Nene de la Rebelión

By AlisonOropeza20

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Clarisse Okada ha despertado los poderes malignos del Pandemonio de Bagra y ha desatado la destrucción sobre... More

¡No tan rápido, saltamontes!
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Capítulo I: En la Mansión Ashford
Capítulo II: Balas y Reencuentros
Capítulo III: La Historia del Área 11
Capítulo IV: Lloyd
¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo V: El Pendrive Misterioso
Capítulo VI: Formemos una Alianza
Capítulo VII: ¡Vamos al Digimundo!
Capítulo VIII: Tierra Dragón
Capítulo X: ¡Resiste, Taiki!
Capítulo XI: Flarerizamon
Capítulo XII: Una Nueva DigiXros - ¡Demonurumon Aparece!
¡Nos vemos en la FIL de Palacio de Minería!
Capítulo XIII: Un Golpe de Suerte
Capítulo XIV: El Ataque de Leviamon - ¡Defendamos a la Tierra Dragón!
Capítulo XV: El Mensaje de Clarisse
Capítulo XVI: Gamma
Capítulo XV: Los Secretos Ocultos de la Tierra Vampiro
Capítulo XVI: Te Necesito
Capítulo XVII: El Mensaje de BelleStarmon
Capítulo XVIII: ¡Un Disparo Milagroso!
Capítulo XIX: ¡Vamos al Castillo de NeoVamdemon!
Capítulo XX: El Siniestro Plan de Beelzebumon
Capítulo XXI: El Valor de Nuestra Amistad
Capítulo XXII: ¡DemonCrowkamon al Ataque! ¡Liberemos a la Tierra Vampiro!
Capítulo XXIII: Una Bienvenida Inesperada
Capítulo XXIV: Una Aparición Inesperada
Capítulo XXV: El Siniestro Plan de Belphemon y un Noble Sacrificio
Capítulo XXVI: Un Escape Exitoso - La Decisión de Belphemon
Capítulo XXVIII: Misión de Rescate
Capítulo XXVIII: ¡Es Hora de Digievolucionar!
Capítulo XXIX: Un Grito de Pureza y Valor
Capítulo XXX: Tentación Prohibida - ¡La Tierra Miel Será Nuestra!
Capítulo XXXI: Sigma
Capítulo XXXII: Artillería Pesada
Capítulo XXXIII: ¡Responde, Alfa!
Capítulo XXXIV: Nos Vemos Pronto + ¡Nos vemos en la FILCDMX!
Capítulo XXXV: Ataque en los Túneles
Capítulo XXXVI: El Ataque de Lilithmon - ¡Despierta, ShogunGekomon!
Capítulo XXXVII: La Drástica Decisión de Yuu
Capítulo XXXVIII: ¡Regresa, Airu!
Capítulo XXXIX: Los Ojos de Sigma + ¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo XL: ¡Ánimo, Airu!
Capítulo XLI: El Resurgir de Kiriha - ¡Resiste, Taiki!
Capítulo XLII: ¡Liberemos a la Tierra Cibernética!
Especial de San Valentín | Canción para un demonio
Capítulo XLIII: Los Juegos de Sephirotmon - ¿Dónde Estás, Takuya?
Capítulo XLIV: Primera Ronda - Meikramon Ataca
Capítulo XLV: La DigiMemory Corrompida
Capítulo XLVI: El Anciano Misterioso
Capítulo XLVII: El Secreto del Code Xros
Capítulo XLVIII : El Regreso de BelleStarmon
Capítulo XLIX: ¡Quiero Llegar al Último Nivel!
Capítulo L: El Rugido de Devikraomon - ¡Resiste, Takuya!
Capítulo LI: Beowolfmon VS Mervamon
Capítulo LII: El Mensaje de Minerva
Capítulo LIII: La Caída de Lucemon
Capítulo LIV: Bandos Divididos
Capítulo LV: La Señal Misteriosa
Capítulo LVI: Daemon
Capítulo LVII: La Caída de los Héroes
Capítulo LVIII: Corazones Destruidos y Horizontes Lluviosos
Especial de Halloween | Mi Salamandra
Capítulo LIX: Un Débil Rayo de Esperanza
¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo LX: Las Pruebas de Minerva - ¡Resiste, Entermon!
Capítulo LXI: La Revelación de Takuya
Capítulo LXII: ¡Ataca, Infermon!
Capítulo LXIII: La Caída del General
Capítulo LXIV: Victory Xros - El Surgimiento de GreyKnightmon
Capítulo LXV: La Corrupción de la Inocencia - ¡Vamos a la Tierra Brillo!
Capítulo LXVI: ¿Quién soy yo? - ¿Dónde está Ómicron?
Capítulo LXVII: La Ira del General Azul
Capítulo LXVIII: Conmigo, o en mi contra - La reunión de los Protectores
Capítulo LXIX: El aprendiz del aprendiz
Capítulo LXX: La reina Marianne y la caída del Protector
Capítulo LXXI: La despedida de Yuu
Capítulo LXXII: El Resurgimiento del Príncipe
Capítulo LXXIII: El Último Señor Demonio
Capítulo LXXIV: Hasta dar el último suspiro - ¡Derrotemos a Barbamon!
Capítulo LXXV: Razielmon
Capítulo LXXVI: Un Pacto del Corazón - ¡Vamos al Campo del Infierno!
Capítulo LXXVII : ¿De qué lado estás?
Capítulo LXXVIII : Ahora es tu turno
Capítulo LXXIX: El Principio del Fin
LXXX: Orange-kun

Capítulo IX: La Historia de Taichi

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By AlisonOropeza20


     Un Megadramon llegó al último momento para transportar a Taichi y a sus invitadas hacia algún punto oculto en el lado norte de la Tierra Dragón. Nene no pudo evitar seguir notando ciertas similitudes entre el lenguaje corporal de ese muchacho y la actitud natural de Zero. Eran tan parecidos que por un instante tuvo la impresión de que el alma de Zero había escapado de su cuerpo para alojarse en el de Taichi. Kira no podía dejar de conversar con él, como viejos amigos que se reencontraban luego de muchos años de distanciamiento. Aún cuando ella misma estaba consciente de que no podían considerarse a sí mismos como los mejores amigos del mundo. Después de todo, únicamente habían compartido la victoria de su propia batalla final contra Clarisse y Mastermon. Y aún así, eso le parecía suficiente a Kira como para poder sentirse cómoda estando a su lado. Tal vez aquello se debía a que los Héroes Legendarios poseían dentro de sí mismos la habilidad de formar parte del mismo círculo, aún cuando no hubiesen podido hacer migas antes de ese momento.

El Megadramon aterrizo luego de casi una hora de viaje. Taichi fue el primero en bajar, dando un salto y siendo seguido por Zero y Gabumon. Al estar en tierra firme, el muchacho sacudió un poco de polvo de sus hombros, ajustó su capa y le dirigió a Kira una sonrisa confianzuda para indicarle que podía bajar de igual manera. Ella lo hizo, llevando consigo a sus compañeras. Y a Diethard, quien se habría sentido como un extraño de no haber sido por la presencia de Nene. Fue un poco más complicado conseguir bajar a Zoe, pues la chica seguía convaleciente. Sparrowmon tuvo que salir del Xros Loader para transportar a la chica sobre su lomo. Al estar en tierra firme, Mervamon la tomó en sus brazos con delicadeza.

— ¿Dónde estamos? —preguntó Airu.

—En un sitio seguro —respondió Taichi—. O, al menos, lo seguirá siendo mientras nos demos prisa.

Nene se detuvo en seco durante un instante, junto con Diethard, mientras el resto siguió a Taichi hacia lo que parecía ser una cueva oculta entre un montículo de rocas y pequeñas pendientes. La chica se cruzó de brazos y mordió su labio inferior, considerando la idea de seguir por ese camino. Miró de soslayo a Diethard y dijo, con esa voz fría que Zero le contagió alguna vez:

—Puede ser que se deba a mi desconfianza por estar de nuevo en los Siete Reinos, pero... Hay algo en todo esto que no me gusta. Él intento atacarnos. Estoy segura de que él comandó el ataque de los Megadramon.

— ¿No confías en él? —inquirió Diethard.

—No lo sé... ¿Te has dado cuenta de lo mucho que su actitud asemeja a la de Zero?

—Algo me dice que no son más que apariencias. —Diethard rió sin una pizca de gracia y añadió—: Al final, Nene, tú eres quien mejor puede decir cuál será nuestro siguiente paso.

—Tienes razón... Sólo estemos alerta. Lo único que nos debe preocupar en este momento es encontrar a Zero. Si ese sujeto pretende retenernos aquí, será el momento de atacar.

Diethard asintió y ambos accedieron a alcanzar a sus amigos, que ya se habían adentrado en la cueva.

Caminar allí dentro era difícil gracias a la oscuridad tan profunda, y al olor del azufre que llegaba desde lo más profundo. Por fortuna, Taichi parecía conocer ese camino como la palma de su mano. Posiblemente se debía a que de alguna manera sabía el número exacto de pasos que debía dar en cada dirección, o tal vez era que sus gafas oscuras eran más que un simple accesorio. Sea como fuere, logró conducir a sus invitados hasta una laguna de magma en la cual el camino se volvía absurdamente estrecho. Tan era así que únicamente podían caminar dos de ellos, uno al lado del otro, y aún así el espacio parecía insuficiente. Airu se sintió un poco nerviosa al caminar a través de ese suelo tan frágil, especialmente cuando éste comenzó a cuartearse bajo sus pies. Tuvieron la suerte de poder llegar al otro extremo en una sola pieza. Incluidos Zero y Gabo. Taichi entonces tomó un madero del suelo y lo introdujo en el magma, construyendo así una pequeña antorcha que sirvió para iluminar el resto del camino.

— ¿Qué tan lejos está el refugio? —preguntó Kira.

—Casi hemos llegado —respondió Taichi—. Allí podrán recuperar sus energías y nos pondremos al tanto de nuestras historias. ¡Oh! Y antes de cualquier otra cosa, quisiera que ustedes hablaran con algunos de nuestros aliados. Yo me encargaré de establecer esa comunicación.

— ¿Aliados? —Preguntó Airu—. ¿De quiénes se trata?

—Ya lo verán —dijo Taichi—. Es increíble. Tenemos ya entrelazados todos los puntos de nuestra revolución, y el enemigo ni siquiera se lo espera.

—Creí que gran parte de los DigiDestinados ya habían sido eliminados —comentó Kira extrañada.

Taichi rió.

—Sí, algunos cayeron. Pero el resto... Kira, no tienes idea de lo sencillo es fingir una muerte. Aprendimos del mejor.

Le dedicó un guiño a la chica, que ella no pudo ver a causa de las gafas del muchacho, y siguió andando.

Nene frunció el entrecejo.

Falsificar los Datos de la muerte, pensó la chica. ¿Cómo fue que no lo pensamos antes...?

Al cabo de lo que pareció ser una eternidad, finalmente llegaron a un muro de piedra que marcaba el final del callejón sin salida. Airu se abrazó a sí misma entonces y Nene aferró con fuerza su Xros Loader, pensando que tal vez era el momento de revelar la trampa detrás de tanta hospitalidad. Taichi, sin embargo, se deshizo de los dos guantes de color negro que cubrían sus manos y se los entregó a Gabo, diciendo a sus amigos:

—Retrocedan. Un par de pasos serán suficientes.

Los demás obedecieron y observaron en silencio, e impactados, cómo Taiki colocaba su mano sobre el muro de piedra y dejaba al descubierto un luminoso panel holográfico que se activaba mediante el tacto. Diethard arqueó las cejas, sólo pensando en la tecnología de Britannia.

Taichi usó las puntas de sus dedos para activar las funciones del panel, apartando algunas cosas innecesarias y haciendo aparecer al centro un teclado numérico en el que tuvo que escribir una clave: 01081999. Un círculo de color verde apareció en el panel, justo en la parte superior donde dos círculos más de color negro esperaban a cambiar a color verde de igual manera. Acto seguido, en el panel apareció la leyenda:

Prueba de voz.

—Taichi Yagami —dijo él.

El segundo círculo de color verde apareció y en el panel hizo acto de presencia un escáner de color rojo. Taichi tuvo que retirar sus gafas momentáneamente y permaneció quieto mientras el reconocimiento ocular llegaba a su fin. El tercer círculo apareció entonces y una voz, femenina y mecánica, anunció:

Identificado. Yagami, Taichi. Acceso concedido.

El muro de piedra se levantó y el panel de desapareció, dejando libre el acceso a Taichi y sus amigos. El muchacho volvió a colocarse las gafas y se apartó, haciendo un ademán con el brazo derecho y diciendo:

—Después de ustedes.

Entrar al refugio fue similar a transportarse a otra dimensión donde todo parecía ser posible. Y eso, dicho en el Mundo Digital, ya era demasiado. No eran absoluto similar a un refugio subterráneo iluminado con antorchas y con paredes de piedra. En lugar de todo eso, se encontraban en un verdadero fuerte con paredes metalizadas, insonorizadas, perfectamente iluminado, amueblado... Y lo más importante: con rostros amigables de los Digimon que habían conseguido refugiarse allí.

— ¡¡Es Kira Yagami!!

La aludida reconoció a Impmon al instante. Corrió hacia él y se vio envuelta entre los saludos de todos esos Digimon, cuarenta o quizá un poco más, que quisieron darle el mejor recibimiento de la vida. Airu sólo se abrazó a sí misma con más fuerza e intercambió una mirada con Opossumon. Nene endureció mucho más la expresión de su rostro al detectar que ese refugio parecía haber diseñado justamente en el sacro imperio.

—Es similar a estar dentro de la base de operaciones de la Orden de los Caballeros Negros —comentó Diethard en voz baja.

Nene asintió.

—Es similar a volver a Britannia —respondió la chica.

—Al menos es un refugio —dijo Mervamon y Sparrowmon asintió—. No importa quién lo haya traído aquí. Ya hemos visto suficiente como para no sorprendernos ante absolutamente nada.

Taichi se tomó su tiempo para bloquear la puerta, utilizando nuevamente el panel holográfico. Acto seguido, se sacó la capa y la dejó sobre uno de aquellos sofás elegantes que adornaban el refugio. Gabo le devolvió los guantes y el chico volvió a colocárselos. Las gafas volvieron a su sitio.

— ¡Bienvenidos! —Anunció el muchacho—. ¿Les gusta? Hemos pensado en cambiar el color de las paredes.

—Todo esto es impresionante —respondió Kira cuando finalmente se libró de los Digimon, a excepción de un pequeño Yuramon que saltó para posarse en su cabeza—. Taichi, ¿cómo consiguieron este refugio?

—Fue sencillo, a decir verdad —dijo él encogiéndose de hombros—. Aparentemente, tenemos un aliado que puede alterar el código del Mundo Digital. Es algo un poco complicado.

— ¿Te refieres a Lloyd Asplund? —preguntó Nene con recelo.

— ¿Lloyd Asplund? —devolvió Taichi confundido—. No. Me refiero a nuestro amigo de la Tierra Cibernética. Es todo un genio. Supongo que Asplund es quien le da los datos necesarios y nuestro amigo se encarga de resolverlo todo. No estoy seguro de cómo funciona.

—Sea como sea, este lugar es inmenso —dijo Airu finalmente.

—Tenemos todo lo necesario para matar y sobrevivir —aseguró Taichi—. Es nuestro nuevo lema, llegado directamente desde el mando más alto de nuestra revolución. —Dio una palmada y añadió—: Estableceré el contacto. ¡Oh, casi lo olvido! —dijo tras haber visto que Mervamon aún cargaba con Zoe—. ¡Zero, asegúrate de que Swanmon se encargue de la chica herida!

—Sí, Taichi —dijo Zero y procedió a conducir a Mervamon a través de una puerta que se abrió por sí misma en cuanto ellos estuvieron a poco más de medio metro de distancia.

Taichi procedió a acercarse hacia el gigantesco ordenador oculto detrás de un par de pilares. Nene lo siguió, dejando a Airu en compañía de Kira.

— ¿Hay otros humanos en la Tierra Dragón? —preguntó la Idol.

Diethard la seguía como una sombra.

—A excepción de mí, no los hay —respondió Taichi—. Ellos... Fueron verdaderamente eliminados. —Explicó con el entrecejo fruncido, para luego relajar un poco su expresión y añadir—: Quienes quedamos con vida, hacemos todo lo posible para liberar a los Siete Reinos. El poder al que nos enfrentamos es muy grande como para que nosotros nos encargáramos de él. Estoy consciente de que yo mismo podría haber muerto si ustedes no llegaban nunca.

— ¿Nosotros? —inquirió Nene.

—Sí. Los estábamos esperando.

Nene no pudo decir más, pues al instante su mente comenzó a atar cabos. Todo fue gracias a que Taichi pulsó un par de botones en el teclado táctil del gigantesco ordenador para hacer aparecer el símbolo de Ophanimon en la pantalla. Acto seguido, tomó un pequeño micrófono y dijo con voz clara:

—Alfa, aquí Delta.

Suzaku, pensó Nene. Ahora todo tiene sentido.

Lo único que pudo escucharse durante un momento fue ruido blanco y un poco de interferencia. Taichi insistió.

—Alfa, aquí Delta. Responde.

La interferencia aumentó. El sonido era un tanto molesto al oído, pero fue lo suficientemente útil como para hacer que Kira, Airu y Mervamon, quien salió de aquella otra habitación tras dejar a Zoe en manos de Swanmon, se acercaran al ordenador. Teniendo a todo el grupo mirando por encima de su hombro, Taichi hizo el tercer intento.

—Alfa, aquí Delta.

La respuesta, casi como si el truco fuese llamar tres veces a Alfa, fue inmediata.

—Delta, aquí Alfa.

Era Suzaku Kururugi quien hablaba al otro lado de la línea.

—Alfa, tenemos visitas —informó Taichi—. Creo que a ti y a Beta les encantará saberlo.

— ¿De quién se trata? —inquirió Suzaku.

Como respuesta, Nene tomó el micrófono de las manos de Taichi y respondió:

—Alfa, soy yo.

Silencio.

Al no poder pensar en un nombre clave para Nene, Suzaku simplemente suspiró aliviado.

—Maldita sea... Creí que nunca escucharía tu voz. Al fin están ocultos, ¿no es cierto?

—Sí, hemos llegado al refugio de Delta —informó Nene, de nuevo experimentando el inusual cambio en su voz.

— ¿En dónde está Zero? —preguntó Suzaku.

Nene dudó durante un momento. Kira tuvo que tomar el control del micrófono para ahorrarle a Nene ese mal sabor de boca.

—Nos hemos separado de los demás —informó la chica—. Saldremos a buscarlos. También hemos detectado que uno de los nuestros está en poder del enemigo.

—Lo sabemos —respondió Suzaku—. Quienes sobrevivieron al Pandemonio de Bagra se encuentran ahora a merced de esa mujer... Nosotros hemos hecho todo lo posible para establecer contacto con ellos, pero es imposible. Ninguno de nuestros aliados puede entrar a las guaridas de los enemigos. Quien lo intenta, es eliminado.

—Bueno, nosotras estamos aquí para cambiar eso —dijo Kira decidida—. Volveremos a contactarlos pronto. Por ahora, sólo resistan un poco más. Nos reuniremos pronto.

—Así será.

La comunicación se cortó de golpe. El símbolo de Ophanimon desapareció de la pantalla. Kira y Nene intercambiaron una mirada.

—Taichi, tenemos que buscar a nuestros amigos —dijo Nene resuelta—. Ellos están en otro punto, aquí mismo. En la Tierra Dragón.

—En ese caso, la noche es el mejor momento para salir —informó Taichi—. Yo las acompañaré.

— ¿Por qué no vamos ahora? —urgió Nene.

—Porque por el día es más fácil ser vistos por el enemigo, y no estamos en las mejores condiciones como para permitir que nos descubran —explicó Taiki—. Confía en mí. Partiremos al atardecer y podrán reunirse con sus demás compañeros.

Nene no tuvo más opción que aceptar a regañadientes.

—Mientras eso pasa, tal vez puedas darnos algunas explicaciones —sugirió Kira al muchacho—. La historia de lo que ocurrió aquí, para empezar.

Taichi suspiró y condujo a sus invitados hacia un sofá. Les indicó que tomaran asiento y procedió a buscar bebidas en un minibar. Al finalizar sus deberes de anfitrión, tomó asiento frente a la comitiva y se sacó las gafas para dejarlas sobre la mesa redonda del centro. Al estar apartadas de la cabeza del chico, las gafas parecían ser un accesorio común y corriente. Zero y Gabo se colocaron a cada lado de él, tras haberse asegurado que el resto de los Digimon refugiados no interrumpirían la conversación. El insistente Yuramon que iba sobre la cabeza de Kira fue el único que se negó a apartarse.

—No estoy seguro de quién fue el que me llamó para venir a este mundo —comenzó a decir Taichi—. Al principio creí que se trataba de Ophanimon, pero me di cuenta al instante de que era una fuerza mucho mayor a cualquiera que yo conozca.

— ¿Alguno de los Tres Grandes Ángeles, tal vez? —sugirió Kira.

Taichi negó con la cabeza.

—Cuando el Pandemonio de Bagra ocurrió, yo estaba en mi propio mundo. En mi habitación, haciendo cualquier cosa. Entonces escuché la explosión y los cristales de las ventanas se partieron en mil pedazos. Salí a la calle para ver lo que ocurría y... Todo es confuso, ¿saben? Lo único que recuerdo es que vi esa... nube. Una nube de destrucción, de color rojo. Avanzaba desde el horizonte y cubría todo a su paso. Los aparatos electrónicos dejaron de funcionar las personas que quedaban atrapadas en la nube... —Sacudió su cabeza para deshacerse de esas imágenes aterradoras y continuó—: La única manera de sobrevivir a la nube de destrucción era estar bajo tierra. No sé por qué lo pensé. La idea simplemente vino a mí. Me oculté en el estacionamiento subterráneo de un centro comercial y esperé a que todo pasara. Cuando salí, la ciudad ya no existía. No había nada. Absolutamente nada. Volví a casa y vi que todo había quedado vacío. Muerto. Ni siquiera aprecía que algo hubiese vivido allí alguna vez. Las calles estaban cubiertas de cadáveres incinerados y todos los edificios fueron destruidos. Los aparatos electrónicos no volvieron a encender y el cielo se tiñó de color rojo. Fue algo... horrible. Y repentino.

— ¿Cómo llegaste al Mundo Digital? —preguntó Nene.

Taichi suspiró de nuevo.

—Cuando estaba de nuevo en casa, el ordenador se encendió por su propia cuenta y una voz que salió de él me dijo que tenía que venir a este mundo. Dijo que las cosas en el Mundo Digital eran mil veces peores que el alcance que tuvo el desastre en el Mundo Real.

—Cuando ocurrió el Pandemonio de Bagra, todo el Mundo Digital fue corrompido —explicó Gabo, llamando la atención de los presentes—. Muchos Digimon murieron cuando la oscuridad cubrió los cielos. Pero cuando sucedió la explosión, se extinguieron muchos más. No había nada y los pocos que sobrevivimos, por suerte o por una maldición, quedamos suspendidos en un limbo. No había cielo ni había tierra, y todo era oscuro. Otros perecieron en ese momento, pero los Datos no pudieron ir a ningún lado. Solamente los vimos desaparecer. Y al poco tiempo, algo cambió en el ambiente. Yo... no puedo explicarlo. De un momento a otro, el cielo y la tierra aparecieron de nuevo.

—Quien causó el Pandemonio de Bagra también provocó que el Mundo Digital se regenerara a sí mismo, siendo influenciado por su propia oscuridad —continuó Zero—. Fue así como surgieron los Siete Reinos. Cada uno fue conquistado por siete demonios muy poderosos.

—Los Siete Señores Demonio —dijo Taichi con aire sombrío.

Un escalofrío recorrió a Kira, Nene, Airu y compañía.

—Cada uno de ellos rige los Siete Reinos —asintió Gabo—. Pero sólo sabemos quién es el soberano de la Tierra Dragón. Leviamon.

—No sabemos nada con respecto a las otras tierras —dijo Zero—. La ignorancia es la única manera de mantenernos ocultos.

— ¿Por qué? —inquirió Airu.

—Porque si hablamos acerca del enemigo al que nos enfrentamos, delataremos nuestra posición —dijo Taichi—. Para avanzar al siguiente reino, tenemos que derrotar a Leviamon.

—Las fuerzas divinas del Digimundo acudieron en nuestra ayuda para pedir a nuestros amigos humanos que nos ayudaran a defendernos —continuó Gabo—. Llamaron a tres DigiDestinados, del grupo de aquellos que aún estaban con vida, para que defendieran cada reino.

—Yo fui llamado para defender la Tierra Dragón —explicó Taichi—. Era mi misión, junto con otros dos DigiDestinados. Ikuto Noguchi y Kenta Kitagawa.

—Pero ellos fueron eliminados —afirmó Kira.

Taichi asintió.

—Taichi es el único que ha logrado sobrevivir —dijo Gabo.

—Nosotros sabíamos que ustedes llegarían en algún momento —continuó Taichi, dirigiendo su mirada únicamente hacia Kira—. Esa voz me lo dijo. Dijo que sólo podemos vencer a los Siete Señores Demonio uniendo nuestros poderes con fuerzas desconocidas para nuestros enemigos.

—Con los Knightmares de Britannia —sugirió Mervamon—. Ahora todo tiene sentido. Es por eso que tú estás en contacto con Kururugi.

—Y utilizan los nombres clave por la misma razón —razonó Airu—. Pero, ¿quién es Beta? ¿Y quiénes están en los otros reinos?

—Beta es la compañera de Alfa —explicó Taichi—. Son ellos quienes nos guían en esta batalla, pues son los únicos que se comunican con Omega. Y es Omega quien se encarga de enviarnos todo esto —añadió señalando el refugio entero con un ademán de la cabeza—. Pero también sabemos que Omega sólo está siguiendo instrucciones.

— ¿Has visto a Alfa y a Beta con tus propios ojos? —Preguntó Nene, Taichi negó con la cabeza—. Entonces, ¿no conoces al resto de quienes defienden los otros reinos?

—Sólo conozco sus nombres clave —dijo Taichi—. Gamma está en la Tierra Vampiro. Kappa está en la Tierra Miel. Sigma, nuestro amigo de la Tierra Cibernética. Lambda está en la Tierra Oro. Épsilon está en la Tierra Cañón. Omicron está en la Tierra Brillo. Y yo, Delta, en la Tierra Dragón. Después tenemos a Omega. Y por último están Alfa y Beta, en el Campo del Infierno.

—Y el Campo del Infierno parece que será el escenario de nuestra batalla final —dijo Kira decidida—. Supongo que lo que debemos hacer ahora es encontrar a nuestros amigos, rescatar al prisionero y derrotar a Leviamon para ir a la Tierra Vampiro y reunirnos con Gamma antes de que sea demasiado tarde.

—Lo realmente difícil de ese plan es vencer a un Señor Demonio si no poseemos el poder de un Digimon ángel —dijo Nene—. Pero... Podemos hacerlo. Sólo necesitamos reunirnos con los demás.

Kira asintió y compartió con Nene una sonrisa de complicidad.

Taichi les dedicó la misma de sonrisa, detectando en Nene un valor similar al que Kira poseía de manera natural.

—Taichi, ¿podemos descansar aquí mientras llega el momento? —preguntó Kira.

—Seguro —asintió él—. Vayan a refrescarse y nosotros les daremos un banquete de bienvenida. También intentaré contactar con Gamma para pedirle que resista un poco más.

Dicho aquello, todos se levantaron de los sofás. Taichi se apartó del grupo y Gabo se acercó a las chicas para conducirlas hacia la zona de descanso. Nene, sin embargo, echó la cabeza hacia atrás y suspiró con pesadez para luego decir:

—No me siento bien... ¿Por qué no van ustedes a ver a Zoe? Yo iré en un momento.

— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Kira.

—Sí —respondió Nene encogiéndose de hombros—. Sólo quiero relajarme un poco. No puedo dejar de pensar que Lelouch corre peligro. La impotencia me volverá loca si no consigo distraerme con cualquier cosa.

—Ellos estarán bien —aseguró Mervamon.

—Eso creo... Sólo vayan con Zoe. Yo las alcanzaré después.

—Puedes darte un baño —sugirió Zero—. Tenemos agua caliente y ropa limpia.

Nene sonrió con calidez.

—Eso suena de maravilla.

La chica se alejó en compañía de Gabo, estirando los brazos por encima de su cabeza y sin poder dejar de pensar en la idea de que Lelouch pudiese estar necesitándola justo en ese momento. Intentó pensar positivo, pero le fue imposible. Y eso no le pasó desapercibido a Kira. La chica intentó seguir a Nene para consolarla de alguna manera, pero Taichi la detuvo cuando dijo en voz alta:

—Kira, hay algo que quiero darte.

La chica miró en esa dirección. Sintió que se desmayaría en cuanto se dio cuenta de lo que Taichi tenía en las manos. El muchacho entregó ese objeto en manos de ella sin dar más rodeos.

Un par de gafas de aviador.

— ¿Qué es esto? —Preguntó la chica—. ¿Por qué quieres dármelas?

—Porque tú no tienes unas —dijo él dedicándole un guiño.

—Pero...

—Sólo acéptalas. No son mías.

— ¿Qué?

—No te daría las mías, ni aunque mi vida dependiera de ello —dijo el chico entre risas.

—Entonces, ¿de dónde...?

—Digamos que es un obsequio que alguien dejó para ti. Creo que si las miras bien, te darás cuenta de quién las ha dejado. Ahora iré a contactar a Gamma. Ve a descansar, lo necesitarás para esta noche.

Kira sólo miró al chico alejándose y pasó a observar las gafas, que reconoció al instante. Las aferró con fuerza a la altura de su corazón, pensando en el destino que el anterior dueño pudo haber tenido. Especialmente por aquella pequeña mancha de sangre que resaltaba en uno de los cristales.

— ¿Qué es eso, Yagami? —preguntó Airu.

Kira la miró durante una fracción de segundo y le mostró las gafas, diciendo:

—Unas gafas de aviador.

Y guardó silencio, colocándose las gafas al cuello sin atreverse a usarlas en la cabeza tal y como debía hacer. Después de todo, muy en el fondo se sentía indigna. ¿Cómo podía estar usando las gafas de su padre, siendo que ella misma había permitido que el Mundo Digital terminase tan destruido a pesar de saber que debía evitarlo?

O, quizá lo que en ese momento ella pensaba era: ¿Esas gafas realmente le pertenecían a su padre, o tal vez se trataba de que la Brecha Dimensional estaba cada vez más destrozada? Era difícil saberlo.

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