C O N E X I Ó N | Omegaverse...

By ladyxagh

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La mayoría de las personas sueñan en formar un lazo con su persona amada o en el mejor de los casos encontrar... More

Prólogo.
Capítulo 1. Dragón blanco.
Capítulo 2. Demonios.
Capítulo 3. Dragón Blanco.
Capítulo 4. Demonios.
Capítulo 5. Dragón Blanco.
Capítulo 6. Demonios.
Capítulo 7. Dragón Blanco.
Capítulo 8. Demonios.
Capítulo 9. Dragón Blanco.
Capítulo 10. Demonios.
Capítulo 11. Dragón Blanco.
Capítulo 12. Demonios.
Capítulo 13. Dragón Blanco.
Capítulo 14. Demonios.
Capítulo 15. Dragón Blanco.
Capítulo 16. Demonios.
Capítulo 17. Dragón Blanco.
Capítulo 18. Demonios.
Capítulo 19. Dragón Blanco.
Capítulo 20. Demonios.
Capítulo 21. Dragón Blanco.
Capítulo 22. Demonios.
Capítulo 23. Dragón Blanco.
Capítulo 24. Demonios.
Capítulo 25. Dragón Blanco.
Capítulo 26. Demonios.
Capítulo 27. Dragón Blanco.
Capítulo 28. Demonios.
Capítulo 29. Dragón Blanco.
Capítulo 30. Demonios.
Capítulo 31. Dragón Blanco.
Capítulo 32. Demonios.
Capítulo 33. Dragón Blanco.
Capítulo 34. Demonios.
Capítulo 35. Dragón Blanco.
Capítulo 36. Demonios.
Capítulo 37. Dragón Blanco.
Capítulo 38. Demonios.
Capítulo 39. Dragón Blanco.
Capítulo 40. Demonios.
Capítulo 41. Dragón Blanco.
Capítulo 42. Demonios.
Capítulo 43. Dragón Blanco.
Capítulo 44. Demonios.
Capítulo 45. Dragón Blanco.
Capítulo 46. Demonios.
Capítulo 47. Dragón Blanco.
Capítulo 48. Demonios.
Capítulo 49. Dragón Blanco.
Capítulo 50. Demonios.
Capítulo 52. Calamidades.

Capítulo 51. Dragón Blanco.

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By ladyxagh

Arriba. —La voz tenía un toque suave a pesar de la firmeza con la que se alzaba.

Los brazos del menor temblaban en su aguerrido intento por ponerse de pie una vez más. En otras circunstancias su caída significaría la muerte, lo sabía muy bien. Xie Lian luchó contra cada grito de dolor que exclamó su pequeño cuerpo al erguirse, mordió la mejilla interna de su boca soportando el picor de sus ojos por las lágrimas y el ardor en su piel debido a los raspones que se había provocado. Ya podía verse tirado en su habitación con el médico atendiéndolo, nada nuevo.

—Si estás cansado no te levantes —dijo Jun Wu mirándolo fijamente. Ojos inexpresivos y postura intimidante para cualquier otro, pero para el niño se sentía como un reto.

Por más que intentara rendirse y quedarse tirado en el suelo, le resultaba imposible. Aquella voz le obligaba a levantar la espalda una y otra vez hasta que su visión fuera negra. En verdad quería tumbarse, pero al haber recibido la orden tuvo que callar su dolor y acatar lo que la voz indicaba.

—No puedo —murmuró el menor con voz ronca, desesperado por no poder cumplir con las expectativas del hombre. Porque sí, a pesar de la indicación sabía que Jun Wu realmente deseaba que no le obedeciera, habían realizado esta práctica varias veces, pero seguía fallando, obedeciendo en cada momento—. No puedo hacerlo.

Con el cuerpo casi a punto de colapsar la figura del pequeño niño se tambaleó hacia atrás y adelante varias veces, en un intento desesperado por mantenerse en pie unos instantes más.

Jun Wu entrecerró los ojos algo disgustado. Podía sentir su molestia, tal vez porque no estaba obteniendo los resultados que quería y Xie Lian deseaba llorar, disculparse por sus fallas; no le gustaba decepcionar a su padre.

—Claro que puedes —reiteró el alfa. Su voz profunda volvió a tomar forma en una palabra contundente—. Ataca.

—¡No puedo! —lloriqueó más fuerte Xie Lian haciendo justamente lo que se le pidió. Lanzando golpe tras golpe—. Soy muy débil.

Sus puños ni siquiera estuvieron cerca de rozar al alfa, deseaba gritar hasta que su garganta ardiera y sus lágrimas se secaran. ¡Realmente quería desobedecer la orden! ¡Ignorar la voz! ¡Lo anhelaba con toda su alma!

¿Pero qué podía hacer un niño omega en estas circunstancias?

Como era previsto, cayó una vez más de rodillas sobre el suelo, sus pies tropezaron consigo mismo lanzándolo sin piedad a la dura superficie. Mientras el menor tomaba rápidas y ardientes bocanadas de aire que causaban dolor en sus pulmones, Jun Wu se aproximó.

—Escucha con mucha atención Xie Lian —susurró desde arriba—. Un día yo no estaré y tú serás el juez de esta ciudad, de ti dependerá de qué lado caiga la balanza.

Con lágrimas gruesas surcando sus mejillas le miró. —¿Por qué yo?

Jun Wu lo contempló sin expresión, apreciando en primer plano como el llanto del niño iba en aumento. Lentamente bajó una rodilla al suelo para inclinarse con elegancia. Su mano grande se acercó a la humedad de la cara para retirarla, dejando que solo la rojez del llanto permaneciera. Sus dedos eran ásperos y callosos, Xie Lian sabía que en algún punto sus manos serían tan duras como las de ese hombre.

—Solo puedes ser tú. —Jun Wu se levantó con la misma gracia, ahora con un aura más autoritaria que antes, no tan cálido como hace unos segundos mientras le limpiaba las lágrimas—. Pero para que eso suceda deberás ser capaz de tomar tus propias elecciones, eso significa que nadie tendrá control sobre ti.

Claro, Xie Lian ya sabía esa parte, el motivo por el cual seguían haciendo ese entrenamiento para que en un futuro la voz de cualquier alfa no le afectara. Pero... ¿Valdría verdaderamente la pena? ¿Tanto dolor era válido?

—¿Y si fracaso?

Esa siempre era una posibilidad, y sabía que a Jun Wu no le pondría nada feliz.

A diferencia de la reacción que esperaba, el alfa curvó la comisura de su boca hacia arriba en una sutil sonrisa, algo escalofriante debido a lo poco que solía sonreír, pero llamativa.

—Eres como yo, no fracasarás. —La resolución de sus palabras no le supieron tan mal a Xie Lian, porque en el fondo se alegraba de que Jun Wu lo considerara como él. Que su padre creyera en él.

La determinación burbujeante en su interior lo incitó a bloquear cada dolor e intentó mantener el control de su cuerpo. Jun Wu también lo notó, así que no dudó en volver a lanzar de nuevo la orden.

Arriba.

Xie Lian tragó duro y se lanzó hacia el alfa, intentando inútilmente tocarlo tan siquiera. Jun Wu solo necesitaba hacerse a un lado para esquivarlo, incluso podría hacerlo con los ojos cerrados. Las pisadas del niño eran burdas y muy ruidosas, anunciando la dirección que tomaría incluso antes de que terminara de hacerlo.

Dando un golpe a las piernas del menor lo tiró una vez más. —Estás muy lento.

Sin pedírselo, Xie Lian volvió a levantarse, cada vez sintiéndose peor. —Aún puedo seguir.

Jun Wu no era ciego, sabía que faltaba poco para que Xie Lian cayera inconsciente, empezaba a cansarse de que el menor siguiera sin obtener avances, pero este era el único método que consideraba más efectivo y sin tantas repercusiones. Notar la terquedad del omega en ponerse de pie le dio una idea.

—En ese caso... —susurró sacando el arma de su cinturón, retirando el seguro la colocó en el suelo para deslizarla hasta los pies del infante—. Toma el arma.

Los ojos asustados de Xie Lian estaban abiertos de par a par. Conocía tan bien a Jun Wu que supo de inmediato sus intenciones. Su corazón se aceleró, era demasiado arriesgado, definitivamente no debería tomar esa arma.

Pero lo hizo.

Tomó el arma contra su voluntad, las pequeñas manos la apretaban temblando, muy dentro suyo su ego interno se revolcaba de dolor al intentar rechazar la orden.

—¡Señor, espere! —gritó desesperado con las lágrimas quemándole la garganta. No lo lograría.

La mirada de Jun Wu se endureció. —Dispárame.

Xie Lian negó furiosamente mientras lentamente sus brazos se movían. Quería parar, si lo lastimaba jamás se lo perdonaría.

Jamás.

—No... No... —Lloró acorralado por su instinto, su dedo rígido tocó el frío gatillo. Dispararía, lo sabía—. ¡No!

