Capítulo XXV: El Siniestro Plan de Belphemon y un Noble Sacrificio

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     Las pesadas puertas se abrieron de golpe para dejar pasar al grupo de Digimon que transportaban a aquellos dos prisioneros cuyos ojos estaban vendados. Aquello les impedía caminar correctamente, por lo cual dependían de la forma en que sus captores los trasladaban a punta de empujones. El Geass parecía llamarlos a ambos, causándoles un ardor que sólo podía traducirse como el intenso deseo de activarse para ayudarles de alguna manera. La desesperación de ambos, de Nene y de Lelouch, podía notarse desde la forma tan agitada e irregular en que ambos respiraban.

Supieron que habían llegado a su destino cuando los Digimon malignos los obligaron a colocarse de rodillas en el suelo. Tomándolos por la nuca, obligaron a ambos a mantener las miradas agachadas. A pesar de los forcejeos, liberarse fue imposible. Y al cerrarse las puertas detrás de ellos, dejándolos en completo silencio y en completa oscuridad, ambos supieron que había llegado el fin.

O, al menos, que tenían el tiempo contado.

Ni bien se encontraron en completo silencio, ambos tuvieron que hacer el mayor esfuerzo para controlar el ritmo de sus respiraciones. Con fuertes sacudidas de la cabeza, se liberaron de las mordazas. Una vez que lo consiguieron, Lelouch fue el primero en hablar.

—N-Nene... ¿Me escuchas?

—S-sí...

Hablarse el uno al otro parecía tener el mismo efecto que tomarse de las manos en un momento de desesperación.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Lelouch—. ¿Puedes liberarte?

—N-no... N-no puedo ver nada... Apenas puedo moverme...

—Concéntrate, Nene.

Así que ella obedeció. Intentó ver en su propia mente las ataduras que la mantenían inmovilizada, imaginando cincuenta posibles maneras de liberarse. Y como si estuviese viendo una película, pudo recordar vívidamente el momento de la captura. Se dio cuenta entonces de que sus ataduras estaban tan ajustadas que comenzaban a cortar su piel, pero las de Lelouch estaban en condiciones mucho más óptimas para librarse de ellas. Fue como si ella misma las hubiese atado, como si ella misma hubiese sabido que tirando desde cierto extremo podría...

—Lo tengo... L-Lelouch, acércate.

A rastras, el muchacho acortó la distancia entre ambos hasta que de alguna manera consguió colocarse de espaldas frente a su amada. Ella hizo otro tanto, para quedar espalda con espalda. Fue difícil maniobrar con sus manos casi totalmente inutilizadas en los primeros segundos, pero pronto pudo encontrar la manera de sujetar el extremo correcto. Un simple tirón, las manos de Lelouch quedaron totalmente libres. Ni bien pasaron unos segundos, el chico ya se encontraba de pie. Retiró la cubierta que había en sus ojos y procedió a hacer lo mismo con Nene.

En menos de un minuto, ambos ya se encontraban de pie.

La primera reacción que tuvieron fue fundir sus cuerpos en un fuerte abrazo en el que pretendían comunicar lo afortunados que ambos se sentían por encontrarse juntos en semejante situación.

Acto seguido, Nene pestañeó un par de veces para deshacerse del ardor que aún sentía en el ojo donde portaba el Geass. Descubrió entonces que gracias al poder que CC le había otorgado tiempo atrás, su visión en la profunda oscuridad era casi tan buena como la que le habrían brindado unas gafas de visión nocturna.

La habitación en la que se encontraban no era más que una gigantesca cámara cuyo techo quedaba a casi cincuenta metros de distancia. Un candelabro apagado colgaba del techo y las únicas decoraciones de las paredes de piedra eran aquella pesada puerta que los mantenía encerrados, y las pesadas cortinas de terciopelo negro que debían estar ocultando un ventanal. Nene buscó en vano su Xros Loader y su arma, sólo para darse cuenta de que ambos se encontraban totalmente desarmados.

Nene de la RebeliónWhere stories live. Discover now