Madeline
Sujeto el árbol de la parte del tronco mientras Johnny me sigue a un par de pasos, llevando la parte donde se colgará la estrella de Navidad. Hemos visto muchos árboles, pero este sin duda es el que más me ha gustado, y uno de los más baratos.
-Gracias por ayudarme a llevar esto a casa. - digo.
-De nada. - responde. -Aunque podría haber pagado a alguien para que lo llevara.
No puedo evitar soltar una carcajada.
-Gracias, pero llevar el árbol hasta casa es parte de la diversión.
-Bueno, supongo que la mejor parte es que yo te esté echando una mano.
Me quedo parada en seco. ¿Por qué se me ocurrió aceptar la idea de este engreído? Me doy la vuelta, él suelta su parte del árbol, y yo me lo cargo entero a la espalda. No necesito que nadie me ayude.
-En realidad, solo quería que te sintieras útil.
Comienzo a andar, dejando a Johnny atrás, riéndose por mi reacción. Tras unos segundos, todo se queda en silencio, y una bola de nieve me golpea en el hombro. Doy media vuelta, mirándolo fijamente.
-Siempre he querido hacer esto. - dice con una amplia sonrisa.
-Muy bien. - dejo el árbol en el suelo. -Voy a enseñarte cómo nos las gastamos por aquí.
-¿De verdad?
Me agacho a un lado de la calle, y examino la nieve que hay.
-Tienes que coger la nieve del fondo, está más caliente. Haces una bola en tus manos, y la aplastas hasta que quede totalmente compacta. Luego, la pones a un lado, y dejas que repose unos minutos para que adquiera más consistencia.
Me levanto dándole forma a otra bola de nieve, pero ya no hay nadie.
-¿Johnny?
Miro a mi alrededor, poniéndome cada vez más nerviosa. ¿Dónde se ha metido?
-¡¿Johnny?!
Una bola de nieve me impacta en el pecho. Miro al frente, y veo a Johnny asomándose desde detrás de un banco.
-¿Qué te ha parecido? - pregunta.
-¡Ahora es mi turno! - le lanzo una bola.
La calle por la que habíamos caminado hacía tan solo unos minutos acaba de convertirse en una batalla campal de bolas de nieve. Lanzábamos, y esquivábamos las bolas, o nos escondíamos tras los bancos o farolas en ocasiones. Me dolían las mejillas de reírme tanto. Con mi última bola de nieve golpeo a Johnny en el pecho, y él pierde el equilibrio.
-¡Vale, vale! ¡Para un momento! - me pide tras haber caído de culo en la nieve. -Lanzas muy fuerte.
Me atuso mi cabello, liberándolo de los restos de nieve que me había dejado la guerra de bolas de nieve.
-Fui campeona de balonmano cuatro años consecutivos.
Cojo el árbol, y me lo vuelvo a cargar a la espalda. Sigo mi camino, mientras Johnny se levanta para seguirme.