UNSTOPPABLE ━━Percy Jackson

Door -beifong

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❝No puedo dejar de mirar esos ojos oceánicos ❞ ⇝ Basado en la... Meer

━━━ Unstoppable
01. Problema a futuro
━━ Acto I. Alma frágil ━━
02. Percy Jackson aka pececito
03. Que comience la odisea
04. Una promesa que solo la muerte puede romper
05. En medio del caos
06. Más preguntas que respuestas
07. Los límites de la hospitalidad
08. Iluminas mi camino
09. Poder creciente
10. Energía que se agota fácilmente
11. Sembrando dudas peligrosas
12. Sacrificio
13. Hacia la tormenta
14. Demuestra tu valor
15. Tregua perdida
16. Sentimientos encontrados
17. Intervención divina
18. Masticar el cristal roto
19. Dolor de un corazón ajeno
20. Blackjack
21. Entra al vacío, alma frágil
23. Lazos irrompibles
24. Calma que precede a la tempestad
25. La herencia de las sombras
26. Los hijos de la noche
27. Solo quieren crueldad
28. Las desgracias no vienen solas
29. La misericordia de una madre
30. Máscara de porcelana frágil
31. Presenta nuestros respetos
32. La sombra de una leyenda
33. Un legado familiar
34. El hedor de la traición
35. Secretos que matan
━━ Acto II. Voluntad de Hierro ━━
36. En tierra extraña
37. Aún más profundo
38. Demonios al asecho
39. Una dinastía maldita
40. Este no es mi sitio
41. La muerte está en el aire
42. Antes morir que perder el honor
43. Corazón de guerrera
━━ Acto III: Dulce Venganza ━━
44. La trampa está tendida
45. Deserta si te atreves
46. Respuestas en las cenizas
47. Lobo solitario
48. Nacidos para la batalla
49. El final del viaje
50. En busca de una voz propia
51. La venganza se sirve fría
52. Vencer o morir
53. Prepárate para la gloria...
54. Epílogo
Curiosidades

22. Bajo las estrellas

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Door -beifong






















CAPÍTULO VEINTIDÓS

【Bajo las estrellas】







Desperté con un terrible dolor de cabeza. Y antes de que me pusiera a llorar por el recuerdo que había tenido, alguien habló a mi costado.

- ¡Dioses, Mei! Que bueno que ya hayas despertado. Comenzábamos a preocuparnos -dijo Piper mientras me inspeccionaba.

- Nos has dado un susto, chica -escuche decir al entrenador Hedge- No sabia que hacer contigo, no parecías herida. Excepto por las quemaduras en tus muñecas, pero esas las cure enseguida.

Di un vistazo a través de la habitación. Estaba en la enfermería y tenía las miradas de todos encima, como si fuera alguien del otro mundo.

- ¡Jason! -un grito de alivio salió de mis labios a la vez que me abalanzaba sobre él. Importándome poco el dolor de cabeza que aun sentía- Perdóname, se supone que debía cuidar tu espalda.

- Tranquila, Mei -dijo devolviéndome el abrazo, sobándome la espalda con cariño- Estoy bien, a pesar de que mi cabeza creció un poquito.

Me separe de él para examinar su cabeza, buscando una herida de gravedad. De verdad que me sentía muy mal.

- De verdad estoy bien -volvió a decirme, tomando mis manos, bajándolas. Su rostro mostró preocupación en cuando vio las cicatrices que tenía en ambas muñecas- Por Júpiter, ¿Qué te pasó en el brazo, Mei?

Mi brazo izquierdo parecía el más afectado, dado que la quemadura parecía más grande. Sin embargo, comenzaba a sanarse debió a la pasta verde, hecha de plantas, que el entrenador Hedge había preparado.

- Al parecer un pequeño recordatorio de mi promesa. Comenzó a quemarme cuando no estaba haciendo nada por ayudarte...

- ¡Pero ayudaste a los dos! -exclamó Piper en mi defensa- Jason pudo pulverizar a Percy sin tu hechizo de protección. O de lo contrario, Percy pudo haber hecho picadillo a Jason.

Agradecí internamente las palabras de consuelo de Piper, pero no lograron contribuir a que me sintiera menos culpable. Escuchar el nombre del hijo del dios del mar hizo que lo buscara con la mirada. En cuanto lo encontré, también le di un abrazo.

- Me alegra que estes bien -expresé. En ese momento no me importaba que la hija de Atenea me apartara a espadazos. Percy devolvió el abrazo.

- Gracias, pero ¿Qué hay de ti? -cuestionó- ¿Qué te pasó?

Parpadeé un poco, recordando de nuevo lo que me había mostrado Gaia, las imágenes recorrieron mis pensamientos, una y otra vez. Al no recibir respuesta, Percy se apartó de mí. Lo suficiente para enfrentarme con la mirada, sin dejar esa expresión de preocupación en el rostro. Cuando vio que no le iba a responder ni su pregunta ni su mirada inquisidora, volteó a ver a Piper en busca de respuestas.

- A mi no me mires, hijo de Poseidón. Mei estaba a punto de convertirlos en lagartijas cuando lanzó un grito de dolor mientras se tomaba fuertemente la cabeza. Quise ayudarla, pero no sabía que tenía. Además, Gaia comenzó a decir que... -Piper se atoró en aquella parte, dudando en repetir las palabras de la cara de tierra. Yo bajé la mirada- Eso no es cierto, Mei. Todos aquí somos un equipo y confiamos los unos en los otros.

Ojalá la persuasión de Piper hubiera funcionado, podría haberme subido un poco el ánimo. Lastimosamente, sabía que no era cierto.

- Sabes que es verdad. No hubiera hecho una promesa contigo si no confiara en ti -me sonrió Jason poniendo una mano sobre mi hombro, después frunció el ceño- Me han dejado inconsciente dos veces en dos días. Menudo semidiós -lanzó una mirada a Percy con aire avergonzado- Lo siento, colega. No quería atacarte.

La camiseta de Percy estaba acribillada de quemaduras. Tenía el cabello mas despeinado que de costumbre. A pesar de ello, consiguió sonreír débilmente.

- No es la primera vez. Tu hermana mayor me dio de lo lindo una vez en el campamento.

- Sí, pero... yo podría haberte matado.

- O yo podría haberte matado a ti -dijo Percy.

Jason se encogió de hombros. Como si aquella idea fuera la más absurda que alguna vez hubiera escuchado.

- Tal vez, si en Kansas hubiera habido mar.

- No necesito mar...

- Chicos -los interrumpí- Seguro que se les hubiera dado de maravilla matarse entre sí, pero ahora tienen que descansar.

La opresión del pecho no se me iba. Es más, incrementaba con cada minuto que pasaba, sentía que en cualquier segundo iba a desmoronarme, ahí, delante de todos y la verdad, no me apetecía hacerlo. Antes de que Leo dijera algo, yo me levanté.

- Y yo también -añadí- Iré a mi habitación a descansar un poco. La cabeza aún está matándome.

- Tal vez deberías quedarte en la enfermería, Mei -sugirió Hazel.

- Me siento más cómoda en mi cuarto -concluí, agradeciendo que nadie me contradijera. Si bien actuaban como si no supieran nada, estaba segura de que presentían que algo andaba mal conmigo.

Dando traspiés tomé el camino que conducía a mi habitación. Mis ojos ardían, pero me negaba a derramar una sola lágrima, al menos hasta que estuviera segura de que nadie me vería. A tan solo unos pasos de llegar, mi vista se nubló, como si estuviera lista para que, en el momento en que yo parpadeara, una lágrima se escapara de mis ojos. Por ello, decidí avanzar más rápido.

Cuando entré al cuarto, cerré la puerta de un portazo e hice un hechizo para sellarla. Y entonces sí, estaba lista para derramar todas las lágrimas que quisiera. Resbalé por la puerta hasta sentarme en el suelo y el llanto llegó a los segundos. Gaia me había dado un golpe fuerte, la muy desgraciada sabía manejar sus cartas.

Sin embargo, ¿estaba enojada con ella por mostrarme parte de mis recuerdos? ¿Por hacerme recordar a mi padre, aun cuando fuera el momento en que murió?

La respuesta era no.

Aquello me dolía demasiado, no obstante, ahora tenía una imagen clara de cómo era él. Y lo que más me consolaba era saber que mi padre siempre me quiso. No me abandonó, simplemente le había pasado un terrible accidente... uno que tambien me habia pasado a mi.

¡Por la Laguna Estigia! ¿Por qué yo no estaba muerta? La casa también había colapsado sobre mí.

- ¡Estúpida memoria! -gruñí haciendo un gesto con la mano, moviéndola hacia un lado. Al instante mi escritorio crujió y se deshizo en polvo. Todas las cosas que estaban sobre la mesa cayeron al suelo.

«Y esto no es nada, pequeña hechicera. Aún falta mucho camino por recorrer hasta Grecia, ¿crees que no tengo mas cosas para derrumbarte? Intenta detenerme y soltaré sobre ti otra desgracia», murmuró Gaia en mi cabeza.

- ¡Sal de mi cabeza, lodo apestoso! -grite.

Me avente sobre la cama y me tape la cabeza con la almohada, como si con eso fuera a dejar de escucharla. Para mi fortuna así fue, pues no volví a oírla y bajo el silencio, me quedé dormida después de unos minutos.










Sabía que había dormido todo el día y que en este momento era de noche. No escuchaba ningún ruido proveniente del exterior, más que las olas del mar chocando contra el barco. Mi cabeza se había relajado, al igual que el sentimiento de tristeza en mi pecho.

Entreabrí un poco la puerta y asomé la cabeza para inspeccionar el pasillo y ver si estaba vacío. Tenía que tener cuidado, el entrenador Hegde se tomaba en serio la hora de dormir y un sinfín de reglas más. Pero ahora, lo que más me apetecía, era acostarme en la cubierta y ver las estrellas.

La Niebla se arremolino a mi alrededor y fue entonces que me anime a salir, caminando de puntitas para disminuir el ruido al pisar. Un movimiento en falso y tendría al entrenador listo para darme una patada de kung fu. Subí a la parte exterior del barco y me dirigí a la popa, en seguida el aire frío golpeó mi rostro e instintivamente me arropé entre mis brazos, dándome un poco de calor. Nadie estaba en el mando, Festo era el encargado de navegar de noche. Aun me admiraba por lo que Leo había logrado, ese chico era un genio.

Me recosté sobre el piso de manera, no era un lugar muy cómodo pero la vista que ofrecía lo valía todo. Por suerte el cielo no estaba cubierto de nubes, lo que me permitía ver a la perfección a las estrellas brillar y a la luna resplandecer. Levante mi mando al cielo y con mi aura roja trace las constelaciones que veía.

Te fuiste a donde no puedo seguirte, murmuré para mis adentros, siendo imposible olvidar el recuerdo de mi progenitor.

Estaba segura de que mi padre se había ido a los Campos Elíseos, lugar que se decía era muy bonito. Una parte de mi lo creía fervientemente y es que, no me apetecía pensar en que estuviera en otro sitio.

Unos pasos provenientes de las escaleras llamaron mi atención. La Niebla volvió a esconderme.

Para mi sorpresa Percy salió a la cubierta, mirando en todas las direcciones, pero también estaba siendo cuidadoso en no hacer ruido. No necesitaba otro trancazo en la cabeza, no luego de que Blackjack lo haya dejado inconsciente con uno. Parecía estar buscando a alguien y al no encontrarlo sus ojos comenzaron a mostrar pánico. Me pregunté qué hacía ahí mientras me sentaba.

- No está -susurro con un toque de angustia y antes de que hiciera algo estúpido como gritar, la Niebla se disipó. Entonces el me miró alarmado.

- Shhh, no te atrevas a gritar, Perseus -mascullé haciendo un gesto para que no hiciera ruido- ¿A quién buscas? Annabeth no ha venido por aquí.

- Te estoy buscando a ti.

- Ah.

Percy se acercó sentándose a mi lado.

- Y... ¿necesitas algo? -pregunte a ver que no se iba, comenzaba a sentirme nerviosa por su cercanía.

- Quería ver como estabas. Me escabullí para irte a ver, pero nadie abrió cuando toque así que me preocupe y abrí la puerta. Al no encontrarte vine a buscarte, se que te gustan las estrellas.

- Pero nunca te lo he dicho -dije frunciendo el ceño.

- Mera, no había día que no alzaras la vista para verlas -respondió con una suave sonrisa, luego se recostó en el piso.

- Eh, ¿no piensas irte a dormir?

No era que quería que se fuera, pero recordaba la promesa que me había hecho: alejarme de él. Mi corazón sufría cada que lo tenía cerca, no quería seguir enamorándome de él, por lo que mantenerme alejada sonaba como una opción razonable para poder dejarlo en el pasado.

- ¿Me estas corriendo? -preguntó mirándome, levantando una ceja- ¿Tan mala compañía soy?

- No. Claro que no -respondí de inmediato- Es solo que quiero mi cabeza donde está. Annabeth... parece ser muy territorial y agregando el hecho de que no le caigo nada bien, lo mejor es que me aleje de su novio.

Percy vaciló unos segundo antes de volver a hablar.

- Ya no somos novios.

¡Por todos los dioses! ¡¿qué acaba de decir este chico?!

Si hubiera podido gritar, algo así habría salido de mis labios. En lugar de eso, solo me limite a verlo. Tenía sus hermosos ojos viendo el cielo nocturno.

- Conozco una -dijo de repente, cambiando completamente el tema. Supe que se estaba refiriendo a las estrellas- Zoë Belladona.

Trate de no darle más vueltas al asunto y me acosté de nuevo.

- Un lindo nombre -admití mientras volvía a hacer trazos con mi magia. Quise preguntar de dónde conocía esa constelación, el nombre me sonaba, pero no lograba recordar con claridad.

Percy volvió hablar sin despegar sus ojos del cielo.

- Se que no quieres hablar de tema, pero sabes que puedes contar conmigo. A veces el peso es tan grande que uno solo no puede soportarlo. Sin embargo, si me lo permites, yo podría ayudarte a sostenerlo. Siempre que quieras yo estaré ahí, apoyándote. No pienso dejarte sola nunca.

Parpadeé no se cuantas veces para evitar que las lágrimas salieran de mis ojos. Creí haber superado ya el hecho de que mi padre estuviera muerto, pero al parecer no era así.

- Tampoco es malo llorar, Mera -dijo Percy.

Sentí su intensa mirada sobre mí, no obstante, me negué a desviar mi vista de las estrellas. Y entonces le conté todo lo que Gaia me había mostrado. Le hable del recuerdo que me había azotado aquel día. Al terminar, seque algunas lágrimas que habían salido involuntariamente.

Ojalá Gaia me hubiera dicho más, pensé. Pero una parte de mi me dijo: cuidado con lo que deseas, podría volverse realidad.

¿Qué había de malo con querer saber sobre tu pasado?

- Lamento lo de tu papá.

Percy estiró su mano para encontrar la mía y cuando lo hizo, entrelazo nuestros dedos y dio un ligero apretón. Como si quisiera hacer notar que él estaba dándome todo su apoyo.

- Si de verdad te paso eso... -volvió a hablar, titubeando- ¿Crees que alguien te trajera del inframundo, como Nico lo hizo con Hazel?

- Lo dudo -afirme, sintiendo una sensación agradable debido a que aún seguíamos tomados de la mano- Hylla, le hermana de Reyna, me lo hubiera dicho. Ella supo enseguida lo de Hazel.

Lleve mi mano izquierda a mi cabeza, tratando de recordar más cosas. Pero lo único que perpetuaba en mi memoria sobre mi infancia, era eso. No había nada ni antes ni después, más que claro, cuando llegué al Campamento Júpiter.

Percy no volvio a agregar nada más. El silencio que se hizo presente no se volvió incomodo. Al contrario, era justamente lo que necesitaba, dejar a un lado aquellos pensamientos que me atormentaba. Y estar con Percy me hacía sentir bien.

Y nos quedamos así, tomados de la mano mientras veíamos las estrellas.











Yo fui la primera en despertar. Percy seguía babeando a mi lado por lo que no pude evitar esbozar una sonrisa, se veían tan gracioso como tierno. Quise estirar mi mano para acariciarle el rostro y dejarme llevar por aquellos sentimientos que me esforzaba por enterrar, pero antes de que eso pasara él se removió y mi mano regreso a mi costado antes de que él comenzará a abrir los ojos.

- Buenos días, bello durmiente -me burlé

- Muy graciosa -respondió Percy con voz ronca, parpadeo un par de veces para acostumbrarse a los rayos de sol que apenas estaban saliendo- Deberíamos irnos a nuestras habitaciones si no queremos...

- ¡Valdez, toca la alarma de emergencia! ¡Presiona el botón de problemas! ¡Y lo más importante, tráeme algo de comer mientras ideo un plan!

El entrenador Hedge subió corriendo a la cubierta e instintivamente la Niebla nos oculto. Si bien se veian preocupado, lo que más destacaba en sus ojos era que estaba ansioso por repartir unos buenos golpes. Todos los demás subieron detrás de él.

Alcance a ver como Jason miraba fijamente su brazalete plateado para, luego de unos segundos, alzar la vista y fijarla hacia el lugar donde yo me encontraba. Al no localizar nada, regresó su vista al objeto. Seguramente lo estaba usando para rastrearme, pero al no encontrarme su entrecejo se fruncía haciendo arrugas en su frente.

- Será mejor que, ¿nos volvamos visibles? -dijo Percy, pero yo no estaba muy segura con eso.

- No creo que sea buena idea -admití, no quería un sermón del entrenador Hedge y mucho menos un golpe con su bate de béisbol por haberme saltado sus reglas.

- Están preocupados -dijo Percy, tratando de convencerme.

- ¿Así que quieres ser visible?

Percy entorno los ojos mirándome.

- Si, Mera.

Yo hice un gesto en señal de: tu lo quisiste. La Niebla se desvaneció a su alrededor justo antes de que todos voltearan en su dirección. En cuanto el entrenador Hedge lo vio, abrió tanto los ojos que por un momento pensé que se le saldrían.

- ¡Aquí estás, muchacho! Prepárate para una buena paliza por hacernos preocupar y lo más importante, por saltarte mis reglas -grito mientras se acercaba al azabache a pasos largos- ¿Dónde esta Mera?

Percy de inmediato giró la vista hacia mí. Incrédulo al darse cuenta de que yo seguía escondida.

- ¿Me dejaste morir solo?

- Oye, tu lo pediste -levante las manos, excusándome.

- Mera -me reprimio.

- De acuerdo -rodeé los ojos. Ya veía venir la tormenta que nos caería encima.

La Niebla se evaporó y yo aparecí a la vista de todos. Levanté la mano en un amistoso saludo, esperando que con ello el entrenador Hedge se olvidara del asunto. Cosa que no funcionó, porque se puso rojo como un tomate, casi que podía ver humo saliendo de su cabeza.

- ¡En mi vida! -rugió el entrenador, blandiendo su bate- ¡Contra las normas! ¡Irresponsables!

- Entrenador fue sin querer -dije- Estábamos hablando y nos quedamos dormidos.

- Además, está empezando a parecerse a Término -añadió Percy, lo cual no ayudó en nada a que el sátiro se relajara.

- ¿Eso es un insulto, Jackson? Porque si es así... ¡terminaré contigo, amigo! -advirtió Hedge mirándolo con furia.

Percy por su parte contuvo la risa y yo negué con la cabeza tratando de ocultar mi sonrisa.

- No volverá a pasar, entrenador -prometió Percy, pero cruzo los dedos detrás de su espalda. Yo lo mire y el me guiño el ojo, si hacía ese gesto su promesa en realidad no valía, lo que me pareció trampa, pero solo me limite a reír- A ver, ¿no tenemos otras cosas de las que hablar?

- ¡Muy bien! -cedió el entrenador no muy convencido- Pero te estaré vigilando, Jackson. Y tú, Meira Kyle, de ahora en adelante el uso de la Niebla queda prohíbo para hacerse desaparecer.

Yo asentí con una sonrisa mientras hacía un saludo militar. Jason se aclaró la garganta.

- Bueno, al comedor todo el mundo. El desayuno empezará en unos minutos.







No saben lo mucho que disfrute escribir este capítulo ☺️

Más porque tuvimos nuestro momento Percyra jajaja nuestro nombre del ship, aún sigo buscando uno adecuado 🤔 ustedes que opinan?

No olviden votar y comentar, no saben cómo me encanta leerlos e interactuar con ustedes, aunque sea un poquito 🥺

¡Hasta el siguiente capítulo!
-B.

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