Jaden {Bilogía El Príncipe d...

By AbbyMendez11

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É𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑙í𝑛𝑒𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑙𝑒𝑙𝑎𝑠, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑗... More

W E'R E D I F F E R E N T
P R Ó L O G O
R E P A R T O
A D V E R T E N C I A
I-Demuestra ser Alabi
II-Nada tienes, nada vales.
III-Libros en blanco
IV-Lo pido, lo tengo.
V-Oz
VI-Solo somos reflejos
VII-Dos pasiones
VIII-La chica del velo dorado
Anuncio importante
IX-El susurro del diablo.
X-El juego acaba de empezar
XI-El hombre sin conciencia
XII-El relato del lobo y la oveja
XIII-La teoría del amor no retribuido
XV-La sobriedad tiene un gesto inusual
XVI-Puede que un día te maten
XVII-Nunca confíes en Ross
XVIII-Demente
XIX-Reina mía
XX-No soy gay
XXI-Somos una enfermedad
XXII-El nuevo profesor
XXIII-No me acuesto con estudiantes.
XXIV-La fiesta (Parte 1)
XXV-La fiesta (Parte 2) Cuando una zorra sufre
XXVI-El rocío descendiente del cielo
XXVII-¿Quién mató a Vans?
XXVIII-¿Quién Mató a Vans?- Parte 2
XXIX-Sobre el hilo Rojo
XXX-Mujercitas
XXXI-L S D
XXXII-Obsession
XXXIII-Perfecto asesino
XXXIV-Father
XXXV-La carta del Ángel
XXXVI-Culpable
XXXVII-La carta del Diablo
XXXVIII- La Carta de Diablo II
XXXIX-Fiesta de fin año.
XL-Red Idol
XLI-Amar a un mentiroso
XLII-Tres palabras
XLIII-La primera mentira
XLIV-El único Amor de Henry
XLV-Ese Alguien
XLVI-Confía en Ross
XLVII-El juego de las manipulaciones
XLVIII-Llameaba furia
XLIV-Las estrellas en tus ojos
XLV-El fin de mi virginidad
XLVI-El pecado entre tus piernas
Capítulo XLVII-Devoraré tu alma.
Capítulo XLIVIII-Las mentiras de un pasado.
Capítulo XLIX-Inexistencia
Capítulo Final: ¿La podrás salvar esta vez?
E P Í L O G O

XIV-El origen

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By AbbyMendez11

En un principio la inocencia, el primer aliento, la primera sonrisa, el primer beso, el amor.... Y crecemos sin conocimiento sobre esta sociedad narcisista, y el mundo nos contamina, la mente, los oídos, el habla, la voz, y evapora nuestra esperanza, y nos ata a esta corriente mecánica de la cual nos hacemos siervos inconscientes y herrados en extinción, y sobre el origen de la maldad se lo acoge el viento, pues en la misma yaga nos hayamos y es muy tarde en el reloj.

.

Clara observó las puertas deslizarse a los extremos, no le costó mucho entender mientras miraba a Alaya huir y a Ross inmóvil, con los ojos hundidos de culpa y confusión.
¿Qué debía hacer? ¿Ir con Alaya o con Elah?

Sus impulsos dirigieron su camino a él, pero en cuanto llegó sus palabras se atascaron como un nudo en su garganta, verlo de cerca era aún más difícil, su mirada tras el rastro de ella, que se desvanecía en la distancia.

Se doblegó, apoyando las manos en su regazo con los ojos cerrados.—Ni siquiera sé qué dije o qué hice.—su respiración se volvió inestable.

Ella sentía una fuerte presión sobre su cuerpo, se mordió el labio inferior tratando de aclarar sus ideas, había dado su palabra y la cumpliría, de eso estaba segura, aún existían mayores razones por las cuales luchar.

Acarició su espalda cautelosamente, verlo así, solo le daba más motivos para creer que sus sentimientos eran reales, no tuvo más dudas.—Por favor te explicaré después, por ahora tómalo con calma, no te preocupes lo resolveré.—Él se levantó en un suspiro, ella le dio una sonrisa optimista y le hizo señas de que iría detrás de Alaya, Ross asintió y ella le dio un saludo militar para luego salir corriendo, agradeció que sea su brazo el lastimado y no sus pies.

Alaya ya estaba en las afueras del lugar, Clara la alcanzó, ella abrió la boca para explicarle pero las hiperventilaciones de Clara la detuvieron, se puso una mano en el pecho, se limpió la frente con el antebrazo e hizo un gesto con el índice pidiéndole un tiempo para respirar.

Se echó aire con las manos—Pediré un taxi—hizo una pausa.—, vamos a mi casa allá podemos hablar, por ahora respira y descansa.—fue a ella y la rodeó en sus brazos, lo necesitaba, todo su rostro lo decía.

Al llegar quitó su peluca, su maquillaje estaba desecho y su corazón flechado.

Se desplomó en la cama sin mencionar una palabra, se recostó de costado, frotó sus hombros lentamente, pensando en lo que acababa de pasar ¿Por qué de alguna forma tenía esa sensación que siquiera podía nombrar? Dios, cuánto daría por repetir ese momento solo una vez más, fue lo que pensó, ... Te quiero como eres, como eres, como soy.

—Alaya...—Clara rompió el silencio, se sentó a su lado en la cama, escuchó un suspiro de su parte, entonces aclaró— Está bien, no hablemos de Elah—se acostó junto a ella, ambas mirándose fijamente, apartó su cabello y acarició su mejilla—¿Quién te hizo tanto daño?

Ella dejó escapar un jadeo mientras seguía resistiendo las lágrimas, apretó los labios, no quiera llorar, no quería darle más de sus lágrimas.

Clara unió su frente con ella, tomó su mano con seguridad.—No tengo demasiado tiempo conociéndote, pero pude verlo, pude notarlo, tú corazón estaba destrozado.—el llanto inundó sus ojos, ella secó sus lágrimas con el pulgar y se apartó un poco para mirarla de nuevo directamente.—Pero no fue Elah, lo sé, hay una herida que has ocultado, algo que no te permite amar.—Alaya se agachó un poco y ella tomó su cabeza entre sus manos—Tienes que hablar, tienes que llorar, grita si lo deseas pero tienes que sacarlo, mientras más tiempo esté ahí adentro—hundió el dedo en el lugar de su corazón.—más dolerá y más poder tendrá sobre ti, sobre tu vida—se alivió al sentir como su respiración se normalizaba y sus ojos dejaban de parecer tan perdidos—. Déjalo salir.

Ella pasó una mano por la cintura de Clara y tomó su manos para cruzar los dedos—Gracias.—susurró, dándole una sonrisa.— gracias por ser mi amiga y tenerme tanta paciencia.—Clara estiró el cuello para darle un beso en la frente, ambas se volcaron con la espalda abajo, aún sus manos estaban unidas.

—No sé siquiera por donde empezar—miró al techo, y fue como proyectar los recuerdos sobre él.—siempre fuimos cercanos, desde que tengo conciencia fue parte de mi vida, crecimos juntos, nos inclinábamos por las artes, por el baile, pero a diferencia de mi, sus padres siempre lo apoyaron, y a pesar de no estar en la misma escala social nunca fui diferente para él.
Crecimos y lo que fue una sana amistad, en mi fue amor y lo mismo percibía de su parte.

Era mi pareja de baile, cuando me tocaba podía sentir fuegos artificiales, cuando acariciaba mi piel sentía seguridad, era la única persona en la cual podía confiar ciegamente.

Nos escapábamos a escondidas de mis padres y ganábamos competencias juntos.
Finalmente llegó el día, teníamos suficiente edad, era primer año de preparatoria, me confesó sus sentimientos y yo le correspondí.
Era un sueño, estaba con el chico más lindo de toda la escuela.
Él hizo nuevos amigos y hasta comenzó a ser popular, yo también conocí a alguien.

Por alguna razón me dijo que fuéramos despacio y que no era prudente mostrarnos como novios delante de todos, yo como una idiota perdidamente enamorada me lo tragué todo.
Pasó un año, pasaron dos, su distancia cada vez era más evidente, aún así el poco tiempoen el que estábamos juntos era suficiente para hacerme feliz, lo único que quería era su amor, y estaba segura que él estaba tan enamorado como yo.
Fui una estúpida.

Fue el tercer año, mi mejor amigo Jachi, fue con una alegría despampanante y me lo dijo tan simple como nada, nunca olvidaré sus palabras:
Sheldon me confesó su amor delante de todos , somos novios.
Mi corazón se detuvo, no pude disimularlo y siquiera le respondí, corrí por todos lados, quería encontrarlo, despejar mi mente, despertar, creí que solo era una pesadilla, quería despertar.

Tenía un nudo asfixiante en la garganta y mi pecho dolía tanto, apretaba los puños tan fuerte que las uñas se clavaban en mis palmas, y con cada paso mi corazón se rompía.
Las clases terminaron, era el momento, no sabía que decirle pero necesitaba escucharlo.
Quería escucharlo por su parte, quería que me diga que era una tonta broma, una mentira.

Cuando lo encontré, estaba afuera de la escuela, rodeado por sus amigos los populares, los deportistas, las porristas, esa estúpida escala social.
Grite con tantas fuerzas que casi pierdo la voz:
—¡Sheldon!
Todos me miraron como un bicho raro, él los apartó, con prisa sostuvo mi muñeca y me llevó a su auto.
No recuerdo a donde me llevó, pero en todo el camino no mencionó una sola palabra, cuando frenó ni siquiera me miraba, su vista estaba fija sobre el volante.

Lo miré con miedo, y de mi voz sollozaba escapó:
—¿Eres gay?—puedo recordar mis labios temblar, el cuchillo en el pecho que no me dejaba respirar, puedo recordarlo perfectamente.

—¡No! no soy gay.—gritó como una maldición y golpeó el volante, el ruido de la bocina hizo eco en el lugar desolado.

Yo negué con la cabeza rasgándome el cuero cabelludo—¡Entonces explícame! porque no entiendo nada.— percibía cada vez más la clase de egoísta con el que trataba.

La mínima fisura de esperanza se hizo polvo en cuanto lo escuché de su propia boca, la voz que por tanto tiempo susurró a mis oídos que haríamos una vida juntos al crecer, que seríamos como ese tonto estereotipo de televisión, una gran familia, problemas cotidianos, pero más amor del que podíamos dar.

—Soy bisexual ¿ok?—sus ojos, quizás lo noté demasiado tarde, pero ya no miraban de las misma forma, esa chispa única, ya no estaba en mí—esto es algo de lo que no quiero hablar.

Mi voz terminó de romperse.—¿Puedo saber donde quedo yo en todo esto?—me golpeé el pecho con fuerza, ¿Qué había de mi? ¿De nuestro pasado? ¿Simplemente lo borraría con tronar los dedos?

—Lo siento, pero se acabó.—devolvió la vista al frente, mirando a través del parabrisas.
Para ellos todo fue tan simple, sus palabras eran cortas, sencillas.

Yo no quería creerlo, mis lágrimas no querían salir, porque si lo hacía era como aceptarlo, aceptar que fui una estúpida, que no me quería, que lo perdería. Acaricié su mejilla y obtuve finalmente una mirada directa a los ojos—Te amo.—le confesé, me empeñé en sostener su mano.

Él se apartó, desvió la mirada.

Me rechazó.
Ni siquiera se dignaba a darme una explicación.
¿Qué esperaba que hiciera?
Comencé a gritarle, a sacarlo todo.

—¡Te di toda mi vida! Siempre hice las cosas a tu manera ¿Y ahora qué? ¿Para ti es tan fácil?—perdía la noción por segundos, era más de lo que podía resistir.

—Baja del auto.—me ordenó con una calma que me hizo aterrizar a la fuerza.
A él no le importaba si me dolía o no.
No le interesaba saber como me sentía.
Él borró todo como chasquear los dedos.

Mis labios se separaron, en un principio no pude decir nada.
Tomé aire para hablar—Dijiste que me amabas.

Él seguía en silencio con la mirada baja, miré a todos, ya sabía la verdad, pero necesitaba escucharlo, y no entendía porqué, eso solo me rompería el corazón aún más, pero lo necesitaba.
Le repetí esta vez a gritos—¡Dijiste que me amabas!

—Esta bien ¡No! no te amo ¿Eso querías escuchar? ¿Estás satisfecha? ¡Baja del auto!—se inclinó a mi lado, pude sentir su roce por última vez, pude percibir su olor, ese que reconocí cada día de mi vida como el único al que me entregaría, se inclinó para abrir la puerta de mi costado.

Salí del auto azotándola con todas mis fuerzas, estaba tan ciega que aún tenía la esperanza de que se detuviera.

Me dejó tirada en aquel lugar, me costó mucho llegar a casa.
Sufrí, lloré, mentí.
Creí que si no le contaba a nadie podría superarlo, pero no fue así.
No podía destrozar a mi amigo diciéndole la verdad, que aquel mal nacido lo iba a engañar como a mi.
Tiempo después me di cuenta que estando conmigo salía con muchas otras, sólo fui una más que se creyó especial.

Jachi ocultaba su homosexualidad como si fuese una enfermedad, creo que aquella petición le devolvió la confianza, yo no tenía derecho a arrebatársela. Después entendí que fue lo mismo para Sheldon, siempre estuvo ahí pero tenía miedo de mostrarlo.

Fingir que no pasaba nada fue la solución, y ha sido así hasta hoy.

Clara se levantó bruscamente, se recostó del espaldar y limpió las lagrimas que dejó escucharla, era peor de que lo que suponía, la herida era más grande, más profunda—Lo siento tanto.—masculló, la miró y lo entendió todo, porqué era tan cerrada, porqué se había privado de amor todos esos años, era más que comprensible, ese imbécil la había tratado como basura.
Cuánto daría por haber estado ahí en ese momento y romperle la nariz de un puñetazo, gruñó, pero no permitiría que ella siga viviendo de esa forma. La tomó y la haló para sentarse con las piernas cruzadas—¡Lo superaremos! Elah es diferente, te ayudaremos.—agujeró su mejilla, le dio una sonrisa indecisa, quería darle ánimo pero incluso ella seguía triste.

—Sí, es diferente, es mucho peor, tú no entiendes Clara.—dijo con la voz apenas más alta que un susurro.

—Te entiendo y quiero ayudarte.—la agitó un poco de los hombros, se esforzó mucho por sonreírle, aunque sus ojos seguían lanzando lágrimas por sus mejillas.

—Él no está enamorado de mi realmente—lo reconoció sin darle vueltas, estaba consiente de ello.—Está enamorado de esa chica fuerte y apasionada, Monserrat.—señaló la peluca y el traje en su tocador.—Yo no soy así, soy una chica cursi que no sabe qué hacer con el problema al que le llama vida.—se levantó, caminó hacia la luz blanca que atravesaba la ventana.

—¿Crees que solo quiere sexo?—preguntó Clara inocentemente.

Alaya deslizó la cortina para sacar su cabeza e inhalar el aire frío del exterior.—Creo que quiere satisfacer su curiosidad, luego desecharme.

—¡No!—le gritó con toda seguridad, sujetó su antebrazo e hizo que girara a ella.—Puedo jurarlo, por favor confía en mi.

—Lo hago, pero...

—Pero no confías en ti—terminó por ella.—, y si no lo haces no puedes lograrlo con nadie más.—Clara pasó a su lado y abrió la ventana de par en par, el viento agitó su cabello, la luna iluminó sus ojos, verdes, esperanzados.—Tenemos que cortar esto de raíz ¿Sheldon aún es parte de tu vida?

—Por supuesto que no—le aclaró apresuradamente— él no está en el país, obtuvo una beca de arte al terminar la preparatoria.

—No entendiste mi pregunta—se acarició el codo, sería una noche difícil— ¿Todavía sientes algo por él?
.

Eran otros días y con ello llegó el otoño, los árboles secos se esparcían y el resplandor del cielo condecoraba el embellecido amarillento de las hojas que cumplían su ciclo al descender.

Cada trabajo extra valía la pena para permitirse visitar una vez más las bellas palomas del parque de Páris. Sentada en el mismo banquillo de unos días atrás comenzó a rozar el asiento, estaba cubierto de hojas, la madera vieja estaba húmeda, ofreciéndole ese aroma de lluvia mañanera.
El silencio era armonioso e inusual, tarareando dulces melodías y tamboreando el ritmo en el banquillo, las hojas caían por las vibraciones, al fijarse con atención pudo ver en una esquina una "S" tallada, lo demás estaba cubierto por más hojas y tierra, su curiosidad ascendía a medida que descubría limpiando el moho de la superficie.

Repentinamente sus ojos se esparcieron, le hizo saltar de pie con el corazón a punto de salirse.
Esa caligrafía en la escritura era familiar:
Sheldon y Javier

En ese minuto su mente la condujo unos días antes, ese momento en el que no pudo explicarse a sí misma cómo se sentía, ni siquiera a Clara.

Creí que mis propias lagrimas terminarían apagando el fuego que dejó en mi, ¡fueron tantas! lo único que logré fue que ardiera aún más.
Y con ello creé este sentimiento de insatisfacción, es como si siempre estuviera sedienta, pero nada me llenara.
Este deseo carnal que es incapaz de orientarse y lo único que hace es atarme por dentro.—dejó a Clara en el mismo dilema.

Mientras su cuerpo transitaba sobre aquella escena sintió el roce de una manos helada a en espalda.
—¡No me toques!— gritó dándose vuelta, abofeteando la mano con los ojos cerrados, con la respiración al límite, con la mente en otro lado.

Jaden retrocedió asombrado—¡Lo siento!—con las manos abiertas al aire, ella abrió los ojos, y él no tuvo que analizarla por mucho tiempo para saber que algo andaba mal.— ¿Estas bien?—estaban de frente y sus ojos caían en él, pero no sentía que lo miraba, era como si estuviese en otra línea temporal.

—¡Alaya!—chasqueó los dedos en su cara un par de veces, hasta que por fin logró que reaccionara agitando la cabeza un poco.— ¿Me escuchas? Deberías sentarte.—señaló el viejo banquillo.

—¡No!—ni siquiera pudo mirarlo otra vez— No me sentaré ahí.—su tono se hizo débil, inclinó la cabeza y abrigó las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Jaden se rascó la nuca, tratar con sentimientos jamás fue lo suyo, pero ella lucía tan vulnerable, y eso hacía que algo en su interior dejara de funcionar o algo así, sentía esa sensación de que algo no iba bien, pero creía estar perfectamente, hasta que la vio y provocó ese jodido efecto indescifrable. Respiró para no pensar.

—Esta bien, entonces vamos a otro lugar.—la tomó de la mano sin esperar que hablara y la llevó consigo.

No muy lejos estaba la fuente central del parque, era inmensa, por algo era el monumento más atractivo y visitado, tenía una arquitectura gótica, del estilo de las catedrales y basílicas con fines religiosos, sus caños ascendían a más de tres metros, era asombrosa.
Se sentaron en los bordes, hubo un silencio largo, Jaden le quería dar tiempo, miraba al frente pero no dejaba de espiarla de reojo cada dos segundos.

Alaya subió un pie para apoyar el mentón en su rodilla—¿Cómo es que estás aquí? ¿Cómo me encontraste?—le dio una mirada de ojos entrecerrados.

Él inclinó la cabeza atrás con una sonrisa torcida—La verdad fue pura coincidencia, tengo un nuevo trabajo—bufó, no pareció muy contento al decirlo.—es un carrito de hotdogs—se notó un rubor escaso en sus mejillas, asumió la humillación y continuó.—¿Puedes creerlo?—giró la cabeza a ella con las cejas arqueadas, Alaya le dio una sonrisa incómoda— Al parecer me despidieron del anterior porque soy el peor vendedor que alguna vez haya existido, según lo dicho por el gerente—purgar abajo con el rostro asqueado—, así que me castigaron, estaré un tiempo por estos alrededores, entonces te vi y sinceramente me emocioné.—su sonrisa fue honesta, estiró la mano para tocar la suya con suavidad.
Pensó que era el momento, se estaba formando algo, además de los pensamientos sexuales de su mente poco sana, pero como se hacía habitual estaba equivocado, ella desprendió la mano en carcajadas para apretar su estómago sin dejar de reír.
Maldición
Pero por primera vez en mucho tiempo no se sintió derrotado, su sonrisa era hermosa, no entendía porqué de algún modo nada sexual estaba bien no verla como una sumisa, eso lo estaba enloqueciendo ¿Por qué su sonrisa era suficiente? Creyó estar enfermo, una congestión, eso lo explicaría.

Por un momento pudo olvidarlo todo, lo miró, era tan ingenuo en ese aspecto, casi podía ignorar sus aires de superioridad ¿De verdad valía la pena intentar?—¿No te meterás en más problemas si te quedas hablando conmigo?

Él se encogió de hombros —Es lo más seguro—se levantó con las manos en la cintura, subió a la orilla del estanque mirando al cielo, el sol brillaba como nunca esa tarde—, pero hace mucho que no hablamos y la verdad te extraño—Alaya lo miró con una estocada al corazón, su rostro no decía nada ¿Cómo podía hablar de esas cosas y a la vez no expresar nada en sí?— extraño lo rara y despistada que eres, creo que vale la pena.

—Gracias.—le dijo, inmóvil, no era algo que esperaba escuchar de él, del arrogante, el narcisista, el antirromántico.— tú... no tienes que hacerlo.

—Pero lo haré.—se cruzó de brazos volviendo su mirada a ella con su gesto usual de jugador de póquer.—y no hay nada que hagas que pueda evitarlo, ahora dime ¿Estás bien?

Ella levantó una ceja, también puso cara de póquer—Sí, lo siento no quiero hablar de eso y no hay nada que hagas que pueda evitarlo.—le sacó la lengua.

—Golpe bajo—se agarró la entrepierna, ella miró pero se alzó al instante, avergonzada.—¿Con mis propias palabras?

Ella le guiñó el ojo y él la miró juzgándola.

Las hojas secas se movían en las corrientes del viento, una cayó en el pelo de ella, castaño y alborotado, Jaden curvó una comisura.—¿Sabías que también me recuerdas al otoño?—metió la mano en la fuente, rozando con lentitud el agua burbujeante.

Ella se mordió el labio inferior, algo pensativa.—Es extraño, una vez alguien me dijo que le recuerdaba el mar ¿Por qué el otoño?

Él se inclinó para introducir el brazo hasta su codo, mojándose el suéter.
—A veces eres seca, otras veces eres tan hermosa, pero de alguna forma que todavía me cuesta entender, siempre brillas, con tu pelo escandaloso y tus ideas bizarras.—hizo círculos con el dedo a la altura de su oído.

Alaya achicó los ojos ¿Quién rayos era esta persona y que había hecho con el ego de Jaden Durant?
—Debo admitir que tu compañía no es tan desagradable.—dijo con simpleza, sí era un cumplido, pero que no se le suban los humos a la cabeza.

—Es tú forma de decir que lo estás disfrutando.—meneó las cejas exageradamente con una risilla traviesa.

Ella giró los ojos con un puchero divertido—No dije eso.

—Deberías de hacer esto, es muy relajarte.—señalando su brazo en la fuente.

Alaya sumergió su mano y le dio la razón, era bastante relajante.

—También puedes liberar tu ira.

Respiró hondo con los ojos cerrados—Sí, siento como sale de mi.

—No, así no, ¡Así!—golpeó el agua con fuerza  haciendo que salpique sobre ambos.

Ella se levantó boquiabierta, con las manos al aire, mirando su ropa empapa y la cara de ''ups'' de Jaden—¡¿Qué haces?! te mojaste, y también a mi.—le reclamó, él solo presionaba sus labios para no reír.

Aclaró la garganta con un falso tono serio—Estoy liberando mi enojo.—comenzó a chapucear como un niño inmaduro, Alaya retrocedió considerando que había perdido el poco juicio que le quedaba.

Él hizo un gesto de que le daba lo mismo, sumergió un pie, chilló, el agua estaba fría, giró a Alaya, ella lo miró con cara de ''¿Qué fue eso?'' y el le aclaró con los ojos con cara de ''nunca lo escuchaste'', pero no aguantó la risa, en serio fue un grito algo afeminado, Jaden se resignó y entró a la fuente por completo.

Ella dejó de reír mirando a todos lados alerta—No creo que esto sea legal Jaden, sal de ahí, te meterás en problemas.—le hizo señas de que saliera pero él negó con la cabeza.

Chasqueó la lengua—Oye éste lugar está muerto, no hay ni un alma cerca, deberías de venir y sacar todo, puedes golpear tan fuerte como quieras y no te lastimarás.—lanzó una patada sintiéndose poseidón.

—No lo ha....—alegaba antes de que él le lanzara un torbellino que terminó de bañarla.

Hizo una señal de paz—Ya estás mojada.—le dio esa sonrisa que aveces dejaba de ser siniestra y lucía sincera.

—Te mataré—deslizó un dedo por su cuello con una expresión sombría, él la retó guiñandole un ojo y llamándola con el índice lentamente. Pero no era estúpida, eso era lo que él quería, que entrara al agua, levantó una ceja achicando los ojos—... Cuando salgas—repuso, haciéndole una mueca.

—¿En serio?—puso los brazos como jarras, no funcionó, recordó que con ella nada era tan fácil, le sonrió, que sea a la fuerza entonces.

Salió de la fuente, tomó sus muslos para no tocar su trasero, aunque ganas no le faltaron, la cargó sobre su hombro y la arrojó entre gritos directo al agua—Ahora puedes matarme.—le lanzó una ola que la cubrió hasta el tope.

—¡Lo haré!—respondiendo con otra.

De imprevisto iniciaron una lucha incansable sobre el dominio y cuál terminaría mostrando la bandera blanca.

Ella nunca lo admitió pero estaba funcionando, por ese momento pudo olvidarlo y jugar como cuando eran niños, sin preocupaciones, ni responsabilidades, sin tener en cuenta un deber antes de una acción, lo estaba disfrutando más de lo que podía admitir.

El tiempo pasó, ambos salieron más que empapados con risas escandalosas, Alaya se sacudió el cabello tratando de secarlo un poco.
Jaden se agachó y sacó una navaja de bolsillo, de la nada se empeño en tallar sobre el mármol de la fuente.

—Por Dios ¿Se puede saber qué haces?—su tono fue dramático.

Aún de cuclillas, giró la cabeza a ella, sus ojos bajaron por todo su cuerpo lentamente, la ropa húmeda estaba adherida, le sorprendió que fuese la primera que notara la forma de su cuerpo sin suéteres holgados, la malicia en su mirada le hizo alzar las cejas, se lamió los labios sin poder evitarlo, tragó en seco y retornó la vista al estanque para prevenir una erección.—Vi cómo mirabas los nombres escritos sobre el asiento, imaginé que te había gustado, así que pensé que nosotros también podíamos tener un recuerdo bonito.— se esforzó en marcar profundidad sobre las letras.

Y otra vez su corazón quería traspasar su pecho, se pellizcó aunque entre todas las cosas inesperadas que podían suceder ese día, esa era la cúspide de lo inusual, principalmente viniendo del tipo más egocéntrico, bueno el segundo tipo más egocéntrico que había conocido.
Arrugó el entrecejo con la duda—¿Qué?...—hizo una pausa tronándose los nudillos, estirando el cuello, silbando, esperaba el momento en el que diría algo egoísta para equilibrar su personalidad, pero no lo hizo, entonces reconoció:—Eso es... lindo.—pero aterrizó con el terror en la cara.—¡Aún así! No puedes hacerlo, esto sí que es ilegal, creo que es un patrimonio nacional.

—¡Vamos no es para tanto!—bufó recogiéndose el cabello que estorbaba en su frente.—Tan solo quiero crear una conexión contigo.

Ella se cruzó de brazos sin hacerle notar demasiado interés—¿Qué escribirás?—Lo miró de reojo, aunque desde su lugar no distinguía nada.

—Nuestros nombres.

—Por Dios, nos meteremos en problemas, iremos a la cárcel, nos colgarán.—se hizo la escandalizada.

—No vivimos en Inglaterra del siglo XIIIV.—ironizó con una sonrisa torcida.

.

Alaya se apartó para secarse el cabello con el viento bajo los árboles.

—Ya terminé ¿Quieres verlo?—enunció de pie luego de unos minutos.

—Tardaste.—dejó salir un pequeño bostezo.

—Me esmeraba.—le dijo en un aire presumido.

—¿Por cierto, donde está tu carrito?

Su rostro se congeló, sus ojos se ampliaron al máximo.—¡Oh no!—gritó, corriendo a todos lados.

—¿Lo olvidaste?—ella se quedó frisada y sin entender.

—¡Lo olvide!

—Está bien te ayudaré, tú por acá y yo por allá.—señalando ambas direcciones.

Buscaron por cada rincón, el parque era muy grande, con pequeños bosques, zonas de juegos y deportes, les tomó horas.

—¡Lo encontré!—gritó Alaya entre hiperventilaciones.

—¡¿Dónde?!

—Bastante lejos, escondido entre unos arbustos.

Cuando llegaron y consiguieron sacarlo, su cara se cubrió de un tono azul.
—Ahora sí estoy en problemas, se llevaron todo.—abrió el pequeño almacenaje del carrito, habían forzado la puerta, no dejaron nada.

Ella le puso una mano en el hombro—Lo siento tanto Jaden, si yo... pudiera hacer algo, lo...

—Descuida—no la dejó terminar, habían pasado un buen rato, no quería preocuparla.—de todas formas nunca supe cómo hacerlo correctamente.

—Puedo acompañarte para explicarle a tu padre.

—¡No!—alzó la voz sin medir el volumen, ella agachó la cabeza, él tomó su mentón y le sonrió con sinceridad—Esta bien gracias, ojalá te hayas divertido, espero verte en la universidad.

—Me divertí muchísimo.—ella le devolvió la sonrisa.
¿Después de todo el chico maleducado tiene un lado tierno?

—Entonces me voy en paz.
.

Ya era medio día, cada uno se dirigió a su casa.

Solo hizo atravesar la puerta para encontrarse con la cara inexpresiva de Will.
—¿Hay algo que insinué mencionar señor Jaden?—preguntó con sutileza.

—Me asaltaron, por eso el carrito esta vacío, pasé un mal rato, eso es todo.—pasó a su hombro de mala gana ¿Qué demonios le importaba?

—Seré directo, espero usted también lo sea.—Will se acomodó los lentes oscuros sin moverse.—¿Quién es la chica?

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