Keyra en las nubes (fanfic n...

By hola_eff

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Niall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de piz... More

Sinopsis
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos.

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By hola_eff

No soporto el hecho de que una parte de mí crea que ella está diciendo la verdad. Pero diablos, ¿no confío en mi propia novia? Quizá debí pensar en eso antes. En el momento en que Keyra dijo que Hornmann había chocado con ella, y yo supe que eso no era cierto. 

Tengo demasiados pensamientos golpeándome en la cabeza ahora mismo, pero hago lo posible por desplazarlos. 

Suelto despacio una risa irónica. —No puedo creer que necesites inventar algo así para dañar su imagen, Megan. En serio, ¿no tienes un pasatiempo o algo en lo que puedas utilizar tu tiempo libre? 

Odio sacar el lado enojado de mí, porque hablar de éste modo tan cabreado es lo suficientemente desagradable como para no dejar de sentir una punzada en mi cabeza cada vez que sucede, como si mi cuerpo pudiese detectar cuando me siento así y comenzara a defenderse inmediatamente. 

Cuando separo mi brazo de la muralla me doy cuenta de que Harry ya no se encuentra detrás de mí. Se ha ido. 

—Debes estar bromeando, hasta corrió el rumor, Niall. Siento que seas tan ciego para verlo, porque yo lo he visto todo, incluso podría darte los detalles del lugar y momentos exactos en que eso sucedió. Sólo en caso de que quieras saberlo, claro. 

No, definitivamente no quiero saberlo. Y necesito desplazar la imagen en mi cabeza de Keyra besándose con Hornmann.

—Matt es mi amigo—agrega—, él mismo me lo ha confirmado.

Sus palabras provocan calor en mi estómago, al mismo tiempo en que siento algo retorcerse dentro de mí. Sé que Keyra no es esa clase de chica, la conozco, ¿por qué diablos estoy dejando que el estúpido rumor de Megan me afecte de este modo? 

Saco las llaves de mi bolsillo, que a estas alturas ya se encuentran calientes bajo el tacto de mis manos sudorosas. Introduzco la que corresponde a mi habitación y abro la puerta.

—Suerte en tu vida, Megan. Espero que dejes de entrometerte en la vida de otras personas algún día, te hará bien. —Digo. Y cierro la puerta conmigo adentro. 

Me agacho despacio hasta el suelo alfrombrado y apoyo mi cabeza sobre la puerta. Puedo oír los pasos de Megan alejándose, y espero no volver a tener que dirigirle una sola palabra, porque cada vez que lo hago termino por odiarla un poco más, a pesar de que ésta vez no quiera creerle, pero tengo este maldito debate interno que aún no puedo resolver.

La luz del cielo blanco entra débil por la ventana, mientras que miles de gotas golpean con fuerza sobre el cristal. Un pequeño relámpago se genera en el fondo, seguido por el estruendo de un trueno. Pronto va a ser de noche.

Mi mente sigue llevándome a una imagen ficticia en la que Keyra se besa con Mathias Hornmann y, joder, mi pulso se acelera hasta golpearme los oídos cada vez que vuelve. La desplazo de nuevo hasta el fondo de mis pensamientos. 

¿Ella sería capaz de mentirme sobre algo así, realmente? Ya mintió sobre él durante el campamento, ¿por qué no lo haría ahora?

Mierda, Niall, es tu novia, deja de pensar así. 

Levanto mi brazo y mi mano empuñada golpea el suelo con fuerza, como si eso pudiese ayudarme con toda esta estúpida frustración. 

Gracias Megan. 

Levanto mis rodillas hasta tener mis piernas flectadas sobre la alfombra. Apoyo mis codos sobre ellas y elevo mi cabeza, buscando alguna manera de enfriarme, mientras respiro profundo y cierro mis ojos. Necesito relajarme y pensar con más claridad. Sin embargo, sé que eso no sucederá hasta más tarde.

La manilla de la puerta se mueve. Me pongo de pie para permitirle abrirse y Harry entra con cautela. Cierra la puerta despacio y se sienta sobre su cama, frente a mí. 

—Joder, amigo, ¿qué diablos fue eso?

—No lo sé—digo, y me sorprendo al darme cuenta de que estoy jadeando un poco. —No sé, yo —suspiro—no sé si creerle, Harry, y Keyra es mi novia, me siento culpable. 

—Si te hace sentir culpable, significa que deberías ignorar a Megan, hombre —lamo mis labios, como si eso fuese a calmarme. Harry parece haber leído mi mente cuando agrega —. Pero si crees que ella podría estar diciendo la verdad... —hace un gesto con sus cejas, frunce los labios—supongo que entonces deberías preguntárselo directamente. 

—Oh, mierda —murmuro. 

Me dejo caer sobre la cama, flectando mis rodillas del mismo modo que en el suelo, pero ésta vez el resto de mi cuerpo está estirado, a excepción de mis brazos, que cubren mis rostro cruzándose sobre mi cabeza. 

Harry se queda en silencio, dándome espacio para seguir ahogándome en mis pensamientos por algunos minutos que parecen alargarse, hasta convertirse en una verdadera eternidad. 

Ya es de noche. 

Harry enciende la luz. 

—Creo que ya es hora de ir al salón de descanso —dice. 

Suspiro al recordar que iríamos. ¿Cómo se supone que actúe ahora? Aún no ordeno mis propios pensamientos, y siento que mi yo interno sigue gritando desesperado por respuestas a todas las dudas que tengo guardadas. 

—¿Crees que puedas ir? —pregunta. Él de algún modo logra siempre comprender lo que estoy pensando, y sospecho que eso podría deberse a todos los años que llevamos siendo compañeros de cuarto. 

Tengo que ir. No tengo una excusa y supongo que debería afrontar las cosas.

—Sí, voy a ir. 

Cuando llegamos al salón de descanso, sólo Zayn está ahí y creo que no ha llegado hace más de dos minutos, para abrir la puerta y encender las luces, nada más. Compró palomitas de maíz, pero no parecen ser suficientes para todos nosotros, por lo que Harry nos deja para ir por más.

Mientras tanto, Zayn y yo nos ponemos en cuclillas frente al televisor, para encenderlo junto al reproductor de DVDs. 

—Ésto es lo único bueno que encontré en el local de arriendos—dice, indicando a la caja de DVD que se encuentra en el suelo.

La recojo para observar la carátula y título de la película. Hay una chica de cabello corto y alborotado, de un color rojo muy fuerte para ser real y a su derecha, en grandes letras rojas y alargadas pone «Corre, Lola, corre»

No se ve muy prometedora, pero podríamos darle una oportunidad. De todas maneras no sé si llegue a concentrarme mucho en el film. 

Todo mi cuerpo se tensa cuando escucho las voces de las chicas aproximarse desde el corredor. Ellas entran y nos saludan con un ruidoso «Hola chicos». Los dos nos volteamos un segundo para responder y volvemos a lo nuestro con el reproductor y la película, mientras ellas se acomodan al fondo de la sala. Dos minutos después vuelve Harry, junto a Liam y Louis. Ya estamos todos, y la película está lista para ser reproducida. 

Alguien se encarga de apagar las luces y yo le doy al botón de play.

Me siento estúpido al analizar todos los posibles escenarios de dónde podría sentarme, pero finalmente me acomodo junto a Keyra, obviamente. Debería simplemente olvidarme del asunto, al menos hasta que hable con ella, pero me es completamente imposible mirarla sin recordar las palabras de Megan y repetirlas un millón de veces en mi mente. 

—He soñado contigo—susurra una vez que comienza la película—. Y me he despertado con ganas de besarte. 

Mierda.

La odio. 

Quiero besarla ahora.

—Qué linda—digo, mostrándole mi mejor sonrisa. Vuelvo la vista al televisor sintiéndome patético, mientras ella suspira despacio. Soy un imbécil. 

Keyra me envuelve con sus cortos brazos por la cintura y apoya su cabeza sobre mi pecho, mientras el ritmo de mi pulso comienza a crecer y tratar de regularse por sí solo. Me pregunto si se dará cuenta de la cantidad de sensaciones que provoca en mí con sólo un par de palabras o acciones. 

Paso mi brazo por sobre sus hombros para acercarla a mí. Es todo de lo que soy capaz en este momento. 

Ella se duerme en la mitad de la película, y cómo me gustaría poder dormirme con ella, y besarla y abrazarla más efusivamente, pero algo dentro de mí sigue deteniéndome y discuto conmigo mismo sobre ello, no logro llegar a una tregua, sin embargo.

Estoy perdido. 

Ella se ve hermosa mientras duerme, haciéndome sentir tal cómo lo hizo en el autobus de vuelta a Londres. Y lo que peor me pone, es el hecho de saber que estoy dañando sus sentimientos, porque Keyra no es tonta, y estoy seguro de que está conciente de mi repentino cambio de actitud hacia ella. 

Cuando la película termina sé que no he puesto atención ni un sólo segundo, ni siquiera he oído los diálogos, si es que hubo en algún momento. La película era extraña, las escenas se repetían constantemente y no comprendo por qué. Quizá de haber estado más pendiente, ahora lo entendería perfectamente. 

Toff, quien está más cerca del interruptor de luz, la enciende, haciendo que todos comiencen a estirarse sobre sí mismos y bostezar. Debe ser muy tarde ya, y Keyra sigue dormida. Será mejor acarrearla yo mismo hasta su cama, para no despertarla y hacerla caminar hasta su habitación. Podría desvelarse y yo no estoy preparado para explicarle nada sobre nosotros aún. 

Cuando la levanto en mis brazos, siento el aroma de su shampoo colarse en el aire que nos rodea. Me estoy muriendo por despertarla con besos, pero no puedo. 

Toffee y yo caminamos en silencio por el pasillo de las habitaciones de chicas, mientras yo cargo el poco peso de Keyra en mis brazos, hasta llegar a la suya. La última. Cuando entro, recuerdo el día en que entré aquí con Keyra. Apenas nos conocíamos, pero ya sentía una total confianza con ella, y supongo que ella lo sentía conmigo también, de otro modo no me hubiese pedido que la acompañara hasta aquí. 

Recuerdo que uno de los timbres está justo afuera de la ventana, y me estremezco al imaginar que mañana ese sonido ensordecedor va a despertar a mi novia. 

—Esa es su cama—susurra Toff y enciende la luz de la habitación. Por alguna razón, ya sabía que esa era su cama.

Keyra automáticamente se esconde en mi cuello y suelta un gemido leve. Es la luz. 

—Apágala, Toff, le está molestando—digo, y mi voz suena más pesada de lo que esperaba. Ella me mira con una mueca de desagrado y la apaga. Sé que debería disculparme, pero no es el momento. 

Miro a la cama de Keyra, pensando en la forma de tirar las cobijas hacia atrás, pero seguir sosteniéndola en mis brazos. Es imposible. Toffee se acerca y lo hace por mí, ¿es que mis pensamientos suenan fuera de mi cabeza hoy? 

—Gracias—digo. Quizá debería dejar de hablar mientras no sea capaz de controlar la forma cabreada en que mi tono de voz suena. 

Me inclino hacia la cama hasta que los dorsos de mis manos tocan la fría sábana. Deslizo mis brazos por debajo del cuerpo de Keyra y ella se acomoda automáticamente sobre la almohada. Deslizo las cobijas hacia arriba para dejarla cubierta hasta el cuello. 

Cuando me voy a erguir nuevamente, su puño se engancha de mi camiseta. 

—Niall—susurra débil. 

—¿Sí?

Lucha por abrir sus ojos, pero está demasiado dormida como para lograrlo. —Si te ha molestando algo, prefiero que me lo digas. No quiero que comencemos a tener problemas.

Me sorprendo la manera en la que habla, apesar del sueño. Suena como si tuviera total conciencia y claridad de todo, haciendo que mi estómago se revuelva y mi pulso se acelere de nuevo, me pone extremadamente nervioso saber que tendré que hablar sobre esto en algún momento. 

Ella sigue esperando a que diga algo. 

Suelto el aire que mantuve en mi garganta sin darme cuenta y respondo. —Hablaremos mañana, ¿sí? Descansa. 

Su mano me suelta, deshaciendo el moño que había formado en mi camiseta, y se siente como una bofetada cuando ella gira sobre sí misma para darme la espalda. 

Vuelvo a mi posición erguida y me acerco hasta la puerta. —Buenas noches, Toff—digo. Al fin sueno más suave al hablarle.

En vez de una respuesta, recibo un llamado a mi nombre, obligándome a voltear antes de salir de la habitación. —¿Estás bien, Niall?

Sé que debería confiar en ella como para decirle todo lo que me está sucediendo, pero ella es su hermana y yo simplemente no puedo incluírla en esto. Es una de las desventajas de salir con la hermana de mi mejor amiga, creo. Necesito conversarlo con Keyra antes que con cualquier otra persona. 

—Sí—digo. Pero ni siquiera intento sonreír para disimular, y cierro la puerta detrás de mí, dejando todas sus dudas flotar en el aire encerrado de su habitación. 

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