeron la verdadera historia del caso. — Luego de eso fui a tu habitación a darte consejos del que suicidio no era la mejor salida, fue la primera vez que tuvimos una conversación.

— Si y me llamaste voladora para burlarte de mí. — Él revolvió mi cabello. — Luego te pegaste a mí como un chicle ¡Hasta me llevabas al baño!

— Solo estaba asegurándome. — Se encogió de hombros. — Gracias a eso te vi desnuda por primera vez, había mucho silencio en la casa, así que fui a ver que estaba bien, y si lo estabas, cambiándote, tuve muchos pensamientos para nada puros, que estaban matándome por dentro ¡Tate confiaba en mí! Y yo solo quería acostarme con su hermana.

Lo golpeé en el pecho.

— Eres un idiota.

— Igual, me rechazaste todo el tiempo y terminamos siendo los mejores amigos. — Colocó su brazo en mi hombros.

— ¿Recuerdas cuando me besaste y mi madre nos descubrió? — Me sonrojé por aquel recuerdo.

— Si me empujaste del sofá y me di con la punta de la mesa en la cabeza, bote tanta sangre que tu madre no nos dijo nada al respecto. — El frunció el ceño.

— Al menos nos salvamos de una larga conversación.

— Seamos sinceros, admite que te gustaba, aunque sea un poquito. — Dijo él mirando.

— Para nada, solo te veía como un chico muy molesto, ruidoso y un idiota al igual que todos los amigos de Tate.

— Te conozco. — Tocó mi nariz. — Si no te gustara, después de haberte besado me hubieras golpeado, y hasta me dejaste tocarte ahí una vez. — Él sonrió triunfante y yo no podía ocultar mi sonrojo.

— Bebí alcohol por primera vez ese día, no estaba en todos mi sentidos, además ¡Tú te aprovechaste de mi estado! — Lo miré incrédula.

— Estabas bastante sobria para darte cuenta de lo que mis manos estaban haciendo, y nunca me detuviste.

— Bien, ¡Listo! Admito que si me gustabas un poquito. — Ryder sonrió. — Pero después todo se arruinó cuando empezaste a salir con ella, así que lo mejor era ignorarte y seguir tratándote como los amigos de mi hermano.

— Estamos destinados a estar juntos. — El abrió los brazos y miró al cielo. — Estamos hecho el uno para el otro, creo que obvio, somos el mismo signo zodiaco.

— No lo somos, yo soy capricornio y tu ere géminis. — Dije con una mueca.

— Igual, son compatibles, lo vi en una revista.

— ¿Leíste una revista? — Alcé una ceja, lo había obligado a leer mi blog una vez y se negó, que son cosas de chicas y que odia leer y blabla.

— Estaba Beyonce de portada ¿Que quería que hiciera? — Se encogió de hombros. Negué con la cabeza observando un poco la ciudad, ni siquiera sabía dónde estaba parada ahora y los pies estaban doliéndome de tanto caminar.

— Creo que deberíamos conseguir dinero. — Dije sosteniendo la mano de Ryder para que dejara de caminar.

— Te aseguro que no canto ni en la ducha. — Dijo él negando con la cabeza. — Y te he escuchado, pareces un delfín ahogándose con un trozo de carne.

No sé si sentirme ofendida porque estaba diciendo toda la verdad.

— Podríamos bailar. — Me encogí de hombros.

— Si quieres hacer un twerk al público, muy bien, adelante, vamos, porque es lo único que sé hacer.

— Te sabes la coreografía de Beyonce, ¡Single Lady!

Él abrió la boca y después frunció el ceño.

— Es mi más grande secreto, no puedes ir por el mundo diciendo aquello ¿Entiendes? ¿Qué pensarán de mi si saben que duré horas frente al televisor aprendiendo una coreografía de Beyonce?

Me eché a reír, lo descubrí ese día y me encerró en el baño diciendo que me quedara allí hasta que a él se le pasará el shock de ser descubierto e invadir su privacidad.

— ¿Entonces qué? No podemos robar, eso es muy...malo.

— Si le robamos a alguien que ya robó no es tan...malo. — Él sonrió como si fuera buena idea y me crucé de brazos negando con la cabeza. — Bueno, recuerdas esa vez que tu mamá te obligó a coger clases de actuación y luego tuve que convencer a mi madre de me pusiera porque no querías estar sola. — Asentí rodando los ojos. — Bien, ¿Recuerdas la obra que hicimos?

— Caperucita roja.

— Bien caperucita ¡Es hora del show!

Fuimos hasta el capitolio, el lugar donde habían más personas, y para completar nuestra suerte había una celebración allí con pequeñas lucecillas amarrillas por todo el lugar y diferente carpas de comida o simplemente vendiendo souvenirs. Estaba algo nerviosa hace mucho que había actuado aquella obra pero como caperucita era un cuento reconocido solo tenía que hacer lo que recordaba.

Ryder colocó un vaso en el suelo que había comprado con uno de los dos dólares que había en mi bolsillo, él empezó a hablar llamando la atención de público, todos se voltearon a vernos y comenzó con una breve introducción del libro y porque estábamos haciendo aquello, inventó algo de que ayuda mucho en la imaginación de los niños y que podían inspirarlo para el futuro.

Todos comenzaron aplaudir al final de la obra y yo solo mordía mis uñas ¿Por qué seguía nerviosa? Ryder se acercó a tomar el vaso y luego volvió a mí, ambos empezamos a contar y nos daba la suficiente para tomar un taxi o buscar un lugar donde dormir.

— ¿Crees que podríamos tomar un taxi para volver al instituto? — Pregunté mientras caminaba detrás de él bostezando luego de hablar.

— Estoy seguro del que taxi nos cobraría el triple de lo que tenemos para volver al instituto.

— ¿Y que se supone que hagamos ahora?

— Conseguir un motel. — Dijo y me detuve en seco. — Para dormir. — Dijo rápidamente. ¡Obvio que era para dormir!

— ¿Y qué pasará con tu auto? — Pregunté.

— Lo buscaremos en la mañana. — Asentí aunque él no estaba viéndome siquiera, entré mis manos dentro de mis bolsillos para calentarlas y luego recordé mi teléfono, que muy seguro estaba en el auto de Ryder, ni siquiera le conté a Jenn donde iba, quizás está preocupada y llamándome todo el tiempo.

— ¿Sabes donde hay un motel? — Volví a preguntar, mis pies iban a explotar. Ryder se acercó a mí y se puso de espalda agachándose un poco para tomar mis piernas y levantarme.

— No, pero encontraremos uno. — Dijo empezando a caminar conmigo a caballito, la verdad es que no me quejaba, también empecé a preguntarme si Ryder podía leer mi mente o como rayos adivinaba todo lo que estaba pensando.

Ryder siguió caminando sin saber donde iba o tal vez si pues alguna veces doblaba esquinas como si supiera a donde iba aquel camino, yo estaba casi durmiéndome en su espalda, aún no lo hacía del todo pues no quería dejarlo caminando solo con una chica dormida en su espalda.

Encontramos una farmacia de veinticuatro horas y Ryder entró para preguntar dónde estábamos al menos, me bajé de sus espalda y ambos nos acercamos al chico que estaba ojeando una revista aburridamente.

— ¿En qué puedo ayudarles? — Él se levantó de la silla mirándonos.

— Quisiéramos saber si hay un motel cerca. — Preguntó Ryder y él chico nos miró a mí y a Ryder detenidamente con un pícara sonrisa.

— Si, hay uno a cuatro esquinas a la izquierda. — Dijo. Suspiré, por fin.

— Gracias. — Dije, ya que parece ser que Ryder no tenía ganas de agradecerle porque solo lo miraba con el ceño fruncido, mientras el chico me miraba sonriente.

— ¿No necesitan condones también? — Dijo mirando a Ryder y en tono burlón.

— No, no lo necesitamos, mi esposa ya está embarazada. — Dijo Ryder con los brazos cruzados y mirando la barra donde habían diferente tipo de chocolate, al chico se le perdió la sonrisa y empezó a mirar mi estómago de manera extraña.

— Oh, supongo que felicidades. — Dijo él con una mueca.

— Si como sea. — Dijo Ryder tomando dos barras de chocolate. — Me llevo estos. — Dijo dándose medía vuelta. — Ah por cierto, gracias por el regalo. — Dijo alzando las barras de chocolates y me tomó de la mano para salir de aquella farmacia.

— ¿Por qué hiciste eso?

— Porque el chico era molesto, y decidí molestarlo un poco, ahora tendrá que pagar dos barras de chocolate por entrometido.

Justo en aquel momento sentí las gotas de agua caer sobre mí, lo que faltaba para terminar la noche, ni siquiera sabía qué hora era, pero sabía que era lo suficientemente tarde para que la mayoría de los locales estén cerrados.

— Creo que deberíamos correr.

Ryder tomó mi mano y empezó a correr, sin embargo la lluvia nos alcanzó en la primera esquina mojándonos por completos, el frio más la lluvia estaban congelándome por dentro y por fuera, sabía que iba a enfermarme pronto, y con tan solo pensarlo empecé a estornudar.

— Vamos ya casi llegamos. — Dijo Ryder tomándome de ambas piernas y cargándome nuevamente para seguir corriendo.

Con suerte llegamos a nuestro destino, Motel Black Keys era el nombre, entramos rápidamente y Ryder empezó a pasar su manos por mis brazos para calentarme mientras llegamos a la pequeña recepción justo debajo de una escalera, una señora estaba durmiendo allí casi babeando por todo el escritorio.

— Buenas noches. — Habló Ryder tratando de despertarla.

— Si, ¿Que desean? — Dijo aquella señora aún con los ojos cerrado y acostada encima de la mesa, ¿Hablaba dormida? Me eché un paso atrás con temor y miré a Ryder confundida y él me miró de igual forma.

— Una habitación, por favor.

— Para dos. — Añadí esperando que sea de dos camas.

La señora levantó la cabeza abriendo los ojos que estaban pintados de negros por todo el alrededor y su labial rojo estaba todo corrido, ella hizo una mueca de disgusto y después nos miró con el ceño fruncido, sacó una botella de Vodka de debajo del mostrador y dio un trago largo, Ryder y yo aún nos mirábamos confundidos.

— Nombre. — Preguntó después de soltar la botella y luego se mordió el labio mirando a Ryder y dándole miradas coquetas. ¿En serio esto estaba pasando?

— Ryder Adams. — Ella le sonrió y después anotó el nombre.

— Veinte dólares la noche. — Dijo ella y después me miró. — Y bonita esto es un motel, una cama por habitación.

Ryder me miró con una sonrisa y alzó ambas cejas divertido. Sacó el dinero que recolectamos de dentro de sus pantalones y pagó a la señora, ella le entregó una llave y nos indicó más o menos donde quedaba la habitación. Ambos caminamos por el largo pasillo hasta nuestra habitación y entramos rápidamente por el frío que hacía afuera, había solo una pequeña cama con sábanas de abuelita, una mesa de madera con dos sillas, un pequeña pintura y una lámpara era todo lo que había allí, contando la puerta del baño.

— No está tan mal. — Dijo Ryder caminando hacía el baño, negué con la cabeza dándole la razón, el único problema aquí era la cama tan pequeña.

Volví a estornudar aún con el frío matando mis entrañas. Ryder salió del baño sin su ropa solo con sus bóxers de color negro.

— Quítate la ropa, vas a ponerte peor. — ¿Que qué? Lo miré. —Savannah, te he visto desnuda antes muchas veces, sé que somos amigos, solo estoy tratando de cuidarte.

Suspiré, él tenía razón ni siquiera podía dormir con la ropa mojada. Empecé a desvestirme hasta quedar en ropa interior, fui hasta el baño donde Ryder estaba llamándome y él tomó mi ropa para colgarla cerca de la bañera.

— Súbete en la encimera para secarte el cabello. — Ryder me ayudó a subirme y me senté como indio delante del espejo, él tomo el secador que estaba allí y empezó a secar mi cabello por todos lados. — Recuerdo cuando lo tenía corto como por tus hombros, y todos te decían cabeza de coco.

— ¡Oye! Eso solo lo decías tú. — Él se echó a reír.

— Es que si te parecías. — Sus dedos rozaron mi cintura y me dio escalofríos haciendo que me removiera en la encima, Ryder lo notó y me miró a través del espejo. Podía mirar el deseo en sus ojos, sus manos fueron hasta mi cabello llevándolo hacía un lado, sus labios se acercaron a mi cuello besándolo a su antojo.

Cerré los ojos confundida, lo amaba, si, no es como si se pudiera olvidar a alguien de un día para otro, y mucho menos a Ryder que siempre está ahí alrededor de mí, pero... ¡Dios! ¿Por qué estoy haciendo esto? Abrí los ojos justo cuando una lágrima salió de ellos, la sequé rápidamente y tragué en seco. Ryder tomó mis muslos y me volteo rápidamente pegando su frente contra la mía.

— No podemos hacer esto. — Dije negando con la cabeza. — Yo... ¡Dios! ¿Por qué lo hiciste? — Dije empujándolo lejos de mí, me bajé de la encimera y caminé hasta la habitación sentándome en la cama y mis lágrimas empezaron a salir.

— Savannah. — Ryder se arrodilló delante de mí.

— No, no me toques. — Me levanté. — Yo no hice nada más que entregarte todo de mi, y tu solo te vas...y. — Tragué para que el nudo desapareciera.

— Soy un idiota, lo sé, y me arrepiento, no sé qué paso conmigo en aquel momento, no tengo como explicarlo si quiera, te hice daño Savannah y me arrepiento como no sabes cuánto, cada día que te miro no puedo evitar sentirme como un idiota.

— Confié en ti, todo este tiempo confié en ti aún sabiendo cómo eres. — Eché un paso hacia atrás al verlo acercándose. — Mamá duró todo un mes durmiendo a mi lado porque no podía dormir sola, incluso llegué a odiarte y quise vengarme, si mi familia no me hubiera apoyado quizás ahora mismo estuviera volviéndome loca.

Él se sentó en la cama apoyando sus codos en sus rodillas y escondiendo su cabeza.

— Quisiera volver el tiempo atrás. — Alzó la cabeza y pude ver como una lágrima se deslizaba por su mejilla. — Te extraño, extraño como éramos antes, extraño tenerte conmigo, que me abraces y me beses de sorpresa... siento que cada vez te tengo más lejos y eso está desesperándome, por eso trato todo el tiempo de llamar tu atención, o molestarte aunque me grites o me golpees después.

En ese mismo instante estornudé nuevamente, Ryder se levantó de la cama y paso sus dedos por mis ojos quitando cualquier rastro de lágrima, tomó mi mano y me llevó hasta la cama, colocó todas la sábanas cubriendo mi cuerpo, lo sentí rodearme con su brazo y su respiración en mi cuello.

— Te amo. — Murmuró justo antes de que mis ojos se cerraran buscando un profundo sueño.

  
    *


El próximo capítulo se llama Break-up
¿Alguna adivina que podría pasar? 
Las quiero un montonnnn

Vale fuera.

Alerta Mujeriego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora