POR FA, ¡NO TE VAYAS!

By AnaMikeyla

69K 9.1K 2.1K

Los chismes no pueden faltar en una pijamada entre amigas. Cristina, Eleonora y Yuji lo saben muy bien. ¿A c... More

Presentación.
Capítulo 1: La Pijamada.
Capítulo 2: Highway to hell.
Capítulo 3: Defensoras de las causas perdidas.
Capítulo 4: Privilegiada.
Capítulo 5: La vida fuera de las redes sociales
Capítulo 6: Triángulo de zorras
Capítulo 7: Velada bajo las estrellas.
Capítulo 8: Cita.
Capítulo 9: La Corazonada.
Capítulo 10: Ese vestido rojo.
Capítulo 11: Yuji.
Capítulo 12: Una bandita.
Capítulo 13: Eleonora.
Capítulo 14: Aprendiendo.
Capítulo 15: Lightning
Capítulo 16: Un simple beso.
Capítulo 17: Acuerdo.
Capítulo 18: La decisión correcta.
Capítulo 19: Un buen día de playa.
Capítulo 20: Te quiero.
Capítulo 21: Primera cita.
Capítulo 22: Último día en el infierno.
Capítulo 23: Hoy no.
Capítulo 25: No quiero.
Capítulo 26: La promesa.
Capítulo 27: ... es mejor.
Capítulo 28: Momentos mágicos.
Capítulo 29: Libertad.
Capítulo 30: Porfa, no te vayas.

Capítulo 24: Miedos.

1.4K 242 91
By AnaMikeyla



Lachlan me ha invitado a su casa y me siento sumamente emocionada porque iremos a cenar en compañía de su tío. Lo conoceré un poco más y eso me entusiasma.

Cada vez que encuentro algo nuevo en él, me gusta más.

¿Estoy obsesionada con Lachlan?

Quizá.

Es adictivo.

Es diferente.

Es impresionante y único.

Cada cosa que hace, cada cosa que dice...

Simplemente me encanta.

Todo en mi cabeza se mantiene en un perfecto estado de impaciente emoción, hasta que una llamada de Eleonora entra a mi teléfono celular.

—Lo estoy viendo.

—Ajá... ¿de qué hablas? —pregunto.

—¡Lachlan! Lo estoy viendo. De nuevo está hablando con esa miss universo.

Siento un pinchazo en mi corazón.

—¿Solo hablan? —pregunto.

—Sí, solo eso. No veo indicios de algo más, pero están juntos y eso es lo que me preocupa. ¿Te ha dicho algo sobre estos encuentros?

—No me ha dicho nada, pero quizá tiene asuntos pendientes con ella, es decir, estuvieron juntos mucho tiempo y...

—No te confíes, amiga. Yo pienso que sí oculta algo, de lo contrario, ya te hubiera comentado que la está frecuentando. Yo, tu amiga del alma, simplemente lo he visto dos veces, pero, ¿en realidad cuántas han sido? Esto es en público y frente a mí, ¿cuántas veces se han encontrado en lo privado? Son muchas dudas y algo no encaja.

—Ely, no me hagas esto ahora, por favor —ruego acongojada.

—Amiga, te estoy salvando el culo. Créeme que la única que me importa, eres tú.

Gruño hacia el cielo, dejándome caer sobre el sillón rosa de mi habitación.

—Confío en Lachlan —aseguro titubeante.

—Está bien, yo cumplo mi parte con avisarte. Te amo y realmente espero que no sea nada.

—Gracias, amiga.

—Admiro tu valentía y tu gran capacidad de confianza. Yo estaría loca en tu lugar, enfrentándolo como una fiera desquiciada.

—A veces las cosas pasan por algo.

—Bueno, continúa arreglándote para tu cita con el impostor.

—No es un Among us, Ely. No lo llames así.

—Te amo, byeeeee.

Demonios.

Detesto esto.

Odio cómo la semilla de la duda se siembra en mí, pero la dejo así tal cual: enterrada.

Está decidido, esta noche la disfrutaré.

No puedo estar a merced de los demás. Si Lachlan o cualquier otra persona decide lastimarme, está en ellos y no en mí. No puedo amargarme la existencia por algo que no queda en mis manos, así que intentaré aventarlo en uno de los cajones más escondidos de mi conciencia y disfrutar el momento, porque para eso estamos en el mundo, para aprovechar cada instante.

*

Me abre la puerta de su auto y eso me gusta, pues recuerdo que al principio no había esperanzas de que lo hiciera y ahora nace de él, sin yo habérselo pedido alguna vez. Esa es la mejor parte.

Pero mi felicidad se opaca por un segundo cuando recuerdo la llamada de Eleonora.

Tranquila, Cristina.

Él está contigo, eso es lo importante.

—¿En qué tienes ocupada la cabeza?—me pregunta, conduciendo hacia su casa.

—Nada en especial —digo pronto.

—No sé si eres muy mala para mentir o es que ya te conozco lo suficiente para darme cuenta de que no estás siendo honesta. Anda, dime, ¿qué tienes?

—Estoy bien, Lach —intento decir más relajada.

—¿Sabes? Me gustaría que confiaras en mí, pero no es algo que te voy a pedir que hagas.

Mi pecho se aprieta, me preocupo.

—¿Por qué?—suelto con temor a su respuesta.

—Porque la confianza no es una de mis cualidades, y no te pediré algo que yo aún debo trabajar.

—Yo confío en ti, ¿qué te hace a ti desconfiar de mí?

—No desconfío de ti, Cristina. Es un tema general, se me complica confiar en las personas.

—Algo debió detonarlo, ¿qué fue?

Él se lo piensa.

—Mi padre.

Guardo silencio un momento, su sinceridad se siente pesada y golpeada.

—No hablas sobre él...

—Y no lo haré. No vale la pena, no le daré importancia a tan poca cosa.

—Si te lastimó lo suficiente como para evitar que confíes en las personas, quiere decir que no es poca cosa.

Él baja la velocidad casi en su totalidad debido a un tope y me mira sin expresión en el gesto.

—No le daré importancia a ese hombre, Cristina.

—Está bien.

Me encojo de hombros.

No insisto, él no quiere hablar sobre eso y yo lo respetaré.

—¿Qué habrá para cenar?—pregunto sonriente, sosteniendo su pierna con la palma de mis manos.

Él observa mi agarre por un segundo antes de que un trago atraviese su garganta y me doy cuenta de que mi acción lo ha puesto en jaque. Las retiro sutilmente, sosteniéndome de las agarraderas del frente.

—Realmente, no lo sé. Te confieso que todo lo ha hecho Raúl.

—¿Raúl?

—Vivo con él. Es un muy buen amigo de mamá al que siempre he considerado como a un tío, incluso puedo llegar a decir que ha sido mi padre todo este tiempo.

—Qué bonito —suelto sonriente, enternecida—. Jamás he tenido algo así, pero ha de ser increíble que alguien se preocupe por ti simplemente porque eres tú.

—Tus amigas hacen ese trabajo.

—Es verdad —suelto sonriente.

Llegamos a esa pequeña casa playera. A simple vista, me agrada. Parece acogedora y lo compruebo en cuanto pongo un pie adentro. Hay fotografías de muchas personas, pero especialmente de Lachlan. Es curioso, pues se nota que Raúl se encuentra muy orgulloso de él y me alegra descubrir que parece estar en buenas manos, es decir, los rumores siempre han dicho que Lachlan está solo, pero hoy compruebo que no es así.

—¡Hey, cabezón! Has llegado.

Lachlan suelta un fuerte suspiro y ambos enfocamos la vista hacia la puerta trasera de spring, por donde entra ese hombre de mediana edad muy bien conservado, usando unos pantalones cortos y una delgada camisa desabotonada.

—Segundo uno y ya me estás avergonzando —reclama Lach sutilmente.

Su tío me observa con una radiante sonrisa.

—Oh, lo siento. Pensé que...

—Te dije que iría por ella antes de venir —le recuerda el chico despeinado.

A decir verdad, viéndolos tan de cerca, ambos tienen un gran aire. Mismas vibras, mismas ropas. Igual de relajados y una mirada honesta. Es como si viera a Lachlan un par de años más lejos.

—Cristina, mucho gusto —digo extendiendo mi mano con una amplia sonrisa.

—Me alegra por fin conocerte, Cris, este cabezón me ha hablado tanto sobre ti, que siento que ya lo sé todo. Yo soy Raúl.

—Compórtate —advierte Lach en un gruñido.

—¿Te gusta el aguachile? ¿Te ofrezco algo de tomar? ¿Agua, soda, cerveza ?

—Por supuesto, y una cerveza está bien, gracias —digo y Lachlan me observa con divertido asombro—. ¿Qué?

—¿Tomarás cerveza? Pero si tú eres una menor de edad que prefiere Champagne y vino rosado.

—Lo soy, pero eso no significa que no tome cerveza.

—Bienvenida a mi mundo, bonita.

No creo poder acostumbrarme a esto nunca.

Mis mejillas se colorean y enfoco a su tío un segundo poco antes de esconder la mirada contra el suelo porque realmente me avergüenza que me llame así frente a él. No porque sea malo, sino porque... sí.

No puedo explicarlo.

Solo me intimida.

—¿También quieres una, bonito?—se burla Raúl mientras se conduce hacia la nevera por las bebidas.

—Oh, cállate, pelos de elote —responde Lachlan con fastidio.

Su tío suelta una contagiosa risa desde la cocina mientras Lach me conduce hacia un comedor con sombrilla que descansa en el patio trasero. Hay una tira de focos que cuelgan desde una esquina hacia la otra y un par de luces navideñas en el árbol que adorna justamente el centro del pequeño terreno.

—Entonces, ¿eres hija de Paul? —pregunta Raúl, dejando las cervezas sobre la mesa para después tomar asiento con su peculiar y amistosa sonrisa risueña.

—Sí, esa soy yo.

—Te confieso que estoy celoso de él.

Lachlan bufa.

—¿Por qué? —inquiero curiosa.

—No es por todas las mujeres que andan tras él, sino por este idiota —suelta señalando a Lachlan, quien instantáneamente lo pendejea con la mirada sin interrumpir el sorbo a su cerveza—. Desde que trabaja para él, casi no lo veo, y cuando estamos juntos, lo único que hace es hablar sobre tu padre. Es irritante.

Enfoco con curiosidad al dueño de mis ojos café favoritos.

¿Quién lo diría?

Sé que mi padre y él son ciertamente cercanos, pero desconozco a qué magnitud. Mi padre jamás me ha hecho verlo, es muy reservado con sus amistades y demás.

—No lo sabía —me atrevo a decir, agradeciendo que sirva en mi plato una porción de aguachile—. ¿Qué más puede compartirme para ampliar mis horizontes?

La plática se crea entre nosotros sin esfuerzo alguno. Es divertida, trivial, entretenida. Reímos mucho y nos mantenemos interesados en cada cosa que dice cualquiera de nosotros.

Raúl nos abandona por unos minutos y Lachlan empieza a jugar con su mano. Su mirada está fija sobre ella, se debate entre algo que cobra un poco de sentido cuando por fin se atreve a sujetar mi mano y aventarme una intensa mirada.

Muy intensa.

Es como si quisiera decirme algo importante, pero no puede encontrar la forma correcta de hacerlo.

Es seria, pero al mismo tiempo poderosa y profunda.

No le encuentro un significado y quiero saberlo.

Necesito saberlo, pero mis esperanzas caen hasta el suelo cuando él simplemente la desaparece. Ahora me mira como si fuera la cosa más bonita del mundo, y aunque también me gusta, me inquieta no saber qué es lo que pensó los segundos anteriores.

—Me alegra que estés aquí —me dice.

—Ahora parece que tú eres el que tiene la cabeza ocupada.

—Sí, la verdad es que sí —suelta con una sonrisa—. Pero ya decidí que no es momento de compartírtelo.

—¿No se supone que deberíamos decirnos todo?

—Mm, no. No es lo que se supone. A veces habrá cosas que guardaremos para nosotros y no está mal, Cristina. Nos estamos conociendo, vamos poco a poco.

