XLI

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Tuvimos suerte de que Harry encontrara un espacio en donde aparcar afuera del establecimiento en donde quiso llevarme a cenar.

Nos bajamos y fuimos directo a dentro. El lugar estaba un poco lleno, pero se sentía agradable el ambiente. Había familias, amigos, entre otras muchas personas, comiendo felices y riendo entre sí. Ambos nos tuvimos que sentar en las mesas que se encontraban en medio del lugar, sin tener oportunidad de alcanzar junto a la ventana.

Era tan extraño que Harry desapareciera algunos días de mí, que no sé nada de él y mantenemos "contacto" por llamadas. Y días después aparece en mi casa o en cualquier otro lugar y me hace salir con él, porque he perdido una estúpida apuesta. A veces estoy segura de que Harry toma eso como pretexto para poder salir conmigo, pero luego me miro a mí misma y sé que ni él inventaría una excusa como esa para salir con una chica como... Yo.

- Dos hamburguesas - le dice al chico que nos atiende -. Y dos refrescos.

El chico asiente y se aleja. Harry me voltea a ver. Pone sus dos manos encima de la mesa y me mira fijamente sin decirme nada.

- Yo sé que tú no eres de estos lugares, Harry - le digo -. Tú eres de ir de bar en bar. Beber un par de cervezas y buscar la oportunidad con alguna chica - comento.

Sí, aún tengo grabada esa escena en mi cabeza de cuando vi que Harry iba detrás de una chica morena, y claro, para terminar por acostarse y tener una agradable noche en la cama.

Harry levanta sus cejas sorprendido. Claro que él no esperaba ese comentario por mi parte.

- ¿Estas diciendo que un chico de veinte años, como yo, no puede venir a este local, en donde, venden las mejores hamburguesas de la ciudad? - tiene un tono de diversión en su voz, y eso me agrada totalmente.

- Estoy diciendo que la verdad nunca me había imaginado que tú vinieras a este lugar - subo mis hombros.

Ríe por lo bajo para luego re acomodarse en su silla y seguirme mirando. Decide poner su codo en la mesa, de forma que su mano quede a la altura de su rostro, y así decide que sus dedos tracen una y otra vez sus labios. ¿Qué estará pensando? Miro directo a sus ojos. Son verdes, sí, pero no hay nada, como siempre.

- Conozco este lugar porque era aquí en donde venía con mis padres y mi hermana - por fin decide hablar. - No es que yo quiera recordar todo aquello, pero tenía unas enormes ganas de volver aquí - confiesa.

Está siendo abierto otra vez hacia mí. Vamos avanzando cada día y no sé si sentirme feliz porque está cambiando conmigo, me habla más de él, y yo también pienso hacer eso con él.

- Yo iba antes con mi familia a Malibú cada verano - le digo.

Su rostro es serio, pero es porque está atento a lo que le digo.

Si él da un paso, yo lo doy con él. Si él decide contar algo sobre él, yo lo hago también.

- Pero las cosas siempre terminan por complicarse - suspiro.

El chico, al que le pedimos las hamburguesas, regresa con dos platos con una hamburguesa en cada uno, y de acompañante unas papas a la francesa. Nos trae también nuestros refrescos. Para luego retirarse.

Comenzamos a prepararnos nuestras hamburguesas en silencio. Ambos le ponemos salsa catsup y mostaza. Y yo termino por quitarle los pepinillos. Había olvidado pedirle al chico que no le pusiera pepinillos.

- ¿Qué haces? - oigo preguntar a Harry.

Levanto la vista y tiene las cejas juntas y mirándome con un horror fingido en su rostro.

- Odio los pepinillos - le digo con mucha naturalidad.

Vuelvo a acomodar mi hamburguesa y le llevo directo a mi boca para darle un gran mordisco.

- Eres la chica más rara que he conocido, Samantha - me dice.

Pero cuando dice esas palabras, tiene una amigable sonrisa en sus labios, niega con la cabeza mientras también lleva su hamburguesa a su boca.

Por alguna razón siento que está de buen humor. Lo siento feliz. No lo veo tenso como la mayoría de veces, y tampoco lo siento tan frío y cortante como antes. Tiene un humor ahora mismo que yo jamás había visto en él.

Y puedo decir que cada día es un día más para conocer algo nuevo de Harry. Como el también, ponerle mucha salsa catsup en sus papas fritas.

En este tiempo que lo voy conociendo aún no puedo saber cuales son sus inseguridades como sus ambiciones. Sé algunas de sus acciones que siempre hace. Como llevar sus manos directo a los bolsillos de sus jeans cuando está hablando, pasar su mano por encima de su cabello para así peinarlo hacia atrás, cuando maneja lleva su mano derecha en el volante mientras que la izquierda, su codo está recargado en la ventana del coche y sus dedos índice y medio remarcan una y otra vez sus labios, tanto inferior como superior, y cuando veo sus manos y está sentado, sus dedos están jugando con los anillos situados en sus dedos. Y quisiera saber cual de todas esas acciones son su representación del nerviosismo, porque puedo jurar que nunca lo he visto nervioso, enojada sí, pero nunca nervioso, y tampoco lo he visto reír, pero reír de verdad, una risa que haga eco en mi cabeza una y otra vez, una risa que sea contagiosa. Tampoco lo he visto en sus momentos de tristeza o de sensibilidad. Quisiera saber cada punto y coma de él, y que también él sepa cada detalle de mí.

- ¿Te dolió el haber dejado todo en Inglaterra? - le pregunto.

Limpia su boca con la servilleta de papel antes de responderme.

- Puedo decir que no tenía muchas amistades allá - bebe de su refresco -, de todos modos yo tenía quince años cuando me fui de allá y era claro que iba a extrañar a mis amigos y a extrañar mi vida de quince años que había hecho.

No hay ni una pizca de dolor en sus palabras. ¿A caso no le duele?

- ¿Y no tenías miedo?

Yo lo tendría porque llegaría a una ciudad desconocida, y a la cual, no había nacido y no me habían criado.

- Al principio sí, pero desde el primer día hice amigos - dice volviendo a morder su hamburguesa.

Asiento.

Recuerdo que Caroline me había dicho que ella había sido una de sus primera amigas de Harry cuando él había venido a Los Ángeles por primera vez hace cinco años. De todos modos quisiera escucharlo de las palabras de Harry.

- ¿Quienes fueron tus amigos en cuanto llegaste? - pregunto.

Inhala aire exageradamente. Se aclara la garganta y por último, aparta su mirada de la mía.

La servilleta de papel que se encontraba en sus manos ahora estaba hecha bola. Agarra su refresco y bebe demasiado, casi se lo termina.

Regresa su vista hacia la mía, y ahora no se ve tan enojado como se había puesto en cuanto terminé de preguntarle.

- David, Caroline, Zayn y... Reachel.

Me dice sin más y como de nuevo de su hamburguesa, junto con una papa a la francesa.

Cuando él iba a decir el nombre de Reachel, se había tomado un par de segundos, como si tuviera otro nombre en mente, y por fin dijo el nombre de la chica. ¿Tendrá que ver con ese viejo amigo del que me dice que le viene a cobrar todo?

- Ellos fueron un apoyo para mí en cuanto llegué - agrega -. En especial Racheal. - Susurra.

Y antes de que él apartara su vista de la mía, pude jurar que en cuanto dijo el nombre de la chica sus ojos tuvieron un pequeño brillo en ellos. Un brillo único. Con el cual, nunca me verá a mí.

NOTA: Hay que ser pacientes, que lo mejor está cerca... No olviden votar y dejar du comentario. ¿Quien será Racheal para Harry?

Black | H.S.Where stories live. Discover now