UNSTOPPABLE ━━Percy Jackson

By -beifong

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❝No puedo dejar de mirar esos ojos oceánicos ❞ ⇝ Basado en la... More

━━━ Unstoppable
━━ Acto I. Alma frágil ━━
02. Percy Jackson aka pececito
03. Que comience la odisea
04. Una promesa que solo la muerte puede romper
05. En medio del caos
06. Más preguntas que respuestas
07. Los límites de la hospitalidad
08. Iluminas mi camino
09. Poder creciente
10. Energía que se agota fácilmente
11. Sembrando dudas peligrosas
12. Sacrificio
13. Hacia la tormenta
14. Demuestra tu valor
15. Tregua perdida
16. Sentimientos encontrados
17. Intervención divina
18. Masticar el cristal roto
19. Dolor de un corazón ajeno
20. Blackjack
21. Entra al vacío, alma frágil
22. Bajo las estrellas
23. Lazos irrompibles
24. Calma que precede a la tempestad
25. La herencia de las sombras
26. Los hijos de la noche
27. Solo quieren crueldad
28. Las desgracias no vienen solas
29. La misericordia de una madre
30. Máscara de porcelana frágil
31. Presenta nuestros respetos
32. La sombra de una leyenda
33. Un legado familiar
34. El hedor de la traición
35. Secretos que matan
━━ Acto II. Voluntad de Hierro ━━
36. En tierra extraña
37. Aún más profundo
38. Demonios al asecho
39. Una dinastía maldita
40. Este no es mi sitio
41. La muerte está en el aire
42. Antes morir que perder el honor
43. Corazón de guerrera
━━ Acto III: Dulce Venganza ━━
44. La trampa está tendida
45. Deserta si te atreves
46. Respuestas en las cenizas
47. Lobo solitario
48. Nacidos para la batalla
49. El final del viaje
50. En busca de una voz propia
51. La venganza se sirve fría
52. Vencer o morir
53. Prepárate para la gloria...
54. Epílogo
Curiosidades

01. Problema a futuro

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By -beifong










CAPITULO UNO


【Problema a futuro】








     Hacer guardia no era de mis pasatiempos favoritos, pero todos debían de pasar tarde o temprano. La seguridad del campamento romano dependía de ello, además ver pasar miles de carros no es tan aburrido, o al menos eso me gusta decirme.

No hemos tenido ningún ataque de algún monstruo en mucho tiempo, pero nunca se sabe cuando atacaran, siempre es bueno estar preparado.

— ¿Qué crees que sea eso, Meira? —preguntó Jacob, mi compañero de guardia.

Mire hacia la dirección que señalaba con su dedo, a lo lejos se veía un punto gris en el cielo. Sinceramente no hubiera tenido la menor idea de lo que era sino fuera porque se acercó a una velocidad tremenda, mejorando mi visión.

— ¡A un lado! ¡Es una roca! —grité mientras me abalanzaba hacia el lado izquierdo y Jacob hacia el derecho.

Aquella roca gigante dio de lleno contra la puerta haciendo que se derrumbara todo el túnel que daba la entrada al campamento.

— Tenemos que avisar al campamento —me gritó Jacob, ya estaba de pie con su espada en la mano— ¿Crees que puedes volver a levantar la entrada?

—Pues claro que sí —respondí, al igual que él también ya estaba de pie, pero sin ningún arma en la mano. Apenas terminé mi oración cuando otra roca impactó en el mismo lugar que la anterior— Pero de nada sirve si una roca sigue cayendo sobre el lugar. La derrumbara de nuevo. Y en todo caso, ¿quién es el idiota que sigue lanzando rocas?

— ¿A quien le llamas idiota, semidiós?

Apenas escuché la voz, dirigí mi mirada hacia ella. Y para mi buena suerte, eran dos cíclopes. Cada uno mirándome con sus horribles ojos. Claro, no podía tener la boca cerrada y ahora los había hecho enojar. No me hubiera importado si Jason fuera el que estuviera a mi lado, juntos los habríamos podido derrotar, pero Jacob apenas había entrado al campamento, era un novato, y eso nos dejaba en una desventaja tremenda. Si al menos solo fuera un cíclope...

Ahora entendía porque aventaron aquellas rocas contra la puerta. Nos querían acorralar, no podíamos regresar y pedir ayuda, y en todo caso los romanos tampoco podían salir. De repente, mi corazón comenzó a latir más rápido.

— Tendremos que luchar —Jacob me gano las palabras. Era un romano valiente, sin duda.

Asentí y ambos nos lanzamos contra ellos.

¡rigescunt indutae! —grité.

Al instante los dos cíclopes se comenzaron a congelar hasta convertirse en estatuas. Dos minutos después, ya habían logrado romper el hielo que los rodeaba.

»Tendré que trabajar en ello.

El primero en recibir un golpe con la maza de uno de los cíclopes y salir volando, fui yo. Ya que Jacob se le fue encima a uno y cuando vi que estaba a punto de ser puré de semidiós, le lancé un hechizo de protección dejándome vulnerable al golpe del segundo cíclope.

¡Vinmor! —exclamé y el brazalete en forma de serpiente se deslizó tras mi mano hasta convertirse en una lanza de oro imperial.

Di el primer golpe en las piernas del cíclope que me había golpeado, devolviéndole el favor. Este perdió un poco el equilibrio tambaleándose al lado derecho, aun así, movió su maza para tratar de asestarme un golpe que fácilmente esquive. Volví a atacarlo haciéndole varias cortadas que ocasionaron aumentar aún más el enojo de aquel monstruo.

Y tengo que decirlo, enojado se ve a un más feo.

Di unos pasos hacia atrás, para preparar el lanzamiento. Aquel cíclope se estaba cansando.

— No me digas que eso es todo. Vamos, hasta mi abuela resistiría más —me burlé, haciendo que el cíclope gruñera y corriera con la maza en lo alto hacia mí.

Idiota, pensé y fue cuando avente mi lanza con toda la fuerza que tenía, dándole de lleno al pecho del monstruo, éste simplemente abrió los ojos sorprendido antes de convertirse en polvo dorado. No espere más y corrí hasta el otro cíclope, tenía acorralado a Jacob. Mi compañero contaba ya con varios cortes y moretones por todos lados. Y lo más preocupante, parecía que ya no le quedaban fuerzas para levantar su espada.

— ¡Hey, idiota! —grité al cíclope para llamar su atención, cosa que funciono porque de inmediato volteo a verme.

Y hubiera sido un buen plan si no fuera porque Jacob se le fue encima.

— ¡Jacob, no!

Y fue ahí, cuando toda mi confianza y esperanza se vinieron abajo. Jacob pensó que porque el cíclope estaba desprevenido iba a bajar la guardia, pero no fue así. Apenas Jacob alzó su espada el cíclope le dio un golpe tan fuerte que lo sacó volando varios metros atrás. Esta vez, mi compañero no se movió.

— Veo que ahora ya no eres tan valiente, escupe hechizos —sonrió con suficiencia el cíclope.

— Lo pagarás —dije con firmeza— ¡onus incremento!

Mi hechizo pareció funcionar a la perfección porque de inmediato la maza del cíclope cayó al piso sin que aquel monstruo pudiera levantarlo. Me miró entrecerrando los ojos y sin más echó a correr, dejándome confundida, aún así no iba a dejarlo escapar, pagaría por la muerte de Jacob.

Caminé hacia mi compañero, seguía en la misma posición, acostado sobre el césped sin moverse.

Est in domum suam —(a casa) susurré.

La Niebla envolvió su cuerpo y se fue flotando en dirección al campamento Júpiter.

Después de eso, eché a correr en dirección a la que se había ido el cíclope, sin embargo, luego de adentrarme en un bosque le perdí la pista. Me detuve para examinar a mi alrededor, pero no veía nada más que árboles balanceándose debido al viento. Escuché un ruido y al voltearme apenas pude lanzar un hechizo de protección. Aquel cíclope ya no tenía su maza, pero seguía teniendo sus enormes manos que acabarían aplastándome si no me daba prisa en vencerlo.

»Me pregunto si también puedo aumentar el peso de su cabeza como lo hice con el mazo.

Tan rápido como pensé eso una espada salió volando, dando directo a la cabeza del monstruo, está demás decir que cayó muerto al instante para luego convertirse en polvo. Mis instintos nuevamente se activaron, poniéndome una vez más en posición de pelea en dirección de donde había salido el arma.

— No voy a lastimarte.

De los árboles salió un chico, parecía tener mi edad. Tenía el cabello castaño y pecas que le adornaban el rostro, su ropa estaba decorada por lo que parecían ser runas mágicas, además de que era muy alto...

O tal vez yo era muy bajita...

Estoy segura de que es lo primero.

— ¿Quién eres? —pregunté bajando mi arma, sabía que era un semidiós— Y gracias, por cierto. Aunque hubiera preferido acabar yo misma con él. Teníamos un asunto pendiente.

— En ese caso, lo siento. Y en base a tu pregunta, soy tu hermano —dijo con simpleza mientras iba por su espada— También soy hijo de Hécate.

— Puedo notarlo, percibo una magia poderosa sobre ti. Soy Meira —sonreí mientras le ofrecía la mano.

— No creo que sea bueno que sepas mi nombre —contestó el chico aceptando mi saludo.

— ¿Por qué no?

El pareció vacilar por unos segundos, antes de que contestara hable de nuevo.

— El campamento Júpiter está cerca, es un lugar seguro. Ahí podemos hablar sin correr peligro —ofrecí, pero él pareció disgustado ante mi oferta. Su rostro se endureció y su tomo una postura más firme.

— Así que ya estás dentro de un campamento —entrecerró los ojos examinándome— Es una pena, aunque supongo que es lo mejor... Espera, ¿no deberías estar en el otro? —sacudió su cabeza como si tratara de quitarse el pensamiento que traía en mente.

Fruncí el ceño totalmente confundida.

— ¿Disculpa?

— Hécate siempre es... Hécate, no Trivia —dijo como si estuviera asimilando sus propias palabras— ¿Sabes qué? Olvídalo, tengo que irme.

El chico suspiro mientras pasaba una mano por su cabello, no entendía de qué estaba hablando y no tampoco entendía porque no quería irse conmigo. Negó con la cabeza a la vez que caminaba del lado contrario de donde yo estaba. Camine hacia él y lo tome del brazo.

— Oye, estoy segura de que te aceptaran. Además, no estarás solo al menos me tendrás a mí, así ya no tendre que ser la única hija de Hécate. Apiádate de tu hermana quieres —dije con una sonrisa burlona.

— Ahí adoran a los Olímpicos —respondió con odio y mi sonrisa se esfumó— No deberías de estar ahí, ellos no se merecen que nadie los adore más. Nunca se han mostrado piadosos con los semidioses ni con otros dioses, se creen tan superiores aun cuando es por nosotros que han ganado varias batallas. Con una palabra te ordenaría a que siguieras, como tu líder, pero ya han muerto demasiados por mi culpa y lo que menos quiero es condenar a otro hermano mío.

Lo mire entendiendo perfectamente lo que estaba diciendo, y es que a muchos de mis hermanos no les parecía el trato de los Olímpicos hacia los semidioses y menos hacia nosotros, ellos nunca han confiado en los hijos de Hécate.

Hubo un momento en que mi madre me pidió que me uniera al ejército de Cronos, que peleara contra los doce para derrocarlos, pero no acepte. Entendía la postura de mi madre y no pelee junto a los titanes porque estuviera de acuerdo en todo lo que hacían los dioses, sino porque el campamento Júpiter era mi familia, pelearía con ellos hasta la muerte.  Y en todo caso sabía que, entre los Olímpicos y Cronos, la mejor propuesta era por supuesto la de los Olímpicos.

Aquellas palabras de odio contra los dioses me ayudaron a averiguar la identidad de aquel chico.

— Eres Alabaster, el que lideraba a los hijos de Hécate en el ejército de Cronos —dije con serenidad, porque como había dicho entendía su postura, pero no la aceptaba. Una tristeza recorrió mi cuerpo, muchos de mis hermanos habían muerto en esa batalla. Incluso yo había tenido que pelear contra ellos, cosa que no me era grata de recordar. A pesar de ello, no le tenía odio a mi hermano. Lo mire con detenimiento, tenía ojeras y una tristeza profunda reflejada en los ojos.

— Tengo que irme —hablo por fin, sacándome de mis pensamientos.

— Espera, ¿A dónde vas a ir? —lo detuve nuevamente del brazo— Puedo ayudarte, estoy segura...

— No —me interrumpió— No me perdonarán, además los Olímpicos me exiliaron para que no llene a mis hermanos de odio contra ellos. A parte tengo otro problema encima por lo que tengo que irme ahora mismo.

— Puedo ayudar —dije sin pensarlo, prácticamente era el único que había sobrevivido de mis hermanos, no quería que le pasara nada.

— No —dijo nuevamente, una sonrisa se dibujó en su rostro y puso una mano sobre mi hombro— Como te he dicho antes, no quiero cargar con más muertes sobre mi espalda, puede que odie a los Olímpicos, pero no al resto del mundo. Por desgracia una de nuestras hermanas quiere verme muerto...

— ¿Ellos la han mandado? —quise saber.

— Estoy seguro de que no. Parece algo más personal, pero no me he detenido a preguntárselo.

Eso me dejó un poco más tranquila, no sabía si podía seguir mi vida como si nada si los dioses hubieran mandado a una cazarrecompensas a por mi hermano. Alabaster se apartó y comenzó su caminata.

— ¿Quién es? ¿Cómo se llamaba?

— Es alguien horrible, se llamaba Lamia y ojalá nunca te la encuentres —respondió antes de echarse a correr y desaparecer de mi vista.

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