Auch.

¿Sólo me dolió a mí?

Le miro con un toque de decepción.

—Si tú lo dices.

—¿Me compartirás lo que ronda tu cabeza?—me pregunta con una ceja en lo alto. Yo niego—. ¿Lo ves? No soy el único.

—¿Es una venganza?—cuestiono confundida.

—Para nada. Yo no soy vengativo, me parece el acto más estúpido e inmaduro que alguien puede cometer.

—¿Entonces qué está sucediendo?—suelto preocupada—. ¿Estamos bien?

Él sonríe.

—Por supuesto que estamos bien, bonita. ¿Qué te parece si mañana vamos a la ciudad? Puedo llevarte a comer a un buen restaurante y después a ver una película.

Me enfrasco en su mirada hasta que decido levantarme e ir rápidamente hacia él para sentarme sobre sus piernas y regalarle un suave beso, tan cálido como lo es la brisa de verano y tan lento como el tiempo me permita volverlo. Mi estómago siente esas mariposas mientras su lengua baila junto a la mía y no puedo evitar querer ir más rápido, más intenso. Sin embargo, la puerta de Spring chilla y sabemos que Raúl está cerca, así que terminamos el beso con una mirada que grita un enorme deseo compartido.

—Te quiero —susurro.

—Quédate aquí —solicita, refiriéndose a que permanezca sobre sus piernas.

—¿Jugamos dominó?—pregunta Raúl, sacudiendo la caja de madera entre sus manos.

—¡Por favor! —suelto con emoción.

Me encanta el dominó.

—Comerás polvo, ruquillo —dice Lach, palmeando mis piernas como si fueran un tambor.

El juego es divertido.

Yo gano dos partidas, Raúl cinco y Lach... bueno, no tuvo suerte esta noche.

—Es un error en la mátrix —dice mi chico cuando decidimos terminar el juego.

—Lo que digas, rey del dominó —ironiza Raúl.

Todos reímos, excepto Lachlan.

—He pasado una maravillosa noche con ustedes, muchas gracias —confieso cuando empezamos a levantar los trastes sucios de la mesa.

—No te despidas, tú y yo aún iremos a la playa —me dice Lach mientras camina hacia el bote de basura para botar las latas de cerveza que ingerimos—. ¿Necesitas algo? Alcanzaré la tienda abierta si nos vamos ya. —Se dirige a Raúl.

—Estoy bien, cabezón, gracias.

—Bien, entonces nos vemos más tarde.

—Gracias por todo, Raúl, un placer conocerte. Pronto vendré a la revancha de dominó.

—Te estaré esperando, Cris, y Lachlan nos hará la cena mientras debatimos la corona.

Río divertida.

—Acepto.

—Qué graciosos son.

Partimos y cuando subimos al UTV, mi celular se ilumina con la foto de Eleonora, lo que significa que estoy recibiendo una llamada de ella.

—¿Podrías esperar un poco?—le pregunto a Lach antes de que encienda el todoterreno, pues el ruido de su motor no me permitirá escuchar—. ¿Hola? Estoy con Lach, iremos a la playa...

—No veas instagram, ya voy por ti. Mándame tu ubicación.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—¡Mándame tu ubicación! Te explico en cuanto llegue.

Cuelga y me deja mirando la pantalla de mi celular con suma confusión.

—¿Qué quería?

—No tengo idea, dijo que... dijo que le mandara mi ubicación.

—¿La dejarás ser un mal tercio?—pregunta divertido.

—No sé a qué se refiere, me pidió que... —Lo miro y decido no decir nada—. ¿Te molestaría esperarla?

—No, pero sí prefiero pasar la noche a solas contigo.

—Vemos qué es lo que quiere y prometo correrla si es algo absurdo.

Él alza su puño y me pide que choque el mío contra el suyo con la mirada. Es su forma de hacer pactos.

—¿Te confieso algo? —suelto de repente para matar el tiempo de espera.

—Por favor.

—Mi mayor temor es que las personas que más quiero, se alejen, especialmente si vuelve a ser culpa mía, justo como sucedió con mamá. Creo que no podría ser lo suficientemente fuerte para soportarlo.

Él me observa un momento e intenta conectar conmigo. Lo logra, se nos da fácilmente el comunicarnos de manera especial a través de la mirada y se siente una plenitud que agradezco. Sólo él me permite tener algo más que una bandita ante mis peores pesadillas, es como una anestesia que me calma por completo.

—Me veo en la necesidad de volver a decir que lo que sucedió con tu mamá, no fue tu culpa. Las cosas pasan y nadie tiene la responsabilidad, creo fielmente en que nuestro destino ya está previamente escrito y si algo no sucede de una manera, de igual forma sucederá de otra. Está en ti trabajar para que los golpes de la vida no se sientan tan fuerte. Tú eres valiente, lo fuiste siendo una niña y continuarás siéndolo. Está bien tener miedo, pero es mejor ocuparte de ellos.

—¿Por qué siempre sabes qué decir?

Él se encoge de hombros.

—No siempre es así, pero me inspiro cuando estoy contigo. Sólo quiero lo mejor para ti.

Sonrío y siento el calor subir a mi rostro.

—¿Tú tienes algún miedo?—le pregunto.

Estoy segura de que no me dirá nada, pero no pierdo nada con intentar.

Y para mi sorpresa, lo hace.

Me responde.

—No ser suficiente. Me da miedo no llegar a ser suficiente.

Sonrío.

—Es gracioso, porque para mí, tú eres más que suficiente.

Mis palabras hacen que él alce la vista hacia mí, iniciando ese lazo entre miradas que se siente como la gloria misma. Esto amerita un beso y sé que ambos lo pensamos porque nos vamos acercando lentamente hasta que...

La puerta del rzr se abre y mi brazo es jalado por Eleonora.

—Vámonos de aquí —dice molesta, haciéndome bajar—. Y tú, hijo de perra, ¡aléjate de mi amiga!

—¿Qué?—suelta un Lachlan realmente confundido—. Esto es una broma, ¿cierto? —cuestiona saliendo del todoterreno y camina hasta quedar frente a nosotras.

—¿Qué te pasa?—le pregunto suavemente a Ely.

Ella me coloca a sus espaldas y mira a mi chico con profundo coraje. Mi pecho se oprime, batallo para respirar y ni siquiera conozco el motivo, yo solo siento miedo de lo que sea que esté sucediendo.

—Eres un maldito, ¡eres un cabrón! Y te juro que me encargaré de que mi amiga no vuelva a acercarse a ti.

—¿Estás drogada? ¿Qué mierda te sucede, Eleonora?

—¡Sabes perfectamente de qué estoy hablando! Y pronto también lo sabrá Cristina, así que olvídate de ella de una vez por todas. ¡Buenas noches, imbécil! ¡Nos vemos en el infierno!

Eleonora empuja mi débil cuerpo hacia su camioneta y yo no sé qué decir, no puedo hablar. Lachlan dice muchas cosas a nuestras espaldas, pero su voz se escucha lejana. No sé qué pensar ante la situación, mi cuerpo tiembla aterrado y un horrible sentimiento de angustia me invade por completo mientras subo a la Rav4.

¿Qué demonios está pasando?

Continuará

¡¡¡ÚLTIMOS CAPÍTULOSSSSS!!! 

Oh, oh.

¿Qué está sucediendo? Saquen sus apuestas.

Muchas gracias por leer🩵 no olviden dejar sus comentarios que me llenan de vida 🤩

Continue Reading

You'll Also Like

8.8M 705K 46
¿La típica historia de amor en donde el chico choca con la chica accidentalmente, se miran fijamente a los ojos y es amor a primera vista? Primer...
102K 17.2K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
98.1K 10.3K 45
Portada diseñada por @AleanellF Las decisiones nos hacen libres pero al mismo tiempo nos pueden atar a cadenas. Son siete sellos que fueron profanado...
16K 1.2K 42
"A pesar de todo tú siempre serás mi primer amor" Se conocieron muy pequeños, una amistad instantánea, un amor único e inigualable, mejores amigos...