Capítulo 5 (parte dos)
Era una situación particularmente ridícula, el hecho de no poder apartar los ojos de su desnudo torso y en como mis manos de un momento a otro comenzaron a temblar, podía conmigo. El parecía ajeno a mi tormento interno aunque tenía el certero presentimiento de que sabía que le estaba mirando. Me estrujo las manos tratando de disipar el temblor, estaba mareándome sentía como si mi cabeza se hubiera agrandado dos tallas y mi respiración se había vuelto irregular.
—¿Podrías vestirte? —me sorprendió lo pequeña y débil que sonó mi voz, intenté endurecer mi semblante—. Por favor.
Me miró impasible concentrándose en cada rincón de mi cuerpo como si fuera la cosa más natural, me removí incomoda en mi asiento.
—¿Por qué? —preguntó—, no encuentro el problema al asunto, en cambio, me resulta muy entretenido.
Arqué una ceja mientras una idea descabellada se cruzaba por mi cabeza, no sabía lo que me llevo a hacerlo ni de donde había salido ese arrebato de valentía, pero para cuando quise darme retractarme ya era demasiado tarde.
—¿Sabes qué? tienes razón— una sonrisa cínica formándose en mi rostro.
Un destello de suspicacia brilló en sus ojos cuando giró para mirarme directamente ¿Él quería jugar? ¿Quería incomodarme? Pues el juego de uno puede ser también el juego de dos; acto seguido mis manos ahora decididas tomaron el dobladillos de mi camiseta deslizándola fuera de mi cuerpo, un escalofrío me recorrió desde el cuello hasta la parte baja de mi espalda, con todas mis fuerzas bloqueé cualquier tipo de pensamiento que me hiciera sentir avergonzada.
Como había predicho, los papeles se habían intercambiado, Zayn parecía totalmente anonado con su rostro de hielo ahora desencajado y sus ojos tan abiertos que incluso podía notarse la claridad de su iris.
—¿Pasa algo? —pregunté ahora sin darle la menor importancia al asusto—. ¿Te han comido la lengua?
Una pequeña arruga apareció en la frente de Zayn mientras recobraba la compostura, por un rato se dedicó a mirar la lluvia a través de la ventanilla de su asiento. La tormenta no había disipado su fuerza y las gruesas gotas que caían sobre el parabrisas me impedían ver cualquier cosa. Lo que era la razón principal por la que aun nos encontrábamos estacionados a un lado de la carretera.
No sabía cuando tiempo había pasado, incluso me había olvidado que mi camiseta yacía echa un ovillo en los puestos traseros, pero cuando Zayn por fin giró, una sonrisa vibrante cubría su rostro y lo demás paso lo suficientemente rápido como para que mi cerebro lo procesara con detalles. En un parpadeo me encontraba tendida con el asiento totalmente reclinado mientras que el cuerpo del chico me cubría completamente. Mis manos marcando la única separación entre ambos, su pecho estaba caliente, casi ardiendo y su pulso acelerado casi sincronizado como con el mío.
—Mi lengua está en perfecto estado y completamente a tu disposición.
Abrí los ojos desmesuradamente. Sus piernas entre las mías, la fricción de sus brazos a los lados de mi cabeza. Su aroma me inundaba y parecía absorber cualquier racionalidad presente dentro de mi. Él iba a besarme, lo que había pasado fuera no fue coincidencia él quería besarme y yo... yo no sería capaz de detenerlo.
Las voz de Adam Levine inundó el espacio y ese fue el punto de escape perfecto, mis manos se movieron de su pecho, su cuerpo uniéndose más contra el mío, su rostro oculto en mi cuello al mismo tiempo que una descarga eléctrica me recorría de pies a cabeza. Mis manos por fin dieron con aparato electrónico.
—¿Hola?
Cerré los ojos castigándome por lo amortiguada que sonaba mi voz, era como si hubiese subido cinco pisos por una muy empinada escalera.
—¿Emma? ¿Estás bien?
Diablos.
—¡Edward! Si, si, estoy bien.
—Vale —respondió con un tono casi inaudible.
Él por supuesto no le había creído, había sido muy obvia, pero Zayn aun seguía sobre mí cuerpo con su respiración acariciando mi cuello.
—Sabes estuve pensado un poco, es nuestro último año y casi no coincidimos en las clases así que... ¡les tengo una sorpresa! Para ti y para Alice.
—Está bien ¿de qué trata?
Mi voz sonando exactamente igual.
—¿No me has escuchado? Es una sorpresa —soltó una risita al otro lado de la línea y no pude evitar sonreír.
—Emma ¿seguro estas bien?
—Te he dicho que si.
Imploré a todos los cielos para que no volviera a preguntarme. Quería colgar, colgar de una buena vez.
—Si es así entonces te veo mañana, te quiero.
—También te quiero, adiós.
Me quedé quieta al sentir el cuerpo de Zayn tensarse, alejó su rostro de mi cuello y me miró, mi teléfono aun en mi oreja. Su ceño estaba tan fruncido que le daba un semblante severo a su rostro. Lo observé boquiabierta, así como se había acercado se alejó de mi.
—La lluvia ha cesado —dijo y su voz sonó tan monótona que me hizo cuestionarme lo de antes.
Asentí y encendí el auto con brusquedad. Estaba molesta y no sabía el porqué. Por el rabillo del ojo vi como nuevamente se vestía con rapidez memorable lo que me recordó que aun estaba con tan solo el sujetador puesto pero no me importó, me limité solo a conducir e ir por los atajos que nos llevaran más rápido a casa. Mamá debía estar preocupada y seguro tendría otro castigo.
Eso no es lo que te preocupa, de nuevo la vocecita burlona en mi cabeza me llenaba de inquietud. ¿Entonces qué es?
Deseaba llegar a casa lo antes posible, desaparecer tras la puerta de mi habitación pero la lluvia caía sin piedad— sin importar de lo que había dicho Zayn—. Algunas con gotas que pareciendo cristales compactos y pesados. El vidrio de mi ventana estaba empañado y lo único que lograba ver con claridad eran las luces titilantes de los autos y las farolas de la calles. A pesar de las precauciones que tuve que tomar para seguir el camino a casa llegamos antes de que el reloj apuntara las nueve de la noche. La puerta del garaje se abrió gracias al sensor que mantenía pulsado con firmeza y mucho antes que estuviéramos bajo techo resguardos de la lluvia Zayn se bajó del auto de un saltó. Me quedé perpleja al ver como su cuerpo volvía a empaparse, las hebras de cabello negro adhiriéndose a su frente.
Asi como lo estaba yo, me preguntaba por qué se habría molestado y por qué volvia a actura de esa manera cuando horas antes parecía distinto. Yo me sentí distinta y era como si ese pequeño desliz me haya sacado de mis casillas. Entonces pensé que tal vez eso mismo le pasaba a él, era probable que se haya arrepentido de la inapropiada cercanía que compartimos y ahora no quiera mas que estar apartado todo lo que pueda de mi.
Abrí la puerta del sótano y entré al vestíbulo, mi madre rápidamente salió de la cocina.
—¿Dónde estabas? ¿Por qué demonios estas mojada?
Mamá tenía los ojos muy abiertos y todo su cuerpo lucia tenso. Era el típico comportamiento que presentaba cuando intentaba contenerse a sí misma.
—Te estuve llamando y me salía fuera de servicio, sueles avisar a dónde vas, me tenías preocupada Emma.
—Intenté llamarte, de verdad, pero entre una cosa y otro supongo que lo olvidé.
Me preguntaba si debía ser yo la que le contara del accidente. Pero recordé las palabras de Zayn: ¿Vienes a ayudarme o a hacer un ensayo escrito para poder acusarme con tu madre?
No le diría nada a mi madre.
—¿Sabes qué hora es, Emma?
—Tarde.
—Muy tarde —puntualizó mientras daba una vuelta a mí alrededor, observándome—. ¿Por qué estas mojada?
—La lluvia me sorprendió y en el transcurso de ir a por el auto me empapé por completo.
—¿Que estabas haciendo para llegar a esta hora a casa?
La miré, la mujer con los ojos idénticos a los míos.
—Estaba en casa de Alice, corroborando un trabajo para la clase de mañana, puedes llamarla si quieres.
Ella alzó una ceja mirándome y a pesar de que se trababa de mi propia madre, nunca había sido capaz de descubrir alguna de mis mentiras, papá si lo hacía; él era experto en eso.
—Bien, ¿sabes algo de Zayn? También lo estuve llamando pero sin éxito.
—Lo vi cuando llegó debe estar en su habitación pero tal vez no te has dado cuenta.
Ella solo asintió de forma exageradamente lenta.
—Él ya tiene su cargo la motocicleta de la que habló y me preocupa que algo pueda pasarle, siendo responsabilidad nuestra...
—Mamá, él sabe perfectamente cómo manejar esa cosa sino no habría cose guido el consentimiento de su gente, estate tranquila.
—Bueno, bueno, hablaré con él en la mañana, no puedo creer que no haya notado cuando llegó y tú —me señaló relajando un poco la dura expresión de su rostro—, date una ducha caliente no te vayas a resfriar, hay pan fresco en la cocina si tienes hambre. Iré a dormir mañana tengo una junta a primera hora.
—Está bien, descansa mamá.
Ella fue la primera en subir y perderse tras su habitación. La seguí subiendo las escaleras sintiéndome más pesada de lo normal y mientras me duchaba recordé las palabras del chico.
De verdad no me pienso resfriar.
Estornudé. Mamá tenía razón es muy tarde.
*
Desperté a las cinco en punto, porque estúpidamente olvidé hacer mis deberes para la clase. A pesar de que era de madrugada y usualmente hacia frio, podía soportarlo pero esa vez en ningún momento me despojé del esponjoso edredón. Me sorprendió como unas cuantas notas me dejaron un fuerte dolor de cabeza como si tuviese pequeños hombrecitos con martillos haciendo estragos dentro de ella. No fue hasta que estuve plantada frente al espejo cuando me di cuenta. Mi nariz estaba roja y justamente comenzaba a acumularse la flema en la cavidad nasal y no me molesté en reparar en las sombras oscuras bajo mis ojos, sabia de sobra que debían lucir espeluznaste.
Para cuando salí de mi habitación mi madre ya estaba enfundaba en un traje impecable y lucia mucho mas atareada de lo usual. Me saludó mientras mordía una tostada y su teléfono celular descansaba entre su hombro y su oreja.
—Emma, cariño ¿podrías despertar a Zayn? Se me hace tarde y quiero comprobar que se encuentre bien.
Asentí porque también sentía curiosidad, ¿por qué yo tampoco lo había visto entrar? Pensaba que había entrado por la puerta principal así que lo más sensato era que al menos se cruzara con mi madre en el camino. Parada frente a su habitación intenté girar la perilla pero con un simple empujón la puerta se abrió.
—¿Zayn? —llamé dando un toque a la puerta que lo alertara de mi presencia pero él no respondió.
Me dispuse a entrar completamente, la luz estaba apagada al igual que el aire acondicionado y para cuando encendí la luz me encontré con una cama perfectamente hecha y sin rastro de él por ninguna parte. Miré la hora en el reloj de la pared, seis en punto, demasiado temprano para haberse ido ya.
Entonces pensé, que tal vez nunca llegó a dormir.
N/A: Si encuentran algún error no olviden decirme. Graciias.