Capítulo IX: La Historia de Taichi

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     Un Megadramon llegó al último momento para transportar a Taichi y a sus invitadas hacia algún punto oculto en el lado norte de la Tierra Dragón. Nene no pudo evitar seguir notando ciertas similitudes entre el lenguaje corporal de ese muchacho y la actitud natural de Zero. Eran tan parecidos que por un instante tuvo la impresión de que el alma de Zero había escapado de su cuerpo para alojarse en el de Taichi. Kira no podía dejar de conversar con él, como viejos amigos que se reencontraban luego de muchos años de distanciamiento. Aún cuando ella misma estaba consciente de que no podían considerarse a sí mismos como los mejores amigos del mundo. Después de todo, únicamente habían compartido la victoria de su propia batalla final contra Clarisse y Mastermon. Y aún así, eso le parecía suficiente a Kira como para poder sentirse cómoda estando a su lado. Tal vez aquello se debía a que los Héroes Legendarios poseían dentro de sí mismos la habilidad de formar parte del mismo círculo, aún cuando no hubiesen podido hacer migas antes de ese momento.

El Megadramon aterrizo luego de casi una hora de viaje. Taichi fue el primero en bajar, dando un salto y siendo seguido por Zero y Gabumon. Al estar en tierra firme, el muchacho sacudió un poco de polvo de sus hombros, ajustó su capa y le dirigió a Kira una sonrisa confianzuda para indicarle que podía bajar de igual manera. Ella lo hizo, llevando consigo a sus compañeras. Y a Diethard, quien se habría sentido como un extraño de no haber sido por la presencia de Nene. Fue un poco más complicado conseguir bajar a Zoe, pues la chica seguía convaleciente. Sparrowmon tuvo que salir del Xros Loader para transportar a la chica sobre su lomo. Al estar en tierra firme, Mervamon la tomó en sus brazos con delicadeza.

— ¿Dónde estamos? —preguntó Airu.

—En un sitio seguro —respondió Taichi—. O, al menos, lo seguirá siendo mientras nos demos prisa.

Nene se detuvo en seco durante un instante, junto con Diethard, mientras el resto siguió a Taichi hacia lo que parecía ser una cueva oculta entre un montículo de rocas y pequeñas pendientes. La chica se cruzó de brazos y mordió su labio inferior, considerando la idea de seguir por ese camino. Miró de soslayo a Diethard y dijo, con esa voz fría que Zero le contagió alguna vez:

—Puede ser que se deba a mi desconfianza por estar de nuevo en los Siete Reinos, pero... Hay algo en todo esto que no me gusta. Él intento atacarnos. Estoy segura de que él comandó el ataque de los Megadramon.

— ¿No confías en él? —inquirió Diethard.

—No lo sé... ¿Te has dado cuenta de lo mucho que su actitud asemeja a la de Zero?

—Algo me dice que no son más que apariencias. —Diethard rió sin una pizca de gracia y añadió—: Al final, Nene, tú eres quien mejor puede decir cuál será nuestro siguiente paso.

—Tienes razón... Sólo estemos alerta. Lo único que nos debe preocupar en este momento es encontrar a Zero. Si ese sujeto pretende retenernos aquí, será el momento de atacar.

Diethard asintió y ambos accedieron a alcanzar a sus amigos, que ya se habían adentrado en la cueva.

Caminar allí dentro era difícil gracias a la oscuridad tan profunda, y al olor del azufre que llegaba desde lo más profundo. Por fortuna, Taichi parecía conocer ese camino como la palma de su mano. Posiblemente se debía a que de alguna manera sabía el número exacto de pasos que debía dar en cada dirección, o tal vez era que sus gafas oscuras eran más que un simple accesorio. Sea como fuere, logró conducir a sus invitados hasta una laguna de magma en la cual el camino se volvía absurdamente estrecho. Tan era así que únicamente podían caminar dos de ellos, uno al lado del otro, y aún así el espacio parecía insuficiente. Airu se sintió un poco nerviosa al caminar a través de ese suelo tan frágil, especialmente cuando éste comenzó a cuartearse bajo sus pies. Tuvieron la suerte de poder llegar al otro extremo en una sola pieza. Incluidos Zero y Gabo. Taichi entonces tomó un madero del suelo y lo introdujo en el magma, construyendo así una pequeña antorcha que sirvió para iluminar el resto del camino.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now