Solo 20 días (COMPLETO)

By AndreaMaroz

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Él es de Zaragoza. Ella de Madrid. Él tiene que volver a su ciudad. Ella está dispuesta a hacer lo que sea... More

· Introducción ·
· 1: El inicio ·
· 2: La atracción ·
· 3: Miedos ·
· 4: La venganza ·
· 5: Juego sucio ·
· 6: La película ·
· 7: El eclipse ·
· 8: La carta ·
· 9: ¿A quién crees? ·
· 11: ¿Verdad o reto? ·
· 12: La borrachera ·
· 13: Ropa interior ·
· 14: Once días ·
· 15: ¿Eso pasó? ·
· 16: La llamada ·
· 17: ¿Por qué te vas? ·
· 18: Todo o nada ·
· 19: Algo pasa·
· 20: Algo de verdad ·
· 21: Directa al grano ·
· 22: ¿Dónde estás? ·
· 23: ¿La hermana? ·
· 24: No está ·
· 25: Su hermana ·
· 26: El plan ·
· 27: No era el plan ·
· 28: Hace unos días ·
· 29: Menos de una semana ·
· 30: Madrid brilla ·
· 31: Bar Sevda ·
·Epílogo: El castillo de algodón ·

· 10: Catorce días ·

10 2 17
By AndreaMaroz

KYLE


Salgo de casa no muy decidido y voy hacia el retiro, donde me esperan Miriam y Sevda. Le dije a Miriam que prefería no ir, pero no puedo competir contra su cabezonería. Nadie le gana a eso.

***

Una vez en el parque las veo hablar a lo lejos. Conforme me voy acercando más nervioso me pongo. Cuando ya estoy llegando a ellas, Sevda me ve y gira su vista bruscamente hacia nuestra amiga. Desde aquí veo cómo gesticulan y cómo se enfada. ¿No sabía que venía?

—¿Kyle? —me pregunta cuando llego a su lado —. No sabía que venías.

Y al decir eso mira con enfado a Miriam, que se encoge de hombros y me saluda haciéndola caso omiso.

—¡Vamos a las barcas!

Ambos la seguimos sin rechistar y sin soltar una sola palabra. Incluso ni cuando llegamos a la eterna cola nos quejamos. Simplemente nos ponemos en último lugar y esperamos. Creo que ninguno estamos con fuerza suficiente como para quejarnos.

—Bueno, pues ya solo quedan 14 días para que te vayas —Miriam me mira triste—. ¿Tienes pensado hacer algo a modo de despedida?

Niego con la cabeza.

—Tampoco tengo a nadie de quien despedirme, no va a cambiar mucho la cosa —digo sin apenas pensarlo.

Levanta la cabeza y veo cómo mi amiga niega desaprobando mi afirmación.

—Nos tienes a nosotras —agarra a Sevda, que me mira obligada por su amiga.

—Ya... —digo desconfiado.

Y es que a Sevda no la tengo, en la página en la que estamos de la historia ya no somos ni amigos. Porque no podemos serlo. Solo nos hacemos daño. Por un momento mi mirada y la de Sevda se cruzan, sus ojos están oscuros, como apagados. Su mirada alegre se ha ido. Se ha apagado ella entera. Igual que yo, ella era el enchufe que me mantenía con brillo.

Cuando por fin nos va a tocar suena el teléfono de Miriam.

—Ahora vuelvo —Tras decir eso se aleja de nosotros para atender la llamada.

Mientras, nosotros dos nos quedamos mirando a cualquier sitio que no sea el otro. Yo miro al suelo, y ella mira hacia el agua. Ni el suelo ni el agua son interesantes, solo evitamos mirarnos y hablar.

***

Cuando llegamos al principio de la cola y el trabajador se acerca a nosotros para subirnos a la barca, automáticamente miramos a nuestra amiga, que sigue hablando. Nos hace con la mano un gesto de que ya mismo viene y que mientras entremos nosotros. Y no muy seguros lo hacemos.

El hombre da la mano a Sevda para ayudarla a entrar en la barca sin que se caiga. Yo le sigo y entro sin ayuda.

Ambos miramos de nuevo a nuestra amiga que sigue hablando por teléfono.

—¿Estáis listos? —nos pregunta el señor de la barca.

—No no, un segundo, que mi amiga ya viene —respondo inquieto.

Y tal y como he hecho antes, miro a Miriam, pero cuando agudizo mi vista me sorprendo al no verla. No está donde antes estaba, ni unos metros más alejada. Ni siquiera se encuentra en nuestro campo de visión.

—Lo siento —el señor empuja la barca y nuestras miradas se cruzan a la vez.

—Miriam nos ha hecho una encerrona —dice Sevda, como si fuera algo nuevo para mí.

—¿En serio? —Mi pregunta sarcástica hace que ella se moleste y niega con la cabeza.

—No entiendo porqué me sigues sorprendiendo. Si pensaba que ya no podías más. 

Cojo los remos intentando olvidar lo que me acaba de decir, pero parece que no me va a dejar. Me quita un remo y me mira con mala cara.

—Yo también remaré.

Así que tal y como ha dicho, ambos remamos. Intentamos ir al mismo ritmo, pero no lo conseguimos. No nos ponemos de acuerdo en hacia dónde girar ni cómo hacerlo, por lo que no dejamos de dar vueltas, sin avanzar ni un solo metro.

—¡Tienes que girar hacia allá! —me grita ya cabreada.

—¡Lo estoy haciendo! —le contesto en el mismo tono.

—Es que no avanzamos, si cada uno rema para un lado nos quedamos estancados.

—¿Cómo pretendes que podamos manejar una barca si ni siquiera somos capaces de manejar lo nuestro?

Se queda callada y deja de remar de golpe al escucharme. Me muerdo el labio arrepintiéndome de lo que he dicho y la miro esperando una respuesta.

—Ese es el problema, que no somos capaces de ponernos de acuerdo entre nosotros, cuando se supone que nos queremos. Porque ambos queremos ir hacia el mismo sitio pero cada uno rema a su propio ritmo. Sin pensar si el otro está cansado, desconcertado, o quiere ir más lento. Vamos a lo loco sin tener en cuenta la opinión del otro.

Cuando termina de hablar yo me quedo sin poder articular palabra. "Cuando se supone que nos queremos".

—¿Se supone? —pregunto sin entender esa parte.

Ella me mira sin saber qué responder, pero tras un rápido pensamiento, lo hace.

—Yo no sé qué sientes, yo solo sé lo que haces y dices. Y llevas todos estos días comportandote como un idiota. Me dices que no eres como todos, que no te acuestas con cualquiera, pero luego empiezas a salir con Belinda, te acuestas con ella, la traes a nuestros planes sin avisar. Y después vas y me dices que lo sientes.

—Sevda, yo te quiero, y ya te he dicho que no me acosté con Belinda.

Ella me observa indecisa. Y al final decide no contestar, dando fin a esta conversación.

***

Tras varios intentos por fin podemos ir a la vez y avanzar un poco. Por un momento parece que ambos hemos olvidado la conversación que estábamos teniendo y empezamos a disfrutar del paseo en barca. Me levanto y empiezo a tambalear la barca mientras ella entre risas me grita que pare.

Cuando me voy a sentar, todo se mueve más de la cuenta y pierdo el equilibrio. Por suerte caigo dentro de la barca, pero me quedo a milímetros de ella. Sevda no hace por quitarme y nuestras cabezas se acercan cada vez más.

Cuando estamos a punto de besarnos suena mi teléfono. Es en ese momento en el que ella me aparta de golpe y yo me siento de nuevo donde antes.

Suspiro mientras miro qué es lo que ha roto este momento y la mandíbula se me tensa al leer el mensaje.

"Te dije que te alejaras de ella. Primer aviso, uno más y le cuento todo"

Sevda me observa con atención y yo le devuelvo la mirada.

—Somos amigos Kyle, nada más —me suelta de repente.

Mira hacia los remos y tras quitarme el que yo tenía en la mano, coge ambos y empieza a remar rumbo al embarcadero.

Yo solo puedo quedarme mirando mis pies, no tengo nada más que decirle, no puedo decirle más. Por más que quisiera gritar a los cuatro vientos que la amo, no puedo.

—Aún tenéis más tiempo —dice el señor al vernos llegar.

—El tiempo se ha acabado para nosotros.

Y tras decir eso se levanta y sale de la barca. Como respuesta, el señor me mira con cara de pena y yo niego con la cabeza.

—Las mujeres son complicadas —me dice.

—El amor es complicado, es muy complicado —contesto mientras me alejo de él.

Busco con la mirada a alguna de las dos pero no está ninguna, si Miriam ha visto salir a Sevda, seguro que se ha ido con ella.

***

Pasan las horas y, como había supuesto, Sevda no vuelve a casa. Miriam me escribió hace unos minutos que dormiría en su casa.

Pero cuando el timbre suena salgo corriendo hacia la puerta con la esperanza de que sea Sevda. Al abrir descubro que no es ella, es Belinda.

—Llevo todo el día llamándote —me dice tras darme un beso.

Sin que yo le diga nada, ella entra directamente al apartamento. Yo cierro la puerta cabreado.

—Belinda, no puedes venir aquí sin avisar —me siento a su lado en el sofá.

—¿No puedo ir a la casa de mi novio cuando me apetezca verlo?

Su pregunta me trastoca. ¿Novio? En ningún momento hemos hablado de tener ese tipo de relación. Es más, solo ha habido un par de besos entre nosotros.

—Belinda... —busco la forma de decirlo suave—. No hemos hablado nunca de lo que somos...

—Novios —asegura ella.

—¿Lo hemos hablado en algún momento? —pregunto confundido. Porque a mí no me suena eso.

—No... —pone pucheros—. Pero después de habernos acostado... pensé que...

—Nosotros no nos hemos acostado Belinda —suelto ya cabreado.

—Kyle —se levanta enfadada—. Paso que me digas que no venga sin avisar, pero de ahí a que me mientas sobre algo que yo he vivido... Nos hemos acostado, y lo sabes perfectamente. Y después de lo que dijiste en el cine pensé que éramos novios.

Suspiro mientras intento calmarme. Ella se acordará perfectamente de esa noche, pero yo no.

—Te he hecho pensar lo que no es, perdón —digo derrotado—. Pero no somos novios.

—Pues sí Kyle, me has confundido tú —coge su bolso y se gira a mirarme de nuevo—. No pensé que fueras así.

Al terminar la frase sale por la puerta con un portazo. Debería sentirme de otra manera, pero me siento contento. Por fin he aclarado las cosas con ella.

Aunque con la que ahora estoy mal es con Sevda. Y es que esa persona que no para de escribirme me está torturando. ¿Quién es? ¿Cómo sabe eso? ¿Por qué quiere que me separe de Sevda?

Y, ¿qué pasa si soy yo el que se lo cuenta a Sevda? Eso ya es pasado. Es algo que le podría haber ocurrido a cualquier persona. Bueno, es algo que no le podría pasar a cualquiera, pero que no es culpa mía. 

No fue culpa mía, yo solo estaba en el lugar equivocado, en el momento menos oportuno. Fue una casualidad muy desafortunada.


El año pasado

—Venga Kyle, te llevo a casa.

Miro a mi amigo con una sonrisa tonta y niego con la cabeza.

—Estás borracho, no puedes conducir Roberto.

—Pues conduce tú —me tira las llaves y yo le miro inseguro.

Estoy borracho, pero sigo un poco cuerdo, y ninguno de los dos deberíamos conducir.


En la actualidad

No debíamos ir en coche. Y lo peor, no fuimos. Ahora me pregunto qué hubiese pasado si nos hubiésemos ido. El alcohol había hecho que todos tuviéramos demasiada adrenalina, nos hizo no ver el peligro. Pero el peligro nos acabó engullendo.

Ojalá ese día nunca hubiera pasado. Ojalá no hubiera bebido. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo.

Pero no puedo, y esa noche me persigue una y otra vez. Y ahora es alguien más quien me persigue por esa noche.

***
Este capítulo está lleno de sorpresas!!! 🤭
¿Quién crees que condujo el coche al final? ¿Y qué pudo pasar después? 🤔

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