Madeline
-¿Sabes dónde hay un gimnasio por aquí para hacer ejercicio?
-Oh, no. Aquí no tenemos gimnasios.
-¿Y cómo es eso posible?
-Aquí escalamos montañas, hacemos flexiones con las ramas de los árboles, nadamos en el lago... Así nos ponemos en forma.
-¡¿Qué?!
La cara de confusión de Johnny no tenía precio, la verdad. La verdad es que nuestro paseo había dado para hablar de bastantes temas. Verlo fascinado con cualquier tienda, o costumbre de este pueblo me aportaba una visión nueva sobre este lugar. Es como verlo a través de los ojos de un turista.
-¡Es broma! - me río, y señalo un cartel. -El gimnasio está al final de la calle. No somos tan cavernícolas
Johnny suelta una carcajada. Nos detenemos en la puerta de mi tienda.
-Bueno, aquí me quedo. - digo.
Mi amiga sale de la tienda con la velocidad del rayo. Cierra la puerta tras ella de un portazo, y se planta frente a nosotros.
-¡Hola! - saluda. -¡Qué coincidencia! Soy Isabelle, la socia de Maddie. - se presenta. -Tú debes ser Johnny Blake.
-Pues...
-¡¿Pero cómo puedo ser tan tonta?! ¡Por supuesto que eres Johnny Blake!
Johnny se dedica a sonreír, y tratar de no ser maleducado. Supongo que él está costumbrado a estos espectáculos tan innecesarios y rídiculos. Sin embargo, yo no.
-Oh, estaba pensado que quizás querías hacerte un foto para nuestro muro de la fama. - sugiere sacando el móvil del bolsillo de su americana de cuadros.
-No tenemos uno de esos. - digo quitándole el teléfono.
-Podríamos hacer uno. - se ríe.
-Corre. - le aconsejo a Johnny.
Él asiente, y se aleja unos pasos de nosotras. Su coche está aparcado justo delante de la tienda. Abre la puerta del vehículo.
-Encantado de conocerte, Isabelle. - le dice.
-¡Igualmente! - exclama. -¡Adiós, Johnny Blake!
Me meto en la tienda, esperando poder olvidar el bochorno de estos últimos minutos. Isabelle entra detrás de mí, apresurada como siempre.
-¡Maddie, eres un genio!
-¿Lo soy?
No entiendo de qué está hablando.
-¡Sí! - exclama. -Comienzas a salir con él, y la publicidad de la tienda se hará sola.
-Tú estás mal de la cabeza. - digo. -Él es Johnny Blake.
Isabelle se adelanta a mis pasos, y me detiene antes de llegar al mostrador.
-¡Hey! Cree un poco más en ti misma. - me dice. -Eres divertida, inteligente, y preciosa.
Pero, ¿qué estoy haciendo¿ ¿Desde cuando le sigo la corriente a los planes de Isabelle?
-Mira, no saldría con él ni aunque fuera un chico normal. Se irá de aquí en tres semanas, ¿de qué serviría?
-¡Es Johnny Blake!
Me hace gracia ver a Isabelle tan emocionada como cuando éramos niñas. Así es nuestra amistad. Mientras ella se emociona de manera inocente, yo debo mantener los pies en la tierra, y recordarle, de vez en cuando, cómo es el mundo real. La verdad es que la idea de utilizar a Johnny como publicidad para salvar nuestro negocio no es del todo mala... ¡No, no y mil veces no! Tal vez no vaya contra los principios de mi socia, pero sí contra los míos.