Keyra en las nubes (fanfic n...

By hola_eff

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Niall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de piz... More

Sinopsis
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos.

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By hola_eff

Pongo mis manos abiertas en el aire, en frente de mi cara después de cortar el teléfono, y decido que lo primero que haré mañana será besarla y entrelazar mis dedos con los suyos. Ya la extraño.

—Cariño. Despierta, hijo —Esa es mamá. Está moviéndome de un hombro con una de sus manos, mientras que la otra se encarga de darme pequeñas palmaditas en la mejilla.

Lunes. Estoy en casa porque hoy no asistiré a clases para acompañar a Keyra en su operación.

—¡Mierda! —Exclamo con los ojos bien abiertos cuando me doy cuenta de que mi alarma no me está despertanto, sino mi mamá. —Qué hora es —consulto, llegando en dos pasos hasta el armario.

—Las 8am, ¿qué sucedió con tu alarma, hijo?

—Ni puta idea—digo, revolviendo toda la ropa en la repisa. Saco una camiseta simple y roja. —Lo siento—gimo cuando me doy cuenta de que en menos de un minuto he echado dos improperios en frente de mamá. Odio decir palabrotas en frente de ella, pero la situación me estresa. Sólo tengo veinte minutos para estar en la clínica con Keyra.

Tomo una ducha de dos minutos y me cepillo los dientes. Miro la hora cada treinta segundos mientras me preparo para salir. Cuando bajo corriendo las escaleras, mamá me está esperando junto a la puerta con un termo y un emparedado envuelvo en papel. ¿Ella podría ser más genial?

—¿Llevas todo? ¿Documentos, llaves?

—Las llaves, joder —corro escaleras arriba, de vuelta a mi habitación y recojo las llaves del auto en el suelo, junto a la mesa de luz. Deberían estar sobre la mesa y no donde están, pero de algún modo siempre encuentran el camino de vuelta a la alfombra, por lo que sólo estoy siempre esperando encontrarlas justo ahí.

Vuelvo a correr abajo y recibo mi desayuno móvil de las manos de mamá. —Te quiero, nos vemos—digo. Dejo un beso en su frente y salgo corriendo a subir al auto. Mi chaqueta sigue ahí desde el viernes, después de dejar a Keyra en su casa. Es increíble cómo han sucedido tantos cambios entre nosotros desde entonces, y sólo han pasado dos días, pero supongo que desde ahora todo será mas o menos así, por lo que tendré que acostumbrarme.

Trato de conducir tranquilo para no hacer ninguna estupidez, pero no es fácil. Aún menos cuando soy consciente de que todo el mundo sale en sus autos los lunes por la mañana. Por supuesto que la gente estúpida está incluída en esto y no tengo demasiada paciencia para ellos. No cuando tengo sólo tres minutos para llegar a la clínica.

Cuando me apeo del auto en el estacionamiento, prácticamente corro hasta la entrada, pero me detengo sólo un instante cuando me encuentro con un hombre viejo a unos metros de la enorme puerta de cristal, vendiendo flores de pétalos amarillos.

No me tomo más de tres segundos en pensarlo y me acerco a él. Cuando sonríe y estira su mano sucia con una flor en ella, me doy cuenta de la ausencia de varios de sus dientes. Pobre hombre, al menos está abrigado. Junto el termo de café y el emparedado en una de mis manos, mientras busco con la otra el dinero en mis bolsillos y quito la flor de su mano para reemplazarla por dos billetes.

—Tenga buen día.

Corro hasta la puerta nuevamente y una mujer extremadamente ordenada y arreglada me acusa con la mirada detrás del mostrador de informaciones. Sé que está tratando de decirme que ande más calmado por aquí.

—Keyra Johnson. Ella, uh...—concéntrate, Niall. —Oncología—digo, aún jeadeando. Hago lo que puedo por mantener un bajo volumen de voz.

La mujer rubia teclea en su ordenador y responde sin siquiera mirarme. Acabo de ganarme su odio y sé que tendré que comportarme de mejor manera las próximas veces si voy a encontrármela cada vez que venga a los chequeos con Keyra.

—Tercer piso, lado derecho. Sector Oncología, toma asiento en la sala de espera y por favor no corras —dice en tono plano.

Sí, ella me odia ahora. Y aún más después de que me vea correr hasta el asensor.

Me meto antes de que ella pueda decirme algo y sonrío de medio lado mientras las puertas se cierran frente a mí. Ella hace el intento de llamarme la atención, pero se detiene cuando recuerda que no puede elevar la voz y vuelve a sentarse, resignada.

En cuanto sse abren las puertas, salgo rápidamente y me recuerdo a mí mismo que ella dijo lado derecho. Vuelvo a correr hasta encontrarme con un espacio lleno de asientos azules y un par de televisores colgados del techo, pasando imágenes de algun programa que nadie quiere ver, además de que los televisores se encuentran sin sonido.

Diviso a Keyra y Toffee sentadas en la tercera fila, mientras que una señora incluso más pequeña que mi novia le habla.

—¡Keyra! —Exclamo y recuerdo que no está bien hablar fuerte aquí, aunque no haya demasiadas personas dentro. La anciana enfermera me mira del mismo modo en que la recepcionista lo hizo ahí abajo. Reduzco un poco la velocidad con que avanzo hacia ellas y me deleito con la sonrisa de mi novia al verme llegar. Es un alivio que ella aún no haya entrado. —Creí que no llegaría—jadeo.

Mi respiración sonora se detiene cuando beso a Keyra en los labios. Mierda, la extrañé tanto que asusta.

—Hola cuñis—dice Toff, mirándome con una sonrisa chispeante. La abrazo y ella besa mis dos mejillas. Me río despacio por el nuevo apodo que ha encontrado para mí.

—Keyra, ya debemos llevarte adentro—dice la enfermera, abriendo mucho sus ojos debajo de esos enormes anteojos que lleva sobre la naríz.

—Oh, sí—interviene Toffee. —Key, anda. Yo me encargaré de decirle a Will que ya estás adentro—dice, haciendo un ademán de barrer el aire con sus manos para que se largue.

Keyra me dirige una rápida mirada envuelta en pánico. Me acerco a ella de prisa, antes de que la anciana pierda la paciencia y la tomo por la cintura para besarla. —Te veo más tarde, bebé.

No sé si eso la ayude a relajarse, pero lo espero. No deja de volver la vista hacia nosotros mientras camina por el pasillo hacia las habitaciones. Trato de convencerme de que ella estará bien.

—Estará bien—digo y tomo asiento. Toffee me mira divertida, incluso creo que está burlándose de mí sólo con sus ojos.

—¿Asustado, Nialler?

—Claro que no—miento. Me encuentro con la flor en mi mano al alzarla en el aire para demostrar que no estoy nervioso. —Genial, olvidé la flor.

—Ella la vió de todos modos—dice Toffee.

Me agacho para poner el termo en el suelo y lo afirmo con mis pies. El emparedado cae sobre una de mis piernas.

—¿Cómo lo sabes?

—Por la forma en que su sonrisa se agrandó aún más de lo que creí que sería posible cuando vió tu mano. —Apesar de que ella ridiculiza un poco la forma tierna en que Keyra reaccionó, me hace sentir bien. Ella la vió y supongo que eso es lo que importa. —Podrás ponerla en su habitación cuando ya tenga el catéter.

—Va a morir antes de que suceda—digo. Eso no suena bien. —La flor, quiero decir.

Recién entonces Toffee me mira con espanto. Me obligo a mí mismo a cerrar la boca, pero por alguna razón soy un idiota sin remedio y sigo hablando. —Sólo ignórame. Estoy nervioso, lo siento.

—Silencio —farfulla y pone una mano en mi pierna, con gracia.

—Sí.

Will viene hacia nosotros desde el mismo lugar por el que llegué yo hace pocos minutos, y luce tan desesperado por llegar como yo lo estaba, sin embargo él logra controlar sus pasos y sólo camina con prisa. No como yo, que simplemente corrí.

—¿Ya está dentro?—pregunta. —Hola, Niall.

Se inclina para abrazarme rápidamente y agita mi mano. Mike aparece ahora en escena y Tiffany viene detrás. Me tenso al verla, porque Tiff siempre me ha parecido una persona intimidante, aunque sé que no es personal, ella odia a todos en general y a nadie en particular.

—Hola chicos—dice Mike, muy serio y agitado. Se sienta a la izquierda de Toff y Tiffany se sienta a mi derecha.

—Hola, Niall—dice con voz queda.

—Hola, ¿todo bien?—pregunto nervioso. Todos están muy nerviosos ahora a excepción de Toffee, que por alguna razón está demasiado sonriente hoy.

—Sí.

Incluso cuando es amable, Tiffany me intimida, pero es agradable tener un diálogo de seis palabras con ella a veces.

—Bien—suspira Will en un intento de relajarse ante tanta expectación. —¿Alguien quiere desayuno?

—No.

—No.

—Yo ya desayuné, gracias—dice Toff.

—¿Niall? —Me llama, inclinando la cabeza hacia un lado.

—Tengo mi desayuno móvil, pero te acompaño hasta la cafetería, si ese es tu plan.

—Genial, vamos.

Me pongo de pie, dispuesto a seguirlo pero él se detiene en seco para advertirle a los chicos que le avisen sobre cualquier novedad. Keyra estará un par de horas ahí dentro, de todos modos.

Will y yo sostenemos una agradable conversación en la cafetería mientras comemos nuestra comida y bebemos nuestro café. Es increíble la diferencia que existe en el ambiente de la cafetería. Me he dado cuenta de que este fenómeno ocurre en todas las clínicas en las que he estado antes. Pareciera que el ánimo de las personas simplemente cambia en el mismísimo instante en el que cruzan el umbral de la puerta: si estás dentro, estás relajado y tus brazos cuelgan a los lados de tu cuerpo, mientras que si estás fuera te sientes nervioso y tus hombros están rígidos. No podría explicar la razón, pero realmente sucede. A mí me sucede, y a todos a mi al rededor.

Cuando volvemos a la sala de espera, Tiffany y Toffee duermen sobre los asientos, ocupando el espacio de dos lugares cada una. Mike tiene la mirada perdida en uno de los televisores que cuelgan, pero podría asegurar que no estaba poniendo atención a las imágenes en realidad.

—¿Nada nuevo? —consulta Will. Mike niega con la cabeza sin quitar la vista de la pantalla. Todo está en silencio a excepción de las impresoras y tecleos de algunas secretarias que se encuentran cerca.

Me paso toda la mañana texteando a los chicos, que no dejan de pedir información sobre Keyra. Me siento felíz de que ellos estén tan pendientes, aunque no lo dudé en ningún momento.

Tres horas más tarde, recién sale el médico encargado de mi novia hacia la sala. Will se pone de pie de un salto y se acerca al hombre calvo y con un poco de sobrepeso. Decido mantenerme en mi lugar y esperar a que el mismo Will nos diga luego qué es lo que necesitamos saber. Finalmente no es más que basura médica que no comprendo.

Poco más tarde tenemos permitido entrar en la habitación donde Keyra descansa, aunque ella siga dormida. Entonces Mike y Tiffany son los primeros en entrar porque Mike tiene que volver al instituto para rendir un exámen y Tiffany tiene que estudiar en casa para la universidad, puesto que en la clínica es realmente imposible concentrarse.

Mayra, la esposa de Will, llega mientras los chicos están viendo a Keyra, entonces Toffee y yo decidimos que podemos ser los últimos en verla, y cuando es nuestros turno, no hacemos más que sentarnos en el sillón de visitas y hablar despacio para no molestarla.

Una enfermera joven entra en la habitación para revisar que las máquinas anden bien, y algunas están conectadas a ella, pero yo sólo puedo ver el suero entrando por la vena de su mano. De algún modo agradezco que sea lo único que puedo ver.

Toffee salta de pronto del sillón y llega en tres pasos hasta la puerta, asegurando que muere por hacer pís. Casi choca con la enfermera al cruzar la puerta y yo me suelto en una carcajada.

—¡Lo siento! —musita Toff. La enfermera la mira con una sonrisa confortable y escucho la pequeña y débil voz de Keyra.

—¿Niall?

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