Keyra en las nubes (fanfic n...

By hola_eff

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Niall nunca se ha enamorado. En su penúltimo año de instituto, lo único que le preocupa son las tardes de piz... More

Sinopsis
Prólogo
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Epílogo
Agradecimientos.

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By hola_eff

Por la noche me lanzo sobre mi cama y resoplo.

Estoy agotado.

Y apenas es Lunes. 

Enciendo la televisión en cualquier canal, porque en realidad no quiero verla, sólo tener algo de ruido que me acompañe. Tú sabes, esa falsa compañía que te producen las voces de los programas, sea cual sea. Odio el completo silencio, es algo desesperante y me provoca una especie de ahogo extraño en mis propios pensamientos, como si me encerraran o algo. 

Pienso en Megan. Y me dan escalofríos. ¿Por qué ella querría que la ayude con sus matemáticas? Le he dicho de la manera más cordial posible, que lamento no poder ayudarla, y que no sé de dónde lo ha sacado, pero que no soy bueno con los números -lo cual no es completamente cierto, pero tampoco es completamente falso-. 

No sé qué se traía entre manos realmente, pero ella no es la clase de chica transparente, a la que realmente le crees cuando se dirige a tí. Megan parece siempre querer decir algo por completo diferente a los que sus palabras comunican, como si todo tuviese un trasfondo. Es extraño, pero no me agrada, en serio. 

Por lo demás, pienso que su idea de recibir ayuda con las matemáticas como una oportunidad para coquetear es absurda. Es decir, ¡vamos! La vida no es una película de los 90's, ni vivimos en Chicas Malvadas, o como se llame. ¿Por qué las chicas a veces son tan... chicas?

La puerta se abre y Harry cruza el umbral. Se lanza sobre su cama, a sólo una mesita de luz de distancia de mí y suelta una gran cantidad de aire. Casi puedo imaginar sus pulmones desinflándose y aplastándose dentro de su cuerpo. 

—¿Pasa algo? 

—Hermano —dice su voz amortiguada por la la almohada en la que descansa su cara. —Brandy está loca. 

Keyra también lo está — pienso —Pero no me parece algo malo. 

—Estoy seguro de que las chicas nacen con una naturaleza bipolar o algo, porque no me explico que a veces esté tan felíz y otras tan... ah. Estoy cabreado. 

—Es tu mejor amiga, Harold. No puedes esperar que todo se de tan fácil. Digo, han sido amigos por mucho tiempo, probablemente esté dudosa. Sabes cómo son las chicas, dudan de todo.

Harry comienza a hablar sobre ella, pero no puedo concentrarme, porque me quedo pegado en la idea de las chicas y sus dudas y esas cosas. Es que Keyra no es tan chica. Ella no duda, sólo dice las cosas, sólo las hace, sólo no le importa lo demás. 

Puedo imaginarla en su habitación, sorprendiéndose por la torrencial lluvia, o cualquier otra cosa. Y me impresiona la manera en que literalmente cada vez que la veo está sonriendo, o la manera en que sobreanaliza todo, aunque no tenga ninguna clase de trascendencia en su vida o en la de cualquier otro. 

A juzgar por su actitud y su forma de ser, tengo la impresión de que su familia en San Clemente es extraordinaria. De esa clase de núcleo en el que se dicen cuánto se quieren cada vez que tienen la oportunidad. Esas familias en las que celebran todos y cada uno de los logros de sus hijos, ya sea saliendo a cenar, o simplemente viendo una buena pelicula en casa. 

Pero, hey. Ella ha dicho que no tiene hermanos, y su papá vive aquí en Londres. Por lo que, ¿sólo viviría con su madre en Estados Unidos? ¿Y su mamá con quién viviría ahora, que Keyra había venido a vivir aquí, con la familia de Toffee? 

 Un millar de nuevas preguntas sobre ella me invade. Me pregunto si ella será del tipo de persona que prefiere andar descalza por su habitación, o si su color favorito es el rosa, como lo es de la mayoría de las chicas que conozco. Tal vez Keyra odia el brócoli, o la zanahoria o dice palabrotas. Me pregunto si se enoja con facilidad, y si pone una foto de sí misma en su perfil de Facebook o la reemplaza por una imagen que le gusta, como una flor o un dibujo animado. 

—Niall, ¿me estás escuchando? —Pregunta Harry, subiendo y bajando su mano en el aire, frente a mis ojos. 

Caigo en la cuenta de que quiero conocerla más.

—Tal vez necesites conocerla más. —Aseguro, sin tener la más mínima idea de lo que ha dicho en todo este rato. 

Al menos yo lo haré —pienso. Y luego —, Mierda. ¿Estoy obsesionado con ella?

Con el paso de los días, me acerco un poco más a Keyra, preguntando lo primero que se me viene a la mente, tal como ella hace con cada respuesta.

 Y es divertidísimo. 

El miércoles por la mañana las alcanzo, a ella y a Toffee en el pasillo, de camino al salón de historia. Ambas llevan prisa, y en realidad no entiendo muy bien por qué, si aún faltan más de diez minutos para que comience la clase. 

—Tenemos una conversación de chicas con Brandy antes de la clase. —Explican. Y aceleran el paso para alejarse. 

Niall Horan, eres un perdedor. 

La vez siguiente en que entablamos conversación es el Jueves por la tarde, justo después de clase. El timbre acaba de sonar, cuando tomo mis cosas y salgo del salón seguido por Harry, quien no tarda en irse con Brandy colgada de su brazo. Unos pasos más allá, él dice algo que no logro oír y Brandy lo fulmina con la mirada, luego lo empuja de un brazo y se apresura. Harry se quedá atrás, exclamando y preguntándole qué diablos le sucede, pero ella no se voltea.

Punto menos para Harry. 

Siento un empujoncito debilucho en la espalda. Me volteo y Keyra está ahí. Y me doy cuenta de que es como una cabeza más pequeña que yo. Y me dan ganas de preguntarle cuánto mide, pero no lo hago. 

—Hola, Keyra Johnson. 

Ella comienza a caminar a mi lado y suspira. —¿Vas a llamarme Keyra Johnson para siempre? —Pregunta. 

—¿No es ese tu nombre? 

—¿Llamas a todo el mundo por su nombre y su apellido? 

—¿Eso te molesta?

—No —Dice —, pero pienso que si me llamaras sólo Key, te ahorrarías como miles de minutos a lo largo de toda tu vida. O al menos, de aquí a dos años más, hasta que dejemos el instituto. 

—Key. —Repito. Me gusta como suena Key. —Bien. Key. Es un buen sobrenombre. 

—Adivina qué, Niall. Todos me llaman así. —Ríe, y sus ojos se achican por los costados, formando arruguitas en su piel delgada.  

—Tengo una pregunta para tí. —Digo, casi por encima de su voz. —¿Fue difícil acostumbrarte al cambio de horario? 

Keyra suelta aire, haciendo un sonido como 'pf'. Me mira con ironía. —Creo que aún siento el Jetlag en mi cuerpo. —No sé si lo dice en serio o no, pues nunca he viajado tan lejos como para tener un Jetlag, y la expresión en su rostro -como siempre- es un poco confusa. 

—¿Cómo se siente un Jetlag? 

—Cansancio, principalmente. Es como cuando has estado toda la noche despierto y al día siguiente tu cuerpo se siente extraño, como áspero. Y en realidad no sientes el sueño, pero sabes que necesitas dormir, e incluso te confundes un poco a veces. 

—¿Es como una fiesta de año nuevo? 

—Exacto. Pero sin la fiesta. Sólo tu cuerpo demasiado cansado al día siguiente. 

El niño del cáncer de hígado ha muerto. 

La vida es demasiado irónica. Justamente hoy por la mañana, mientras tomaba desayuno, vi el anuncio del noticiero en el televisor de la cafetería, donde hablaban sobre el nuevo hígado que el chiquillo recibiría. Y ahora, en la edición nocturna, acababan de anunciar que dos horas antes de que la intervención médica se concretara, las cosas comenzaron a complicarse. Él ya no podía esperar más. 

Sabiendo que mamá estaba siguiendo las noticias sobre el chico día a día, la llamo por teléfono. No sé muy bien por qué lo hago, no es como que ella vaya a detener su vida por esto, pero de todas maneras va a lamentarse mucho. Es obvio. 

—James ha muerto. —Dice. 

—Lo sé, acabo de verlo. Supongo que mi instinto de hijo me ha hecho llamarte. ¿Ves que buen hijo soy? —Bromeo. 

—Lo eres, cielo. Y es una pena que, por algunas horas de diferencia, él muriera. Es decir, ¿Cómo puede la vida ser tan cruel? ¿Puedes imaginar a su madre? Díos mío. Es que si te hubiese sucedido algo así cuando eras pequeño, creo que hubiese muerto contigo.

—Máaaa —Me quejo. Sabía que la conversación acabaría en lamentos como éste. —Más vale que comiences a decir cosas felices ahora. 

—James era un niño muy pequeño, hijo. ¿Sabes lo que dicen de las personas que mueren muy jóvenes?

—No, ni idea. 

Mamá suspira, haciendo un ruido horrible en el auricular del teléfono. Auch. —Dicen que ellos no son personas, sino ángeles. Ángeles que han sido confundidos y que, por perfectos que son, no pueden tener una vida aquí, por lo que son devueltos a su lugar de origen.

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