Te casaste con la GORDA! (Reg...

By AdriDamita

308K 13.8K 2.1K

¡He vuelto y más perra que nunca! Como la mayoría sabrá, hace ya bastante que retiré la historia por problem... More

Importantísimo! He vuelto!
Advertencia
Introducción
Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Especial decembrino parte 1
Especial decembrino parte 2
Especial decembrino parte 3
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 Especial de San Valentín.
Capítulo 26
Capitulo 28
Bonus
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Epílogo
Agradecimientos.
Noticias especiales
Final alternativo

Capitulo 27

4.1K 160 53
By AdriDamita

—Hola papi— mi padre soltó un bostezó antes de contestarme:

—¿Tu, despierta antes del medio día? Ahora sí que lo he visto todo— se burló de mí.

—Que grosero eres...— ambos soltamos una risita— Estoy en el aeropuerto de Toluca, acabamos de llegar—

—¿Acabamos? ¿Creí que Heivy se había ido de luna de miel?— tragué con dificultad, seguía sin estar preparada para decirle sobre "mi esposo".

—Amm... Vine a acompañar a Roberto, mi... novio. Tiene un no sé qué, que que se yo, y vamos a estar aquí unas semanas—

—Con que vienes a acompañar a tu novio— dijo después de unos segundos de silencio— Eso es raro en ti—

—Sí, verdad...— miré a Roberto que iba delante de mí, hablando con Karla— ve el lado positivo, te voy a dar guerra durante unos días. Espero que a tu novia, no le moleste— comenté con tono de burla.

—Pues mientras a tu novio no le moleste, a la mía tampoco—

—Tu ganas— sonreí ante nuestros juegos— Te veo para comer, papi—

—Traes las tortillas— solté una carcajada ante sus palabras.

Era una antigua broma entre nosotros, siempre que lo iba a visitar, o cuando salía con mis amigos, me decía que llevara las tortillas. Agarramos de broma esa frase, cuando un día, estaba hablando con él en altavoz, se le ocurrió decirme de las tortillas, y todos mis amigos comenzaron a reírse, y desde ese momento, cada que se acordaba, me decía esa frase.

—Mi papi nos invita a comer... Bueno, yo me auto invite, pero es casi lo mismo. Tu también estas invitada, Karla— dije mientras nos subíamos a la camioneta.

—Gracias, pero yo prefiero ir a checar lo del hospedaje, necesito asegurarme que todo esté en orden— me contestó la asistente.

—¿Cuándo le vamos a decir lo de la boda a tu papá?— levanté las cejas al recordar que teníamos que quietarnos los anillos, me saque los míos y le pedí los suyos a Roberto.

—Corrección, tú le vas a decir a mi papá. Yo solo voy a esperar el "sí" o el "ni madres". Él es un hombre chapado a la antigua, lo que significa—

—Que vas a ser tu quien se arriesgue a recibir un disparo... Pero no te preocupes, ya estas acostumbrado a las balas— Karla terminó mi frase y yo asentí ante lo bien que había resumido las cosas.

—Primero pasamos a dejar a Karla, y después nos vamos con mi papi. No es que me quiera deshacer de ti— dije mirando a la chaparrita mujer— lo que pasa es que Santa Fe queda antes de Naucalpan—

—No te preocupes, yo entiendo— me contestó con una sonrisa.

Santa Fe, era una de las zonas "lujosas" en crecimiento, lo que hacía que sus habitantes compitieran entre ellos para demostrar quién tenía más. Para nuestra fortuna, estábamos acostumbrados a ese tipo de gente, en Monterrey no era muy diferente.

Dejamos a Karla en el hotel Jw Marriott, y nos dirigimos hacia la pequeña casa de mi padre. Eso sí que era pasar de un mundo a otro.

Esa vez, el vigilante de la unidad habitacional, estaba informado de que llegarían visitas, por lo que no me toco coquetear con él para que nos dejara pasar.

Estacionamos frente a la casa de mi padre, toqué el timbre, y trate de no parecer nerviosa.

—¡Hija! Llegaron justo a tiempo— mi padre me recibió con un fuerte abrazo y yo le devolví el gesto.

—Papi, te acuerdas de Roberto, ¿verdad?—

—Es un gusto volver a verlo, señor— ambos hombres se estrecharon la mano y pasamos a la mini casa.

—No es tu mansión de lujo, pero es un lugar cálido y acogedor— comento mi padre mientras nos llevaba a la cocina.

—Tiene razón, es una casa muy bonita— dijo Roberto sinceramente. Aunque yo de bonita, no le veía mucho.

—Buenas tardes, siéntense o si quieren primero lávense las manos, la comida ya esta lista— comentó la novia de mi papá.

Después de saludar y presentarle a la novia de mi papi, a mi novio, lavamos nuestras manos, y tomamos asiento en el comedor. Regina situó una cazuela de barro al centro de la mesa, una jarra de agua de limón a su lado y un tortillero.

—Regina preparo tu plato favorito, hasta parece que sabía que ibas a venir— la señora destapo la cazuela, y me encontré con el guisado que más me gustaba: chicharrón en salsa verde.

—¡Señora Regina, se acaba de ganar mi aprecio!— dije sobando mi estomago.

—No voy a cantar victoria hasta que lo pruebes y sepa que te gustó... También hice frijoles, arroz, agarren de lo que quieran—

—Aquí no tenemos sirvientes, así que, cada quien se sirve solo— rodé los ojos ante la indirecta de mi padre.

—Lo creas o no, Roberto sabe valerse por sí solo, ¿verdad amor?— le pregunté lanzándole una mirada de "sígueme la corriente".

Sabía que Roberto nunca había lavado ni un plato, pero mi padre no tenia que enterarse que era un total inútil... en el sentido de valerse por sí mismo. Papá no hubiera soportado que yo me casara con alguien así.

—Así es, y también se comer yo solito— su comentario gracioso, bajó el nivel de tensión que se sentía en el ambiente.

Estaba segura de que mi padre presentía lo que iba a pasar, de otra manera, se hubiera portado igual de amable que cuando fue el día de la boda de Heivy.

Servidos los platos, comenzamos con el ataque a la comida, por lo menos yo así lo hice. Por primera vez en hacía mucho tiempo, comí como se debe... ¡Con las manos! Usando tortillas como cubiertos.

—¿Cuánto tiempo piensan quedarse en el D.F.?— inquirió mi padre. Como yo tenía la boca llena, mi esposito, contestó por los dos:

—Un mes, más o menos— los ojos de mi padre se iluminaron, y no es que yo estuviera molesta con pasar tiempo con mi familia, pero Roberto no me había dicho que será tanto tiempo.

Me limite a sonreír y a asentir con la cabeza, mirando como mi padre sonreía también.

—Son bienvenidos de quedarse en nuestra casa si quieren, ¿verdad Tomás?—

—Sabes que solo tenemos dos habitaciones, pero, pues ustedes son pareja, no creo que les moleste el hecho de compartir una. Así, no gastan en hoteles o renta de casa, ¿o en donde se pensaban quedar? ¿Tienes una casa aquí en el D.F. Roberto?—

—Lamentablemente no he comprado una casa o algún departamento aquí. Nos íbamos a quedar en el hotel Marriott, todo el mes. Son muy amables en ofrecernos su casa, yo acepto con gusto, si Lilith quiere—

—Échame a mí la responsabilidad— murmuré bajito. Mi padre me miró expectante, y no tuve otra opción más que aceptar su propuesta:

—Gracias papi, Regina. Entonces... Le diremos a Jaime que nos traiga las maletas...—

—Yo le informare a mi asistente que cancele las reservaciones— recordé a Karla, y traté de sujetarme a esa oportunidad.

—Es verdad, no me acordaba de Karla, ¿cómo vamos a dejar que se quede solita en el hotel?— pregunté mirando a mi confundido esposo.

—No creo que a ella le incomode quedarse sola— me dio una respuesta equivocada aquel desubicado hombre.

—¿Y no te va a quedar más lejos lo de tu "esa cosa" a la que vas a asistir?—

—Hija, si no quieres quedarte, no hay ningún problema, con que me vengas a visitar mientras estas aquí, yo estaré feliz—

—No es eso papi, sabes que te extraño mucho, y quiere aprovechar al máximo el tiempo que estaré aquí, para pasarlo contigo; pero... No quisiera interrumpir su rutina, no es justo para ustedes—

Lo que no quería, era tener a Roberto, y a mi padre, bajo el mismo techo. Unos días que pasaran juntos, no estaba mal, pero un mes... Eso sí que no era una buena idea. En ese punto, todavía no sabíamos cómo iba a reaccionar mi padre ante la noticia de la boda.

—Sirve de que las dos se van a hacer compañía— dijo mi padre, señalando a su novia y a mi— Yo me voy a trabajar por las mañanas, y me imagino que Roberto también hará lo mismo— mi marido asintió— Tal vez y así, hasta aprendas a cocinar—

—Está bien papi... ¡Pero! Si los llegamos a fastidiar con nuestra presencia, nos corren, ¿de acuerdo?— mi progenitor asintió entre risas.

A mí no se me hacía nada gracioso, es más, si hubiese podido comprar cámaras, para ponerlas por toda la casa... Hubiera hecho mi propio reality show.

***

—No canceles la reservación del hotel— le dije a Roberto, una vez que salimos al pequeño jardín común.

—Pensé que estarías contenta de que nos quedemos aquí en la casa de tu padre— me recargué en el árbol y él se recargó en el lado opuesto.

—Hace cuatro años que no vivo con mi padre... es un poco raro volver a los inicios... Y esta casita— señalé la blanca unidad— Ni siquiera entro por las puertas... Solo, no canceles, podríamos necesitar la habitación de vez en cuando— levanté las cejas de forma picara.

—Tienes razón— se inclinó para darme un beso, y yo lo recibí sin pensarlo dos veces— ¿Eso significa que no estás enojada conmigo?—

—Eso significa que de alguna manera me voy a cobrar las mentirillas que me dijiste— lo tome por el cabello, tirando un poco, pero si separarlo de mi—

—¿Ah, sí?— murmuró contra mis labios, tomándome por la cadera.

—Malo, malo, eres chico malo... oso— rocé mis labios con los suyos— oso...— tomé su labio inferior con mis dientes y lo estiré— mentiroso—

Un carraspeo nos hizo brincar, mi padre estaba detrás de nosotros, presenciando la nada agradable escena.

—Su chofer ha traído las maletas— lo miré por encima del hombro de Roberto, y asentí.

—Gracias papi...— mi sacro santo padre, se dio la vuelta y nosotros, apenados, lo seguimos.

Había llevado suficiente ropa como para un año entero, lo que significaba: ¡Maletas! ¡Maletas por todos lados! Entre mi padre, Jaime y Roberto, subieron nuestras maletas a la pequeña habitación.

Como mi esposo no sabía andar en el D.F., yo me ofrecí a ser su chofer personal, al fin de cuentas, alguien tenía que trasportar a Karla, y ese debía ser Jaime.

***

—Pediré que nos manden mi coche, ¿a menos que prefieras el tuyo?—abrí el edredón de la cama matrimonial, y me senté.

—Preferiría uno menos ostentoso... Esta zona se ve tranquila, pero no quiero andar en mi bebeshito por estos rumbos, pide tu auto, al menos ese no es de colección— contesté encogiéndome de hombros y mostrando una sonrisita.

—Lo que usted ordene y mande, mi patrona— Roberto se acomodo de su lado de la cama, y cuando estábamos por besarnos, mi padre abrió la puerta.

—Hasta mañana, descansen...— dijo mi padre, usando un tono de burla— Mañana vamos a ir a la iglesia, a las 10 de la mañana, los esperamos abajo— rodé los ojos y asentí con una sonrisa fingida.

—Hasta mañana papi, sueña con los angelitos, que Dios te acompañe en tus horas de sueño, a ti y a tu novia—

—Que descanse señor Tomás, y de nuevo, gracias por su invitación— mi padre nos brindo una sonrisa y cerró la puerta.

Me levanté para ponerle seguro, y me reí ante la mirada de incredulidad de mi esposo.

—Sí, mi padre es un católico devoto... En mi defensa, mi madre no lo era, ella era Wicca... Imagínate que pareja tan dispareja hacían; una "pagana" y un "católico"—

—No tengo idea de que es una "wicca", pero sí, es muy raro que tu padre sea católico y tú seas una blasfemia total—me recosté boca abajo en la cama, dejando menos de dos centímetros de distancia entre nosotros. Si que iba a ser un reto dormir en un lugar tan pequeño.

—Es una especie de bruja... algo muy lindo y feminista... Luego te lo explicare con más calma—

—¿Con que bruja, eeh?... Ahora sé que me hechizase, me has hecho brujería para tenerme tan enamorado— los besos que comenzó a repartir desde mis hombros, hasta mi nuca, me daban cosquillas.

—Mi padre esta a una pared de distancia... contrólate— susurré entre risas.

—Y para mi mala suerte...— me giré para que quedáramos de frente— mi esposa grita como actriz porno cuando hacemos el amor— no pude evitar soltar una carcajada.

—Por eso, tu sabia esposa, te pidió que no cancelaras la reservación en el hotel. No puedo profanar la casa de mi padre, menos cuando mañana vamos a ir a misa, en un hotel podremos hacer lo que sea—

—¿De verdad vamos a ir a la iglesia?— ambos hablábamos entre susurros, como si fuéramos unos niños escondiéndonos.

—Lamentablemente...sí. Pasaremos cuatro domingos en la iglesia, como Dios manda—

Me subí a horcajadas sobre él, y comenzamos a besarnos. De un minuto a otro, dejo de besar mis labios, y bajo al escote de mi camisón. No supe de donde saco fuerza, pero termine debajo de él.

—¡Buenas noches, ya a dormir!— la voz de mi padre, interrumpió nuestro encuentro apasionado.

—Herede mi oído de mi padre— ambos nos reímos bajito, y nos acomodamos en la cama.

Como no había mucho espacio, me recargué en el pecho de Roberto para dormir.

***

A las ocho de la mañana, mi padre nos hico el favor de despertarnos. Regina preparó el desayuno y a las 9:45 am, salimos hacia misa.

La iglesia quedaba a unos minutos de la casa, era un una exuberante construcción, como la mayoría de las iglesias. Papá nos arrastro hasta la primer banca, quitándonos la opción de poder dormirnos. Los sermones de siempre, la misma gente aburrida, que no ponía atención en nada de lo que el padre decía.

A mí me gustaba escuchar atentamente las palabas que decía el padre, era increíble cómo nos consideraban unos pecadores indignos de ser amados por nuestro propio "creador", súbditos que no se merecían el perdón de los pecados, a menos claro, que lloraras y suplicaras entre plegarias.

—¿Qué haces?— Roberto me detuvo agarrándome por el codo.

—Voy a comulgar— comenté como si fuera lo más obvio.

—No puedes hacer eso— masculló entre dientes, acercándose a mi— Eso es blasfemia, y de las grandes—

—Amor, amor, amor... Cualquiera puede comer del cuerpo de Cristo... — me solté delicadamente, y caminé hacia la fila donde estaba mi padre.

Yo sabía que era una blasfemia hacer algo así, pero a donde fueres, haz lo que vieres. Mamá siempre hacia lo mismo, así que, se nos quedo la costumbre de seguir el juego en la iglesia.

Una hora después, y con mi dosis de blasfemia para toda una semana, el padre nos dio bandera verde, y pudimos salir de aquel lugar.

—¡Santi, mi amor!— mi celular sonó justo después de abandonar la iglesia.

—Pensé que no me ibas a contestar, son las 11 de la mañana de un domingo, ¿qué haces despierta?—

—Vine a misa— la carcajada que soltó, hizo que me despegara el celular de la oreja— No te burles de mí, es verdad—

—¿Eso significa que estas con tu papá?— miré a mi padre y así novia, que venían detrás de mí, y de un tenso y nada feliz, Roberto.

—Sí, ya sabes que solo voy a misa cuando estoy con mi papi. Pero dime, ¿me extrañas o ya te encontraste una nueva novia?— susurré eso ultimo para que mi padre no escuchara.

—Tú eres irremplazable, pero a decir verdad...Una compañera del trabajo, me llama la atención, es guapa, y muy linda, amable... Hay algo que me intriga de ella, y bueno... pues...— me aleje un poco del grupo, antes de contestar:

—¿Me estas pidiendo permiso para salir con alguien más?— las tres personas con las que venía, me miraron extrañados, les hice señas con las manos para que siguieran caminando sin mí.

—Algo así... Ya sabes que te amo, y que siempre te voy a amar...—

—Santi, mi vida, no tienes que pedirme permiso para nada. Eres un hombre libre, siempre lo fuiste... Sigue con tu vida, te doy mi bendición, me has soportado por todos estos años, te mereces lo mejor—

—Gracias Lili, necesitaba escuchar de tus labios, que no te sentirías mal si yo... bueno, si yo trato de buscar pareja— solté una carcajada.

—Hazlo... ¡Nada mas no se te olvide invitarme a la boda! Sería un pretexto perfecto para ir a Dubái, ya sabes que mi papá nunca me dejo ir tan lejos—

—Te amo Lili, gracias por todo...Eres bienvenida a visitarme cuando quieras...—

—Tu papá dice que si quieres almorzar barbacoa o ¿se te antoja algo más?— Roberto interrumpió a propósito mi conversación, tapé la bocina para contestarle:

—Ahora voy, estoy hablando con Santi... Lo que sea que ellos quieran está bien— él no se movió ni un centímetro, como señal de que quería que colgara.

—Te dejo Santi, me dio gusto hablar contigo... Avísame como progresan las cosas, te quiero— sonreí maléficamente ante la cara de pocos amigos, de mi esposo.

—Quita esa cara... Mi Santi me ha hablado para decirme que encontró a una mujer con la que quiere tener una relación— le dije haciendo pucheros y entrelazando mi brazo con el suyo.

—Tu estas casada conmigo, creo que es justo que él rehaga su vida— asentí suspirando.

—Me olvido muy rápido... Eso es un poco triste...— sentí los labios de Roberto contra mi sien.

—No tienes de que preocuparte, aquí me tienes a mí, te amo... No lo necesitas a él—

***

Al principio nos costó acostumbrarnos a vivir con mi padre y su novia. Era difícil mantener nuestras manos tranquilas, y más aun... hacer las cosas por nosotros mismos. Ahí no había nadie que nos atendiera 24/7. Teníamos que prepararnos nuestra comida, lavar la ropa, tender nuestra cama... era lo malo de acostumbrarse al personal de servicio.

Peleábamos como era costumbre, pero nos controlábamos por mi padre, no podíamos dar escenas ante él. Pero el estar encerrada en casa, me tenía con los nervios de punta.

Cuando me largué del D.F., corté relación con todos mis allegados, quería empezar de cero, alejarme de mis malos recuerdos, por eso, no tenia con quien distraerme. Habían pasado dos semanas, y con los únicos hombres que había salido, eran mi padre y hermano, y de mujer, Regina.
Roberto estaba encantado con que yo estuviera en casa, aburrida y desolada, así aprovechaba para satisfacer mis necesidades y encontentarme con eso.

Sentía que Roberto se esforzaba para hacerme feliz, y yo lo apreciaba... pero no era suficiente. Yo no era una señora de casa, y obviamente no iba a poder aguantar tanto.

—¿Ya está el café, preciosa?— asentí y termine mi vaso de leche con chocolate.

—Vas a tener que aprender a usar la cafetera, no siempre voy a tener ganas de hacerte tu cafecito— como todas las mañanas, mi humor no era el mejor.

Mi teléfono sonó, y me reí con el WhatsApp que uno de los amigos de mi hermano, Isidro, esos niños se a pasaban coqueteándome desde que me conocieron. Contesté con una sonrisa en los labios, sonrojándome por las palabras un poco indiscretas.

—¡¿Pero qué te pasa?!—me quejé cuando Roberto me arrebató el teléfono de las manos, y leyó mis mensajes.

—¡No me gusta que esos niños te estén mandando este tipo de mensajes!, ¿cómo es posible que te pidan ropa en foto interior?— rodé los ojos y me levanté enojada.

—¡Es una puta broma! ¡Regrésame mi celular!— prácticamente me recosté sobre la mesa, tratando de alcanzar mi celular.

—Esta clase de bromitas no me gustan... Mas te vale que dejes de coquetear con esos estúpidos... o si no...— me dejo el celular en la mesa, y al tomarlo, se lo arroje al pecho.

—¿Si no, qué?— quedamos frente a frente, retándonos con la mirada— A mi no me vas a estar amenazando, idio...—posó sus manos sobre mi cadera, y pegó nuestros labios, dándome un besó cargado de pasión y enojo.

Con su ayuda, pude subirme a la mesa, tirando todo lo que había en ella. Así era como solucionábamos las cosas últimamente, teniendo sexo salvaje y después hablando de lo que ocasiono el problema.

—¡Ay Dios!— el grito de Regina, me hizo bajarme de la mesa, con la rapidez que había subido— Este... aamm... yo...—

—Lo lamento Regina... No debimos...— contesté con la voz entrecortada.

—Saldré otro ratito— la vergüenza no me dejaba ver a Regina a la cara, pero por su tono de voz, sabía que estaba riéndose de nosotros.

Escuché la puerta cerrarse y las carcajadas comenzaron a salir de mí.

—Mira nada más que desastre hiciste— dijo entre risas Roberto. Miré la cocina, platos y tazas rotas en el suelo, el mantel de la mesa arrastrando por un lado.

—Olvídate del café, tenemos que limpiar todo este desastre antes de que te lleve al trabajo—

—Me importa un carajo el café, yo quería desayunar otra cosa— me miro pícaramente y yo negué con la cabeza.

—¡Atrás, atrás Satanás! Ya viste que aquí no podemos hacer nada— de mala manera, terminamos recogiendo todo lo que habíamos tirado.

***

Me despedí de los publicistas, y me encamine hacia mi habitación en el hotel. Lilith me había mandado un mensaje diciéndome que sabía que había hablado con su hermano, y no le había gustado nada, que le pidiera que alejara a sus amiguitos de ella, por lo tanto, me había sentenciado a dormir sin ella.

—Señor, su asistente lo está esperando en su habitación— fruncí el entrecejo y miré a la recepcionista que había interrumpido mi andar.

—¿Mi asistente?— había dejado a Karla comiendo con uno de los encargados de la campaña.

—Sí, lo está esperando desde hace unos 10 minutos—

Le agradecí a la mujer, y extrañado, subí hasta mi habitación y me encontré con un olor delicioso. Caminé hasta la recamara, y una imagen digna de una foto, me esperaba en aquel lugar.

Mi hermosa Lilith, estaba recostada de lado sobre la cama. Usaba una blusa azul cielo con escote en V, una falda pegada al cuerpo, con un holán como adorno en la cintura. Su atuendo se completaba con unos tacones negros sin punta, y el cabello recogido como si fuera una secretaria.

—Señor Roberto, tenemos pendientes que arreglar. Siéntese— como me quede congelado, ella se levantó y me empujo para que me sentara a los pies de la cama.

—¿Qué estás haciendo?— ella tomó el lápiz que estaba entre sus senos, y la libreta que estaba sobre la cama.

—En primer lugar, debo recordarle que le debe una disculpa a su esposa. Debería de escribirle una nota, mandarle flores y... lo demás se lo dejo a su imaginación— reprimí una risa ante su actuación.

—Muy bien, anota— acomodo su apetecible cuerpo en la silla frente a mí, y cruzando las piernas, me miró esperando lo que diría la nota:

—"Amada Lilith, perdóname por ser tan celoso, pero tienes que admitir que, cualquier hombre, te celaría de la forma en la que yo lo hago. Eres la mujer de mi vida, no me culpes por desearte solo para mí. Te amo, disculpa a este idiota enamorado"... ¿Le gusta como queda?— ella sonrió ante mis palabras y asintió.

—Muy bien, creo que eso le gustará a su esposa... El segundo pendiente del día...—

—Te ves muy sexi hoy, ¿podríamos dejar los pendientes para luego? En lo único que puedo pensar, es en quitarte esa bonita ropa, meter mi lengua entre tus piernas y después, tenderte bajo de mi para hacerte el amor hasta que no podamos ni respirar— iba a levantarme, pero ella levanto la mano, señalándome que no lo hiciera.

—Por favor señor, ya hemos hablado de eso... Usted es casado, y yo no puedo tener una relación así... Sabe que esas cosas que me dice, me incomodan. Lo crea o no, soy una señorita decente, a menos que me obligue, jamás estaría con usted— me contestó fingiendo estar indignada.

—Mi esposa no se va a enterar, y por ti... soy capaz de dejarla. Anda hermosa, déjame mostrarte lo que te pierdes— se levantó y tomo un pequeño portafolios que estaba sobre el tocador.

—Tiene razón, deberíamos dejar el trabajo para otro momento... tal vez, cuando no esté de depravado— el juego que estaba planeando, me gustaba y me excitaba de sobre manera.

La pegué de frente contra las puertas dobles de la recamara, aprisionándola entre la madera y mi cuerpo, dejándola sentir mi erección contra su redondo trasero.

—No te vas a ir de aquí... Llevo mucho tiempo deseándote, y sé que en el fondo... tú sientes lo mismo— Lili comenzó a luchar para escapar de mi, pero fui más rápido y la tomé por las muñecas, subiendo sus manos por encima de su cabeza.

—¡Suélteme! ¡Voy a gritar si no me suelta, viejo pervertido!—

—Si cooperas, va a ser más placentero para ambos— pude ver que reprimió una risita antes de contestar.

—¡Ayúdenme! ¡Auxiliooo!— para que dejara de gritar, la giré, manteniendo sus manos arriba, y junté mis labios con los suyos.

Forcejeamos unos segundos, y después me correspondió el beso. Cuando iba a soltarle las muñecas, modio mi labio inferior hasta que pudo probar el sabor de mi sangre.

—Bien... si no quieres que sea por las buenas—

Sabía que ella no estaba usando toda su fuerza para tratar de liberarse, pues, con una sola mano, pude detener las suyas, mientras que con la otra me quitaba la corbata.

Até sus muñecas por detrás de la espalda, y la arrastre hasta la cama; me senté y ella quedo sobre mi regazo. Con un brazo detuve el peso de su cuerpo, y con el otro desabotone su blusa.

—No... Señor, Valencia, por favor... piense en su esposa... Si me hace algo, no dudaré en contarle— bajé las copas de su sostén, liberando mi perdición.

—Te voy a follar tan bien, que te quedaran ganas de pedir más, no de acusarme— lamí sus pezones hasta que no pudieron estar más duros.

El juego del forcejeo siguió, haciendo las cosas más divertidas y pervertidas. Una vez que termine de chupar sus pechos, lance su delicado cuerpo contra la cama, de manera que quedo boca abajo.

Me deshice de si falda, dejándola solo con su liguero y tanga, ambos de color negro. Al intentar levantarse, quedo arrodillada sobre la orilla de la cama, aproveche para soltar su lindo peinado, y enredar mi mano entre su sedoso cabello.

—Abre las piernas— jalé un poco mas su cabello, ladeando su cabeza para obtener acceso a su cuello.

—¡Me lástima!— al besar la curva de unión entre su hombro y el cuello, me fasciné al sentir como latía desbocado su corazón.

Tenerla ahí, con su blusa a medio abrir, la lencería tan sexi, y maniatada... Por poco y me corría.
Acomode mi cuerpo entre sus piernas, obligándola a separarlas, dejando su sexo a mi alcance y disposición. Lili seguía "pidiendo ayuda", pero su cuerpo se arqueaba contra el mío, pidiéndome que le diera el placer que necesitaba.

Con una mano cubrí su boca, acallando sus falsas lamentaciones; la otra la bajé a si hinchado clítoris. Pegué su espalda contra mi pecho, para poder morder el lóbulo de su oreja. 
Como su excitación era igual de grande que la mía, bastaron solo un par de movimientos circulares, para que llegara el orgasmo. Sin dejar de taparle la boca, maniobré hasta que me quite el pantalón, aventándolo lejos con un pie.

Estuve a punto de entrar en ella, pero comenzó a forcejear, esta vez usando toda su fuerza. Me asusté y rápidamente quité mi mano de su boca.

—El condón... condón— habló entre jadeos.

Maldije el que tuviéramos que usar ese estúpido método anticonceptivo, yo solo quería estar dentro de ella, y llenarla de mí.

Pausamos el momento, para que pudiera ponerme el incomodo condón. Retomamos posiciones, y continuamos la sesión de sexo.

Le regalé dos orgasmos más a mi mujer, y alcance el mío sin poder evitarlo. Al soltarla, se dejo caer boca arriba en la cama, respirando con dificultad, tal y como se lo había prometido. Solté sus muñecas y dejé la corbata en la cama.

—Vístete y vete, mañana te veré para que terminemos con el trabajo— dije entre jadeos mientras me dirigía al baño.

Cuando regrese, Lili estaba bajo el edredón, recostada de lado, con los ojos cerrados y la respiración aun agitada. Su cabello se extendía por toda la almohada, y su rostro lucia una sonrisita, la cual, me hizo sentir orgulloso.

—Promete que no harás más escenitas de celos... No trates de cambiarme, ámame como soy... Creo que a estas alturas, ya te demostré que te respeto lo suficiente como para meterme con alguien— susurro Lili, una vez que me recosté a su lado.

—¿De verdad?— asintió y se gano un beso en la frente ante su respuesta.

—No haré nada si tú no estás de acuerdo... A menos que me hagas enojar muchísimo, y no me recompenses el mal trago con sexo, o algún bonito detalle. En ese momento, me vendrá valiendo un pito, y haré lo que se me dé la gana—

—Entendido y anotado— abrió los ojos y me dedico una bella sonrisa.

***

A la mañana siguiente de mi jueguito de la asistente, amanecí adolorida de todo el cuerpo; el forcejeo y los orgasmos, me dejaron como si un camión me hubiera pasado encima.

Estiré mis manos, buscando a Roberto, no lo encontré, en su lugar, encontré una nota y una gerbera roja.

"Tu padre me invito a comer. No quise despertarte porque lucias hermosa. Vamos a estar cerca de su casa, si no llego para el anochecer, ya sabes dónde buscar mi cadáver. Te amo."

Leí, y releí la nota, algo no estaba bien, se me hizo muy raro que mi padre quisiera hablar con Roberto a solas.

Gracias a la nota, me quede inquieta todo el día, dudaba en ir a casa de mi padre, así que me quede en el hotel. Para las seis de la tarde, me llego un mensaje de mi padre, que me hizo extrañarme más:

Te esperamos en el café desde el cual, se puede ver el palacio de bellas artes. No tardes—

Tragué saliva con dificultad, y me dirigí a donde mi padre me pidió.

***

El lugar me quedaba un poco retirado, por lo que me tarde casi una hora en llegar.

Respiré profundo antes de acercarme a mi familia, todos iban vestidos elegantes. Me recibieron mirándose entre ellos, luciendo muy sospechosos. 
Después de darme un casto beso en los labios, Roberto mando un mensaje, miró de reojo por el balcón que deja ver el maravilloso palacio de Bellas Artes.

—Lilith, hemos estado hablando y necesito que veas esto— enarqué una ceja ante las palabras de mi esposo. Me llevo hasta el balcón, mi padre junto con su novia, y mi hermano, caminaron detrás de nosotros.

Tuve que agarrarme de la barandilla, lo que veían mis ojos, no podía ser verdad...

En la explanada frente a nosotros, construido a base de luces, estaban escritas las palabras: "¿Te casarías conmigo?", con todo y sus signos de interrogación.

Me di la vuelta para comprobar que eso que estaba ahí, iba dirigido a mí, y me encontré con Roberto, arrodillado y con el anillo de diamante rosa, en una cajita de terciopelo blanca.

Por el lugar se escuchaba a la gente gritando "Dile que sí", pero yo no podía reaccionar, mi asombro era tal, que apenas y podía respirar.

—¿Qué dices Lilith? ¿Me harás el honor de casarte conmigo?— miré a Roberto, a mi padre, a mi hermano, y de nuevo a las luces que también sequian esperando mi respuesta.

—Mmmm no se... tengo que pensarlo... yo...— contesté a modo de broma, pero él y todos los demás, creyeron que era verdad, pues en el rostro de Roberto, desapareció la sonrisa— ¡No seas tonto! ¡Claro que me voy a casar!—

Nos besamos entré risas y aplausos, provenientes de todos lados.

Ese había sido un detalle sumamente ridículo, pero no dejaba de ser lindo y tierno. Ya estábamos casados, solo íbamos a fingir para que mi padre creyera que nos íbamos a comprometer y cosas así. Roberto había exagerado con todo el numerito... y a mí me había encantado su exageración.

***

Después de una cena en familia, regresamos a casa de mi padre, envueltos en una vibra llena de luz y felicidad.

Antes de entrar, mi papi me pidió que lo acompañara a dar una vuelta por la unidad.

—Lo del matrimonio me toma por sorpresa, no es que pensara que nunca te ibas a casar, pero... no creí que fuera a ocurrir tan pronto— no podía mirar a mi padre a los ojos, Roberto no me había dado tiempo de preparar alguna explicación.

—Supongo que lo bueno de la vida, llega inesperadamente— traté de defenderme.

—Él te ama, lo he comprobado en este tiempo que han estado aquí. Te mira con ternura y admiración; y sé que tú le correspondes. La forma en que reaccionan uno frente al otro, sus movimientos están en sincronía, y aunque los he escuchado pelear por tonterías... Me agrada que puedan discutir, porque así, sacan los problemas y los resuelven, el dejar guardados los problemas, solo genera rencores... — por fin me atreví a levantar la vista, encontrándome con los sinceros ojos de papá.

—¿De verdad crees eso?—

—Es verdad que peleamos por muchas cosas, y es porque, no congeniamos en todo, él tiene una forma de ver la vida, y yo tengo otra muy diferente...Hay veces en las que creo que es mejor alejarnos—

—Pero ambos terminan cediendo en algunas cosas— interrumpió mi padre, y yo asentí— Así es como funcionan las relaciones, es un tira y afloja. Su amor por ti es real, hija; y recuerda lo que tu madre decía: "Cásate con el hombre que te ame, porque tu podrás llegar a amarlo con el tiempo, sin embargo, un hombre que no te ama, ni con el tiempo, lo hará"—

—Mamá era una mujer muy sabia— susurré más para mí que para él.

—Tal vez no ames a Roberto, pero lo quieres. Te hace enojar y reír, te reta, apoya tus ideas pero no deja de discutirlas para que estés segura que eso es lo que quieres. Y por ese amor que le tienes, sientes que necesitas alejarlo, eso es típico de ti, ¿o es que a caso ya se te olvido? Cuando comenzaste a querer a Heivy, la despreciaste, según tu, para protegerla de tu locura, y así lo has hecho con muchas personas más— para ese punto, ya habíamos llegado hasta el final de la unidad habitacional, así que emprendimos camino hacia el parquecito del lugar.

—Lo... lo quiero— después de decir esas palabras en voz alta, cubrí mi boca con la mano.

Mi padre comenzó a reír como si nos hubiéramos contado el mejor chiste del mundo. Lo miré extrañada y el rió aun mas.

—Lo bueno es que tenemos el video de esta noche, así podrás comprobar tu misma, que, lo ves con ojitos de borrego a medio morir— la broma de mi padre, me hizo reír también.

Ahora comprendía muchas cosas. Mi padre nos había ofrecido su casa para comprobar que de verdad existiera una relación entre nosotros dos, y me había dado ese discurso para que reaccionara... Yo quería a Roberto, tal vez no de la manera en que se lo merecía, pero sí, a mi manera.
Si lo pensaba mucho, terminaría arrepintiéndome, así que, tenía que decirle a ese hombre, que lo quería...

—Regresemos a casa, papi, tengo que decirle a Roberto que... lo quiero— el hombre más lindo de todo el mundo, me dio un abrazo y caminamos tomados de la mano.

Continue Reading

You'll Also Like

711K 48.8K 55
«Lo que no te mata, te hace más fuerte» Lo aprendí de la peor manera, viviéndolo en carne propia, a base de mi propia experiencia .
127K 7K 57
Un rechazo mutuo. Arrepentimientos. Nuevas oportunidades. Guerra y perdida. Que mas deparará a nuestra Alpha de su doloroso destino. Este libro...
289K 22.2K 82
Mi marido me engañó con mi mejor amiga. Me envenenó con píldoras anticonceptivas. Para tener mi última oportunidad de tener un bebé, decidí buscar...
12.1K 1.1K 21
La cuarentena jodió a todos. A unos los dejó sin trabajo, a otros con ansiedad por el encierro. ¿Se imaginan lo feo que debe ser quedarte encerrado c...