Senni (V)

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Podía sentir el viento rozando su piel, el sabor de la sal en sus labios. Delante de sus ojos se alzaban tres enemigos, algo normal en su antigua vida, la vida que había llevado al lado del daimyo del Fénix, cuando caminaba por las calles con orgullo y no con vergüenza. Su poder no había cambiado, ni su aspecto, pero sí su determinación.

Los tres guerreros corrían hacía a él; dos con espadas y uno con sus manos desnudas. Ninguno de ellos podía considerarse digno de ser su rival, él era Akodo Senni y ellos ni siquiera habían vivido una décima parte de lo que él lo había hecho. No deseaba acabar con sus vidas allí, pero no tenía otra opción; al igual que en aquel fatídico momento, era un soldado, un siervo de la voluntad de su señor. El primero de los hombres era un noble samurái, caminaba por las aguas gracias a la magia, mientras que Senni esperaba de pie, en un pilar de piedra que Rurik había creado bajo el agua.

—No permitiré que nadie se interponga en el camino de la Grulla —retó aquel hombre. Senni se doblo por la espalda para esquivar el tajo. 

El siguiente oponente intentó sacarlo de la plataforma de piedra mediante la magia, pero Senni la disipó de un solo golpe; el semidragón había aprendido a contrarrestar la magia mediante la disciplina mental y del espíritu. El último de los oponentes era más rápido, sin duda era un monje como él; sus golpes eran veloces y llenos de determinación, e incluso en uno de los golpes Senni tuvo que utilizar dos brazos para soportar la defensa.

—¿Quién eres? —preguntó mientras retrocedía el monje—. No había visto a nadie que aguantara mis golpes con una sola mano.

Por un momento el semidragón estuvo apunto de reir. Cuando era joven, todos lo conocían por su forma de pelear; una mano para defender y otra para golpear, utilizando las piernas para controlar indistintamente la situación. Solo cuatro veces tuvo que utilizar sus poderes de dragón, solo cuatro oponentes eran dignos de decir que habían combatido cara a cara con el gran Akodo Senni y lo habían llevado al límite: Kakita Toshimoko, Moto Aimaru, el oráculo del fuego de su época y Flynn Degollabrujas.

—Mi nombre no es importante, me temo que nuestros respectivos señores aspiran al mismo objetivo —dijo Senni, preparando su cuerpo para infligir dolor—. Nuestra determinación y devoción por la causa será la que decida el devenir del combate.

—Soy Kakita Orusa —respondió el samurái que se encontraba detrás de él, amenazandolo con la espada—. Si es la determinación y la devoción el arma necesaria para derrotarte, tu batalla ya está perdida.

—Sois tres contra uno, veremos si juntos podéis contra mi —dijo Senni, consciente de que el Kakita no colaboraría tanto con sus compañeros como para poder ser peligrosos. Los Kakita eran tremendamente orgullosos, eso no cambiaba con el tiempo—. Seguramente tendréis un hogar al que volver, una familia que abrazar; por favor, no me obliguéis a privaros de tal privilegio, os lo ruego —matar no era algo que deseara, pero en ocasiones no quedaba más remedio. No mataría por su propia vida, pero sí lo haría por los deseos de su señor; la palabra del semidragón era más valiosa que la del cualquier samurái.

El hombre que usaba magia, levantó su gran espada contra Senni y este respondió con un cabezazo que lo tiró a la superficie de la bahía, no se hundía en el agua, pero su valentía sí lo hizo.

—No es un enemigo normal —dijo; no tenía aspecto de samurái o guerrero, seguramente se tratase de algún hechicero a sueldo contratado por la Grulla.

El Kakita desoyó la advertencia de su compañero y emprendió una sucesión de golpes contra el semidragón, que los repelió en todo momento; de no ser por el orgullo herido del grulla, seguramente se habría dado cuenta de que no tenía ningúna posibilidad.

Desde el otro extremo de la acción apareció un muro de piedra que cortaba la retirada al equipo de la Grulla.

—¡Tratan de encerrarnos! —gritó un hombre, acompañado de una samurái, corriendo hacía su posición. Un atisbo de miedo se reflejó en el rostro de Kakita Orusa, una duda que Senni aprovechó para derribarlo y lanzarlo hacia atrás.

Los enemigos se acumulaban y Senni estaba dispuesto a hacerles frente como fuese. Rurik todavía estaba en el barco y Ridley no permitiría que fracasaran. Senni abandonó su lugar en el pilar de piedra y propinó una dura patada a Kakita Orusa en el pecho, que no buscaba matarlo, el semidragón necesitaba algo en lo que apoyarse. Saltó hasta el hechicero y se apoyó en su hombro, dislocándolo en el acto, después fue hacía el otro monje al que primero golpeó con el brazo para romper su defensa para apoyarse en su rodilla; los gritos de dolor del monje se pudieron escuchar por toda la bahía. El objetivo final era atacar al hombre que los había alertado, Asahina Gildarts, el único que reconocía, los primeros discípulos del vacío se habían entrenado en el Fénix, bajo el mando de Yubei, así que sabía de primera mano lo peligroso que podía llegar a ser su poder. Un discípulo podía ver a millas de distancia, convirtiéndolos en consejeros e informadores de gran poder y, además, tenían un gran control sobre la magia, que adquirían antes de estudiar el vacío.

—Lo siento, pero a ti sí que debo matarte —se lamentó Akodo Senni—. Eres demasiado peligroso, Asahina Gildarts.

Con el impulso que había tomado del monje grulla, golpeó, con toda la potencia de su brazo derecho, el pecho de Gildarts.

—Brazo derecho del dragón colmillo, Brazo izquierdo del dragón tortuga —dijo Gildarts; hacía décadas que Senni no escuchaba aquella frase, la frase que el mismo Shiba Yubei le dedicó una vez—. Que estés aquí no me sorprende. Pagarás caro lo que le hiciste a mi amigo.

El golpe atravesó a Gildarts, que se convirtió en agua y atrapó el puño de Senni.

—No esperaba menos de uno de los mejores shugenjas de la Grulla —reconoció Senni, que se transportó a una velocidad casi imperceptible detrás de Gildarts, liberando su puño al instante—. ha sido un honor —el semidragón golpeó la espalda del discípulo del vacío, pero esta vez se encontró con que lo que había atacado era una trampa, ni siquiera era el Gildarts real, que corría con sus compañeros unos metros más adelante. Ya no tenía más lugares en los que apoyar su cuerpo así que cayó al agua.

«Después de todo, esté hombre entrenó a Kasai», pensó amargamente, hacía tiempo que no tenía el aciago sabor de la derrota en sus labios.

—Se han llevado la mano —le dijo Rurik, materializándose al lado de él—. Pero han perdido un hombre y se dirigen hacía tierra enemiga. He detectado que todos ellos llevan jade, ¿tienes idea de qué puede significar?

Era todo lo que Senni necesitaba saber, era un plan arriesgado y casi suicida, pero días atrás Minuri Zagi había hecho el mismo recorrido y a juzgar por la barcaza mercantil que estaba cruzando la bahía, tuvo éxito.

—Buscarán refugiarse en las tierras sombrías y dar un rodeo, no entrarán en conflicto con Kisada —sentir su anciana barba mojada, le era incomodo y hacía gestos de malestar, que no pasaron desapercibidos para Rurik que le tendió la mano para subirlo; el enano estaba flotando en el aire, algo muy útil dadas la situación—. Debí haberlo sabido, ese Asahina es poderoso. Si Stukeley estuviese bien podríamos rastrearlos y seguirlos.

El enano dio un golpecito en su gruesa y arenosa nariz.

—Mientras lleven el jade sabré donde están, soy un enano, nací de la piedra y oler piedras preciosas es mi especialidad.

—No sabía que los enanos tuvierais un olfato tan fino —bromeó Senni; en parte estaba feliz, por fin llegaba el momento de tener que darlo todo en un combate—. Busca la manera de avisar a Zagi y Selim, nos reuniremos en las tierras sombrías, habrá que preparar una emboscada.

«Asahina Gildarts...—recordó la amenaza que Gildarts le había hecho—. Luchar por vengar a un amigo es una gran determinación, cuando dos grandes determinaciones colisionan, solo una puede sobrevivir. Me alegro de haberte encontrado».


El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora