Garren (III)

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GARREN

Senda hacía la oscuridad

Los exploradores habían traido por fin buenas noticias, los rehenes estaban a salvo y eso significaba mucho para Garren, no solo tenía la posibilidad de cumplir sus promesa sino que también podría salvar todas las vidas posibles.

—¿Crees que deberiamos atacar al alba? —preguntó Garren que aunque era el más experimentado en combate del grupo también era el que menos conocía la zona y al enemigo.

—Los elfos oscuros son vulnerables a la luz del sol pero también son muy inteligentes, no creo que podamos entrar en su guarida una vez salga el sol. —Mediaoreja era un explorador veterano que dejó de ejercer como tal hacía mucho tiempo pero era de los pocos hombres que habían accedido a ayudar a Garren. También estaban dos jovenes elfos que sabían de exploración lo que sus padres les habían enseñado en el bosque, no era un grupo numeroso pero tenían ganas y buenas intenciones y eso a Garren le bastaba.

—¿Que propones? —preguntó Garren que estaba más acostumbrado a seguir planes que a trazarlos.

—Si nos colamos antes de que salga el sol y esperamos sin que nos descubran podremos abrir cualquier defensa que pongan desde dentro, una vez allí tendremos que movernos rápido, si rescatamos a los rehenes tendremos que correr hasta la superficie, si conseguimos llegar hasta ella no seran capaces de seguirnos.

El plan no terminaba de convencer al caballero, que era consciente de que el grupo que llevaba no estaba destinado a realizar grandes gestas, en un combate cerrado el único con alguna posibilidad de supervivencia era él, pero si tenía que estar pendiente de lo que les pasara a los demás sus posibilidades se reducían considerablemente.

Los elfos oscuros vivian bajo tierra y allí era donde tenían que ir, a una cueva a un par de millas de la ciudad donde se encontraban, la entrada a la cueva estaba protegida con troncos y maleza, quitarla sin que se percatasen y entrar allí era ya de por si una ardua tarea y más de noche, como pretendía Mediaoreja.

—Una vez dentro dejadme el combate a mi, soy el más experimentado —indicó Garren— Revan está conmigo.

Los elfos del lugar se habían habituado a los rezos de Garren, aunque no conocian a su dios, respetaban sus creencias. El caballero intentó que escucharan las proezas de Revan pero los elfos estaban contentos con sus dioses y no pensaban escucharle.

Garren había estado viviendo en casa de Elenia los tres ultimos días, antes de eso había estado en una posda que tenían los elfos en la ciudad, no había apenas clientela, casi todos eran ciudadanos que pasaban allí las horas bebiendo y riendo. Durante su misión había estado bastante distante con Elenia, no quería que las insinuaciones de la joven interferiesen con sus votos y le obligasen a romper su juremento.

—¿En que estas pensando, Garren? —Mediaoreja se había dado cuenta de que Garren preferia hacerlo todo solo, para evitar que hubiese victimas si el plan saliese mal.

—Nada, solo pensaba en como mejorar el plan. —mintió el caballero.

—Tal vez no seamos los mejores pero eso no impide que podamos salvar la vida a las personas que nos importan. No olvides eso caballero. —Garren habría querido explicarle como murieron las personas que habían dicho eso en el pasado, Revan dictaba que los mayores tenían que colgar la armadura para evitar que su experiencia se perdiese, pero esas tierras no eran de Revan «no estan a nuestro nivel, tampoco puedo esperar mucho, si quiere perder la vida salvando gente no soy nadie para impedirselo. Solo puedo intentar protegerlo, no imponerle protección», pensó Garren que estaba harto de que lo mirasen por encima del hombro, excepto Elenia y Mediaoreja, los elfos del lugar no le tenían demasiado aprecio, lo apodaban el perdido en referencia a su historia.

El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora