Capítulo 4
Jueves... Por fin era jueves, lo que por consiguiente significaba que faltaba tan solo un día para el viernes, y con el dichoso viernes estaría mucho más cerca del fin de semana, mi escape perfecto de toda esta película de terror.
El lunes parecía estar a mil años luz ahora. Pensar en lo sucedido solo lograba acércame un paso más a un muerte precoz por estrés, así que había decidido ignorar y olvidar todo el asunto. Incluso los recuerdos ahora eran imágenes borrosas en mi cabeza, a excepción de una de ellas, por desgracia. Si, había intentado vengarme, lo cual resultó dejándome en un puesto mucho más penoso del que ya me encontraba. Al principio me había parecido una idea excelente, pero ni los borrachos ni las personas encolerizadas piensan con claridad.
Para cuando hube llegado con punto clímax de mi plan, todo fue sensacional, las raíces de hiedra venenosa que había comprado en un invernado, surtieron el efecto esperado cuando después de haber sido esparcidas "accidentalmente" en la cama de Zayn tuvieron contacto directo con su piel. Una hora más tarde el chico apreció ante mi puerta al rojo vivo y con la cara escandalosamente hinchada... ¿Cuál fue el resultado de todo ello? Que tuvimos que salir a mitad de la noche a llevarlo al hospital.
Mi madre parecía una caja llena de dinamita a punto de explotar y yo sinceramente no sabía dónde enterrar mi cabeza. Al final, Zayn fue dado de altas, y tras mil disculpas de mi parte y las imploraciones de mi madre para que él no reportara lo sucedido con la Institución de intercambio, las cosas volvieron a la normalidad, menos para mí claro.
Estaba castigada. Y para ser honesta no era del tipo de chica adolescente a la que sus padres castigaban sin cesar, en mi caso había olvido la última vez que había sido amonestada de esa manera, pero ahí estaba yo; una prisionera dentro de su propia casa.
Pero ya faltaba poco para dejar todo eso atrás, el fin de semana lucia tan prometedor ya que mi madre se había ofrecido de mostrarle la ciudad a Zayn, lo que significaba que estaría sola en casa, sin Zayn.
*
El viernes me desperté a la hora acostumbraba los días de clases, apenas estaba empezando el día y ya sentía como me abrigaba el calor del fin de semana. Entré al cuarto de baño entonando una cancioncita que había escuchado en la radio el día anterior y para cuando las gotas mojaron mi rostro sonreí abiertamente cantando la canción mucho más alto. Cuando terminé me envolví en la toalla y justo cuando había puesto un pie fuera del baño. La puerta de mi habitación fue aporreada por tres fuertes toques. Por supuesto, ya sabía de quien se trataba.
Inhalé y exhalé y con toda la buena voluntad que tenía y me dirigí hacia la puerta. No dejaría que me amargara ese día también.
—¡Abre ya Emma, se hace tarde! —espetó aunque sus palabras se quedaron en el aire en el momento justo en que abrí la puerta—, necesito bañarme.
Zayn como todas las mañanas estaba ahí semidesnudo y con el cabello desaliñado. Por el bien de mi conciencia, le había pedido muchas veces que no se presentara de esa manera, claro está que me ignoró. Y yo, ya no contaba con el apoyo de mi madre para hacer algún reclamo directo.
—Déjame entrar, Emma.
La forma en la decía mi nombra era extraña o tal vez eran solo ideas mías, su naturalidad no me gustaba, él se había ajustado perfectamente a vivir aquí, mi madre lo adoraba y para colmo resultó ser un chico prodigio en la escuela, lo que me hizo tragarme mis palabras por comentar que él había perdido un año, por zopenco (ya que él era un año mayor), y para el solo tarjo grandes beneficios con los la mayoría de los profesores.
Zayn me hizo a un lado y entró sin más en la habitación.
—Cuanto detesto esto —mascullé más alto de lo que pretendía.
—Tranquila chica Kramer a mí tampoco me resulta agradable ver tu cara mañanera.
Lo fulminé con la mirada, contando mentalmente hasta diez para no soltarle una sopa de palabrotas que amenazaban ferozmente con salir como cuchillas filosas de mi boca, no porque sintiera consideración hacia él sino más bien porque era viernes, había hecho un pacto conmigo misma y apenas estaba comenzando el día como para arruinarlo. Zayn solo sonrió, así como solía hacerlo cada vez que sabía que iba a ganar una disputa.
—Lo cual claro, es lo contrario a ti, que apenas puedes apartar la vista de mi cuerpo —triunfante se cruzó de brazos.
—Ya quisieras —espeté con enojo pero sintiendo el fuerte rubor de mis mejillas que sin duda me delataría—. ¿No decías que se te haría tarde?
—Claro.
Me miró divertido unos instantes antes de escabullirse por la puerta y cerrarla de un portazo. Suspiré profundamente pensando que realmente no había azotado una vez más la puerta y al verificar que ya se estaba bañando, me di la vuelta y me dispuse a buscar algo rápido que ponerme.
Encontré una falta rosa no muy formal que quedaría bien con este clima tan caluroso, tome una camisa blanca en la cual se leía en letras pequeñas y doradas "Love Yourself" y unos zapatos también blancos. Hice de mi cabello una firme coleta, y como ritual de todas las mañanas grité.
—Ya puedes salir.
No tardo ni un segundo para que el chico abandonara el baño, con una toalla en su cabello mojado y otra firmemente atada a su cadera. No dijo nada, como siempre, pero para mí pesar no podía dejarlo ir aun.
—Espera —me apresuré a decir mientras mi mano se cerró alrededor de su muñeca, Zayn alzó una ceja mirándome con altivez.
Tragué saliva y me repetí una y otra vez que eso me lo había ganado por tonta.
—Me iré en diez minutos después de tomar el desayuno —aclaré mi garganta y miré a otra dirección antes de continuar—. Te estaré esperando en el auto.
—Bien.
Me miró por un largo rato y me pregunté por qué no se iba de una vez por todas, hasta que con tono divertido dijo:
—¿Podrías soltarme ya?
Parpadeé varias veces hasta que me percaté que mi mano aun sostenía su muñeca con firmeza, me alejé de él como si su toque de un momento a otro me quemara.
—Esto... no te tardes, no esperaré por mucho tiempo.
El solo asintió dando una leve reverencia y con un andar agraciado se dirigió a su habitación.
Tomé mi bolso y lo preparé con lo que necesitaría para el día, mamá había salido mucho más temprano de lo usual por lo que había dejado ambos desayunos en el microondas junto con dos paquetes con mi nombre y el de nuestro huésped reposando en la mesa. Después de acabar con el sándwich de queso saqué el auto del garaje hasta aparcarlo frente a la casa, ya habían pasado los diez minutos, si lo dejaba tal vez podría salir impune puesto que mi madre, quien me había pedida cumplir con dicha tarea, no se enteraría, a menos claro que él diga algo, lo cual era lo más probable.
—¿Ibas a dejarme?
Di un respingo ante lo precipitado que había abierto la puerta del auto, me sonrió risueño a lo que yo respondí mirando al frente poniendo el auto por fin en marcha. El ambiente no fue llenado por ningún otro sonido que no fueran los del exterior, sin embargo, agradecí que así fuera.
—¿Emma? —había hablado demasiado pronto.
—¿Si? —respondí sin mirarle, aunque podía sentir su mirada atenta sobre mí.
—¿Podrías hacer una breve parada en la panadería?
—¿Y qué vas a comprar? Mi madre nos ha dejado el desayuno y el almuerzo listos.
Zayn sonrió abiertamente mostrando sus blancos dientes.
—¿Eres realmente inocente o solo finges?
—¿Cómo?
—Compraré una caja más de cigarrillos ¿satisfecha?
Apreté el volante hasta que mis nudillos se tornaron blancos por la presión. ¿Cómo era posible que se hubiera acabado una que había comprado solo un par de días atrás?
—Tienes cinco minutos —le dije al momento que me estacionaba justo al frente del local.
Observé a través de la ventanilla del auto como la silueta de Zayn se perdía detrás de la puerta de la panadería y pensé que no quería esperar en el auto como si se tratase de su chofer. El local estaba lleno pero aun así me las arreglé para poder ver la vidriera de los dulces, y aprovechando la ocasión pedí un par de ellos para llevar.
—¡Emma!
Giré mi cuerpo hasta encontrarme con el emitente de mi llamaba, no me hizo falta verle para reconocer de quien se trataba, ya lo sabía con anticipación, pero aun así me había sorprendido.
—¡Edward, llegaste! —exclamé realmente feliz lanzándome a su cuello para darle un abrazo—. ¿Cuándo llegaron?
—Ayer por la noche —sonrió radiante, con la misma sonrisa de niño que Alice y yo conocíamos a la perfección.
Ciertamente, conocí a Edward casi al mismo tiempo que conocí a Alice, y desde ese entonces también se había vuelto parte de nuestro grupo, siendo ahora tres. El chico me miró con sus ojos azules intensos y me sonrió por segunda vez.
—Me ha ido de maravilla, como me gustaría que conocieras Grecia también, te habría encantado estoy seguro.
—Si con las fotos logré enamorarme, habría terminado cansándome con el país si lo hubiese visitado —reí porque era cierto, Grecia sin duda era uno de los países que más me atraían y Edward claramente lo sabía.
—Por otro lado he traído recuerdos.
—¡Oh me muero por verlos!
—Tengo los tuyos y los de Alice en casa, cuando quieras pasa por ellos.
—Iré lo antes posible para tomar los mejores —solté una risilla maliciosa aunque solo estaba bromeando.
—El verano te ha sentado bien.
Abrí la boca para responder pero fui interrumpida abruptamente.
—¿No me presentaras a tu novio Emma? —escuché la voz de Zayn a mis espaldas, en ese característico tono donde no logras descifrar alguna pizca de emoción que lo delate.
Cerré mis ojos con fuerza y suspiré apesadumbrada.
—Que gracioso —sonreí con amargura—, Edward, él es Zayn el estudiante de intercambio y Zayn él es Edward, mi mejor amigo.
—Oh claro —dijo Edward, extendiendo su mano—, mucho gusto.
—Igualmente —contestó Zayn estrechando brevemente la mano de mi amigo para luego darse la vuelta y salir del local, dejándome anonada.
—Te juro que no lo soporto —acoté sin poder disimular la angustia que se filtró en mi voz.
—Se ve que tiene un carácter de perros, lo mejor es que lo ignores antes que termines por perder la cabeza —bromeó.
—Eso hago, eso hago.
Edward me envolvió en un abrazo otra vez y depositó un beso en mi coronilla.
—Bien, será mejor que nos vayamos, en unos minutos comenzaran las primeras clases. Te veré ahí.
Asentí.
—Te veré allí.
Cuando llegué a mi auto, Zayn estaba recostado en el capo dándome la espalda.
—Tardaste más de cinco minutos —murmuró, refiriéndose a lo que yo le había dicho, tan bajo que apenas pude oírle.
—Pues es mi auto después de todo, puedo tardarme lo que quiera.
*
Llegamos justo cuando la campana estaba sonando por los pasillos, por lo que ambos corrimos en direcciones opuestas para encontrar nuestros respectivos salones de clase. Cuando doblé la esquina del segundo piso me choqué de bruces con Zayn, ninguno de los dos dijo nada mientras que seguíamos en camino con pasos acelerados, justos esa vez. Pues claro, había olvidado por completo que era viernes de Química, lo que sindicaba clases con la presencia de Zayn.
La profesora Dallas ya se encontraba en el salón, al vernos entrar exhaustos y jadeantes por el esfuerzo no hizo más que fruncir el ceño y hacer un tosco ademan con la mano para permitirnos pasar. Ocupé la primera mesa junto a la ventana con vista al campus, Zayn corrió la silla contigua a la mía. Oh si, la profesora Dallas lo había asignado como mi compañero de prácticas.
Solo habían pasado unos quince minutos desde que la clase había comenzado cuando la directora Smith, una mujer bajita de cabello corto y negro anunció que la clase iba a ser cancelada por una convocatoria urgente con el profesorado del último curso.
—Pueden ir al campus y adelantar trabajo de sus próximas clases mientras se resuelve este problema —anunció, internamente reí ante la poca creíble acotación que había hecho. Nadie haría eso.
—No te preocupes por llevarme a casa a la salida. Me iré solo —dijo Zayn al momento que como los demás salía del salón de clases.
Bien, no había ningún problema para mí en realidad me sentó de maravilla.
—Emma ¡Emma!
Sentada bajo la sombra de un viejo árbol en el campus vi a Alice correr a mi dirección con su castaña cabellera siendo azotada por el viento, cuando me alcanzó se tumbó a mi lado respirando agitadamente.
—¡Adivina! —exclamó entusiasmada.
—Sabes que soy mala con eso de las adivinanzas.
—Inténtalo —suplicó con ojos de cachorro, sus ojos verdes me implorándome por un poco de esfuerzo.
—¿Conseguiste nuevas tiendas con rebajas?
Alice respiró hondo y se mordió el labio tratando fallidamente de contenerse.
—No se trata de eso... es sobre Harry.
Puse los ojos en blanco sin poder evitarlo.
—Pensé que ese tema ya había quedado zancado.
—¿Y no podrías abrirlo nuevamente?
Escudriñé su rostro mirándola con desconfianza, cuando se trataba de chicos, Alice era realmente peligrosa.
—¿Qué ha pasado con él? —pegunté con tono monótono.
La chica a mi lado soltó un chillido de excitación, claramente feliz por mi forzado interés y continuó.
—Me ha invitado a salir.
Mis sentidos parecieron activarse después de haber escuchado lo que acababa de decir, mi espalda antes encorvada se enderezó y mis ojos entrecerrados se abrieron completamente sin importar los dolorosamente relucientes rayos del sol.
—¿Cómo? —exclamé, no lo podía creer—. ¿Y qué le has dicho?
Sabía que estaba perdiendo el tiempo, la respuesta estaba más que clara y ella misma se encargó de confirmarlo.
—¡Que sí!
—Sabes lo que pienso sobre esto y si tengo que volver a repetirlo lo haré.
—Emma —me reprochó, la ignoré.
—Harry es mi amigo y yo personalmente sé que es un buen chico... excepto cuando se trata de mujeres y eso ya tú lo sabes.
—Lo sé, pero tú también sabes que había estado esperando esto desde que comenzamos la secundaria, no podía solo negarme.
Sí, si que podía.
—Mejor cambiemos el tema —dije mirando como un par de hojas caían ante mi movidas por la fuerza del viento.
Por el rabillo del ojo vi la mueca de disgusto en el rostro de Alice y lamenté no apoyarla en ese momento pero no me parecía que Harry fuera el chico ideal para alguien que estaba buscando algo más que un revolcón de una noche.
—Vale — aceptó después de haber pasado un minuto—. Ayer cuando recién salía de la clase de matemáticas vi a Zayn en el salón de deportes y sabes... te parecerá imposible de creer pero tiene a todas las chicas comiendo de su mano.
Solté un bufido en respuesta. Cuando quise cambiar el tema me refinaría a uno agradable no a eso.
—Oh vamos Emma, tienes que admitir que es apuesto.
La miré boquiabierta.
—¿Y que con eso? Tendrías que pasar un día entero con él para que todo el encanto desaparezca como por arte de magia.
—Creo que estas siento exagerada.
—Estoy siendo honesta —corregí—. Él podrá ser muy apuesto o como quieran llamarlo, pero comparado con su genio toda esa belleza se reduce a una nimiedad.
—Yo creo que estas desaprovechando una oportunidad, llevas sola mucho tiempo.
—Eso no viene al caso...
—Por lo que estas de más de amargada —bromeó esquivando una bolita de papel que segundos antes le había lanzado.
Alice rio fuertemente y sin poder evítalo mas me uní a ella.