UNSTOPPABLE ━━Percy Jackson

By -beifong

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❝No puedo dejar de mirar esos ojos oceánicos ❞ ⇝ Basado en la... More

━━━ Unstoppable
01. Problema a futuro
━━ Acto I. Alma frágil ━━
02. Percy Jackson aka pececito
03. Que comience la odisea
04. Una promesa que solo la muerte puede romper
05. En medio del caos
06. Más preguntas que respuestas
07. Los límites de la hospitalidad
08. Iluminas mi camino
09. Poder creciente
10. Energía que se agota fácilmente
11. Sembrando dudas peligrosas
12. Sacrificio
13. Hacia la tormenta
14. Demuestra tu valor
15. Tregua perdida
16. Sentimientos encontrados
17. Intervención divina
18. Masticar el cristal roto
19. Dolor de un corazón ajeno
20. Blackjack
21. Entra al vacío, alma frágil
22. Bajo las estrellas
23. Lazos irrompibles
24. Calma que precede a la tempestad
25. La herencia de las sombras
26. Los hijos de la noche
27. Solo quieren crueldad
28. Las desgracias no vienen solas
29. La misericordia de una madre
30. Máscara de porcelana frágil
31. Presenta nuestros respetos
32. La sombra de una leyenda
33. Un legado familiar
34. El hedor de la traición
━━ Acto II. Voluntad de Hierro ━━
36. En tierra extraña
37. Aún más profundo
38. Demonios al asecho
39. Una dinastía maldita
40. Este no es mi sitio
41. La muerte está en el aire
42. Antes morir que perder el honor
43. Corazón de guerrera
━━ Acto III: Dulce Venganza ━━
44. La trampa está tendida
45. Deserta si te atreves
46. Respuestas en las cenizas
47. Lobo solitario
48. Nacidos para la batalla
49. El final del viaje
50. En busca de una voz propia
51. La venganza se sirve fría
52. Vencer o morir
53. Prepárate para la gloria...
54. Epílogo
Curiosidades

35. Secretos que matan

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By -beifong




















CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

Secretos que matan







Estaba condenada.

Y esto qué estaba pasándome me hacía entender que fui una ilusa que se aferró a la posibilidad de creer que ya había pagado su condena. De creer que por fin las desgracias que me atormentaban se habían acabado, que mis errores cometidos en el pasado ahora solo eran una pequeña mancha en mi vida.

Pero no fue así.

La pequeña mancha solo comenzó a crecer en mi interior, marchitándome. Trayendo consigo momentos que no hacían nada más que evitar que volviera a ponerme de pie.

¿Podría levantarme una vez más?

No lo sabía, pero mi esperanza se pudría con cada segundo que pasaba, no podía seguir aferrándome a la vida. Este era el destino cruel que me tocó vivir y tenía que pagar por mis errores.

Y por eso me deje caer.

Y deje que la muerte me abrazará y le pusiera fin a todo esto.





























Horas antes...


Los cinco semidioses miraron en todas las direcciones, desesperados por buscar una salida que desafortunadamente no había. La escalera por la que minutos antes habían bajado desapareció. Lo único que continuaba con su habitual movimiento era el agua que seguía saliendo de los nichos, pronto hundiría el lugar y ahogaría a cualquiera que estuviera en él.

Percy quiso buscar una salida en las profundidades, desafortunadamente solo encontró desesperación al no ser capaz de respirar bajo el agua. Y es que el agua no era normal, pues había sido maldecida por la fuerza vital de las ninfas: venenosa y maléfica.

Cuando el agua alcanzó sus cuellos fue el momento de aceptar la idea de Jason de invocar un rayo que pudiera tirar el techo, lástima que tuviese el efecto contrario. El techo se agrieto y en lugar de venirse abajo comenzó a llover a cántaros haciendo que el lugar se llenará más rápido.

En un segundo, sus cuerpos comenzaron a cansarse, los párpados les pesaban y era difícil mantener la conciencia. El agua estaba absorbiendo sus poderes y su energía. A este paso terminarían como las ninfas.

- No puedo controlarla -gritó Percy con desesperación tratando de empujar el agua.

- ¡Cassian, sácanos de aquí! -pidió Mera.

- ¡No puedo! -respondió el hijo de la noche con impotencia- Las ninfas han hecho algo para que no pueda usar el viaje por las sombras.

Piper tomó el control de la situación, había logrado idear un plan, aunque no estaba segura si funcionaria. Pidió a todos que tomaran entre sus manos la cornucopia, con la ayuda de los cuatro podrían transformar el agua venenosa en fresca. La clave era pensar en agua limpia y lluvia fresca.

Meira, en cambio, se dedicó a formar una burbuja alrededor de ellos mientras el agua cubría por completo la estancia, con fortuna les daría el tiempo suficiente para poder lograrlo.

Pasaron unos segundos antes de que el plan funcionara. De la cornucopia comenzó a salir agua limpia, llevándose consigo el lago venenoso que los cubría. Cuando el agua bajó, Mera se permitió bajar los brazos y desaparecer la burbuja que los había protegido. Por fin podían respirar con tranquilidad.

Agno, la ninfa del nicho central apareció y dándoles las gracias les señaló el camino para poder salir o, por el contrario, para continuar su camino hacia los gigantes. La escalera que subía a la superficie volvió a aparecer. Justo debajo, una abertura circular como una tubería de alcantarilla, con el tamaño justo para pasar a gatas, cobró forma reluciendo. Supuse que por ahí es donde se había escapado el agua. La ninfa les agradeció una vez más y desapareció entre una nube blanca.

A pesar de querer dar marcha atrás, los cinco tuvieron que adentrarse a la tubería. A unos diez metros, esta se juntó con un túnel más ancho. A su izquierda, aún a lo lejos, se escuchaban ruidos y chirridos, como si hubiera una enorme máquina que necesitara ser lubricada. Y como no tenían ni el más mínimo deseo de averiguar que emitía ese sonido supusieron que ese era el camino correcto.

El pasillo estaba lleno de baratijas y del techo colgaban jaulas con animales vivos: un león, varias cebras, una manada entera de hienas e incluso una hidra con ocho cabezas. Cuando llegaron al final del camino se encontraron con una sala repleta de objetos, la mayoría en movimiento.

Pero lo que les llamó la atención fue que a unos cien metros había un estrado elevado con dos enormes sillas de pretor vacías. Entre ellas había una vasija de bronce lo bastante grande para albergar a una persona.

- Demasiado fácil -advirtió Piper.

- Pero no tenemos alternativo -recordó Jason- Tenemos que salvar a Nico.

Atravesaron la sala con cautela hasta que a mitad de camino el techo se abrió encima de ellos y una plataforma descendió. De pie sobre ella, estaba el gigante Efialtes, traía un llamativo conjunto, su cabello morado bailaba como si se tratase de serpientes y una lanza de tres metros estaba sujeta a su espalda por una correa. A su lado, su hermano Oto observaba todo sin mucho interés.

- ¡Por fin! -rugió Efialtes- Por un momento pense que no pasarían a las ninfas.

- Estamos aquí por Nico -exclamé- Es hora de que dejen ir a nuestro amigo.

- Ah, él -respondió el gigante con burla- Oto vuelca la vasija.

Su hermano se acercó perezosamente al estrado. Tiro la vasija, la tapa se levantó y Nico salió. El corazón de Mera se paró en cuanto lo vio, tenía el rostro pálido y cadavérico y su cuerpo era extremadamente delgado. No podía asegurar que estuviera vivo o muerto. Quería correr hacia él para comprobarlo, pero Efialtes le estorbaba en el camino.

Jason levantó su gladius de oro, empezando una pequeña pero eficiente distracción.

- Hemos acabado con varios gigantes últimamente -dijo con altanería- Si yo fuera ustedes mejor me iría.

El efecto fue el esperado, los gemelos gruñeron en su dirección. La ira hacia el hijo de Zeus hizo que se concentraran en él, olvidando por un segundo al resto. Meira aprovechó ese lapso de tiempo, tomándola como una señal para dar comienzo a su plan. Su distinguida aura roja envolvió a Nico y lo atrajo hasta ella con velocidad y cuidado para no lastimarlo.

- ¡Te arrepentirás, escupe hechizos! -bramo Efialtes a ver que habían sido engañados. No obstante, aquello no lo tomo como una derrota- Pronto se darán cuenta del error que cometieron al venir aquí.

Tanto Efialtes como Oto desaparecieron en dos nubes de humo idénticas y volvieron a aparecer en mitad de la sala, cada uno en un lugar distinto. Piper y Meira, quien seguía cargando a Nico, se alejaron a un lugar apartado. Ellas se encargarían de proteger al hermano de Hazel.

Jason y Cassian se abalanzaron contra el gigante Oto, el cual había desenvainado su lanza y repartía golpes a diestra y siniestra. Al otro lado, Percy peleaba con velocidad contra una hidra que había salido de su celda. Cuando el monstruo quiso lanzarle ácido una distinguida magia roja se convirtió en una barrera protectora delante de él. Aquella acción no pasó desapercibida por Efialtes y como Meira no podía permitir que éste se acercara a Nico, se alejó. Llamó a Vinmor y con rapidez se acercó al gigante, esquivando su ataque le clavó su arma en el pie. Efialtes soltó un gruñido y antes de que pudiera recuperarse un orbe de magia lo golpeó mandándolo al suelo de bruces.

- No puedes ganarme -gruñó Efialtes- No sin un dios que pelee a tu lado.

- Me da igual si tenemos un dios de nuestra parte o no -intervino Percy, había logrado acabar con la hidra y se posiciono a un lado de Meira- Vamos a vencerlos.

- Pues es una lástima -dijo una voz nueva.












Su interior hervía de rabia, como una forja en su punto máximo para realizar una espada. No daba crédito a lo que el dios Baco les había pedido. ¡Un espectáculo! El dios del vino quería un espectáculo que demostrara que ellos eran lo suficientemente dignos para que él pudiera unirse a la pelea. Y para colmo, solo Jason y Percy fueron los elegidos para impresionar al dios, Meira no podía ayudar y eso era lo que más le enojaba.

¡El mundo se esta viniendo abajo y los dioses siguen siendo unos idiotas! exclamó internamente, porque para su desgracia no podía gritárselo al dios del vino aunque fuera lo que más quisiera en ese momento.

Para su fortuna, Jason y Percy lograron hacer un espectáculo increíble en el Coliseo. El dios Baco aceptó considerarlos y con un pequeño movimiento, golpeó a los gigantes con su bastón. Efialtes y Oto se desintegraron enseguida. No obstante, ni con eso Mera considero dejarlo de ver con cólera. Al menos el dios del vino también les dio una dirección: el aparcamiento de detrás del monumento a Víctor Manuel II. Ahí se encontraba Annabeth.

La rabia de Meira se esfumó cuando el dios desapareció y también cuando el Argo II atravesó el cielo directo hacia ellos. Leo, Frank, Hazel y el entrenador venían a bordo. No queriendo perder más tiempo los cinco subieron al barco. El rostro de Hazel se llenó de felicidad en cuanto vio a su hermano aun cuando Nico no estuviera en las mejores condiciones. Leo los reunió cerca del timón para contarles la visión que había tenido hace un rato y escucharlo hizo que Meira se tensara aún más. El hijo de Hefesto describió exactamente lo que ella había soñado: a Annabeth con una pierna rota en lo que parecía una cueva.

Partieron del Coliseo para irse directamente hacia la dirección que el dios Baco les había dado. Con suerte encontrarían a Annabeth antes de que fuera demasiado tarde.

- Gracias -habló Nico de repente mientras se ponía de pie. Hazel le había estado dando de comer ambrosía así que tenía mejor aspecto. Solo un poco- Había perdido la esperanza.

- Sabías que los dos campamentos existían desde el principio -Percy no pudo contener la curiosidad- Podrías haberme dicho quién era desde el primer día que llegué al Campamento Júpiter, pero no lo hiciste.

- Lo siento, Percy -se disculpó Nico- Descubrí el Campamento Júpiter el año pasado. Mi padre me llevó allí, aunque no estaba seguro del motivo. Me dijo que los dioses habían mantenido los campamentos separados durante siglos y que no podía decírselo a nadie. Pero dijo que era importante que supiera... creí que era por Hazel, ella necesitaría un lugar seguro. Pero ahora, creo que quería que supiera la existencia de los campamentos para poder entender lo importante que era esta misión y por eso busque las Puertas de la Muerte.

El aire se cargó de electricidad: literalmente ya que Jason empezó a echar chispas.

- Nico me ha dicho que las Puertas de la Muerte tienen dos lados: uno en el mundo de los mortales y otro en el inframundo -explicó Hazel mientras posaba una mano en el hombro de su hermano- El lado mortal del portal está en Grecia. Se encuentra muy bien vigilado por las fuerzas de Gaia. Allí es donde llevaron a Nico al mundo de arriba. Luego lo trasladaron a Roma.

- ¿En qué parte de Grecia está exactamente esa puerta? -cuestiono Meira.

Nico respiro hondo de forma ruidosa.

- En la Casa de Hades. Es un templo subterráneo que está en Epiro. Puedo señalarlo en un mapa, pero... el lado mortal del portal no es el problema. En el inframundo, las Puertas de la Muerte están en...

- El Tártaro -aventuró Percy- La parte más profunda del Inframundo.

Nico asintió.

- Hay que controlar las puertas por los dos lados para que se cierren. Es como un doble sello. Quizá, y solo quizá, si los eh... ¿nueve? -Nico frunció el ceño confundido por que hubiera más semidioses de lo que la profecía decía- Si los nueve combatieran juntos podrán vencer a las fuerzas de Gaia en el lado de los mortales, en la Casa de Hades.

La plática terminó cuando llegaron en el aparcamiento del monumento Víctor Manuel. El entrenador tomó su puesto y con la ballesta logró hacer un enorme agujero en el suelo. El Argo II descendió lo más que pudo.

Al fondo Annabeth se encontraba sentada a lado de una abertura gigante justo como la que el entrenador Hedge había hecho. Unos metros más adelante la estatua de la Atenea Partenos relucía imponente. Meira tomó la escalera de mano y la arrojó por la borda para poder descender.

La indecisión se hizo presente en el cuerpo de la semidiosa, aquel lugar era la viva imagen de su sueño y eso le causaba una desconfianza tremenda. Tropezó con el primer paso. Sacudió la cabeza y juntando todo el valor hizo a un lado su miedo y camino hacia Annabeth, quién la veía con felicidad y temor al mismo tiempo, algo que Meira no pudo entender.

- Vamos, Annabeth. Arriba.

Su mano se extendió y Annabeth la tomó con fuerza, en un movimiento Meira la ayudó a ponerse de pie y entonces sus sospechas se cumplieron. Su cuerpo se tensó y sus ojos se posaron inmediatamente en los de la persona que tenía enfrente. El filo de una daga acarició la tela de su blusa, quedándose quieta en cuanto la punta presiono la piel. En un segundo la mano derecha de Meira que seguía tomando con fuerza el brazo de Annabeth se cubrió de un aura roja.

Sus miradas se desafiaron.

- ¿De verdad vas a ayudarme? -preguntó Annabeth, el cansancio comenzaba a hacerle estragos en la mente. Con todo lo que había averiguado durante su viaje confiar en la hija de la magia le resultaba difícil.

- ¿De verdad vas a traicionarme? -Meira trato de hablar con firmeza, pero le dolía saber que su sueño no se había equivocado del todo.

Los ojos grisáceos de Annabeth se mantuvieron firmes por unos segundos. No se sentía capaz de dañar a Meira aun después de todo lo que su madre le había contado. Ella le había dado el beneficio de la duda a la hija de la magia y continuaría haciéndolo. Rogaba porque no estuviera equivocándose, así que daga volvió a la funda de su costado.

- Lo siento, Meira, creí... Tuve una visión -explicó fugazmente.

- También la tuve -concordó Mera con ella y Annabeth trató de no mostrarse sorprendida por ello.

Los demás bajaron a su encuentro. Las sonrisas y el alivio envolvieron el ambiente, por fin todo se estaba acomodando a su favor. Lo que venían buscando se había encontrado. Nico estaba bien y Annabeth, a pesar de la fractura en la pierna, recuperó la estatua.

La celebración se interrumpió cuando el foso situado detrás de ellos expulsó una ráfaga de aire frío. Meira se estremeció, algo le decía que ese lugar era la entrada al inframundo y de manera involuntaria se alejó unos pasos.

La estancia entera crujió y la Atenea Partenos se inclinó hacia un lado. La cabeza quedó atrapada en uno de los cables de refuerzo de Aracne, la contrincante con la que Annabeth había peleado.

- ¡Zhang! -gritó Leo- ¡Llévame al timón, rápido! El entrenador está allí solo.

Frank se transformó en un águila enorme, y los dos alzaron el vuelo hacia el barco. Jason rodeó a Piper con el brazo y se volvió hacia Meira.

- Enseguida vuelvo por ustedes.

Invoco el viento y salió disparado por los aires.

- El resto de nosotros debemos llegar a la escalera -indicó Hazel.

Columnas de polvo y telarañas salieron disparadas de los agujeros del suelo. Los cables de refuerzo de seda temblaron como enormes cuerdas de guitarra y empezaron a partirse. Hazel se abalanzó sobre la parte inferior de la escalera de cuerda e indico a Nico con la mano que la siguiera, pero él no estaba en condiciones de correr.

Cuerdas con garfios salieron disparadas del Argo II y envolvieron la estatua. Una atrapar el cuello de Atenea como un lazo. Leo gritaba órdenes desde el timón mientras Jason y Frank volaban frenéticamente de cuerda en cuerda, tratando de atarlas bien.

- Se que no es el momento, pero al menos es una vista hermosa -habló de pronto Cassian con tranquilidad- Por fin se están cumpliendo las cosas que queremos.

