Algunas religiones del oriente afirman que el deseo es un ser viviente es como un monstruo o un demonio que usa la mente del ser humano para manifestarse. Cuando más deseo tiene el ser humano, más egocéntrico se torna y cuando el deseo se materializa, este desaparece.
Entonces como ya tenemos lo que queríamos, ya llegamos a la meta, cumplimos el deseo, pero sin pensarlo llega la desilusión, dejándonos con un vacío interior el cual deberíamos volver a llenar una y otra vez.
Somos humanos, anhelamos cosas para llenarnos de satisfacción. El deseo es la apetencia que un ser humano que tiene por conseguir algo material o la realización de un sueño. El afán por luchar en nosotros, casi siempre es infinito, solo que hay que saber navegar por las turbias aguas de la ambición, el apetito y la codicia.
Entonces, sabiendo esto, piensa muy bien antes de soplar las velas.