Como si se tratara de una descarga eléctrica, obligó en un tirón insoportable de dolor a cada músculo a desobedecer. Sintió como si se quebrara algo por dentro. No lo comprendía, apretó tan fuerte su mandíbula que incluso creyó que lo que se quebró fue un diente. En última instancia sus brazos se alzaron desviando el disparo. A pesar de la protesta por parte de su omega al no acatar la orden, Xie Lian sintió alivio y felicidad. Realmente pudo rechazar ese disparo.

No logró decir nada, una sonrisa se formó en sus labios cuando cayó inconsciente al suelo. La bruma negra lo tragó entero, apenas escuchando algunas palabras.

—Bien hecho...

La boca de Xie Lian se abrió grande en un intento por tomar aire, sus ojos se apresuraron a parpadear tratando de enfocar, pero todo estaba oscuro y muy borroso. Con el corazón palpitando a mil se obligó a relajar su cuerpo recordando donde estaba, aquella elegante habitación y ese deleitable aroma rodeándolo.

Girando su cabeza delineó a Hua Cheng, el calor que irradiaba el alfa le envolvía por completo. Un fuerte brazo lo tenía sujetado por la cintura, mientras que la respiración profunda le acariciaba la curvatura de su cuello.

Alzando su mano acarició la piel pálida del alfa, rozó el cabello de ébano tan cuidadosamente para no despertarlo. Intentó dormir de nuevo, todavía era noche y debía descansar lo mejor que pudiera; sin embargo, aquellas memorias le atosigaban sin piedad, ni siquiera pudo pegar los ojos sin visualizar al hombre de fría presencia y ojos llenos de muerte.

Xie Lian y el resto ya tenían un par de días en una de las propiedades de los Nie, lamentablemente afuera todo había empeorado. Las pocas veces que salió de la zona neutra para buscar a Jin GuangYao terminó viendo locales cerrados y personas asustadas, además de que el heredero Jin seguía sin dar señales de vida. La policía nacional no se daba abasto, pero Xie Lian sabía que no lograrían gran cosa, el mismo gobierno tenía sus manos metidas en la suciedad, todo era una simple pantalla, fingiendo hacer algo por el resto de la ciudad. Pronto el caos se esparcirá y saldría del país.

Algo ahogado por el calor que sentía decidió salir de la cama para tomar aire, se deshizo del agarre lo mejor que pudo. Apenas se sentó en el borde de la cama cuando los fuertes brazos le rodearon una vez más. Hua Cheng fue tan silencioso al moverse que Xie Lian no lo escuchó, o quizás tenía tantas cosas en la cabeza y estaba tan acostumbrado a su presencia que su instinto lo dejó pasar. Se sobresaltó una milésima de segundo, después volvió a relajarse disfrutando de su aroma.

—¿Todo en orden? —preguntó Hua Cheng en un susurro demasiado bajo, los labios del alfa acariciaban su sien.

Xie Lian se encontró con las manos del alfa y las apretó con suavidad, girando su rostro en su dirección le brindó una tenue sonrisa.

—Sí, no te preocupes. —No quería importunar, era demasiado tarde para estar fuera de la cama—. Lamento despertarte, vuelve a dormir.

—¿Cómo podría dormir si Gege está tan intranquilo? —dijo besando su mejilla. Evidentemente preocupado preguntó—: ¿Un mal sueño?

Xie Lian desvió la vista a la ventana, pensando en cuánto deseaba que fuera un mal sueño, algo que nunca hubiera ocurrido, que su mente solo creara esos escenarios; cada emoción, sentimiento y dolor siendo falsos. Pero no. Jamás se trataba de malos sueños.

Tomando una bocanada de aire respondió. —Un mal recuerdo...

De no ser que sentía el calor de Hua Cheng casi podría jurar que tenía el sabor de la sangre en su boca y los músculos pulverizados. Lo único que le aferraba a la realidad era su pareja.

El alfa suspiró, observaba cada rasgo de Xie Lian, examinándolo cuidadosamente.

—Supongo que ya no volverás a la cama... —murmuró Hua Cheng. Su tono de voz cambió—. Al menos no para dormir.

—¡San Lang! —La insinuación había calentado el rostro de Xie Lian. Hua Cheng rio roncamente debido a que todavía le perseguían los residuos del sueño.

No importa cuantas veces lo hicieran, sabía que Hua Cheng siempre estaba dispuesto, y honestamente él también, aunque no lograba ser tan descarado como el alfa y quizás jamás lo sería.

—¿Gege desea hablar? —preguntó atrayéndolo a su cuerpo, cosa que Xie Lian agradeció en silencio.

—No es grato de escuchar.

—Pero guardarlo para sí mismo debe ser peor. —Besándole la coronilla de la cabeza murmuró amorosamente—: Estoy contigo.

Aquella sensación de seguridad regresó al omega, la paz que solo su alfa podía otorgarle incluso en momentos impensables. No había un verdadero motivo para que Xie Lian le ocultase algo, así que decidió hablar y quizás así poder desahogarse.

—Recordé un poco de cuando era niño —dijo en voz baja—. Cuando solía entrenar para convertirme en... Lo que soy ahora.

Hua Cheng besó ahora su cuello. —¿Te refieres a la persona más hermosa de todas?

—¡San Lang, ya basta! —pidió entre risas girando su rostro. Si seguían así dejarían de hablar en cualquier momento. Xie Lian suspiró—. Yo pasé por un entrenamiento difícil por el hecho de ser omega, había días en los que terminaba inconsciente por el esfuerzo.

La atmósfera divertida y un tanto seductora se esfumó, el alfa estaba tenso, tan silencioso que Xie Lian prefirió continuar, decirle de una vez por todas la realidad de lo que había vivido todos esos años. Lo que significó residir junto a alguien como Jun Wu.

—Lo más difícil fue poder rechazar la voz de un alfa —confesó mordiendo el interior de su boca en un pobre intento por calmarse—. Jun Wu solía usarla varias veces en mí, llegó un punto donde el dolor de rechazar la orden fue tan normal que terminé acostumbrándome y haciéndolo en automático.

Hua Cheng hizo una única pregunta.

—¿Qué tanto dolor sientes?

Xie Lian se sorprendió. Se percató de que jamás había medido el dolor que sufría cada vez que rechazaba una orden. No lo veía tan terrible actualmente, pero de niño... Esa era otra historia.

—Creo que no tengo nada para compararlo —dijo con honestidad el omega—. Ahora soy incapaz de seguir la voz aunque yo quiera, siempre termino haciendo justo lo contrario... Es... Agotador.

Ya ni siquiera pensaba cuando actuaba, entraba en un estado donde tomaba el control su inconsciente, a veces inclusive le faltaban recuerdos de sus acciones, para cuando volvía en sí la acción ya estaba hecha.

La siguiente pregunta de Hua Cheng tenía un tono más severo que la primera.

—¿Quiénes han usado su voz en ti?

—Eso no importa —respondió Xie Lian despreocupado.

El alfa le tomó de la cintura para ponerlo de frente, las piernas blanquecinas quedaron a horcajadas de Hua Cheng, mientras este le observaba fijamente. —Importa y mucho.

—Lo lamento, pero no tengo una lista. —Xie Lian intentaba con todas sus fuerzas ignorar el calor debajo suyo junto con el ardor de vergüenza en su rostro. Podía ver como Hua Cheng no dejaría ir la conversación tan fácilmente—. Tranquilo San Lang, poder rechazar la voz es algo bueno la mayor parte del tiempo, en especial cuando intentan usarlo en tu contra. Aunque, admito que me gustaría elegir cuál orden tomar y cuál no.

Hua Cheng alzó una ceja. —¿Hay alguna orden que desees tomar?

—Tal vez... —El rostro de Xie Lian triplicó su color. Desviando la mirada murmuró—. Si es San Lang quien las da me gustaría hacerlo.

Pensó que el alfa se regocijaría con su respuesta, pero en su lugar Hua Cheng lucía serio.

—¿Te expondrías de tal forma?

—Sé que no me lastimaras —declaró con seguridad acercando su rostro al cuerpo ajeno para inhalar la fragancia natural del alfa—. Jamás he escuchado tu voz, me gustaría sentirla. Pero posiblemente la rechace enseguida.

—No la usaré, no si eso te lastima.

—Podríamos intentarlo... —Una ferviente curiosidad surgió de Xie Lian, en su cabeza ahora rondaba la idea de poder sentir la voz de su alfa, aunque solo bastaba un vistazo para saber que Hua Cheng no estaba para nada convencido, era obvio su temor por lastimarlo. Xie Lian fue más insistente—. Yo... En verdad quiero sentirla, saber que puedo ceder por una vez, de lo contrario me siento como una especie de... Máquina.

Recordarse a sí mismo en su pasado era como mirar una película, incluso había ocasiones donde se sentía ajeno a su propio cuerpo y totalmente desconectado con su omega interno. El semblante de tristeza que adornó su rostro llamó la atención de Hua Cheng, quien le tomó de ambas mejillas para acariciarlas con ternura.

—No eres ninguna máquina —dijo el alfa obligándole a verlo cara a cara—. El calor de tu piel, tu corazón palpitante, la fragancia de tu cuerpo, tus emociones y sentimientos, la brillantez de su mente, todo eso demuestra lo vivo que estás y el gran individuo que eres.

El corazón de Xie Lian revoloteó, la dicha que siempre le hacía sentir Hua Cheng era invaluable. No lo pensó dos veces para lanzarse a besarlo. Sus manos ansiosas se enredaron en las hebras negras, pronto su lengua comenzó a ser acariciada mientras sus cuerpos buscaban fusionarse en un apretado abrazo. Tan caliente y vivo.

Al apartarse tuvieron que tomar aire en grandes bocanadas, Xie Lian se lamió los labios, sintiéndolos húmedos y brillantes por la saliva.

—Entonces... ¿Lo harás? —Preguntó con un hilo de voz y ojos suplicantes—. ¿Usarás tu voz?

Un gruñido gutural salió del alfa. —Me pones en una situación difícil, sabes que siempre procuro complacerte, pero en esta ocasión...

—San Lang, por favor.

Xie Lian no apartó sus ojos del hermoso rostro, realmente quería intentarlo. Incluso si los resultados eran catastróficos, tenía el derecho de saber cómo se desarrollaría su relación con su destinado. Hasta qué punto podían o no podían llegar. Ese era un buen momento para hacerlo, ¿sino cuándo?

Finalmente Hua Cheng suspiró resignado aceptando su derrota.

—Este San Lang jura ayudarte, pero primero debo asegurarme de que tú estarás bien —dijo trazando líneas imaginarias en los muslos lechosos que lo rodeaban—. Quizás podamos empezar con algo sencillo, sin ninguna orden.

Xie Lian ladeó la cabeza. —¿Cómo qué?

La diversión corrió por el rostro de Hua Cheng, después su voz sonó como una caricia que agitó todo el sistema nervioso del omega. De pies a cabeza.

Gege.

El omega interno de Xie Lian arañó desde adentro, confundido y ansioso. Su cuerpo entero se preparó de inmediato para actuar, los músculos tensos, apretándose de forma agotadora. Pero ninguna orden llegó después de eso. Por lo que la tensión pasó y solo quedó ese sentimiento acalorado en el pecho de Xie Lian.

No se había dado cuenta de cómo su respiración se volvió un tanto errática, una sonrisa creció en su rostro. Ignoraba el dolor ardiente en su cuerpo y se concentraba únicamente en el gozo de su omega por sentir la voz de su alfa.

—Puedes... ¿Puedes hacerlo de nuevo? —preguntó con cuidado tomando aire.

Gege —susurró Hua Cheng acercándose hasta el filo de su oreja y agregó—: Te amo.

De nuevo esa tensión corporal acompañada del punzante dolor, pero, desapareció más rápido que la primera vez para dejar únicamente su gozo. Casi podía escucharse a sí mismo ronronear gustoso, olvidando por completo su vergüenza.

—¡Es increíble! —declaró Xie Lian regocijado, jamás una voz le había dado tanto gusto a su omega interno. Estaba en una lucha con su cuerpo y mente, pero afortunadamente su instinto ganaba reconociendo a la persona que le llamaba.

Hua Cheng le tomó de los hombros. —Tómatelo con calma.

Xie Lian asintió, se apartó intentando controlar su respiración. —Solo necesito tomar aire.

Necesitaba un poco más que tomar aire, más bien despejarse antes de fatigarse por el esfuerzo que le suponía.

—En ese caso salgamos juntos. —El alfa le tomó de la mano depositando un beso rápido, justo donde relucía el anillo—. ¿Qué tal un paseo romántico nocturno?

En vista de que no pensaban dormir y Xie Lian estaba demasiado agitado la idea resultó tentadora.

—Me parece bien —dijo el omega con una sonrisa.

Veinte minutos después Hua Cheng estaba conduciendo a orillas de la zona neutra. A diferencia de otros distritos la noche mantenía cierta vida, pocas personas rondaban las calles, parecían tener una vida más tranquila y pacífica que en el resto de la ciudad.

Había un agradable silencio dentro del auto. Hua Cheng conducía con una de sus manos al volante mientras que la otra se entrelazaba con la de Xie Lian. La canción apenas audible que sonaba en la radio se terminó, dando paso a un noticiero nocturno. Instintivamente el omega subió el volumen.

«Las manifestaciones han ido en aumento, la policía no ha logrado contener a las organizaciones que se expanden, a este paso temen que...»

Xie Lian no pudo terminar de escuchar, ya que Hua Cheng se encargó de apagar la radio.

—Suficientes noticias por ahora. —No quería que ese agradable momento se viera opacado por los males del país.

—No puedes tapar la realidad con un dedo, San Lang. —Le recordó Xie Lian intentando volver a encender la radio.

Hua Cheng lo detuvo tomando su mano para llevársela a la boca y dar pequeñas mordidas superficiales con aire travieso a los pálidos dedos. —Claro que puedo y lo haré.

Xie Lian reprimió un gemido al sentir como uno de los colmillos del alfa se clavaba ligeramente en su dedo índice. Aún con la oscuridad de la noche podía ver la sonrisa que se dibujó en Hua Cheng. Ese hombre le volvería loco.

Su calor y vergüenza le hicieron desistir de prender la radio, en su lugar miró la ventanilla para ocultar el calor de sus mejillas, aunque seguramente su olor lo delataría. No sabía si reír o llorar.

No mucho después Hua Cheng aparcó el auto cerca de una fuente adornada con luces llamativas, el agua subía en patrones rítmicos. Era muy lindo de ver, en especial cuando estaba junto a su pareja disfrutando de algo tan simple.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Hua Cheng abrazándolo desde la espalda.

—Mucho mejor —aseguró Xie Lian—. Gracias.

Lentamente se giró para alcanzar el rostro y besarlo. Fue un beso lento y profundo, capaz de robar el aliento. Tan peligroso que debían forzarse a separarse o perderían la vida. Xie Lian sonrió levemente, recargó su cabeza en el pecho de Hua Cheng y enserió su expresión. Miraba las luces nocturnas y se preguntaba; ¿Cuánto tiempo más estarían en medio del caos?

Hua Cheng percibió como siempre sus temores y dudas. Cuidadosamente lo apretó más fuerte de forma protectora entre sus brazos.

—Gege, sabes que puedes contar conmigo en lo que sea que necesites —dijo Hua Cheng igual de serio—. No guardes nada que perjudique tu bienestar, si necesitas hablar yo estaré para ti, incluso si solo quieres compañía.

—San Lang... —Xie Lian no sabía ni por dónde comenzar—. Me siento acorralado...

—Oh, lo lamento. —Hua Cheng aflojó de inmediato su agarre e intentó darle espacio.

El omega rio divertido y volvió a juntar sus cuerpos lo más cerca posible. —No por ti, tu presencia siempre me sienta bien, mientras más cerca te tenga mejor estaré —aseguró impulsándose hacia arriba para robarle un rápido beso, más bien un roce de labios—. Lo que necesito es tiempo para saber qué hacer.

Xie Lian ingenuamente pensó que con la muerte de Jun Wu su vida se arreglaría mágicamente. La realidad era que seguía cayéndose a pedazos. Su único consuelo era que no estaba solo, pero al mismo tiempo le preocupaba que el resto terminaran heridos.

Hua Cheng suspiró y acarició su cabello. —Estoy seguro de que sea cual sea la decisión que tomes todo saldrá bien, yo estaré ahí, a tu lado.

«Claro que sí —pensó Xie Lian agradecido—. Sé que siempre estarás para mí como yo lo estaré para ti»

No solamente quería pensar para sí mismo aquello, debía decírselo. Si Hua Cheng decía a diario cosas así de gentiles él también debía de hacerlo, eran pareja después de todo.

—San Lang, yo... —La luz brillante de color rojo que apuntó directo a la frente de Hua Cheng hicieron reaccionar a Xie Lian en menos de un segundo—. ¡Agáchate!

De un empujón ambos cayeron duramente contra el pavimento, intentaron ocultarse detrás de la construcción de la fuente para evitar alguna bala. Xie Lian escaneó la zona, notando otro punto rojo a la distancia.

—¿Qué hacen aquí? ¿No se suponía que nadie entraría en zona neutra? —preguntó el omega quitando el seguro de su arma.

—Parece ser que estas personas no están para respetar acuerdos —comentó Hua Cheng evidentemente molesto—. Irrumpieron en la seguridad de los Nie, esto no es bueno.

Si alguien se había atrevido a entrar en zona neutra significaba que debían tener agallas para enfrentarse a Nie MingJue y Nie HuaiSang, lo más seguro es que el par de hermanos ya estuvieran al tanto.

Dos disparos más provinieron de una dirección diferente, impactando de lleno en el filo de la fuente y logrando que esta se estropeara y se dispersara. Hua Cheng levantó el brazo en un intento por proteger a Xie Lian de la roca dura.

—Debemos librarnos de esto primero —dijo Hua Cheng apuntado sin dudar y tirando del gatillo.

Xie Lian no se quedó atrás e imitó sus acciones. Hicieron falta unos cuantos disparos para percatarse de que eran más hombres de los pensados. Estos se movían arriba de los edificios de la zona y otros por debajo causando que incluso llegar al auto para alejarse fuera una tarea complicada. Definitivamente no estaban preparados para un ataque nocturno como ese, se habían confiado demasiado.

—Son varios. —Xie Lian agudizó su mirada y disparó a la sombra negra de la lejanía, notando como caía en peso muerto segundos después. Tan rápido como se deshizo de uno le atacó otro—. Saben que no pueden enfrentarnos a corta distancia, por eso los francotiradores, con base en la dirección de las balas calculo que son dos o tres, pero hay más hombres aquí abajo.

Tenían que moverse, el sonido de las balas continuaba retumbando, pero ya no era hacia ellos, sino hacia el auto que ahora estaba arruinado. Los neumáticos pinchados y los cristales tan agrietados que difícilmente se vería el otro lado.

—Tratan de evitar que escapemos —gruñó Hua Cheng—. Me pregunto cuánto tiempo habrán esperado una oportunidad cómo está o tal vez fue casualidad mientras se infiltraron.

Xie Lian disparó tres veces más. —¿Lo crees? Yo creo que esperaban a alguien y terminamos siendo nosotros.

El mal humor de Hua Cheng se intensificó todavía más. —Detesto esta clase de coincidencias.

Y por "coincidencias" se refería a situaciones donde Xie Lian pudiera resultar herido.

No era el momento ni el lugar para analizar cómo habían terminado en esa situación o si verdaderamente esas personas estaban buscando a alguien en específico, y para mala suerte de ellos fueron Hua Cheng y Xie Lian con quienes se cruzaron.

Hua Cheng tiró del gatillo, pero no sonó ninguna detonación. —Ya no tengo balas.

El alfa hurgó en su bolsillo buscando un nuevo cartucho y el móvil, si continuaban así no durarían mucho.

—Yo tampoco —concordó Xie Lian escuchando los pasos acercarse, se movían en varias direcciones—. Planean rodearnos.

Alcanzó a rastrear la luz roja de nuevo, sabía que el nuevo objetivo del francotirador ahora era él.

Repentinamente las luces de un auto los cegaron y las llantas se quemaron contra el asfalto. Detrás de ese había tres más, de los cuales empezaron a bajar hombres que Xie Lian reconocía a la perfección.

El auto blanco lustroso los bloqueó por delante a la vez que el vidrio se baja dejando ver un rostro conocido. —¡Suban!

Xie Lian y Hua Cheng no tuvieron suficiente tiempo para pensarlo. Era subir o morir. Aunque entrar en aquel vehículo también podría llevarlos a la muerte.

Wei WuXian miró como Nie HuaiSang entraba dando tumbos, era demasiado tarde, por lo que pensó que este estaría dormido o haciendo... lo que sea que haga alguien como HuaiSang.

El mismo WuXian estaba despierto por casualidad, o algo así. Se la había pasado con Lan WangJi y una cosa llevó a la otra y ahora iba en busca de un bocadillo nocturno, si es que He Xuan no había arrasado con todo ya.

—¿Estás bien? —preguntó WuXian.

El estrepitoso ruido de su llegada alertó a más de uno, algunas caras más se asomaron por el pasillo. El primero en llegar fue Lan WangJi, colocándose a lado de su omega en cuestión de segundos.

—Atacaron a mi hermano —anunció el Nie bruscamente—. Se metieron en nuestro territorio y rompieron el acuerdo, ya no existe una zona neutra.

Al mismo tiempo llegó Jiang WanYin, quien alcanzó a escuchar claramente aquello. —¿Qué?

—En las cámaras del sector que conecta con territorio Jin se vio cómo ingresaban y atacaban a mis hombres, Da-Ge estaba patrullando cuando eso ocurrió —explicó lo más rápido mientras marcaba números sin parar para hacer llamadas con instrucciones breves y concisas—. Eso no es todo, cerca de ahí también fueron atacados Hua Cheng y Xie Lian.

—¿Cuándo salieron de aquí? ¡Debemos ir por ellos! —gritó QingXuan, quien venía con un adormilado He Xuan.

—Alguien ya se les adelantó —dijo HuaiSang cortándoles cualquier intención que tuvieran de ir por sus compañeros—. Parece ser que alguien más llegó a auxiliarlos.

WuXian frunció el ceño. —¿Quién?

HuaiSang perdió la paciencia al estar en tantas cosas a la vez, aventó su móvil como si hubiera recibido una desagradable noticia.

—¡No hay tiempo! ¡Ustedes deben de salir antes de que lleguen hasta aquí, no nos pueden ver juntos! —informó el Nie.

—Si nos vamos ahora quizás alcancemos a evitar una pelea innecesaria —comentó Wen Qing que en algún momento también había llegado por el escándalo.

He Xuan bufó frustrado. —Con un demonio, no ha pasado ni una semana del último ataque.

—Ya no importa el lugar al que vayan, todos los distritos están en línea de fuego. —HuaiSang suspiró—. Como última ayuda puedo ofrecerles armas si las necesitan, pero yo me quedaré, no me puedo marchar hasta que Da-Ge regrese.

—Estás buscando tu muerte —aseguró WanYin no muy convencido de dejarlo ahí.

HuaiSang le sonrió con ligereza. —Jamás podría irme y dejar a mi hermano atrás.

Jiang WanYin intentó insistir más, pero las manos de Lan XiChen en sus brazos le hicieron dar un respingo. Giró su cabeza para encontrarse con la cordial mirada.

—Reúne a todos, deberemos partir cuanto antes —dijo Lan XiChen en un murmuro.

Sin más remedio, Jiang WanYin apretó los dientes y accedió. Buscó con la mirada a su hermano.

—WuXian, llama a ZiXuan —pidió WanYin molestó por tener que mover a su hermana una vez más. Los últimos días había estado tan medicada que a duras penas recordaba su propio nombre. Era horrible—. No hay alternativa, ya no tenemos ningún lugar seguro para ofrecerle.

WuXian miró el suelo compartiendo la frustración. —Creí que a nuestro lado ella estaría mejor, pero no es así.

El único consuelo que pudo darle a su hermano fue una palmada en el hombro y una promesa llena de esperanza. —Un día podremos estar a su lado.

Eso era lo que más deseaban en el mundo. No importaba el precio, tarde o temprano lo lograrían.

Xie Lian intercambió un vistazo con Hua Cheng, ambos tensos en la parte de atrás del auto.

—¿Por qué nos ayudas? —cuestionó el omega por fin terminando con el silencio. A diferencia del auto de Hua Cheng, aquí ni siquiera la leve música de la radio sonaba para aliviar la tirantez.

Sus ojos se toparon con los de la beta a través del espejo retrovisor.

—Tal vez usted dejó en claro que ya no desea ninguna clase de relación con su pasado, pero yo soy leal hasta la muerte y cumpliré la última orden que se me dio. Y eso es velar por su bienestar y el de sus hermanos —dijo Ling Wen solemne.

—Un poco hipócrita de su parte —murmuró Hua Cheng—. Jun Wu no debió molestarse tanto, ellos mismos pueden cuidarse mejor que nadie.

Ling Wen ni siquiera se molestó en verlo. —¿Justo como hace unos momentos cuando estaban por dispararles?

Como pocas veces Hua Cheng permaneció callado, gruñendo bajo por aceptar la verdad en esas palabras. Xie Lian tomó su mano intentando distraerlo, hacerle ver que ese ataque fue inesperado para ambos, no debería tomarse tan a pecho las palabras de Ling Wen.

—¿Cómo supiste dónde estábamos? —preguntó curioso. No negaría que la aparición de la beta había sido una bendición.

—Tengo más años trabajando en esto que ustedes dos, el señor Jun Wu jamás me hubiera contratado de no poder hacer algo tan sencillo como vigilar a alguien.

Su contestación se sintió como un golpe en la cabeza, certera y tan precisa que ahora incluso Xie Lian se sintió un poco irritado. Le recordó a cuando era un niño y Ling Wen le regañaba cuando solía extralimitarse, siempre enterándose de cada paso que daba. Era lo peor.

—Hasta donde sé tú solías sostener los documentos y ordenar la oficina, no hacerla de niñera —contraatacó con sutileza Xie Lian.

—Eso era porque yo trabajaba para Jun Wu, usted no debía de saber de mis demás tareas, hasta ahora.

La verdad Xie Lian nunca supo con exactitud lo que hacía Ling Wen. Nunca le interesó y se conformaba con saber que era la asistente personal de Jun Wu, siempre parecía estar enterada de todo, pero más allá de eso desconocía cómo lo lograba y sus medios. Nunca dudó de las capacidades de Ling Wen, ahora estaba intrigado de saber que tan capaz era. Si alguien tan exigente como Jun Wu la tenía a su lado debía de ser por un buen motivo, de eso no había duda.

Xie Lian suspiró con dificultad. Todo lo que tenía que ver con Jun Wu ponía en alerta al omega. Ling Wen fue la sombra del alfa, claro que desconfiaría de ella, aunque sea un poco. Lo complicado era que su instinto le decía en mayor parte que no había realmente peligro a su lado, mas su presencia inevitablemente le evocaba viejos tiempos.

El sofocante ambiente fue interrumpido por una llamada telefónica. Con todo el escape Hua Cheng había olvidado avisar al resto. Estaba por llamarles cuando apareció Ling Wen.

—He Xuan —respondió a la llamada con seriedad. El plan era relatar el ataque, pero Hua Cheng quedó enmudecido al escuchar lo que su compañero le decía, causando una mirada preocupada en Xie Lian—. ¿Hacia dónde se movieron?... ya veo... nosotros estamos bien, nos reuniremos en cuanto podamos.

—¿Les pasó algo? —preguntó Xie Lian sin aguantar sus ansias. ¿Y si los habían atacado también mientras dormían de nuevo?

Hua Cheng terminó la llamada y le hizo una seña para que se tranquilizara. —Tuvieron que evacuar la residencia Nie. Pero ellos están bien, se fueron antes de que alguien los emboscara.

Xie Lian soltó el aire que no sabía que retenía.

Ling Wen alzó la voz interviniendo. —Como verán la situación es cada vez más delicada, sin una mano firme nada se solucionará.

—Los hombres que te ayudaron eran hombres de Jun Wu —comentó Xie Lian. Una afirmación más que una pregunta.

Ling Wen asintió aún con la vista al frente. —Así es, aunque no lo parezca tenía un personal muy leal.

—¿Por qué no lo usas tú? Ya que tienes control sobre ellos, sé que te respetan, podrías ser tú quien tomara el mando si tanto te preocupa tu trabajo.

—Dentro de mis habilidades podría estar el sostener documentos y ordenar oficinas, pero no planear estrategias para derribar asociaciones, no fui entrenada para eso. —De nuevo sus ojos se encontraron por el retrovisor—. Por otro lado, usted solo necesita dar la orden y todos esos hombres ejecutarán sus palabras por ley.

Xie Lian la ignoró totalmente. Era obvio que Ling Wen seguiría insistiendo para que él tomara el lugar de Jun Wu, pero en primer lugar sería hacer exactamente lo que Jun Wu esperaba que hiciera. Xie Lian se sentía incapaz de poder mantener la fuerza que requería el puesto, si ocupaba ese lugar difícilmente saldría y lo peor es que se vería obligado a hacer cosas que no quería.

Abrumado por el panorama preguntó—: ¿Cómo están los distritos?

Por primera vez Ling Wen hizo un gesto parecido al disgusto. —Se perdió total poder sobre el sur, hay revueltas en las fronteras del norte, intentan sobornar a trabajadores y robar cargamento, pero el centro lo hemos mantenido casi intacto, aunque no sabemos por cuánto tiempo seguirá así.

Xie Lian no tuvo el valor para continuar, ya podía imaginar el caos de la ciudad. Si la zona neutra (que era la más segura) había caído, significaba que el resto de distritos debían de ser un infierno.

El aroma pesado del miedo y la preocupación hicieron que Hua Cheng le tomara de la mano con más fuerza para traerlo de regreso. El omega sentía su garganta oprimirse, pensaba y pensaba en una forma de acabar con todo sin convertirse en algo inhumano. Lamentablemente ninguna de sus opiniones era algo que quisiera.

—Ling Wen, sé honesta —pidió en voz baja—. ¿Sabías que yo mataría a Jun Wu?

La beta mantuvo el silencio por largos minutos, Xie Lian incluso creyó que no respondería, pero lo hizo. —Sí, siempre lo supe, tarde o temprano eso debía pasar.

Xie Lian apretó los ojos, sus manos hechas puños, apenas sentía el tacto de Hua Cheng sobre su piel. —¿Y él sabía que no volvería con vida de Vietnam?

Sin más remedio Ling Wen asintió lentamente, siendo cuidadosa afirmó lo que se había vuelto obvio. —Lo sabía.

No podía soportarlo, el omega giró el rostro para ver la ciudad pasar a través de la ventanilla. Era todo tan rápido y a la vez tan lento. Maldecía una y otra vez en su interior. Claro que Jun Wu planearía incluso su muerte, así de meticuloso era. Eso era lo que más molestaba a Xie Lian. No podía ni siquiera deshacerse de ese fantasma, siempre lo tenía detrás suyo.

¿Hasta cuándo seguiría actuando según las órdenes de Jun Wu? ¿Ni muerto le dejaría ser libre?

Ling Wen condujo por un tanto hasta una zona silenciosa. Un viejo parque era iluminado por faroles descuidados, la luz parpadeaba de vez en cuando, dando la impresión de que se apagarían en cualquier instante. A la orilla del lugar había algunos vehículos aparcados y personas por fuera, Xie Lian los identificó de inmediato. Ni siquiera le preguntaría a Ling Wen como es que supo que debía traerlos aquí. Otra de las tantas curiosidades de ella.

Hua Cheng descendió en silencio, tan rápido como si le quemara el asiento. Mantuvo la puerta abierta para dejar que Xie Lian bajara.

El omega dio un último vistazo por el espejo retrovisor. —Gracias por traernos.

Estaba por marcharse cuando Ling Wen le detuvo. —Joven Xie Lian, si lo necesita puede ir a la residencia, es el lugar más seguro qué hay en estos momentos. —Pareció ver que Xie Lian estaba por rechazarla, por lo que rápidamente agregó—: No lo haga por usted, sino por ellos.

Tanto Xie Lian como Hua Cheng giraron para ver al resto. Se veían agotados y alertas a todo su alrededor.

Sin más valor para decir algo, Xie Lian salió y cerró él mismo la puerta del auto. No volvió a ver a Ling Wen, simplemente tomó la mano de Hua Cheng y se alejaron para llegar con los demás. Sonrió al verlos sanos y salvos, dentro de lo que cabía.

—¿Cómo están? —preguntó Hua Cheng.

He Xuan se encogió de hombros a la par que soltaba un bostezo. —Bien, huimos justo antes de que arribaran, nos mantuvimos en contacto con HuaiSang, aparentemente MingJue llegó a tiempo por él.

—Son hermanos muy leales —dijo Shi QingXuan, quien tenía la cabeza recargada en el hombro del alfa.

—Solo se tienen el uno al otro. —Xie Lian apretó su agarre con Hua Cheng—. Como todos nosotros.

Hua Cheng se inclinó para besar su cabeza. Por un lado se acercó Lan XiChen, quien venía acompañado de los hermanos Wen.

—Supimos que los atacaron —comentó el Lan. Sus ojos evidentemente registraban a los recién llegados en busca de heridas.

—Estamos bien —apresuró a decir Xie Lian. Su vista fue a parar más lejos, a uno de los autos donde Wei WuXian y Jiang WanYin rondaban con caras fantasmales. Solo existía un motivo para que estuvieran así. El omega miró a Wen Qing—. ¿Cómo se encuentra?

La alfa se tocó el cuello y negó. —La han mantenido sedada todo este tiempo, no pueden liberarla de la droga porque entra en una especie de crisis nerviosa, me preocupa el tiempo que pueda resistir su cuerpo y su mente.

Ahora todos miraban en dirección de los lotos, sentían pena por lo que debían de estar sintiendo por su hermana. El par de hermanos no tenían buena pinta, incluso Lan WangJi debía de liberar un poco de su aroma para que Wei WuXian mantuviera la calma, su lazo le daba algo de estabilidad. Lamentablemente Jiang WanYin debía hacer un poco más de esfuerzo para no perder los estribos, repetirse varias veces que todo estaría bien. Que ella estaría bien. La enfermera persona de Jiang YanLi aseguraba que pasaría pronto en un débil intento por mantener los ánimos.

QingXuan bajó la mirada con tristeza. —Lo están pasando mal.

Los ojos de Lan XiChen también estaban impregnados de impotencia por no poder hacer más nada. —WanYin me dijo que hablaron con ZiXuan, está algo retirado así que deberán esperar para que pueda venir por ella, pensamos en llevarla a las montañas de Gusu, pero las vías están obstruidas, hay demasiada vigilancia en la ciudad, entrar o salir es casi un suicidio, más con caras tan conocidas como las nuestras.

—Es peligroso mantenerla aquí —dijo Hua Cheng. Honestamente, cualquier lugar se había vuelto peligroso para ella.

Wen Qing asintió. —Ellos mejor que nadie lo saben, pero es lo que pueden ofrecerle, estamos técnicamente sin nada.

Xie Lian se sintió arrinconado. Caminaba en un borde muy delgado por el cual sabía que caería tarde o temprano. La pregunta aquí era: ¿De qué lado debería caer? Esa respuesta podría cambiarlo todo.

Nunca fue de los que pensaran únicamente en sí mismo, siempre puso primero a sus hermanos, compañeros. Su ahora familia también entraba dentro de sus preocupaciones. Su destinado era igualmente una prioridad.

Xie Lian tragó duro. Su voz tembló en su llamado. —San Lang...

Con solamente un vistazo Hua Cheng lo supo, sin pronunciar ni una palabra sabía lo que Xie Lian quería decirle.

—Hazlo —dijo dándole seguridad—. No me gusta admitirlo, pero es nuestra mejor opción.

Todo el rostro de Xie Lian se contrajo en una mueca. —¿De verdad?

—Ambos le hemos dado la vuelta y terminamos donde mismo, nos cueste aceptarlo o no, debemos aceptar si queremos tan siquiera mantenerlos a salvo.

—¿Crees que ellos quieran?

Hua Cheng alzó un hombro. —En tiempos desesperados, medidas desesperadas.

—¿Y tú? ¿Estás bien con eso? —preguntó con cautela.

Hua Cheng sonrió de lado. Una expresión que debía tomarse con cuidado.

—¿Bromeas? —Su voz llena de sorna—. Estás a punto de llevarnos a la que fue la gran residencia de Jun Wu, seguramente esto le hará revolcarse en su tumba. Si revive sería únicamente para volver a morir del coraje.

Xie Lian mordió su labio reprimiendo una sonrisa. Su alfa era incorregible.

Deshaciendo su gesto divertido volvió a pensar. Caminó hasta el centro de todos y aclaró su garganta para llamar la atención.

—Escuchen un momento por favor. —Xie Lian miró a cada uno de los rostros cansados, pero listos para la lucha—. Estamos siendo acorralados, las cosas se salieron de control más de lo que pensamos.

Wei WuXian resopló. —De haber sabido nos quedábamos en Vietnam.

Hua Cheng le dio una mirada de advertencia. —Cierra la boca y escucha.

Debido a lo sensible que estaba, Wei WuXian parecía a punto de soltar algunas palabras, pero Lan WangJi se apresuró a sentarlo en su regazo para silenciarlo.

Xie Lian lo agradeció internamente y prosiguió—: Tenemos una última salida que nos facilitaría mucho las cosas, pero necesito que estemos de acuerdo antes de poder acceder, tal vez no les guste, y es totalmente comprensible.

—¿De qué se trata? —preguntó Jiang WanYin.

—Hay un último lugar al que recurrir. —Xie Lian tuvo que lamer sus labios agrietados y tragar saliva para humedecer su garganta debido a los nervios—. Si están de acuerdo podemos trasladarnos a la residencia del distrito uno.

Solo hubo silencio.

He Xuan alzó una ceja. —Espera, ¿te refieres a la residencia de Jun Wu?

—Sí —asintió Xie Lian—. Jun Wu al morir dejó un testamento, en el cual distribuyó todos sus negocios, las empresas y casinos fue para los Lan y otra parte a ti QingXuan.

El omega menor dio un paso al frente. —¿Y tú?

Xie Lian deseaba no contestar. No fue necesario, Lan XiChen habló en su lugar con la respuesta más obvia.

—Él te dejó a cargo —declaró el Lan sin sorpresa alguna. Siempre lo supo—. Tú tienes el control de todos los distritos del norte.

Xie Lian tomó aire y valor. —Sí...

Nunca pidió nada de eso, pero si con ello salvaba las vidas de quienes le importaban entonces así lo haría, incluso si salía herido por el camino.

Miró a todos y preguntó en voz alta. —¿Qué dicen?

La elección era de ellos, no de Xie Lian. Él jamás tuvo elección.

Mirando el gran portón de elegantes soldaduras supieron que no había marcha atrás. Las enormes puertas se abrieron casi como si les esperaran, dejando que cada automóvil entrara y siguiera el sendero hasta la entrada principal de la residencia. Todo estaba justo como lo recordaban, los jardines bien cuidados y los hombres de seguridad en sus puestos, estos siempre con la vista al frente y expresiones en blanco.

La figura de Ling Wen estaba en la entrada principal, lista para recibirlos tal y como solía hacer con Jun Wu. La beta hizo una corta inclinación con la cabeza.

—Joven Xie Lian —saludó casi sonriendo. Su vista siguió el recorrido con los demás presentes—. Hermanos Lan, joven Shi QingXuan, tiempo sin verlos.

Lan XiChen dio un paso al frente dando la cara por todos y saludó. —Ling Wen.

—Adelante. —Ling Wen se movió hacia un lado y señaló las puertas ahora abiertas de par a par—. ¿Necesitan algo en específico?

Todos estaban alerta, cuestionándose si era buena idea o no. De nuevo Xie Lian respondió por todos. —Nosotros nos haremos cargo.

Con un asentimiento la beta cedió. —Bien, sus habitaciones están listas, ordenadas tal y como las dejaron, conocen este lugar como la palma de su mano, así que saben qué hacer.

—Gracias —fue la corta respuesta de Xie Lian, quien miraba las escaleras, su mente viajaba por cada habitación del lugar, deteniéndose en un cuarto en específico.

Como si Ling Wen hubiera leído su mente, estiró su mano tendiéndole una única llave de color dorado. —Esto es para usted.

Xie Lian no necesitó preguntar qué puerta abría. Claro que sabía la cerradura a la que pertenecía. Incluso tomar la llave le sumaba un gran esfuerzo, era como si el frío metal le quemara la piel. Tragando su dolor la guardó rápidamente.

Permaneció varios segundos ido, solo hasta que sintió la suave mano de Hua Cheng rodear su cintura se enfocó en los demás. Irguió la espalda y se giró. —Descansemos un rato, veámonos a la hora del almuerzo.

Fue lo único que pudo pronunciar antes de subir escaleras arriba con cara pálida, sentía los pasos de Hua Cheng justo por detrás de los suyos.

El resto se quedó mirando, pensando que quizás no había sido la mejor idea.

—Xie Lian no luce nada bien —dijo WuXian. Ni siquiera él que había tenido una estadía cuestionable en ese lugar se sentía tan afectado. Había sido breve, pero recordaba muy bien su tiempo ahí, por ello necesitó tomar de la mano a Lan WangJi para seguir adelante. De ahí en fuera todo estaba relativamente bien.

Shi QingXuan tenía el gesto decaído, todavía viendo la dirección por la que se había marchado Xie Lian. —Se nota que le cuesta estar aquí, más que a cualquiera de nosotros.

Lan XiChen se aclaró la garganta, su intención era desviar la atención para no seguir mortificando al resto. —Vengan, les mostraré las habitaciones.

Lo primero fue colocar a la joven Jiang en un lugar cómodo, la habitación en especial tenía dos camas, pensando en que la enfermera gustaría estar lo más cerca posible para atenderla. Realmente encontrar habitaciones disponibles no era el problema. Si quisieran cada uno podría tener su propia habitación y seguiría sobrando espacio.

—Aquí podrá quedarse la joven YanLi mientras esperan por ZiXuan —señaló Lan XiChen.

Jiang WanYin dio un vistazo y asintió agradecido. —Es más que perfecto.

Dispersándose poco a poco, Lan XiChen terminó por llegar a la que solía ser su habitación. Al abrir la puerta descubrió que ni siquiera había polvo. Era como si siempre hubieran sabido que regresaría. Eso le inquietaba un poco.

Reacio a dejar escapar a Jiang WanYin, el alfa tiró de su mano para meterlo en la alcoba. Aunque el omega tenía un rostro de fingida molestia, la verdad no quería una habitación para él solo en un lugar del cual no se fiaba.

—Esta solía ser mi habitación —señaló con obviedad XiChen.

Le dio espacio a WanYin, dejando que caminara por su cuenta y curioseara todo lo que quisiese. Con cada paso el omega relajaba más el cuerpo, primero mirando las estanterías y después acariciando las cortinas de gasa.

—Parece que creciste muy bien acomodado. —El omega recorrió la tela para mirar por la ventana, descubriendo un hermoso jardín con flores de un singular color azulado. Era magnífico—. Tenías una linda vista.

—Siguió teniendo una linda vista —aclaró Lan XiChen con sus ojos fijos en el omega.

WanYin le regresó la mirada con mejillas levemente coloradas. Se alejó rápidamente de la ventana para abrir una de las puertas internas de la habitación, rogando que fuera el cuarto de baño y no un armario, aunque ambos servían para encerrarse.

—Tomaré una ducha, necesito asearme con urgencia —susurró esquivando al alfa.

XiChen le miró con una sonrisa. —¿Puedo acompañarte?

—Definitivamente no —declaró Jiang WanYin cerrado la puerta con fuerza.

Lan XiChen dejó salir una risa, para nada estaba sorprendido de esa respuesta. Más reconfortado se sentó en el borde de la cama, pensando que se pondría en omega para salir de la ducha. Sin duda sería divertido de descubrir.

En otra habitación, Wei WuXian miraba los barrotes en la ventana, sus brazos envolviéndole inconscientemente a manera de refugio.

—Este lugar me trae recuerdos —dijo en voz baja girándose en busca de Lan WangJi.

En menos de dos zancadas el alfa le alcanzó para abrazarlo, tomándolo de la cadera lo acercó a su cuerpo. —Si quieres podemos cambiar de habitación.

Ya le había hecho pasar un infierno ahí, no era necesario recordarlo. Wei WuXian no era el único que tenía esas imágenes perturbadoras en mente, sino también Lan WangJi. Podía ver con claridad al omega arrinconado y suplicando que lo dejara salir. Jamás se perdonaría por lo que le hizo.

WuXian le tomó del rostro para alcanzar la punta de su nariz y dejar un beso. —No, está bien, esta vez no soy ningún prisionero, ¿cierto?

Lan WangJi le estrechó con más fuerza. —Mn, eres libre de hacer lo que desees.

Todo el ambiente de la habitación cambió. Wei WuXian ladeó la cabeza y alzó una ceja. —¿Seguro?

—Mn... —Los ojos dorados eran como oro líquido, ardientes y deseosos.

—¿Lo que yo quiera? —volvió a cuestionar el omega.

—...

De un fuerte empujón Wei WuXian obligó a Lan WangJi a caer contra el colchón mientras se subía sobre él.

—Deberías ser más precavido Lan ErGege. —La voz de WuXian era casi amenazante—. Un descuidado y podría robar todo de ti.

—O podrías sedarme —añadió Lan WangJi—, por tercera vez.

—¿Quién lleva la cuenta? —Wei WuXian necesitó de su fuerza de voluntad para no reírse, concentrándose se adentró en su papel seductor—. No te sedaré... no mientras te comportes, así que sé un buen alfa y atiende a este pobre omega necesitado, hazme olvidar esos días oscuros de soledad que tuve en esta misma habitación.

Exigiendo toda la atención de Lan WangJi se inclinó para besarlo, era tan fragante y complaciente. Cada beso hacía que ideas bastante cuestionables se adueñaran de la mente de Lan WangJi.

Con brusquedad el alfa los giró en la cama para colocarse sobre él e intentar arrancarle la camisa.

—¿Por qué estás tan entusiasmado? —Wei WuXian tenía voz de burla, aunque por dentro también ansiaba mayor contacto. Debía agradecer a la vida que su alfa fuera un amante del sexo igual que él, aunque a veces debía de recordarle que un descanso no le hacía mal a nadie. WuXian sonrió pasando la punta de sus dedos por los labios hermosamente definidos y húmedos del Lan—. ¿Será que estás cumpliendo tu fantasía de tomarme de esta forma en tu habitación?

Lan WangJi frunció el ceño. —Desvergonzado.

—¿Yo desvergonzado? —Wei WuXian acercó más su rostro al de Lan WangJi, mezclando sus alientos pero sin llegar a besarse—. Admite que fantaseabas con follarme mientras me tenías aquí encerrado a tu merced. ¿Cuántas veces te imaginaste entre mis piernas? Vamos, dímelo.

—Silencio —sentenció el alfa con las orejas rojas y expresión endurecida. Provocarlo era la mayor diversión de Wei WuXian. Y lo lograba con facilidad.

WuXian se apoyó en sus codos para erguirse un poco, dando un ligero mordisco en la oreja colorada y susurrando con voz sedosa. —Responde y quizás lo haga realidad para ti.

Esa fue la gota que derramó la paciencia de Lan WangJi. Sin detenerse por un segundo giró al omega boca abajo y bajó sus pantalones. Wei WuXian fue flexible debajo suyo y abrió sus piernas para facilitarle el trabajo. Pronto se encontró jadeando al sentir los largos dedos resbalar por su humedad hasta hurgar dentro suyo. Apenas reconoció el sonido de la envoltura del condón, en todo lo que podía pensar era en el alfa llenándolo.

La intromisión del miembro fue rápida y certera, causando un grito en Wei WuXian, quien arrugó las mantas de la cama entre sus manos y mordió la almohada más cercana. Pensó que Lan WangJi frenaría un poco, pero no fue así. El omega tomó aire y suplicó.

—Lan ErGege, sé más gentil.

—Tú lo pediste —respondió duramente Lan WangJi.

Wei WuXian cerró los ojos y gimió con fuerza al sentir como su parte más profunda era alcanzada.

—¿Así era como me querías? —Le provocó entre jadeos—. ¿Suplicándote?

Lan WangJi gruñó. —Deja de hablar.

—Pero a ti te gusta escucharme, no me prives de mis libertades y libre expresión, ¡Ah más suave!

—Tú... —El alfa tragó sus palabras.

Sin embargo, Wei WuXian era malditamente persistente.

—¿Yo qué? —Insistió apretando su entrada contra la dura carne. Lo único que consiguió fue una mordida en un hombro y una embestida que le obligó a tomar aire—. Ahh, tan profundo...

Parecía que nunca aprendería a no provocar a su alfa. La verdad es que no quería aprender.

Shi QingXuan estaba maravillado por volver a ver su armario repleto de ropas evidentemente costosas y accesorios de lujo. No es que le haya faltado algo el tiempo que se fue, pero extrañó vestir aquellos trajes que había mandado a hacer con diseños llamativos que le hacían lucir una figura de ensueño.

Arrastró casi a la fuerza a He Xuan al interior del cuarto para enseñarle sus prendas favoritas y diversa gama de productos como perfumes.

—¿Y? ¿Te gusta? —preguntó por decimosexta vez levantando una camisa hecha de raso.

He Xuan solo pudo tragar un suspiro. —Es lindo.

QingXuan sonrió complacido y siguió hurgando entre cada una de las prendas. —Increíble, en verdad todo sigue donde mismo.

—Veo que te gusta mucho la ropa —murmuró He Xuan con ironía dando un vistazo una vez más a todo el lugar plagado de cosas.

La habitación era ordenada y bien estructurada para que todo entrara, pero aun así podría abrumar un poco. Shi QingXuan cambió su sonrisa, ya no era esa diversión jovial acompañando su rostro, sino una de nostalgia.

—Algo así —dijo soltando lo que parecía ser un elegante conjunto de vestir—. En mi tiempo libre solía hacer diseños para mandarlos a confeccionar, llegué a hacer trajes para los Lan y para Xie Lian también.

—Parece que tenías mucho tiempo.

QingXuan hizo una mueca. —La verdad no era tan activo en el trabajo en comparación con mis hermanos, siempre huía de los entrenamientos y prefería quedarme detrás de la computadora varías veces.

—Con razón tu condición es tan mala.

—¡Oye! —QingXuan tomó un zapato de una de sus tantas estanterías y lo arrojó a He Xuan, quien lo atrapó sin esfuerzo mientras sonreía con sutileza.

—Pero tu puntería no está tan mal —agregó el alfa alerta de recibir otro zapato en la cara.

Shi QingXuan resopló divertido sin poder resistirse a la extraña forma de flirteo que solía hacer He Xuan. —Disparo mejor que tú.

Con pasos lentos, He Xuan soltó el zapato para en su lugar alcanzar con un brazo la delgada cintura del omega. —Solo un poco mejor, cuando te lo tomas en serio.

La sonrisa de Shi QingXuan fue desapareciendo lentamente, ahora parecía disgustado. No lo mostraba, pero desde que llegaron a la residencia tenía un extraño sentir en el centro de su pecho.

—Soy el menor, así que sus ojos no estaban puestos en mí, al contrario, sentía que intentaban mantenerme ocupado con minorías, era frustrante —confesó el omega bajando la vista.

—Conociéndote seguramente te querías comer el mundo de un mordisco.

QingXuan levantó el rostro dispuesto a replicar, pero lo primero que se encontró fue con los labios del alfa, callando cada queja. Al apartarse ladeó el rostro para minimizar el calor de su cara.

—Tal vez —dijo QingXuan—. De igual forma fui capacitado para matar, no lo hacía con tanta regularidad, pero aún recuerdo cada una de las veces que lo hice, ya fuera directa o indirectamente.

Despacio se soltó del agarre del alfa y salió del armario, escuchaba los pasos de He Xuan siguiéndole, apostaba lo que fuera a que le miraba fijamente, intentando descifrar qué es lo que pasaba por su mente.

El alfa se detuvo un momento para contemplar el montón de revistas que había en una esquina. Todas tenían algo en común, Shi QingXuan aparecía en la portada. A veces solo y otras veces acompañado por Jun Wu, Xie Lian o los hermanos Lan. Eran revistas del mundo de los negocios y otras de moda. Debía admitir que el omega siempre lucía despampanante. He Xuan tomó una en la que QingXuan estaba sentado en lo que parecía una sesión en la hora del té, aunque lo que más destacaba era la joyería que portaba, evidenciando la propaganda de esa edición.

He Xuan podía recordar haber visto más de un cartel publicitario con la cara de Shi QingXuan. Lo curioso es que ahora esa persona en el papel que sonreía con inocencia era muy diferente al omega que estaba sentado en el diván.

—Si mi memoria no me falla, eras el que más salía en anuncios —comentó He Xuan regresando la revista a su lugar.

—Oh, pues soy muy fotogénico, así que debían sacarle provecho. Me gustaba ayudar en campañas para mantener la cara de nuestros negocios. Varias marcas se acercaron pidiendo colaboraciones debido a lo conocido que era, pero solo por ser "uno de los hijos del empresario más poderoso del país", no es que yo particularmente les interesara. —QingXuan jugueteó nerviosamente con sus manos y suspiró—. Jun Wu me dejó hacer lo que quisiera siempre y cuando no me inmiscuyera en otros asuntos en los cuales no se había pedido mi cooperación... No sé si lo hacía para protegerme o porque le estorbaba.

He Xuan lo observó con cuidado, reconociendo que estaba siendo una conversación complicada para el menor.

—Si le estorbaras te habría mandado a una misión suicida para deshacerse de ti —terminó por decir el alfa—. En su lugar conocía tus fortalezas y te mantenía cerca para cuando te necesitara.

—Vaya forma de decirlo.

—¿Prefieres eso o que mienta? Yo creo que eras importante para ese imbécil. ¿En qué sentido? No tengo ni idea. —QingXuan no respondió, se encogió más en su lugar abrazando sus piernas. He Xuan se sentó a su lado y acarició la parte posterior de su cuello. Inclinándose besó la pálida mejilla, regresando su vista a la habitación reconocía que en ese lugar había más de lo que se necesitaba—. Aunque debo admitir que te cumplía demasiados caprichos.

—¡No eran caprichos! —Exclamó alzando la voz, al mirar la ceja alzada del alfa comenzó a reír. Shi QingXuan debía darle un punto—. Bueno, tal vez sí, pero eso ya no importa, lo que él hizo ya no debería significar nada... Jun Wu ya no es nada mío...

Inevitablemente su voz se quebró al decir lo último. Shi QingXuan tenía tantas ganas de llorar y no entendía el por qué. Jun Wu no merecía su llanto, pero aun así esa opresión en su pecho no terminaba de aliviarse.

—¿Te dolió? —preguntó finalmente He Xuan. Al ver la consternación por parte del omega explicó—: Su muerte. ¿Dolió?

QingXuan abrió los ojos grandes, cerró y abrió la boca repetidas veces, pero no salió nada. Al final pudo negar.

—Claro que no, después de todo lo que hizo... —Quería seguir diciendo lo feliz que estaba por no tenerlo cerca, pero simplemente le fue imposible continuar. La mirada de He Xuan le decía que no había necesidad de mentir. Sin soportarlo dejó que sus ojos se humedecieran y que las lágrimas rodaran. Era un cúmulo de tristeza, enojo, indignación y sobre todo frustración—. Sí, dolió un poco, me engañó y usó, pero ¿Cómo podría desechar todos mis recuerdos y emociones de un día a otro?

Cómo olvidarse de las veces que Jun Wu lo arropó, o cuando llegaba de un viaje con algún peluche afelpado. Son cosas que quisiera o no estarían en sus recuerdos por siempre. Así como aquellos donde fue partícipe de sus tragedias.

He Xuan lo alzó en brazos para sentarlo sobre sus piernas, dejando salir su aroma y repartiendo uno que otro beso.

—No te culparía si todavía sintieras afecto por él, fue lo que tuviste por años.

QingXuan ocultó su rostro y murmuró—: Lo odio más de lo que lo estimo.

Tomando una respiración profunda y después de pensarlo demasiado introdujo la llave a la cerradura. Su mano temblaba mientras la giraba lentamente. El corazón pareció paralizarse en el momento que escuchó el seguro ser retirado. Quería dar media vuelta y huir, pero la otra mano que le sostenía le devolvió la calma necesaria para empujar la puerta. La última vez que había estado en esa oficina le había dicho a Jun Wu que uno de los dos moriría. Ahora eso era una realidad.

Xie Lian encendió la luz y empezó a caminar despacio, mirando el sofá de un lado donde solía dormir de niño. Al acercarse examinó el escritorio, tocando con sutileza los finos bolígrafos correctamente colocados para su fácil acceso. La única fotografía puesta le provocaron una ganas inmensas de vomitar, era como si algo pesado cayera en el fondo de su estómago. Hua Cheng seguía muy cerca suyo, desde que llegaron no se le había separado ni un segundo, quizás por el temor de que Xie Lian fuera a desmayarse en cualquier instante debido a los nervios.

El alfa fijó su mirada en el portarretrato, después volvió a Xie Lian. El omega alargó el brazo para poner boca abajo la imagen y no tener que verla más, de lo contrario sentiría que Jun Wu aún le vigilaba a través de la fotografía.

Xie Lian tragó duro. —San Lang, sé que él está muerto, pero... ¿Por qué siento que sigo haciendo lo que él quiere? Él sabía que yo lo mataría. Parecía que por primera vez le había ganado, pero no fue así, Jun Wu sigue por delante. ¡Y yo sigo cayendo en sus trampas! ¡Lo planeó todo para obligarme a hacer lo que él quería!

Hua Cheng lo abrazó por detrás, apoyando su barbilla en el hombro de Xie Lian le llamó. —Gege...

Su voz calmó cada temblor de miedo y furia, el cuerpo de Xie Lian tuvo un espasmo aún contrariado por no saber muy bien cómo interpretar la voz. Después de unos momentos suspiró aliviado de sentir a su alfa. Más tranquilo dejó caer la cabeza hacia atrás, disfrutando del contacto, de su olor y calor.

—No tengo remedio San Lang —dijo Xie Lian cerrando los ojos. Con voz suplicante giró para encararlo—. Por favor, no me odies por lo que estoy a punto de hacer.

—Jamás podría odiarte —habló con seguridad—. Siempre estaré a tu lado, te apoyaré sin importar tus decisiones, porque yo creo en ti antes que nada.

Esa fe ciega que profesaba el alfa era tanto un alivio como un peso en los hombros de Xie Lian.

—¿Y si me equivoco? —preguntó con temor sintiéndose diminuto entre sus brazos—. ¿No preferirías ser tú quien tome la ciudad? Eres bueno dirigiendo y haciendo planes.

Hua Cheng lo observó serio, despacio juntó sus frentes, logrando que con ese simple acto Xie Lian se concentrará únicamente en él.

—Gege, hay una diferencia entre tú y yo —empezó a decir Hua Cheng—. Tú miras a los demás incluso si no significan nada en tu vida, siempre buscas el lado bueno de las personas y eres quizás la persona más compasiva que he conocido. Yo en cambio iniciaría un fuego entero en la ciudad si alguien se atreviera a hablar mal de ti, porque mi única prioridad eres tú. —Sosteniéndole el rostro con ambas manos finalizó—: Y yo creo que no hay nadie mejor para discernir entre lo correcto e incorrecto que mi amado Gege.

Era increíble como Hua Cheng le hacía recobrar su valentía y coraje, como si su valía como persona se enalteciera solo porque el alfa lo decía. Era simplemente asombroso.

Xie Lian asintió, más seguro que antes, su corazón se había estabilizado y la piedra en su estómago que solía añadir peso había desaparecido. Tomando acción antes de arrepentirse echó para atrás la silla del escritorio y se sentó con expresión firme. Sus ojos viajaron al teléfono de oficina de un lado, sabía que únicamente debía presionar el botón rojo. Así lo hizo.

Menos de treinta segundos después alguien llamó a la puerta con dos golpes.

Xie Lian se aclaró la garganta. —Ling Wen.

Las puertas se abrieron mostrando a la beta, quien bajó la cabeza. —Señor.

La forma tan respetuosa de llamarlo y que claramente diferenciaba ahora su rango causó un estremecimiento en Xie Lian. Tuvo que obligarse a ignorarlo y proseguir con lo que tenía en mente.

—Quiero un informe de cada distrito, la cantidad de hombres y armas con las que contamos —pidió empezando a revisar algunos documentos que había sueltos. Sus ojos se agudizaron al ver las bajas de las zonas que tenían. Levantó el rostro y ordenó una última cosa—. Hazle saber a todos que si se meten en nuestro camino pagarán las consecuencias.

Ling Wen asintió solemne. —Como ordene, señor.

Xie Lian esperó a que se fuera para levantar el rostro y mirar al alfa. Hua Cheng estaba de pie a su lado con los brazos cruzados y mirada autoritaria, era como si advirtiera a cualquiera que entrara por esa puerta a no llevarle la contraria al omega o pagarían las consecuencias.

—San Lang —le llamó Xie Lian permitiéndose sonreír con suavidad—. Hagamos esto juntos.

Hua Cheng se relajó y posó una de sus manos sobre las de Xie Lian.

—Por supuesto —dijo buscando sus labios. Le besó como él sabía hacerlo. Le robó la vida para brindarle otra nueva. Dar y quitar eran ideas contradictorias que Hua Cheng podía hacer realidad con algo tan simple como un beso. El alfa se apartó. —Traeré al resto, hay mucho trabajo que hacer.

Xie Lian lamentó quedarse en la oficina tan asfixiante. Sentía que incluso en soledad había una mirada sobre su espalda, tan afilada y letal como la cuchilla que escondía entre su ropa. Algo dudoso levantó la fotografía para volver a verla. Observó el cesto de basura más cercano, pero cuando la hora de la verdad llegó le fue imposible soltarla. Apretando los dientes abrió uno de los cajones del escritorio y arrojó el portarretrato.

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