Solo 20 días (COMPLETO)

By AndreaMaroz

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Él es de Zaragoza. Ella de Madrid. Él tiene que volver a su ciudad. Ella está dispuesta a hacer lo que sea... More

· Introducción ·
· 1: El inicio ·
· 2: La atracción ·
· 3: Miedos ·
· 4: La venganza ·
· 5: Juego sucio ·
· 6: La película ·
· 7: El eclipse ·
· 8: La carta ·
· 9: ¿A quién crees? ·
· 10: Catorce días ·
· 11: ¿Verdad o reto? ·
· 12: La borrachera ·
· 13: Ropa interior ·
· 14: Once días ·
· 15: ¿Eso pasó? ·
· 16: La llamada ·
· 17: ¿Por qué te vas? ·
· 18: Todo o nada ·
· 19: Algo pasa·
· 20: Algo de verdad ·
· 21: Directa al grano ·
· 22: ¿Dónde estás? ·
· 23: ¿La hermana? ·
· 25: Su hermana ·
· 26: El plan ·
· 27: No era el plan ·
· 28: Hace unos días ·
· 29: Menos de una semana ·
· 30: Madrid brilla ·
· 31: Bar Sevda ·
·Epílogo: El castillo de algodón ·

· 24: No está ·

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By AndreaMaroz

MIRIAM





Observo al hombre analizándolo por completo. No tiene pinta de que nos esté mintiendo, parece un hombre sincero y al que creer. Por su mirada apagada supongo que el local antes no estaba así, y que le duele la poca compañía que debe tener. De vez en cuando nos sonríe con pena.

—¿Has hablado alguna vez con ellos? —pregunto intentando averiguar algo. Pero ya con poca fe.

—No. Nunca han venido al bar. ¿Sabéis?, casi nunca tengo clientes —su forma de decirlo me derrite, parece un cachorrito que se ha quedado solo en su casa—, los pocos que tengo son los abuelos que me conocen de toda la vida. 

—¿Y cómo sabes tanto de ellos?

—Aquí se habla mucho, como somos pocos, los rumores corren. Las pocas personas que los conocen dicen que son raros. Tienen mucha gente trabajando para ellos, en esa casa. Nadie entiende de dónde han sacado ese dineral para mantener eso. ¡Disponen hasta de un chófer! —miro asombrada a Kyle, a la universidad solía venir andando, siempre supusimos que vendría en transporte público y luego haría el resto del camino así. Como nunca nos ha dicho dónde vive...—, pero, ¿es vuestro amigo?

Ahora es él que nos hace las preguntas, se ve que se ha cansado de contarnos a nosotros sin recibir información a cambio.

—Digamos que... —me quedo callada buscando el término perfecto—, algo así.

Acabo diciendo al final. Cuando giro mi vista hacia mi amigo le veo con la mirada perdida, su vista se dirige hacia el suelo. Ahora mismo dudo si nos está escuchando o no. Parece que no lo está haciendo. Su plato está medio vacío. Ha dejado de comer en cuanto el señor nos ha empezado a contar lo que sabe de Arthur.

—¿Vuestra amiga sí que tiene relación con él?

Le miro de nuevo, efectivamente, no está escuchando, porque sino ya habría saltado a la defensiva.

—Es su novia —señalo al que tengo al lado—, amiga de Arthur, el del chalé —aclaro no muy segura de si se sabe el nombre.

Doy un leve golpe a Kyle para que vuelva a la realidad y termine de comer: debemos seguir buscándola. Al notar mi golpe, me mira asustado y veo en sus ojos como una nube. Su mirada se ha apagado por completo, conforme ha ido pasando el día se ha ido apagando poco a poco. Como un muñeco al que se le están acabando las pilas y cada vez canta más y más bajo hasta finalmente dejar de hacerlo. Lo mismo ha pasado con sus ojos, cada vez se han ido empequeñeciendo más, y perdiendo ese brillo tan bonito que tenía. El que ella encendía.

—Lo siento mucho... —sus palabras son verdaderas—, no me imagino por lo que estáis pasando. Espero que la encontréis, rezaré, seguro que en unas horas la tendréis de vuelta con vosotros.

Cojo aire con gran pesadez, no soy creyente, pero la verdad que agradezco que haga ese gesto, confío en las palabras de este señor.

Nos levantamos ya con el estómago lleno y el corazón vacío y ponemos rumbo a la calle de nuevo. El dueño del restaurante nos pide el número de teléfono y nos asegura que vigilará la casa, por si hay movimientos sospechosos. Aunque yo no  creo que eso pase, por muy raro que sea todo esto con respecto a Arthur, no creo que esté detrás de su desaparición. Ambos sabemos que esto es cosa del de los mensajes.

—¿Y ahora dónde vamos? —me muerdo el labio muy perdida. Sabemos que la última vez que fue vista fue en la casa, pero no sabemos más. Hemos preguntado a todo el mundo, a los pocos a los que nos hemos encontrado, y nadie sabe nada. ¿Dónde vamos?

—¿Crees que habrá ido a casa mientras no estábamos?

Su forma de decirlo hace que todo dentro de mí se rompa.

Le vuelvo a observar para descubrir que sigue mirando al suelo, se coge una mano con la otra y se araña una y otra vez. Me acerco con lentitud para que no se asuste y poso mis manos sobre las suyas, dándole seguridad y apoyo. Ahora mismo lo que necesita es saber que no está solo, que no tiene todo el peso sobre sus hombros, sino sobre cuatro hombros.

—Kyle, la encontraremos —llevo todo el día intentando evitar decirle eso, porque no sé qué pasará. Pero haré cualquier cosa por tenerla de nuevo a nuestro lado.

Por fin me mira y hace un pequeño puchero, adelantando que va a empezar a llorar en pocos segundos. Y eso es lo que pasa, las lágrimas empiezan a salir a gran velocidad por sus mejillas. Llevaba tanto tiempo conteniéndose, que cuando por fin han salido lo han hecho con gran intensidad.

—No la pude proteger —se tira a mis brazos y me tambaleo un poco por la intensidad con la que me ha abrazado.

El aire entra espeso dentro de mí, es como si nada más entrar se convirtiera en piedras y no volviera a salir. Algo dentro de mí me atosiga, tanto que me duele.

—Vamos a hacer una cosa —se separa de mí para escucharme con atención—, iremos a casa a ver si ha ido allí —asiente con gran entusiasmo y mi corazón se encoge, al entrar se volverá a destrozar...—, si no está... te quedarás esperándola y yo iré a buscarla, ¿si?

Asiente no muy seguro de mi plan. Pero yo creo que me sigue solo por el hecho de que vayamos a comprobar si ella ha vuelto.

***

Al entrar por la puerta su entusiasmo se desvanece de golpe. La llama a gritos una y otra vez, corre a su habitación, luego al salón, recorre toda la casa en su busca. Cuando comprueba que no está, vuelve a mi lado y con la cara roja de tanto llorar balbucea que no está.

Sirvo agua para que al menos se recomponga un poco y tras pedirle que se siente en el sofá le digo que me voy. No sé si hago bien dejándole en ese estado. Pero ahora mismo solo es una carga, y me hace ir lento y no avanzar en la búsqueda.

Tras prometerme que me llamará si algo pasa, salgo del apartamento.

Vuelvo por donde hemos venido y establezco mi destino en casa de Arthur. Todas las pistas están ahí. Y con ese cacho chalé, seguro que tiene cámaras en el exterior que haya grabado un poco el camino de Sevda.

Después de un rato andando soy consciente de que ya apenas se ve, las farolas están encendidas y todos los coches van con las luces puestas. Miro mi reloj y me llevo la mano al pelo desesperada al descubrir que son las nueve, el camino de vuelta al apartamento se ha alargado mucho más de lo que pensaba. Conforme van pasando las horas, la desaparición se hace aún más compleja. Tal y como dicen siempre en las películas, las primeras horas son cruciales. En cambio, Sevda ya lleva un día entero sin dar señales.

***

Llamo a la puerta con temor, que se convierte en inquietud, cuando un hombre vestido entero de negro aparece tras ella. Me mira con el ceño fruncido y yo intento hablar, pero las palabras no salen de mí.

—¿Quería algo señorita? —Su voz es dura, penetrante.

—Sí... —balbuceo—, buscaba a...

—¿La señorita Luna?

Me quedo congelada ante su pregunta, ¿se llama así la hermana de Arthur? El de la puerta se me queda mirando esperando mi respuesta. Inconscientemente asiento.

—No está, lo siento, ¿desea que le deje algún recado? —Su forma de hablar tan formal me pone nerviosa.

—¿Y Arthur? —vuelve a negar con la cabeza.

Tras darle las gracias me voy. Sin saber por qué, mis pies me guían hacia el restaurante de antes.

El señor, al verme, me recibe con una gran sonrisa. De nuevo está solo, dudo que en algún momento tenga clientes, tal y como antes nos dijo.

—No he averiguado nada aún —pone cara triste al decirme eso, y yo niego.

—Necesito un favor muy grande —suspiro ante lo que le voy a pedir.

—Si tiene que ver con Sevda, yo encantado —se acuerda de su nombre.

—Verá... necesito que vigile la casa... en algún momento se irán los sirvientes, ¿no? —Asiente entusiasmado.

—¿Qué harás?

Su sonrisa se ha ensanchado más aún, y yo me siento conmovida. Parece que esto es lo más interesante que le ha pasado en mucho tiempo. Y se le ve contento.

—Ya te contaré.

***

Un golpecito en mi brazo hace que pegue un salto y me despierte de golpe. Al abrir los ojos paso mi mano por el otro brazo adolorido. Me he quedado dormida en la mesa del restaurante, no es nada blanda, lo que ha hecho que se me queden los brazos rojos. No recomiendo dormir en una mesa, luego tendrás dolor de cuello, cabeza y brazos.

—Ya está el chalé vacío —Carl, cuyo nombre me ha dicho justo antes de quedarme dormida, me avisa.

Le doy las gracias, y tras desearme suerte, salgo hacia casa de Arthur. El dueño del restaurante decidió tomarse muy en serio mi misión, cerró el restaurante y se fue a investigar, yo en cambio me quedé aquí dormida. La verdad que cualquiera me tomaría por loca quedándome en el restaurante de un señor al que no conozco. Pero ya no le temo a nada, con tal de encontrar a mi amiga. Debería estar temblando por lo que voy a hacer ahora.

Llego a la puerta y miro hacia todos lados para asegurarme de que no haya nadie mirándome. Rodeo la casa en busca de alguna puerta o ventana abierta. Lo he visto tantas veces en las películas que me parece raro estar haciéndolo yo. ¿Te ha pasado estar viendo cómo se va a colar el protagonista y que de repente vea una pequeña abertura y gritar: "venga ya"? A mi sí, siempre me ha cabreado eso, me ha parecido demasiada casualidad que una ventana estuviera abierta y se pudiera colar.

Pues justo acabo de ver la luz, me está pasando. Una pequeña rendija de un cristal está abierta. La abro del todo con cierto temor a que haya alguien dentro, y seguidamente me introduzco en la casa. Es más difícil de lo que pensaba, hay que tener demasiado equilibrio para poder entrar sin caer. Introduzco primero el pie derecho, y cuando voy con el izquierdo me tambaleo, de esta forma no puedo. Pruebo sentándome en el cerco y después pasando ambas piernas. Y lo consigo.

Enciendo la linterna del móvil y rezo para que no se apague. Tengo un quince por ciento de batería, esperemos que llegue por lo menos hasta que salga de esta casa.

El móvil ilumina una pequeña parte del salón, mientras el resto del espacio permanece en absoluta oscuridad. Agudizo un poco mi vista para poder adaptarme a la poca luz que me rodea. Una vez que veo un poco más, me muevo por toda la estancia. No sé exactamente qué busco, ni qué pretendo encontrar. Pero la poca información que tenemos sobre Arthur me hace desconfiar de él.

Recorro cada rincón del salón sin resultados, ya que no hay cuadros, ni papeles, ni siquiera revistas. Es como si nadie viviera aquí, y menos aún unos chavales de dieciocho años. Porque tiene esa edad, ¿verdad?

***

Decido seguir buscando en las habitaciones, así que subo las escaleras, ando de puntillas intentando no hacer ruido. La casa está tan en silencio que hasta se escucha el pequeño viento que hace. Es tan ligero que ni siquiera mueve los árboles.

Alumbro el pasillo para descubrir que ante mí hay un gran espacio, y muy despejado además, nada adorna el suelo ni las paredes.

Pero de repente algo llama mi atención, entre tanto espacio hay algo que resalta. Un cuadro rompe la desnudez de la pared. Sonrío satisfecha y me apresuro a alumbrarlo. Cuando los rayos de luz artificial dan en el cristal alumbrando la imagen, mi corazón se detiene por una milésima de segundo.

Enciendo la cámara del móvil temblorosa, para luego poder comprobar que lo que estoy viendo es real, y corro a la puerta más cercana que encuentro en busca de información más útil.

Antes de abrir acerco la oreja comprobando que no hay ni un solo ruido en su interior, y giro el pomo dispuesta a destapar toda la verdad. Empujo la puerta, pero no se abre, se queda en el mismo sitio. Vuelvo a intentarlo inútilmente, porque sigue cerrada. Pruebo con el resto de estancias de esta planta pero obtengo el mismo resultado.

Ya desesperada bajo las escaleras y cuando voy a salir me llega un mensaje de Kyle:


"Ven ya, no tardes"


Bajo las escaleras asustada por esas palabras y salgo por donde he entrado, sin preocuparme de dejarla tal y como estaba. Cuando quiero volver a leer el chat ya no puedo, el móvil se ha quedado sin batería. Suspiro aliviada, por lo menos me ha durado hasta salir.

Corro hacia la parada de autobús y rezo para que no tarde en venir. Que Kyle me haya escrito eso me asusta muchísimo, le dije que solo me escribiera o llamara si era emergencia. Y lo ha hecho, me ha escrito.

Llego a la puerta del apartamento fatigada y sin apenas aire. Poso mis manos en las rodillas intentando recomponerme y escucho algo tras la puerta. Una voz de mujer hace que me sobresalte y abro con gran rapidez la puerta que nos separa.

***
Vengo con malas noticias 🥺
La historia de Sevda y Kyle tiene fecha de fin, y es este 28 de septiembre 😭
A disfrutar de estos últimos capítulos 💖

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