Divád (IV)

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DIVÁD

Dentro de un mar de palabras

—Te veo cansado —le dijo amablemente la profesora de abjuración, que veía como Divád ya no podía aguantar ni un minuto más sin dormir.

Divád llevaba varios días durmiendo poco y mal, desde que llegó a la biblioteca del alanegra apenas había tenido tiempo de descansar. Tenía una tarea tediosa, la de buscar algún párrafo que hablase sobre el mundo antiguo, pero lo único que encontraba era polvo almacenado entre páginas podridas y ratas correteando por las esquinas de aquella mugrosa sala de dimensiones desproporcionadas. Did tenía la ayuda de una profesora de abjuración, era una gnoma de mediana edad muy respetada en el colegio de magos por sus hallazgos sobre el antiguo mundo, pero aunque para Did era un honor estar ayudando a la profesora Taineda, también era una tortura el no poder ver a Sarah, «solo pude estar con ella una semana, desde que ella vino de su viaje hasta que yo me fui», se lamentaba Divád que tenía miedo de que su relación se enfriase por la distancia.

Divád no dijo nada a su profesora, solo dejó el libro que estaba hojeando a un lado y amontono unos cuantos libros a modo de colchón y durmió sobre ellos, Taineda le había enseñado que algunos libros contienen información que viene en otros y es mejor simplificar la información cuando es necesario así que todos los libros que había debajo de Divád iban a ser destruidos después de que terminasen su misión.

A la mañana siguiente Divád despertó con ánimos renovados, le era más fácil leer y comprender lo que leía.

—¿Es encontrado algo? —le preguntaba su pequeña profesora cada vez que veía que el chico se detenía en alguna página demasiado tiempo.

La mayoría de la veces Did disentía con la cabeza y en otras, solo unas pocas, le enseñaba algún pasaje que tal vez pudiese poner fin a su búsqueda, pero hasta el momento no habían encontrado nada que mereciese la pena.

—¿Tan importante es esta investigación, profesora? —preguntó Divád, que necesitaba un poco de conversación de vez en cuando para no volverse loco.

Su profesora tardaba varios minutos en responderle, cuando Taineda leía dejaba atrás su conciencia y ni una guerra podría sacarla de su concentración, algunas veces cuando Taineda respondía, Divád ya había olvidado la pregunta.

—El pasado nos dice quien somos y de donde venimos, es muy importante —puntualizó la gnoma.

—Eso lo entiendo, pero si es tan importante ¿por qué no encontramos nada? —preguntó el alumno, que no era capaz de comprender la falta de información.

Taineda cerró el libro que acababa de terminar y, después de más de dos horas, respondió a la pregunta de Divád.

—Dicen las leyendas que lo que le ocurrió a los antiguos no debe ser revelado.

Divád sintió un escalofrío similar a cuando escuchaba historias de miedo.

—Pensé que la cultura de los antiguos era muy avanzada —dijo Divád, con un poco de temor a saber la respuesta de la profesora gnoma.

Taineda no abrió ningún otro libro, para poder tener una conversación más fluida con el joven Divád.

—Hay personas que creen que ese fue su gran pecado y por ello fueron castigados. Yo personalmente creo que no es más que un pretexto para que la sociedad no avance.

—¿Tan avanzados eran? —preguntó Did.

Taineda sonrió a su alumno.

—Medicina, astrología, ingeniería, magia...eran muy superiores a nosotros, en todo. Una vez leí que tenían maquinas que les permitían volar como si cabalgaran sobre pegasos.

El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora