Nene de la Rebelión

By AlisonOropeza20

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Clarisse Okada ha despertado los poderes malignos del Pandemonio de Bagra y ha desatado la destrucción sobre... More

¡No tan rápido, saltamontes!
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Capítulo I: En la Mansión Ashford
Capítulo II: Balas y Reencuentros
Capítulo IV: Lloyd
¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo V: El Pendrive Misterioso
Capítulo VI: Formemos una Alianza
Capítulo VII: ¡Vamos al Digimundo!
Capítulo VIII: Tierra Dragón
Capítulo IX: La Historia de Taichi
Capítulo X: ¡Resiste, Taiki!
Capítulo XI: Flarerizamon
Capítulo XII: Una Nueva DigiXros - ¡Demonurumon Aparece!
¡Nos vemos en la FIL de Palacio de Minería!
Capítulo XIII: Un Golpe de Suerte
Capítulo XIV: El Ataque de Leviamon - ¡Defendamos a la Tierra Dragón!
Capítulo XV: El Mensaje de Clarisse
Capítulo XVI: Gamma
Capítulo XV: Los Secretos Ocultos de la Tierra Vampiro
Capítulo XVI: Te Necesito
Capítulo XVII: El Mensaje de BelleStarmon
Capítulo XVIII: ¡Un Disparo Milagroso!
Capítulo XIX: ¡Vamos al Castillo de NeoVamdemon!
Capítulo XX: El Siniestro Plan de Beelzebumon
Capítulo XXI: El Valor de Nuestra Amistad
Capítulo XXII: ¡DemonCrowkamon al Ataque! ¡Liberemos a la Tierra Vampiro!
Capítulo XXIII: Una Bienvenida Inesperada
Capítulo XXIV: Una Aparición Inesperada
Capítulo XXV: El Siniestro Plan de Belphemon y un Noble Sacrificio
Capítulo XXVI: Un Escape Exitoso - La Decisión de Belphemon
Capítulo XXVIII: Misión de Rescate
Capítulo XXVIII: ¡Es Hora de Digievolucionar!
Capítulo XXIX: Un Grito de Pureza y Valor
Capítulo XXX: Tentación Prohibida - ¡La Tierra Miel Será Nuestra!
Capítulo XXXI: Sigma
Capítulo XXXII: Artillería Pesada
Capítulo XXXIII: ¡Responde, Alfa!
Capítulo XXXIV: Nos Vemos Pronto + ¡Nos vemos en la FILCDMX!
Capítulo XXXV: Ataque en los Túneles
Capítulo XXXVI: El Ataque de Lilithmon - ¡Despierta, ShogunGekomon!
Capítulo XXXVII: La Drástica Decisión de Yuu
Capítulo XXXVIII: ¡Regresa, Airu!
Capítulo XXXIX: Los Ojos de Sigma + ¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo XL: ¡Ánimo, Airu!
Capítulo XLI: El Resurgir de Kiriha - ¡Resiste, Taiki!
Capítulo XLII: ¡Liberemos a la Tierra Cibernética!
Especial de San Valentín | Canción para un demonio
Capítulo XLIII: Los Juegos de Sephirotmon - ¿Dónde Estás, Takuya?
Capítulo XLIV: Primera Ronda - Meikramon Ataca
Capítulo XLV: La DigiMemory Corrompida
Capítulo XLVI: El Anciano Misterioso
Capítulo XLVII: El Secreto del Code Xros
Capítulo XLVIII : El Regreso de BelleStarmon
Capítulo XLIX: ¡Quiero Llegar al Último Nivel!
Capítulo L: El Rugido de Devikraomon - ¡Resiste, Takuya!
Capítulo LI: Beowolfmon VS Mervamon
Capítulo LII: El Mensaje de Minerva
Capítulo LIII: La Caída de Lucemon
Capítulo LIV: Bandos Divididos
Capítulo LV: La Señal Misteriosa
Capítulo LVI: Daemon
Capítulo LVII: La Caída de los Héroes
Capítulo LVIII: Corazones Destruidos y Horizontes Lluviosos
Especial de Halloween | Mi Salamandra
Capítulo LIX: Un Débil Rayo de Esperanza
¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo LX: Las Pruebas de Minerva - ¡Resiste, Entermon!
Capítulo LXI: La Revelación de Takuya
Capítulo LXII: ¡Ataca, Infermon!
Capítulo LXIII: La Caída del General
Capítulo LXIV: Victory Xros - El Surgimiento de GreyKnightmon
Capítulo LXV: La Corrupción de la Inocencia - ¡Vamos a la Tierra Brillo!
Capítulo LXVI: ¿Quién soy yo? - ¿Dónde está Ómicron?
Capítulo LXVII: La Ira del General Azul
Capítulo LXVIII: Conmigo, o en mi contra - La reunión de los Protectores
Capítulo LXIX: El aprendiz del aprendiz
Capítulo LXX: La reina Marianne y la caída del Protector
Capítulo LXXI: La despedida de Yuu
Capítulo LXXII: El Resurgimiento del Príncipe
Capítulo LXXIII: El Último Señor Demonio
Capítulo LXXIV: Hasta dar el último suspiro - ¡Derrotemos a Barbamon!
Capítulo LXXV: Razielmon
Capítulo LXXVI: Un Pacto del Corazón - ¡Vamos al Campo del Infierno!
Capítulo LXXVII : ¿De qué lado estás?
Capítulo LXXVIII : Ahora es tu turno
Capítulo LXXIX: El Principio del Fin
LXXX: Orange-kun

Capítulo III: La Historia del Área 11

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By AlisonOropeza20

     La tensión podía cortarse con un cuchillo.

Cornelia y Nene se miraban la una a la otra como si se hubiesen detestado durante toda la vida. Si Nene lo hubiera deseado, habría activado el poder de su Geass para ordenarle a Cornelia que cometiera un suicidio volándose la cabeza con el arma que tenía en las manos. Tener enfrente a la Gobernadora General era más que suficiente para que los recuerdos de Nene comenzaran a transformarse en sonidos lejanos y vívidas ilusiones. Lelouch tomó la iniciativa.

—Todos bajen las armas —ordenó el muchacho con la voz de Zero—. No llegaremos a ningún lado si seguimos así.

Oggi y Diethard acataron la orden al instante.

Cornelia y Nene no dejaban de mirarse y de derramar odio.

— ¡Cornelia! ¡Ya has escuchado! ¡Ellos son nuestros invitados!

La voz de Schniezel llegó del mismo sitio de donde habían salido Nene y Lelouch.

Resignada, Cornelia retrocedió un par de pasos y guardó su arma. En sus ojos se reflejaba la indignación. Schniezel se acercó al grupo caminando a paso lento, seguido por Villeta que parecía estar cumpliendo el rol de guardaespaldas. El hombre rubio le dedicó a Nunally una fugaz mirada antes de centrar su atención en Kira. La chica de los ojos marrones aún no conseguía detener el sangrado de su herida.

—Villeta, encárgate de que esta señorita reciba atención médica, así como ese chico rubio y quien sea que esté herido —ordenó Schniezel—. Luego lleva al resto a sus habitaciones. Dales una muda de ropa limpia y que tomen un buen baño. Que se reúnan conmigo en el comedor cuando estén listos.

—Sí, señor —respondió Villeta y le dedicó a Schniezel una inclinación de la cabeza.

Nene se colocó en cuclillas a un lado de Yuu para revisar la mano sangrante del muchacho. Apenas pudo hacer algo, pues Villeta ayudó al chico a incorporarse y se retiró junto con él, Kira y Airu. Zoe, aún cubriendo con una mano el sitio donde la bala le había rozado, los siguió igualmente.

—Espero que tu repentino cambio de opinión no se convierta en una farsa para aniquilarnos —espetó Zero a Schniezel—. Antes asesiné a Clovis. Puedo hacer lo mismo contigo.

—Ten cuidado con tus palabras, Lelouch —devolvió Schniezel—. Aún puedo ejecutarte para acabar con ese afán que tienes por destruir el imperio.

Nunally se aferró con fuerza al brazo de Tagiru al escuchar aquello.

—Tendrás que pasar antes sobre mi cadáver —intervino Nene encarando al hombre rubio—. Si tú te atreves a quebrantar la tregua, yo misma te asesinaré.

Schniezel esbozó una sonrisa indiferente y se retiró, llevándose consigo a Cornelia.

Lelouch miró entonces a sus dos viejos compañeros de la revolución y dijo, aún hablando con la voz de Zero:

—Por un momento creí que jamás volvería a verlos. Es bueno saber que aún se encuentran con vida.

Comenzaron los emotivos saludos, causando que Lelouch se diera cuenta de que nada había cambiado. Nene envolvió a Diethard en un fuerte abrazo que el hombre devolvió sin borrar su expresión de indiferencia. Acto seguido, Nene repitió el gesto con Oggi. Al separarse, Akari aprovechó la ocasión para hacerse notar.

— ¿Quiere alguien explicarme lo que sucede aquí?

Sólo entonces Oggi y Diethard repararon en el aspecto de la chica pelirroja. Para Oggi fue sencillo recordarla con aquella herida sangrante en el pecho. Para Diethard fue un tanto inquietante recordar que él mismo había afirmado que ella estaba muerta. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso de repente todos los caídos estarían saliendo de sus tumbas?

—Creo que todos estamos demasiado confundidos —respondió Nene a la pregunta de Akari—. Quizá deberíamos tomarle la palabra a Schniezel e ir a descansar.

— ¿Podemos confiar en ese sujeto luego de que ha amenazado con ejecutar a Lelouch? —reclamó Tagiru.

—No nos queda más opción que confiar en él por ahora —respondió Nene.

—Al menos, hasta que los demás puedan seguirnos el paso —asintió Lelouch—. Vayamos a descansar por ahora. Así todos podremos ponernos al tanto.

Y dicho aquello, el grupo avanzó en la misma dirección en la que Villetta se había llevado a los otros miembros del grupo.

Un fuerte puñetazo hizo caer al chico rubio al suelo, al menos hasta donde las cadenas y los grilletes que sujetaban sus brazos se lo permitieron. Jadeó un poco y tosió un par de veces, escupiendo sangre. Sintió que las manos de ese Puppetmon lo tomaban por los cabellos para hacerlo levantar. Estuvo de pie el tiempo suficiente, sólo para que ese cruel Etemon le diera otro fuerte puñetazo. El chico cayó de nuevo. Parecían haberlo despojado de su humanidad, pues no hizo ningún esfuerzo por defenderse.

—Y éste es el gran Kiriha Aonuma —se burló aquella LadyDevimon que observaba en la distancia—. El general del Ejército Blue Fare... Reducido a nada...

Etemon golpeó de nuevo al chico para rematar las palabras de la mujer demonio.

—Yo quiero jugar con él también, Etemon —reclamó Puppetmon—. ¡Déjame jugar antes de que Devimon se lo lleve con el señor Apokalymon!

—Esto no es ningún juego, Puppetmon —le espetó Devimon desde un rincón oscuro y sombrío—. Ya se han burlado de nosotros lo suficiente como para permitir que estos humanos sigan riéndose de nosotros.

Se notaba realmente enfurecido.

Kiriha escupió sangre.

—Estos DigiDestinados... —comentó LadyDevimon con frialdad—. Siempre sintiéndose los héroes... Alguien tendría que demostrarles que no se trata más que de momentos de buena suerte. Esa racha está por terminarse...

—Mueres por encontrarte con Angewomon, ¿cierto? —le preguntó Myotismon, sentado en aquella elegante silla de color negro y estilo gótico.

—Sí... —respondió ella—. Si Mummymon no se hubiese llevado a esa maldita humana estúpida a la Tierra Vampiro, ya habría terminado con su miserable existencia.

—Debemos agradecerle a la señora Clarisse y al señor Piedmon —dijo Etemon tras haber asestado el último golpe en la nuca de Kiriha. El chico rubio se limitó simplemente a respirar, con la mirada fija en la nada—. Ahora podemos obtener nuestra venganza y demostrarle a la maldita raza humana que no pueden vencernos. Somos sus dueños ahora. Nunca más volverán a burlarse de nosotros.

Una pesada puerta de color negro se abrió lentamente, salvando a Kiriha del que podría haber sido el golpe definitivo. Los siniestros Digimon malignos observaron al recién llegado. Al instante dedicaron leves inclinaciones de la cabeza, pues el payaso con gorguera merecía especial respeto a pesar de encontrarse en el mismo nivel que todos ellos.

—Señor Piedmon —sonrió LadyDevimon, hablando de la misma forma que habría hecho una amante—, ¿qué lo trae por aquí? ¿Ya es hora de absorber los Datos de Kiriha Aonuma?

—Encontramos a otro humano vivo en la Tierra Dragón, otro DigiDestinado —respondió el payaso—. Ustedes deben ir a limpiar la zona circundante a nuestro castillo. Podría haber más de ellos.

—Creí que todos ellos habían sido eliminados —dijo Myotismon con recelo.

—Son astutos —asintió Devimon—. Sin duda han logrado encontrar una manera de burlarnos.

—Eso tendrán que resolverlo ustedes —espetó Piedmon y lanzó un objeto al centro de la habitación, añadiendo—: Hemos acabado con uno de ellos. El resto, es para ustedes.

Piedmon se retiró casi al instante. Las miradas de todos los demonios se fijaron sobre el objeto que había caído a un par de centímetros de distancia del pobre chico rubio. Ninguno de ellos pudo reconocerlo, claro. Era un boomerang decorado con una mano marcada con sangre. Una mano pequeña de algún humano, un niño, pequeño. LadyDevimon tomó el artefacto en sus manos y frunció un poco el entrecejo al hacer un gesto de reconocimiento.

—Me parece que lo vi en alguno de los expedientes de esos humanos —dijo la mujer demonio—. Podríamos comprobarlo, aún así.

— ¿Cómo? —preguntó Etemon.

—Si no me equivoco, le pertenece al compañero de Falcomon —dijo ella—. Tendríamos que contactar a BioLotusmon en la Tierra Oro para asegurarnos de que es verdad.

— ¿A quién le importa lo que los Bio-Híbridos tengan que decir? —se quejó Puppetmon—. Sólo hay que deshacernos de Aonuma... Aunque quizá en los alrededores estén los humanos que realmente nos interesan. Y si esos expedientes no decían la verdad y algunos de ellos no fueron eliminados, puede ser que sea TK uno de ellos... Si lo encontramos, lo quiero para mí. A él, y al compañero de MetalGarurumon.

—Tendrás que formarte para poder llegar a él —dijo Devimon—. El compañero de Angemon es mío.

—Devimon, tendrás que esperar —intervino Myotismon—. El compañero de WarGreymon y el compañero de MetalGarurumon tendrán que caer en mis manos.

—Pueden hacer lo que quieran con ellos —dijo LadyDevimon encogiéndose de hombros—. Yo sólo quiero cortar el cuello de la compañera de Angewomon.

Sintiéndose como un completo traidor, Kiriha sólo pudo dejarse llevar por la sensación de alivio cuando los demonios comenzaron a abandonar la habitación.

Aunque alguien más tuviese que morir, otro de esos compañeros que él no conocía, eso le daría tiempo de pensar en un plan.

Tan sólo pudo pensar en Nene.

Con toda su alma deseó que la chica no fuese una prisionera más.

Kira se sentía derrotada, lo cual era inaceptable. Pero el dolor en su hombro había logrado incapacitarla indefinidamente. No podía levantarse ni hacer el más mínimo movimiento, especialmente luego de haber descansado durante un rato para recuperar sus energías. Llegó a un punto en el que aquel hombre rubio, Diethard Ried, tuvo que ayudarle a beber una taza de té. Diethard tampoco recibió de buena gana la orden de que debía ayudar a Kira. Yuu se encontraba en condiciones similares, aunque el constante acoso casi sexual de Airu Suzaki era mil veces peor que tener que necesitar la ayuda de alguien que le diese los alimentos en la boca de la misma forma que a un bebé. El chico no podía utilizar su mano herida, pues se encontraba tan vendada que bien podría haber dado la impresión de ser un muñón.

—Jamás creí que recibir un disparo fuese tan doloroso —se quejó Kira cuando finalmente pudo terminar con su taza de té—. En la televisión no parece tan malo...

—Has tenido suerte —dijo Nene—. La bala te atravesó. Pudo ser peor.

—Este maldito vendaje no sirve para hacer que deje de doler —respondió Kira de mala gana—. ¿Cuánto tiempo se supone que tengo que pasar así?

—El tiempo que sea necesario para recuperarte —respondió Zoe—. Una herida de bala no es un simple rasguño, Kira.

—Si tenemos que entrar en acción, no podré hacerlo —siguió quejándose la chica—. Y si no lo hago, será como permanecer con los brazos cruzados. O peor. Será como haberme rendido.

—Mientras no sepamos lo que hemos venido a hacer aquí, no habrá razones para arriesgarte en vano —dijo Tagiru—. ¿Alguien tiene alguna idea? ¿Por qué hemos vuelto a Britannia, y no a nuestro Japón?

— ¿Qué mierda es Britannia? —siguió farfullando Kira echando la cabeza hacia atrás, aunque ya nadie la escuchaba.

—Los Xros Loaders no funcionan —dijo Akari—. No podemos abrir un portal al DigiQuartz.

Una luz se encendió en la mente de Lelouch. El chico levantó un poco la mirada y pensó con tanta velocidad que no habría sorprendido ver salir un poco de humo por sus orejas. Recordaba a la perfección cada palabra acerca de la historia sobre cómo Nene había vuelto a su hogar. ¿Acaso podría ser que la historia tuviera que repetirse para volver al Mundo Digital?

—Los demás aún nos necesitan —dijo Yuu—. Nuestros amigos se quedaron en ese lugar. Nosotros podríamos ser sus últimas esperanzas.

—O ellos las nuestras —dijo Tagiru—. Este sitio es peligroso.

—El imperio es engañoso —dijo Nene—. No podemos quedarnos aquí, con Schniezel, durante mucho tiempo. Lelouch ha llegado a un acuerdo con él, pero...

— ¿Ese sujeto no es de fiar? —preguntó Zoe.

Nene negó con la cabeza.

—Es mi hermano —respondió Lelouch—. Tampoco yo confío en él, pero no es momento de hacer enemigos. Una alianza con Britannia es lo único que nos mantendrá vivos mientras aclaramos nuestras dudas.

— ¿Cómo puedes desconfiar de tu propio hermano? —le reclamó Zoe.

Nene sintió que un escalofrío recorría su cuerpo al sentirse identificada con aquella pregunta.

¿Cómo desconfiar de un hermano? Sencillo. No puedes confiar en alguien que te traiciona y que busca tu ruina.

—Es complicado —dijo Lelouch con la voz de Zero—. Tan sólo confíen en mí. Schniezel cumplirá con su palabra. Lo que debemos hacer ahora es conseguir información.

—Sí —asintió Nene—. Tenemos que saber lo que ha pasado aquí.

—Oggi —habló Zero—. Dinos todo lo que sepas. ¿Qué fue lo que sucedió con el Área 11?

— ¿Y dónde están los demás? —secundó Nene.

Oggi, desde un rincón de la habitación, comenzó con su historia.

—Cuando Nene partió a su mundo, Suzaku Kururugi se presentó en nuestro refugio para advertirnos que estábamos en peligro. Los Caballeros Negros no dejamos de ser perseguidos por Britannia. Fue mucho más difícil. Cornelia nos dio caza a todos y cada uno de nosotros. Gracias a la alianza que tuvimos con ella, supo cuáles eran nuestros rostros y sabía dónde nos ocultábamos. Algunos de nuestros compañeros del Frente de Liberación cayeron en los primeros días. Tohdoh, Kururugi y yo seguimos liderando la resistencia. Logramos avanzar un poco, a decir verdad. Intentamos ayudar a todos los Eleven que podíamos. A muchos de ellos los trasladamos al extranjero gracias a las influencias de Kururugi. Pasamos mucho tiempo intentando perseguir tus ideales, Zero. Lakshatta y Diethard incluso comenzaron a luchar junto con nosotros, en lugar de permanecer lejos. Pero... Una mañana, sin previo aviso, vimos esa luz en el cielo. Una luz de color rojo.

—Al principio creímos que se trataba de un ataque de Britannia, algo similar a un bombardeo —continuó Diethard—. Pero la luz siguió extinguiéndose.

—Fue similar a recibir el impacto de una bomba atómica —explicó Oggi.

—Todo quedó destruido en cuestión de segundos —reanudó Diethard—. Los edificios y las casas simplemente se desmoronaban. Las personas desaparecían. En un momento estaban, y al otro dejaban de existir. Todo duró sólo un par de segundos. Nadie sabía lo que había ocurrido. Cuando la conmoción pasó, nos dimos cuenta de que no había electricidad. No funcionaban los Knightmares. Ni siquiera los teléfonos celulares querían encender. De quienes lograron salvarse de morir durante ese ataque, la gran mayoría estaban heridos. Jamás habíamos visto nada parecido. Los efectos de la explosión desintegraban los cuerpos de manera lenta. Sé que no parece posible, pero la piel y la sangre se desprendían de los cuerpos lentamente y las partículas se iban volando. Se elevaban hacia el cielo y se perdían de vista.

Es más común de lo que parece, pensó Nene. Es similar a ver morir a un Digimon... ¿Es esto lo que esa tal Clarisse buscaba enviando el Pandemonio de Bagra al mundo real?

—Nos dimos cuenta de que no había que seguir intentando defender a los Elevens —dijo Oggi—. Todos ellos dejaron de existir.

—Sólo quedaba un puñado de nosotros y un puñado de ellos —dijo Diethard—. Pero...

— ¿Pero...? —urgió Zoe.

—Kururugi comenzó a visitar de manera muy periódica a Lloyd Asplund —dijo Diethard—. Al parecer, tenían algo entre manos.

—Ashford, esa chica de los últimos reclutas que Zero admitió, comenzó a reunirse con Lloyd también —dijo Oggi—. Se les unió esa otra chica, Fenette.

Nene no quiso admitirlo, pero le molestó a sobremanera el hecho de Lelouch hubiese mostrado de manera discreta su alivio al saber que Shirley Fenette aún estaba con vida.

—No sabemos mucho acerca de lo que se habló durante esas reuniones —dijo Oggi—. Sólo sabemos lo que dijo Kururugi antes de desaparecer definitivamente. Dijo que iría a buscarte, Zero. A ti y a Nene. Que él sabía dónde estaban ustedes y que haría todo lo posible con tal de que ustedes volvieran para ayudarnos. Fenette y Ashford han ido con él.

— ¿A dónde ha ido Suzaku? —exigió saber Zero.

—Al Mundo Digital...

Las miradas se centraron en Nene. Ella miraba únicamente hacia el muchacho moreno que portaba el Geass.

—Lelouch, Suzaku, Milly y Shirley están en el Mundo Digital —repitió ella—. ¡Tenemos que volver! Ahora más que nunca. Ellos corren peligro en ese sitio. Especialmente si Clarisse y Piedmon aún están rondando.

Lelouch se limitó a asentir, considerando todas las opciones que se le habían presentado hasta ese momento.

—Aunque queramos irnos, los Digivice no funcionan —le recordó Kira con los ánimos repentinamente renovados—. Necesitamos encontrar alguna manera de volver al Mundo Digital que no sea utilizando los Digivice. Y eso será un problema, si realmente han dejado de funcionar los dispositivos electrónicos.

— ¿Hace cuánto tiempo que ocurrió todo esto? —Preguntó Zoe—. Quizá alguien ya ha logrado hacer que las señales electromagnéticas se restablezcan.

—Sí —asintió Tagiru—. Podría ser que sólo necesitemos un poco de ayuda de alguna máquina. Eso, o estar en el sitio adecuado para que los Xros Loaders vuelvan a funcionar.

Todo el repentino optimismo se fue a pique cuando Diethard respondió:

—Tres años. Han pasado tres años.

—Imposible —dijo Kira—. El tiempo en el Mundo Digital transcurre de manera diferente en el mundo real. Meses en ese lugar son segundos en el nuestro. Si han pasado tres años en el mundo real, ¿cuánto tiempo hemos pasado en el Mundo Digital?

—No han parecido más de un par de semanas —dijo Nene igualmente confundida.

— ¿El Pandemonio de Bagra tendrá algo que ver con la manera en la que ahora transcurre el tiempo? —preguntó Nunally.

Zero habló entonces, causando que el pesimismo se apoderara de todos los presentes.

—Si eso es verdad, entonces en el Mundo Digital ya tiene que haber transcurrido mucho más tiempo. Cada segundo aquí es crucial para salvar las vidas de nuestros amigos... Oggi —dijo levantando un poco la voz—. Quiero ver a Lloyd Asplund. Urgentemente.

Oggi asintió.

¿Podría ser que Lloyd fuese la única esperanza para volver al Mundo Digital?

Y, aún más importante, ¿quedaba aún algo en el Mundo Digital como para tomarse la molestia de regresar?

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