Capítulo XL: ¡Ánimo, Airu!

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     Nina se detuvo en seco y permaneció en silencio, escuchando los quejidos que Lelouch intentaba hacer pasar desapercibidos. Las primeras gotas de sangre cayeron a los pies del muchacho, brotando del ojo en el que portaba el Geass. El dolor corrosivo se expandió hacia cada rincón de su cuerpo. Temeroso, Labramon se ocultó debajo de una de las mesas sobre las que descansaban los ordenadores del centro de control.

Soltando una maldición en voz baja, Lelouch levantó la mirada. El Geass brillaba tan intensamente como había hecho tras recibir el impacto del anulador de Belphemon. Su mirada firme y gélida era por demás intimidante.

Obedeciendo a su instinto, Lelouch se aseguró de que el Xros Loader permaneciera oculto debajo de sus ropas. Se levantó con cautela, persuadiendo a Nina de mantenerse quieta mediante el cañón del arma que apuntaba hacia su cabeza. Lelouch no tuvo reparo alguno al colocar su dedo sobre el gatillo. Nina era su amiga, sí. Y lo seguiría siendo sin importar que en el pasado ella le hubiera dado la espalda al descubrir la identidad de Zero. Aquello no era algo por lo que pudiera culparla. Sin embargo, así como había aprendido a ser un amigo leal, también sabía mantenerse firme en sus convicciones y en sus ideales. Estaba totalmente dispuesto a disparar cuantas balas fuesen necesarias para lograr su cometido. Los lazos que lo unían con las personas más preciadas para él no podían cambiar eso.

Fue por esa razón que su mano no tembló a la hora de apuntar hacia Nina, quien devolvió la mirada del muchacho con aquellos ojos opacos y ciertamente inquietantes. Sin mediar palabras, disparó de nuevo el anulador del Geass que Lelouch consiguió esquivar al lanzarse hacia un costado. Se levantó al instante y disparó la primera bala, que quedó neutralizada gracias a otro destello del anulador.

— ¡Nina! —Exclamó la voz de Zero, sin rastro alguno de la desesperación que él jamás mostraría pues era una indiscutible muestra de debilidad—. ¡Detente! ¡Soy yo!

No buscó un escondite. Incluso en ese momento quería luchar sus batallas estando en el frente de la línea de fuego.

Nina respondió al cabo de un segundo, hablando con aquella voz vacía y carente de emociones que hacía perfecto juego con el trance que reflejaba en su mirada opaca.

—Debo obtener el Ojo del Rey.

Activó de nuevo el anulador, haciendo que Lelouch invocara a la vez los poderes de su Geass sin importarle que aquello le causara un dolor agonizante y desmesurado. La luz que emanó de su ojo generó un escudo que lo protegió de los estragos que causaba el anulador. Aquello le dio la oportunidad de diparar de nuevo, logrando que la bala se incrustara en el hombro derecho de Nina.

No fue un tiro aleatorio.

Y tampoco hubo la más mínima pizca de remordimiento cuando el chico vio a Nina caer de espaldas.

La sangre comenzó a brotar abundantemente, uniéndose al sangrado que aún emanaba del ojo de Lelouch. Sin bajar el arma, el chico caminó hacia ella. No demostró emoción alguna al ver la forma en que Nina se retorcía de dolor, ensuciando su torso con la sangre que comenzaba a encharcarse debajo de su cuerpo. A pesar de conservar los ojos opacos del trance, los lloriqueos sin duda eran liberados por la chica que se ocultaba muy dentro de ese cuerpo que Lilithmon había convertido en su títere.

El anulador, aún encendido, brillaba por su extrañeza.

Tanta fue su curiosidad, que Lelouch tomó el riesgo de retirarlo de la cabeza de Nina. Lo observó detenidamente por un segundo, presenciando cómo el objeto se apagaba al no estar en contacto con un portador. Cada detalle de la máscara de color bronce decía a gritos que había sido causada por algún residente del sacro imperio. Algún diseño robado de Lloyd, tal vez. Y aún así, tenerlo en sus manos y poder tocar ese frío metal, de alguna forma le dio la única respuesta posible. Era un objeto perteneciente al Mundo Digital.

Nene de la RebeliónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant