Black | H.S.

LXXXI

Yo iba caminando apresuradamente, no tan rápido como para perder a Harry.

Se puso en frente de mí, deteniendo el paso apresurado que tenía y levanté la vista para verlo directamente a la cara.

¿Qué hice? Le planté una cachetada en la mejilla izquierda.

Volteó su cabeza y puso su mano izquierda en la mejilla que golpeé.

Miraba el suelo y solo respiraba rápidamente.

Lo hice sin pensar, y no pienso pedirle disculpas por lo que acabo de hacer, y sabiendo que hace un momento acaba de recibir un golpe por parte de mi hermano, y apuesto a que fue mucho más fuerte que el mío.

Harry ahora me voltea a ver a mí, aún sosteniendo su quijada.

Veo que tiene el labio partido y sangrando, está claro que eso no se lo ocasioné yo. No soy tan fuerte como para romperle el labio, y aunque fuera así, no me arrepiento.

- ¿Estás mejor? - pregunta, con claro sarcasmo en su voz, y quiero volver a llorar, porque él no se toma nada en serio.

- ¡Te mereces eso y más! - le grito, casi ahogándome con mi voz que estaba rompiéndose.

Está claro que no sabe qué decirme y no quiero decirle todo lo que se merece. No me quiero rebajar a su nivel.

- Tú sí te enamoraste de mí - dice, completamente fuera del tema, o no del todo.

Hago cara de sorpresa, y hasta me quiero reír en frente de su cara de lo ridículo que se ha escuchado al decirlo.

- Y yo también de ti, Sam - me dice.

Comienzo a negar con la cabeza.

- Te hubieras detenido si lo hubieras hecho en algún momento - le digo, mirándolo directo a los ojos.

- Lo hice - comenta.

- No, no lo hiciste - levanto un poco más mi voz - eso - señalo su mano que aún tiene la memoria USB - no es prueba en que te hayas querido detener en hacerme esto, Harry.

Él mira rápidamente a la memoria que yace en su mano.

- No tienes justificación, Harry - le digo -. Tú seguiste queriendo venganza y lo hiciste, hasta llegar al punto similar que hizo mi hermano con tu hermana. Y no quiero saber si ya más alguien lo vio. No puedo creer que hayas sido capaz de ello...

Ahí están, nuevamente las lágrimas saliendo silenciosamente de mis ojos.

- Sólo estás ahí parado viéndome, no sabes qué decir porque sabes que lo que hiciste no tiene ningún pero - continúo -. Tú en ningún momento me amaste, ni mucho menos me quisiste o sentiste algún afecto hacia a mí.

- Lo hice - lo oigo decir y vuelvo a negar con la cabeza.

- Si lo hiciste, entonces tu rencor te pudo más que el "cariño" que me tenías - hago las comillas en el aire con mis dedos.

- No quiero perderte, Sam - me dice.

Lo veía muy cabizbajo.

No veía ni una pizca de estar orgulloso de lo que hizo. Su mirada sigue perdida, su rostro muestra preocupación, miedo, desesperación.

Respira por la boca.

- No te quiero perder, Sam - vuelve a repetir.

- Cállate - le digo. No soporto la idea de que me lo esté diciendo.