XXIII

31K 1.8K 73
                                    

En todo el trayecto me propuse a mirar por la ventana del coche, no le dirigí ni una sola palabra a Harry y él tampoco a mí.

Es increíble que haya hecho esto.

   - ¿Sabes que a esto se le puede llamar un secuestro? - lo miro y levanto una ceja.

Él suelta una pequeña risa.

   - Si te hubiera secuestrado, creeme, ahora mismo no estuvieras consiente - no me voltea a ver y con sólo unas palabras me logra poner nerviosa por la forma un poco seria en que lo dijo.

Este chico sí que tiene algo mal en su cabeza.

   - No quieras intimidarme con tus palabras - me cruzo de brazos. Tengo que demostrarle que no me logra poner nerviosa aunque sea todo lo contrario.

   - Oh, Samantha, ya lo he hecho - dice burlandose y me voltea a ver, yo ruedo los ojos y ríe. - ¿No es así?

Vuelvo a rodar los ojos.

Y si el semáforo no hubiera estado en rojo, ahora mismo no sentiría su respiración muy cerca de mí.

   - Te logro poner nerviosa, Samantha - volteo a verlo y lo tengo cerca de mí. Remojo mis labios nerviosamente y él sonríe de lado. - Dí que te logro poner nerviosa, nena.

Quisiera ver esos ojos verdes que tiene, pero esos malditos lentes me lo impiden. 

Y claro, no voy a decirle a Harry que logra ponerme nerviosa. Porque no es así.

 <Claro que sí> Ruedo los ojos en mi interior.

Los claxons de los otros automoviles suenan y Harry gruñe, acomodandose correctamente en su asiento. También yo me reacomodo y pone de regreso el coche en marcha.

Lily me va a odiar cuando sepa que no fui con ella, sino que me vine con Harry, pero ella entenderá que fue en contra de mi voluntad el estar aquí con Harry.  ¿Qué pretende? Sólo quería ver a mi amiga, podríamos haber salido otro día, no hoy. 

Este carro por dentro es un desorden, para tener días de nuevo, o por lo menos eso pienso, está lleno de porquerías. Latas vacías de cerveza, revistas viejas, cuadernos, hojas de papel ¿qué es eso? ¿es un condon?. Abro mis ojos cuando veo un condon al parecer usado en toda la bola de porquerías que hay debajo de mis pies. 

Gimo del asco.

   - ¿Qué ocurre? - siento su mirada puesta en mí.

Cubro mi cara con mis manos mientras niego con la cabeza, además, no quiero que vea que mis mejillas han tomado un color entre rosa y rojo. 

Quito un poco mis manos de mis ojos y en el tablero del auto también hay muchas cosas, pero lo que me ha llamado la atención es una pequeña bolsa y por supuesto, llena de marihuana. Abro de más mis ojos  y tomo esa bolsa en mis manos.

   - ¿Fumas marihuana? - suelto un chillido y Harry me quita con bursquedad de mis manos la pequeña bolsa, para luego ponerla a un lado de él.

   - Eso no te importa - regresa la mirada al frente mientras sigue conduciendo ¿Aún no llegamos?, hasta hemos salido de la ciudad.

   - Claro que me importa, por eso he preguntado - le digo firmemente.

Y claro, no espero a que me conteste. Cruzo mis brazos en mi pecho burscamente y suelto un suspiro.

Por fin el auto se detiene en frente de una pequeña casa, alrededor hay una que otra casa también, pero cada una por lo menos están distanciada como por siete u ocho metros, y esta casa es un poco más chicas que las demás. 

   - ¿Piensas bajar o no? - oigo la voz de Harry preguntándome bulonamente.

Sacudo mi cabeza y abro la puerta para bajar.

   - ¿Vives aquí? - le pregunto a Harry una vez que está a un lado de mí.

   - Algo así - lo miro y sonríe de lado mientras quita sus lentes de sol. - Vamos - mueve su cabeza en dirección a su casa para que lo siga. 

Nos detenemos en frente de la puerta de madera. Saca sus llaves para poder abrir.

En cuanto abre la puerta hace un chillido. La luz del sol entra a la acojedora y pequeña casa de Harry, pero aún así hace falta luz artificial aquí adentro.Su casa es de un piso, al igual que la mía, no hay muchos muebles y los pocos que tiene son viejos. Los sillones de la sala están cubiertos por sábanas de color ¿blanco?, creo que de ese color eran. Solo hay dos, uno para tres personas y uno para solamente una, pero los dos no son del mismo juego de sillones, cada uno es diferente. El comedor sólo con dos sillas y muy pequeña, por lo menos ha de medir un metro y medio por un metro y medio, es pequeña. A un lado del comedor hay una pequeña repisa y en ella se situan una cuantas fotografías, me acerco, pero Harry baja ambas con sus manos y me hace sobresaltar, un pequeño polvo se levanta y me hace tocer.

   - Lo siento - le digo entre tos.

   - Como sabes, acabo de llegar de Inglaterra hace semanas, así que no he tenido tiempo de comprar muchas cosas, sólo tengo lo que necesito - sube sus hombros. - Al menos no pienso quedarma a vivir aquí por siempre - deja sus lentes en la repisa y lo veo caminar a la cocina, o si se le puede llamar así.

Sólo hay una estufa de cuatro calentadores, un fregadero, un refigerador y una alasena. Saca del refrigerador un par de latas de cerveza.

Abre ambas. Regresa hasta mí y me extiende una.

   - Aah... Harry, yo... - Le extiendo la lata de regreso y hace que él ruede los ojos. La toma de mala gana y la deja encima de la mesa.

   - Bienvenida a mi casa, Samantha Mikesmall. - Le da un trago largo a su cerveza y extiende sus brazos a los lados mientras medio gira a los lados.

Este hombre me da miedo.

Black | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora