Keyra en las nubes (fanfic n...

hola_eff által

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Niall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de piz... Több

Sinopsis
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos.

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hola_eff által

Estoy tumbado en el sillón de la sala de los Hoult mientras Keyra estudia álgebra sentada a la mesa del comedor. El examen que yo ya rendí hace semanas. No hay voces en toda la casa. Sólo el ritmo que marcan los segundos en el reloj de péndulo y el lápiz de grafito con el que escribe sus cálculos en su cuaderno.

Estoy pensando en que tengo un problema. ¿Cuál? Ni idea. Pero algo hay. Algo más que una novia que de vez en cuando recuerda que padece una enfermedad.

Estoy cansado, sí. Pero, ¿cansado de Keyra o sólo de las visitas en la clínica? ¿La rutina, tal vez? No puedo desplazar la idea de que, sólo quizá, estoy aburriéndome de estar aquí cada noche de viernes en vez de salir con mis amigos o pedir una pizza con mamá en casa.

Observo a Keyra rascar su ceja derecha e inclinar la cabeza cada cierto rato. Luego suspira y comienza a borrar una buena porción de lo que ha escrito.

Me gustaría tener problemas matemáticos. Sólo números, nada de qué preocuparse.

Pero entonces caigo en la cuenta.

Eleva la mirada y me apunta con sus pupilas rodeadas de verde.

—Si tengo tres elevado a dos, que es igual a nueve. Entonces el logaritmo de nueve es en base tres, ¿no?

Ahí está. Es su voz, es la manera en que sus ojos siguen vivos apesar de lo cansada y aburrida que está. Apesar de que odia las matemáticas. Amo cómo su cabello está despeinado después de todas las veces que ha suspirado y apoyado su cabeza en la mano, golpeando la superficie de la mesa con la punta del lápiz mientras se pregunta por qué diablos no da con el resultado correcto de la ecuación. Amo la manera en que insiste una y otra vez en el mismo ejercicio matemático hasta resolverlo. Amo su gesto repetitivo de rascar su ceja cuando piensa, o el de arrugar sus ojos en medio de un pestañeo cuando tiene sueño. Amo un millón de cosas en ella, y es por esa misma razón que ahora mismo no estoy en una fiesta. Porque ella no estará ahí y no quiero perderme ninguno de sus tics nerviosos o sus suspiros o sus preguntas.

Su risa floja me trae de vuelta.

—¿Qué? —pregunta. —¿Está bien, entonces?

—Sí, bebé. Es correcto.

Suspira. Da un pestañeo brusco nuevamente y cierra el cuaderno.

—Los números son frustrantes—dice.

—Vamos, acabas de resolver una ecuación de logaritmos, puedes terminar —la aliento. Camino hasta la mesa y me siento a su lado.

Con un agarre al rededor de su cintura la acerco a mí y arrastro el cuaderno lleno de sus cálculos en dirección a nosotros. Lo abro en la última página escrita. Poco más de la mitad del papel está cubierto por dibujos y garabatos, incluso más que de números.

Exhalo con risa.

—Los hacía mientras pensaba, lo juro —se defiende al instante.

Me río en voz alta y niego con la cabeza.

—Eres un caso perdido, ¿eh?

Keyra arruga la nariz y pone cara de haber chupado un limón.

—Veamos. Aquí—digo indicando un ejercicio al azar. —¿Qué valor debe tomar K en la siguiente ecuación para que sus soluciones sean números reales?

—K debería tomar un descanso (5)—dice. Apoya un codo en la madera y descansa su cabeza en la palma de su mano para mirarme. —Quisiera ser tan genial como tú con las matemáticas.

Sonrío.

—Ven aquí, mocosa. —Estiro mis brazos y se mete entremedio de ellos. Inspiro. «Con que durazno era la fruta», pienso.

El timbre de la casa suena y nos miramos el uno al otro.

—¿Esperan a alguien? —pregunto.

—No lo sé.

Jeff sale de donde quiera que haya estado hace un segundo y y Will viene detrás de él. Si no fuesen adultos creería que iban a pelearse por abrir la puerta.

—Hola, siento la demora, el vuelo se atrasó una hora —murmura una mujer de acento evidentemente americano. ¿Vuelo?

—No hay problema, ¿ha sido un viaje tranquilo? —Will pregunta. De pronto hay mucho movimiento en comparación con la calma de hace un minuto. La mujer aparece tras la puerta y Jeff se apresura a cerrarla.

—Sí, todo bien.

Me inclino hacia el oído de Keyra, que mira la escena paralizada.

—¿Quién es? —susurro.

—Mimi.

—Oh.

Will recibe la cartera de Mimi y se la entrega a Jeff, en seguida la ayuda a quitarse el abrigo, pero ella no usa un tono de voz muy amistoso para responder al gesto.

—Qué amable, gracias —por alguna razón me siento expuesto cuando se voltea hacia nosotros. Mi mano aún rodeando a Keyra por la cintura. —Keyra, cariño—suspira sonriente.

—Hola—mi novia dice. ¿Eso es todo? ¿Que no es Mimi quien vivió con ella todos estos años?

Me levanto de un salto para ir a saludar, entonces Will se encarga de la situación mientras Keyra permanece inmóvil sobre su silla.

—Éste es Niall. El novio de Keyra.

—Mucho gusto, Keyra me ha hablado un montón sobre tí—digo.

—Espero que hayan sido cosas agradables —bromea. —Déjame darte un abrazo, Niall.

Esta mujer es demasiado amable como para comprender por qué todos están tan incómodos aquí.

—¿Qué hay del resto de tus cosas, Myriam? —Will consulta.

—Oh, está todo en el hotel. Pasé por mi habitación antes de venir aquí para no cargar con todo. Sólo vine a saludar de todas formas. Mañana temprano habrá más tiempo para pasar con esta pequeña malhumorada—dice.

Bueno, si no se tratara de Mimi probablemente estaría defendiendo a Keyra ahora. He aprendido sobre lo mucho que detesta recibir bromas cuando no está de humor, sobretodo si eso incluye nombres de adjetivos compuestos. Por lo demás, es obvio que sólo lo ha dicho para fastidiarla. De seguro Mimi la conoce muchísimo mejor que yo.

Camino de vuelta junto a ella y tomo su mano. Me mira con una sonrisa fantasma mientras Will y Mimi mantienen una exageradamente cortés conversación. Tenía entendido que no se habían dirigido la palabra durante años, por lo que entiendo que todo sea tan... teatral.

—¿Hotel? ¿Por qué pagarías por una habitación de hotel cuando puedes quedarte aquí?

—Oh, no te preocupes. No quiero molestar.

—No es ninguna molestia, Myriam. —Will insiste.

—Estaré bien en el hotel, de verdad. Gracias de todas formas.

Keyra resopla de pronto y, sin deshacerse de mi agarre, nos lleva escaleras arriba hasta su habitación. No hay nadie ahí dentro y las luces están apagadas, por lo que debemos tomarnos un momento para buscar a tientas el interrumptor en la pared.

—Aquí—dice Keyra y la luz se enciende.

Después de haber estado tantas horas en la sala junto a la chimenea, esta habitación se siente muy fría.

—¿Qué fue eso? —pregunto al fin.

—¿El qué?

—Todo. Ignoraste a Mimi. Creí que tenían una buena relación ustedes dos.

—Sólo estoy molesta por todo lo que ha pasado. Recuerda que quizo llevarme de vuelta a San Clemente.

—Por favor, bebé. Ha pasado casi un mes desde eso, ¿lo importante no es que te quedaste aquí finalmente?

—Ella sólo sigue creyendo que hace todo bien—espeta—. Por lo demás, ni siquiera me habló sobre venir aquí. Al menos pudo haberme notificado, ¿no es así?

—Ustedes tienen mucho de qué hablar.

—No será ahora—dice —Quiero descansar. Y besarte. ¿Podemos sólo descansar y besarnos?

Durante los últimos días me he descubierto a mí mismo invadido por una mezcla de sensaciones cada vez que la beso, la miro o simplemente pienso en ella. Mi corazón se acelera más que antes, siento frío y calor.

Definitivamente quisiera hacer más que besarla, pero puedo conformarme con eso.

—Podemos —sonrío. —Besarte es mi cosa favorita en el mundo, después de fastidiarte.

—¡Muy gracioso, muy gracioso! —exclama. Está a punto de comenzar una discusión banal cuando la interrumpo haciendo mi cosa favorita en el mundo. —En ese caso mi cosa favorita en el mund...

Instantáneamente su vocecita se abstiene de terminar la frase y siento cómo su cuerpo se afloja ligeramente. Abre un pequeño espacio entre los labios y hace un nuevo intento por hablar, pero no se lo permito, y en su lugar deslizo mi lengua con cuidado dentro de su boca. Sólo lo hace por jugar, no es como si realmente tuviera algo importante que decir. Deja escapar una risita amortiguada por mi boca.

«Lento», me recuerdo.

Se separa de mí, y aún riéndose, dice.

—Niall, estaba tratando de habl...

Ya no está riéndose, sino suspirando. Posa sus manos heladas sobre mis mejillas mientras me permite, al fin, besarla sin obstáculos, y sin ella tratando de hablar al mismo tiempo. Cubro sus manos con las mías para proporcionarle calor.

—Gracias—interviene—. Necesitaba eso.

—Hablas mucho—murmuro.

Comienza a reírse de ese modo explosivo.

—Lo sé, ¿verdad?

Entonces vuelve a besarme.

—¿Es molesto? —interrumpe de nuevo.

—No—digo. —Es divertido.

—Ajá.

Y así, tan de pronto como Keyra es capaz de interrumpir un beso, obtengo la respuesta a una pregunta que me estaba haciendo hace días sin siquiera saberlo.

La amo.

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5. "K debería tomar un descanso": Juego de palabras con la inicial de su nombre y el ejercicio algebraico.

Olvasás folytatása

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