Sombras en la Niebla

By Nyhlea

25.6K 3.5K 924

[Ganadora Terror/Paranormal Watty 2019] 21 de diciembre, 2016. Un grupo desaparece en el bosque entre la espe... More

Antes de comenzar...
Sombras en la Niebla
Dedicatoria
Prólogo
Primera Parte | Un pueblo maldito
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Segunda Parte | La dama del infierno
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Tercera Parte | El castigo del monstruo
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Cuarta Parte | La mortalidad de las ilusiones
Capítulo 30

Capítulo 13

398 80 10
By Nyhlea

I

—¿Recuerdas algo antes de este pueblo?

—Todo, ya te lo dije —respondió, enfurruñada.

—Pero no me dijiste cómo fue que decidiste entrar al pueblo esa noche —puntualicé, buscando su mirada tras esas tupidas pestañas.

Vera no dijo nada por unos minutos y pareció que pensaba. Iba a decirle que ya no tenía importancia, cuando abrió la boca para lanzar un largo suspiro.

—La verdad, yo no quería venir, pero Maya lo iba a hacer y siempre era una competencia entre las dos, ¿sabes? Le oí hablar con Jonah sobre venir y yo me uní sin saber bien de que se trataba. Era un buen mentiroso, siempre lo fue incluso cuando se mezclaba con nosotros. Él los trae, nos trajo, como ofrenda, como sacrificio. ¿Para qué? No tengo la menor idea. En un principio pensé que él estaba en el medio de todo esto, pero es sólo una víctima más.

—¿Él? ¿Hablas del con la calavera? —cuestioné, inclinando mi cuerpo hacia el suyo.

Ella asintió con lentitud, antes de levantarse de su asiento. Con pasos vacilantes, se acercó hasta mí y se arrimó en mis piernas, llevando sus muslos a mis caderas y sus brazos hasta mi cuello, envolviéndolo con ellos. Su mirada era intensa y profunda, tanto como el mar en medio de la tormenta. No sabía que pensaba, no sabía por qué hacía lo que hacía y nunca lo pude descifra en el tiempo que pasamos juntos en el infierno.

—Las personas nunca son lo que muestran y aquí ya no pueden ocultarlo —susurró en mi oído, haciéndome cosquillas—. Sin embargo —continuó, alejándose para que pudiera volver a verla al rostro—, ella no tiene un castigo, ella oculta cosas tan profundas que ni este lugar puede hacerlas salir a la luz. O quizás es la única que es quién dice ser.

—¿Maya?

—¿A qué le apostarías tú? ¿A lo primero o a lo segundo?

—¿Quién los trajo aquí, Vera?

Se acercó hasta rozar mi mejilla con sus labios, tomando la otra con los delicados dedos de la mano que no se aferraba a mi camiseta.

—Es mejor actor, incluso que tú —susurró contra mi piel—. ¿Podrás ganarle cuando lo tengas frente a ti? ¿Al príncipe de los engaños?

—No hay mejor que el mentiroso descubriendo al mentiroso —respondí, con seguridad.

—Quizás, pero él ya te lleva muchos pasos de ventaja.

II

La conversación con Vera no había hecho más que acrecentar mis temores y mis dudas. Alguien había estado jugando con las vidas de todo el pueblo, arrastrándolos con mentiras al mismísimo infierno sobre la tierra.

Los días continuaron pasando y me encargué de recuperar mis fuerzas, de volver a moverme como lo hacía antes. En todo ese tiempo, Vera buscaba mi contacto como si fuera algo vital. Se metía bajo mis sabanas para dormir contra mi espalda o se sentaba sobre mí cuando me servía algo para comer. Nunca intentaba llegar más allá de eso, pero estaba tentando a la suerte. El monstruo se había vuelto a despertar y eso parecía ser lo que ella buscaba, tentándolo en maneras que no sólo incluían su sangre.

—No me gusta salir de casa —dijo un día, haciendo trenzas en su largo cabello mientras yo miraba por la ventana de la sala—, pero me gustaría salir a caminar contigo.

Era un día igual de frío que los demás, con esa húmeda neblina envolviéndolo todo. Pero ese lugar seguía siendo diferente, en ese lugar podías efectivamente ver un poco más allá. Allí, había esa paz que comenzaba a gustarme más de lo que debería. ¿Era eso o Vera me hacía sentir así?

—No creo que sea algo agradable para ti con tantos cuerpos repartidos por ahí —respondí, preguntándome si ya me había acostumbrado al pútrido hedor o, por extrañas razones, este no entraba a la casa.

—No he visto otra cosa por casi un año entero. —Se encogió de hombros y palmeó la cabeza de una de esas criaturas que habitaban la casa con nosotros.

No me había acostumbrado aún a su presencia, a como reptaban por la casa a sus anchas menos en mi habitación. Vera les tenía prohibido entrar allí, por lo que buscaban estar cerca de mí cuando yo no estaba encerrado en ella. Era como si sintieran una morbosa curiosidad por mí, la misma que yo sentía por ellos.

—¿Y? ¿Me acompañaras? —cuestionó, levantándose del sofá para tomarme por el brazo y jalar levemente de este.

Cuando estaba así a mi lado me daba cuenta de lo pequeña que era en comparación y lo delicada que era. Tan fácil sería romperla en trizas, hasta que sus trozos jamás pudieran ser recompuestos. Quizás eso era lo que ella buscaba en mí, dejar de existir, volverse polvo en medio del caos. O quizás, veía algo poético en su muerte, lo sentía como una manera de pertenecerme para siempre y eso me parecía excitante.

¿Realmente me estaba tentando hasta el punto en que la matara o buscaba algo más en mí, algo que había buscado mucho antes de que todo ocurriera?

Vera se quedó atenta a mi silencio sin cortar con el momento que ocurría, con que nuestros ojos no dejaban de verse con aquella intensidad. Yo intentaba descifrarla, no sabía lo que ella buscaba en los míos.

—No podría protegerte, no en este estado.

Seguía sin saber el porqué de mi debilidad. No había comido en días, sí, y había sufrido físicamente allí afuera, pero no entendía por qué, aun así, no lograba recuperarme del todo. Era como si el pueblo se alimentara de mí.

Él siempre me protege —contestó, desviando la mirada—. Creo que está enamorado de mí. Es algo triste, ¿no crees? El amor no correspondido es el peor veneno de la humanidad. Te desvives por una persona que jamás lo hará, alguien que no ve tu felicidad como prioritaria como tú ves la de esa persona. Pero nos quedamos al lado de ese amor unilateral, alimentándonos de lo que el otro nos da, desinteresadamente. Es la peor de las tragedias y al mismo tiempo lo más bello que jamás podrías sentir. Supongo que por eso lo representan con las rosas; peligrosas y hermosas.

Tenía una mirada muy trágica de la palabra amor, pero yo no podía decir nada. Nunca había sentido lo que era eso, ni con mi madre. No realmente.

—¿Puedo ser egoísta? —preguntó, aferrándose a mi brazo con mayor fuerza, provocando que los alambres se enterraran más en su piel y comenzaran a dañar la mía—. ¿Te quedarías conmigo, aunque no me ames? ¿Me dejarás amarte aun cuando tú no lo hagas?

Los ojos de Vera brillaban de una manera extraña, una que nunca supe definir. Me suplicaba que me quedara, me decía que me amaba y yo no podía entenderle.

Algo en mí se encendió, una llama venenosa que sólo pude definir como una ira implacable. No era contra Vera, nunca era contra Vera, era más bien el no poder entender ese sentimiento que ella expelía por cada uno de sus poros.

¿Eso era amor? ¿El que ella quisiera que dejara salir mis demonios para ser libre era amor? ¿Era eso o una ilusión de un mundo en pedazos? ¿Se estaba aferrando a la esperanza o realmente me amaba? ¿Iba a destruirme o me ofrecía la salvación?

¿Dónde estaba mi libertad?

Vera parecía conocer el mundo entero, tenerlo en la palma de su mano, mientras yo daba mis primeros pasos hacia lo desconocido, hacía algo que se me había negado desde el momento que había nacido.

—Podemos ir, si quieres —respondí en cambio, desviando el tema hacia uno que entendía mejor.

—¡Iré por mis zapatos! —exclamó, emocionada, corriendo hacia la puerta que daba a las escaleras.

Me quedé allí, inmóvil, contemplando a una de las cosas más horribles que había visto en mi vida. Y eso me miraba de vuelta, con sus parpados derretidos sobre ojos blanquecinos, con la carne como el cartón y sólo un brazo, no piernas. Incluso nos seguimos contemplando cuando Vera volvió, quien se quedó en silencio expectante, porque no podía dejar de pensar, dejar de contemplar algo en esa criatura que me removía las entrañas.

Quizás yo era como eso por dentro; me faltaban partes, incompleto y deforme.

Así era bajo la máscara externa.

III

Era una niña, correteando entre los árboles del patio trasero de la casa. Reía con fuerza y recogía ramas del suelo, las cuales reemplazaba cuando veía una más gruesa o larga, una que sirviera como espada.

Vera había vuelto a la niñez, metiendo barro en sus bailarinas y hojas en su cabello. Se escondía de mí tras los árboles y luego se lanzaba para intentar asustarme. Más de una vez me arañé las manos al sostenerla para que no callera o le ofrecí un trozo de tela para limpiar la sangre que caía por su piel.

¿Acaso era consciente de lo que me hacía? ¿De lo que me hacía sentir? A veces pensaba en ella como un ser egoísta, pero no había maldad en como corría debajo de los árboles o miraba largos minutos al ser que la observaba desde los troncos lejanos de los árboles.

—Yo creo que le agradas —soltó de pronto, afirmada a mi brazo una vez más luego de que se hubiera cansado de correr.

—¿Agradarle? Si dices que está enamorado, ¿no debería odiarme?

—Una criatura tan pura como esa sólo siente esa clase de amor desinteresado, el que rompe corazones a cambio de una sonrisa —explicó, mirando una vez más hacia el bosque. Sus palabras me sonaron literales, demasiado para mi gusto.

Caminábamos ya unos cuantos kilómetros lejos de la casa, siempre bordeando la niebla que nunca parecía querer estar cerca de Vera.

—¿Hay pureza en un ser como él?

—Hay pureza en la verdad de las intenciones, en la nula necesidad de esconder quién eres —se defendió, desviando la mirada hacia el cielo que comenzaba a oscurecerse—. Aquí la muerte no es un pecado, el asesinato no es juzgado, sólo es.

—Mikael también mata.

Frunció el ceño e hizo una mueca de desagrado. De pronto, no era la Vera infantil de antes, sino que volvía a ser la mujer con el deje de locura y odio en sus ojos. Se separó de mí y continuó viendo al frente, ignorando el cielo nocturno y a la criatura que la veía desde los árboles, como si nunca los hubiera admirado.

—Para él no es un fin, es un medio. Almas como la tuya buscan la muerte, él la utiliza para encontrar poder. Son diferentes —explicó, relamiendo sus labios con la punta de su lengua.

—La muerte se puede utilizar para buscar placer.

—El sexo también, pero hay quienes lo usan para conseguir algo, como dinero. ¿Ves la diferencia? Creo que el placer es la forma más pura del ser humano. Si descubres en qué encuentran placer las personas, entonces realmente sabes quiénes son —dijo, dando por terminado el tema al dar media vuelta.

Sin decir nada, me dio a entender que era hora de volver, pero yo no quería hacerlo. Era primera vez que aprendía de alguien, que no me dedicaba a observar, sino a preguntar. Mi curiosidad no tenía fondo y, mientras la saciaba, el monstruo parecía en silencio. Era como lavar una herida profunda con agua; no detenía la infección, nunca lo hacía, pero servía como un parche momentáneo.

Seguí sus pasos por el mismo lugar por donde habíamos llegado. Dejé que me guiara sin cuestionar su enojo, a sabiendas que yo lo había provocado. La mera mención de Mikael traía sombras oscuras al rostro de Vera, recuerdos que la marchitaban.

Íbamos a llegar, cuando una voz a lo lejos la hizo detener. Se giro, asustada, buscando mi mirada con sus ojos claros. Pero no era ese miedo que te paraliza, ese que te hace querer huir, sino el de alguien que oculta un secreto, una verdad que puede romper galaxias y colisionar universos. Un secreto que no quería ser revelado.

—¡Vera, sé que estás ahí!

Era Maya.

Continue Reading

You'll Also Like

16.5K 1.3K 10
una auperheroe que recién empieza, pierde su interés amoroso, pero otro llega lamentablemente para ella, aquel chico tiene otros superheroes favoritos
6.5K 530 21
"Como resultado del accidente de tren, ahora te encuentras en las profundidades con un nuevo objetivo a la vista." Cada vez accedía a zonas más profu...
96.5K 10.2K 36
Es 1967 y Jimin está harto de ser aquel chiquillo religioso el cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas...
60.6K 2.7K 43
Una secuela de My Living Nightmare. La nada negra que ahora envolvía mi alma era lo único que parecía mantenerme en marcha. El pensamiento de él impr...