Capítulo III: La Historia del Área 11

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     La tensión podía cortarse con un cuchillo.

Cornelia y Nene se miraban la una a la otra como si se hubiesen detestado durante toda la vida. Si Nene lo hubiera deseado, habría activado el poder de su Geass para ordenarle a Cornelia que cometiera un suicidio volándose la cabeza con el arma que tenía en las manos. Tener enfrente a la Gobernadora General era más que suficiente para que los recuerdos de Nene comenzaran a transformarse en sonidos lejanos y vívidas ilusiones. Lelouch tomó la iniciativa.

—Todos bajen las armas —ordenó el muchacho con la voz de Zero—. No llegaremos a ningún lado si seguimos así.

Oggi y Diethard acataron la orden al instante.

Cornelia y Nene no dejaban de mirarse y de derramar odio.

— ¡Cornelia! ¡Ya has escuchado! ¡Ellos son nuestros invitados!

La voz de Schniezel llegó del mismo sitio de donde habían salido Nene y Lelouch.

Resignada, Cornelia retrocedió un par de pasos y guardó su arma. En sus ojos se reflejaba la indignación. Schniezel se acercó al grupo caminando a paso lento, seguido por Villeta que parecía estar cumpliendo el rol de guardaespaldas. El hombre rubio le dedicó a Nunally una fugaz mirada antes de centrar su atención en Kira. La chica de los ojos marrones aún no conseguía detener el sangrado de su herida.

—Villeta, encárgate de que esta señorita reciba atención médica, así como ese chico rubio y quien sea que esté herido —ordenó Schniezel—. Luego lleva al resto a sus habitaciones. Dales una muda de ropa limpia y que tomen un buen baño. Que se reúnan conmigo en el comedor cuando estén listos.

—Sí, señor —respondió Villeta y le dedicó a Schniezel una inclinación de la cabeza.

Nene se colocó en cuclillas a un lado de Yuu para revisar la mano sangrante del muchacho. Apenas pudo hacer algo, pues Villeta ayudó al chico a incorporarse y se retiró junto con él, Kira y Airu. Zoe, aún cubriendo con una mano el sitio donde la bala le había rozado, los siguió igualmente.

—Espero que tu repentino cambio de opinión no se convierta en una farsa para aniquilarnos —espetó Zero a Schniezel—. Antes asesiné a Clovis. Puedo hacer lo mismo contigo.

—Ten cuidado con tus palabras, Lelouch —devolvió Schniezel—. Aún puedo ejecutarte para acabar con ese afán que tienes por destruir el imperio.

Nunally se aferró con fuerza al brazo de Tagiru al escuchar aquello.

—Tendrás que pasar antes sobre mi cadáver —intervino Nene encarando al hombre rubio—. Si tú te atreves a quebrantar la tregua, yo misma te asesinaré.

Schniezel esbozó una sonrisa indiferente y se retiró, llevándose consigo a Cornelia.

Lelouch miró entonces a sus dos viejos compañeros de la revolución y dijo, aún hablando con la voz de Zero:

—Por un momento creí que jamás volvería a verlos. Es bueno saber que aún se encuentran con vida.

Comenzaron los emotivos saludos, causando que Lelouch se diera cuenta de que nada había cambiado. Nene envolvió a Diethard en un fuerte abrazo que el hombre devolvió sin borrar su expresión de indiferencia. Acto seguido, Nene repitió el gesto con Oggi. Al separarse, Akari aprovechó la ocasión para hacerse notar.

— ¿Quiere alguien explicarme lo que sucede aquí?

Sólo entonces Oggi y Diethard repararon en el aspecto de la chica pelirroja. Para Oggi fue sencillo recordarla con aquella herida sangrante en el pecho. Para Diethard fue un tanto inquietante recordar que él mismo había afirmado que ella estaba muerta. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso de repente todos los caídos estarían saliendo de sus tumbas?

Nene de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora