Zagi (II)

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ZAGI

Consecuencias peligrosas

Corría por el pasíllo principal lo más rápido que podía, otra vez llegaba tarde, aunque esta vez no fue por desgana sino por obligación. Minuri Zagi había tenido que acompañar a su padre para organizar la defensa contra la ofensiva del clan de la Grulla que se cernía sobre ellos. A él no le importaba faltar de nuevo a las clases sobre cortesía pero su padre fue claro.

—Iras a clases aunque nos cueste la guerra.

El joven Minuri no se sentía comodo en las largas charlas que tenía su padre con los demás generales, siempre hablaban de más e intentaban demostrarse los unos a los otros quien era más atrevido, «cuando aprendera nuestro señor a poner a gente con más cerebro que musculo», por mucho que Zagi lo intento no encontró a nadie que pudiese considerarse inteligente, la mayoría de las estrategias que ponían sobre la mesa eran estrategias conocidas que idearon grandes guerreros y pensadores, ahora muertos. Él hubiese aportado alguna idea, pero no le dejaron hablar por lo que al cabo de un rato desistió y se limito a pensar en sus cosas.

Cuando llegó a la puerta corredera que separaba la clase de cortesía del pasíllo no escucho nada «¿habran desalojado por la guerra?». Muchas personas habían abandonado sus casas para refugiarse en las entrañas de la muralla Kaiu, la cual decían que era como un laberinto infinito en el que incluso vivian civilizaciones enteras, algo que Zagi no terminaba de creer. Abrió la puerta y vio a sus compañeros y a su profesora, Kaiu Shina, sentados de rodillas, guardando silencio.

—Has roto nuestro silencio, Zagi-kun —la profesora casi siempre ponía terminaciones al nombre, como los antiguos orientales. Esa formalidad empezo a desaparecer cuando los occidentales podían pasar libremente por las fronteras y las culturas tomaron influencias la una de la otra— y vuelves a llegar tarde.

—podríais poner un cartel en la puerta —Zagi entró en la clase con las manos entrelazadas en la espalda, su padre le decía que esa forma de posicionar las manos era la que usaban los monjes del clan del Dragón, pero al muchacho no le importaba, le gustaba tener sus manias y no hacía nada por evitarlo.

—No imaginabamos que vendrias, no hemos tenido tu presencia en mucho tiempo —Zagi había estado con su padre durante la mayor parte de la semana, pero llevaba sin asístir a esa clase un mes.

—Seguro que no lo ha notado ninguno, no ocupo demasiado espacio —cuando Zagi fue a sentarse en su sitio, se dio cuenta de que un nuevo alumno ya estaba sentado entre su hermano y la hija del señor feudal, la heredera del clan, Hida O-Ushi.— Gracias por calentarme el sitio, puedes irte.

El chico seguramente estaba en su primer año, era pequeño, tal vez no llegase a los diez años, llevaba un kimono con el simbolo de la familia Yasuki «él aquí aprendiendo cortesía y sus familiares luchando contra el oráculo de la tierra».

—Un samurái debe ver que ha perdido su sitio por su ausencia y debe aprender de su error —le indicó Shina— por favor, sientate en otro lugar Zagi-kun

—Me han dicho que el chico Yasuki debe presentarse ante mi padre, que acaba de llegar a sus aposentos. Son ordenes Shina-sensei —era la primera vez que Zagi utilizaba una terminación, odiaba eso, aunque esta vez la situación lo requería.

Kaiu Shina accedio a que el muchacho fuera a ver a Moane, y el chico salió de la habitación con orgullo, no era normal que alguien del estatus de Moane, un señor de familia, requeriera la presencia de un noble sin derechos hereditarios. Zagi se sentó en el lugar que el Yasuki había dejado libre.

—Bien, ahora continuemos la clase, ya que vuestro compañero ha roto nuestro silencio. —la profesora empezo a dar indicaciones sobre lo que un samurái debía saber sobre educación y cortesía, algo que en el Cangrejo no era tomado muy en serio, pero a la hora de ir a ver al emperador era necesario tener a alguien que supiese hablarle a alguien tan importante.

El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora