Deseos Prohibidos

By t-truebarbie-

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Los deseos prohibidos de Uchiha Akemi. Una joven que pasa por distintas dificultades para alcanzar la felici... More

ADVERTENCIA
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
EXTRA - SHISUI
CAPÍTULO FINAL
LIBRO 2 - CAPÍTULO 1
LIBRO 2 - CAPÍTULO 3
LIBRO 2 - CAPÍTULO 4
LIBRO 2 - CAPÍTULO 5
EXTRA - YAMI
LIBRO 2 - CAPÍTULO 6
LIBRO 2 - CAPÍTULO 7
LIBRO 2 - CAPÍTULO 8
LIBRO 2 - CAPÍTULO 9
LIBRO 2 - CAPÍTULO 10
LIBRO 2 - CAPÍTULO 11
EXTRA - SHUN
LIBRO 2 - CAPÍTULO 12
LIBRO 2 - CAPÍTULO 13
LIBRO 2 - CAPÍTULO 14
LIBRO 2 - CAPÍTULO 15
LIBRO 2 - CAPÍTULO 16
LIBRO 2 - CAPÍTULO 17

LIBRO 2 - CAPÍTULO 2

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LIBRO 2 - CAPÍTULO 2: SHISUI

No olviden votar, ¿sí? 🥺

Él asintió al escucharla y se agachó para coger del piso un teléfono. Eso era lo que había sonado caer. Se sintió apenada al ver que la pantalla estaba totalmente agrietada, lo había dejado caer para sujetarla a ella.

—Lo siento mucho por tu teléfono, lo pagaré. —Se apresuró a decir. Al parecer su familia tenía dinero de sobra, así que podía permitírselo. Aunque, se preguntó si podría disponer de ello de esa manera.

—No hace falta, tranquila. —Se negó, guardando el mismo en su bolsillo—. Ven, las escaleras para llegar a la azotea están por aquí.

Comenzaron a caminar, con las manos entrelazadas. La sensación se le hacía familiar, incluso su corazón latía acelerado. Sus pasos eran lentos porque todavía estaba un poco adolorida, pero él se mantenía a su lado, sin prisa.

Llegaron hasta una puerta, que tenía el aviso que por allí podían llegar a donde ella quería. Entraron y luego se desanimó, eran muchos escalones. Jamás podría subirlos en su estado actual. Miró de reojo a su acompañante, tendría que irse de regreso a su habitación y quizás no volvería a verlo.

No quería eso.

Pero entonces, él la cargó como si fuera una princesa. Jadeó por la impresión, rodeándole el cuello.

—No puedes subir esos escalones—le explicó, casi como si hubiera leído sus pensamientos—. Podrías lastimarte.

Se sonrojó y comenzó a balbucear incoherencias, hasta que decidió callarse. Se recostó contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón.

Cuando la bajó de sus brazos, una vez que terminó de subir, suspiró con tristeza pero no dijo nada. Abrió la puerta delante de ellos y dio varios pasos hasta llegar al borde del edificio. Desde allí, la vista era impresionante y hermosa. Sintió el primer soplo de aire fresco golpear su rostro.

Inhaló y exhaló, sintiendo su cabello moverse, algunos cabellos golpeaban su rostro. Se sentía libre y tranquila. Se giró, de repente, a ver a su acompañante, que la contemplaba en silencio. No podía comprender la razón de dolor y tristeza en sus ojos.

—Pareces conocerme—le preguntó, colocándose delante de él—. ¿Cuál es nuestra relación?

Él no parecía sorprendido por su pregunta, pero se estaba tomando su tiempo para responder. Comenzó a mover el pie con impaciencia, ¿era tan difícil decirlo?

Cuando por fin parecía que iba a responder, lo interrumpieron.

—Así que aquí estabas. —Era su enfermera, que la miraba con el ceño fruncido desde la puerta—. No puedes estar aquí, necesitas descansar.

Se mordió el labio, sabía que ella tenía razón, pero le molestaba la interrupción justo en ese momento.

—Es cierto—concordó el hombre a su lado.

Estuvo a punto de mirarlo mal, no podía creer que le hubiera costado tanto contestar su preguntas pero que hubiera estado de acuerdo tan rápido con su enfermera.

—No quiero volver, quiero quedarme un rato más aquí, por favor—le rogó, haciendo nuevamente un puchero en su dirección.

Curiosamente, esa acción lo hizo reír.

—Siempre haces eso, pero esta vez no funcionará. —Esbozó una suave sonrisa. Sus palabras le confirmaron que sí se conocían—. Tu salud es lo primero para mí.

Ella suspiró y luego miró a su enfermera, que tampoco parecía dispuesta a ceder. Asintió, desanimada.

Regresaron, pero está vez no la soltó al terminar de bajar los escalones. Siguió caminando con ella en sus brazos, era un poco vergonzoso pero no se quejó.

—Puedes bajarme, si quieres—le dijo, con el rostro caliente.

Se mostró bastante divertido y eso le gustó, lo prefería ver a sí en vez de triste.

—No quiero.

Caminaron hasta su habitación, donde no la soltó hasta dejarla en la camilla con extremo cuidado. La enfermera no entró, supuso que les estaba dando espacio.

—¿Te volveré a ver?—preguntó, temerosa de su respuesta.

—Por supuesto—le aseguró, tranquilizándola—. Ahora tengo que irme, no se supone que esté aquí y debes descansar, ¿vale?

—Está bien. —Suspiró, acomodándose—. ¿Ahora vas a contestar mi pregunta? ¿O por lo menos me dirás tu nombre?

—Nos vemos, pequeña—se despidió sin contestar, depositándole un beso en la frente, que hizo que su corazón se acelerara.

—Nos vemos—susurró, mirándolo salir de la habitación. No parecía querer hablar sobre la relación que tenían, ni siquiera decir su nombre, ¿por qué?

De inmediato, su enfermera entró con ojos llenos de reprobación. Comenzó a regañarla y decirle lo importante que era que descansara, pero no le prestó atención. Su mente estaba en otro lado, ese hombro había sido amable y amoroso.

—¿Sabes quién es él?—preguntó, interrumpiendo su discurso.

Ésta suspiró, dándose cuenta de que era un caso perdido.

—Es el joven Shisui, viene todos los días.

Shisui. Ese nombre se le hacía familiar de algún lado.

—¿Todos los días?

Recibió un asentimiento de su parte mientras se acercaba a acomodar la almohada y las sábanas.

—Sí, desde que llegaste ha estado viniendo todos los días sin faltar.

Después de decir eso se retiró, debía atender a otros pacientes. Akemi se quedó pensando, de dónde se le hacía familiar.

Y recordó.

Se levantó, dejando las sábanas a un lado y se acercó hasta los múltiples ramos de flores que había recibido. Había un ramo de rosas blancas particularmente interesante, eso debido a que cada vez que comenzaban a marchitarse, recibía otro arreglo igual de la misma persona.

Leyó la tarjeta, encontrándose el nombre de Shisui en ella. Solo decía eso, pero al darse cuenta de que eran de él, sintió un ligero cosquilleo en su estómago.

...

Ahora podía recibir visitas libremente y la primera fue de uno de sus hermanos, el mayor de ellos. Era atractivo y parecido a su padre. Su notable palidez y ojeras eran preocupantes.

—Hola, Akemi—la saludó, parecía dudar mientras se acercaba a la camilla—. ¿Cómo estás?

Akemi intentó sonreír. Tuvo un accidente, su corazón se detuvo por un minuto, ahora tenía amnesia y quién sabe qué le había pasado antes de que eso sucediera.

¿Cómo esperaban que estuviera?

Físicamente ya estaba mejorando, pero su mente seguía en crisis.

—Estoy bien, gracias-mintió, sonriendo con dulzura. Era su hermano mayor, tenía que llevarse bien con él—. ¿Y tú?

Itachi suspiró con obvio alivio, tomando asiento al lado de la camilla. Se sentía incómoda, no sabía cómo actuar.

—Muerto de preocupación—contestó, estirando una mano para acariciarle la mejilla—. Eres mi preciada hermana. Te quiero con todo mi corazón.

A pesar de que sus palabras habían sido lindas, no sintió nada al escucharlas. Quizás era por culpa de la ausencia de recuerdos.

—Eres mi hermano, por lo tanto debes saber casi todo sobre mí, ¿me contarías algunas cosas?—le preguntó, ignorando lo que había dicho—. Ni siquiera recuerdo lo que me gusta comer.

Él asintió, sonriendo. A diferencia de sus padres y de Shisui, se mostraba aliviado y bastante contento.

—Desde pequeña has sido bastante traviesa y terca, te costaba seguir órdenes—comenzó a contar. Fue una conversación agradable, hasta el punto de que por fin se sintió relajada con su presencia.

—Pobrecito, fui bastante mala con él—dijo, riéndose. Le había contado la historia de ella, en modo vengativo, le había pegado un enorme chicle en el cabello a su hermano menor y gracias a ello le cortaron un montón de cabello.

—Sí, Sasuke estuvo molesto por mucho tiempo. —Se rió también, aunque luego su expresión alegre se oscureció—. Por cierto, Akemi, hay algo de lo que debo advertirte.

Lo miró con curiosidad.

—¿Sobre qué?

Recibió un suspiro de su parte.

—Sabes que soy tu hermano, aunque quizás no recuerdes. Es mi deber cuidar de ti. —La tomó de la mano. Se lo permitió porque le pareció maleducado alejarlo-. Por lo tanto, tengo que advertirte sobre una persona en particular.

—¿Una persona?—Repitió, confundida.

¿Por qué daba tantas vueltas para llegar al punto?

—Sí, esa persona no es buena, Akemi. Es mala y dañina para tu vida—contestó con seriedad, viéndola a los ojos—. No confíes en él jamás.

Se sintió inquieta.

—¿Cómo se llama?

—Shisui.

Como ya vieron, Itachi aprovechándose de la vulnerabilidad de Akemi. 😠

Y Shisui, bueno, el pobre no sabe cómo hablar con ella porque al hacerlo qué tendrá qué contarle lo que pasó. 😔

Confieso que pensé en matar a Shun, pero no lo haré porque sé que ustedes lo aman. 🤭

Déjenme sus preciosos comentarios, me encanta leerlos. ❤

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