Mera se sorprendió por el comentario de su amigo, sin embargo, sonrió.

- Sí, tienes razón. Ya era hora de que empezaran a pasarnos cosas buenas.

Levantó el rostro y por un segundo se permitió disfrutar de sus triunfos.

- Demasiado buenas para ser ciertas, ¿no? -añadió Cassian.

Hace unas horas se había cuestionado sus acciones, pero por más vueltas que le daba al asunto siempre llegaba a la misma conclusión. Se acercó a Meira y le dio un pequeño beso en la mejilla mientras susurraba:

- Salve, Mel.

El rostro de Mera cambió drásticamente, conocía la historia detrás de esas palabras, pero a pesar de ello no fue lo suficientemente rápida para esquivar la daga que Cassian dirigió a sus costillas. La hoja afilada logró herirla a un costado, pero gracias a sus reflejos no se había enterrado en su cuerpo.

Las cosas se tornaron espantosas para Mera en un segundo. Cassian la había atacado y al mismo tiempo Annabeth era arrastrada al vacío, algo estaba tirando de ella. Olvidando su herida Mera alcanzó a tomarla bajo su aura roja a la par que golpeaba a Cassian y lo mandaba hacia la pared más cercana, sin dejar de hacer uso de su magia lo mantuvo pegado al muro. Haciendo un esfuerzo dejó a Annabeth cerca de Hazel, quien la tomó y la ayudó a empezar a subir por la escalera. Nico y Percy acorralaron a Cassian mientras este seguía preso por una magia roja.

- ¡Traidor! -escupió Percy con rabia, levantando en alto a Contracorriente.

- ¡No! -Mera lo contradijo mientras sacudía frenéticamente la cabeza, desesperada por buscar una explicación- Un venti debe estar controlándolo. Lo llevaremos al barco y Piper se encargará de él.

- ¡No hay nadie! -gruñó Cassian- ¡Nadie me está controlando! Soy yo el que quiere destruirte.

- No, no, no -Mera estaba entrando en crisis. Otro golpe como ese no podía estar pasándole. Ya había sufrido demasiado. Ya había pagado demasiado- Tú no...

- ¿Te duele la traición, Mel? -Cassian se burló- Imagínate lo que yo sentí cuando mi mejor amiga me tiró una casa encima. A mi y a mi familia.

El recuerdo de Noah atravesó sus pensamientos como un huracán y de pronto, la daga que comenzaba a salir de su corazón volvió a hundirse cada vez más profundo con cada respiración que daba.

- ¿Noah? -preguntó con voz temblorosa.

-Fue una sorpresa enterarme de que era un semidiós. Nix me salvó antes de que la casa cayera sobre mí y fue todo lo que hizo -reveló- Deambule por las calles hasta que alguien me habló de ciertas puertas que podían regresar a los muertos. ¡Mi familia no merecía morir!

La revelación tomó a todos por sorpresa. Cassian estaba dispuesto a servir a Gaia con tal de que su familia viviera otra vez. Aún tenía la esperanza de salvar a su madre y a su hermana. Sus enormes ojos negros miraron con furia a la que una vez considero su amiga. La ira solo le permitía pensar en una cosa: ver a Mera rota en pedazos delante de sus pies, para robarle el mundo de la forma en que ella había robado el suyo, para hacerle sufrir tanto como fuera posible antes de acabar con su miserable vida.

Y verla quebrarse por su traición le daba una satisfacción enorme. Ese no había sido su plan desde un inicio, pues la habría matado desde el primer momento en que la hubiera visto. Pero entonces Gaia le habló de su plan y conforme pasaron los días ganarse el corazón de Meira fue una prioridad. El dolor de Cassian se había convertido en veneno que corría por sus venas y corrompía su alma por completo.

Cassian quería venganza e iba a tenerla.

Una explosión de sombras tiró abajo la magia que lo encarcelaba y lanzó lejos a Percy y a Nico. En un movimiento veloz desenfundo su espada y se lanzó contra Meira dispuesto a terminar con su trabajo. Mera apenas tuvo tiempo de reaccionar, su gladius se encontró contra la de su contrincante. El filo de las hojas chirrió al hacer presión una con la otra.

El haber sido traicionada cobró factura en Mera más que haber sido herida. No podía siquiera creer que esto no era más que una simple pesadilla. No podía asimilar que la persona más buena del mundo se había convertido en un monstruo y menos que había sido por su culpa. Le dolía saber que ella había sido la causante de exterminar todo rastro de luz del alma de Cassian.

- ¿Qué le pasó al alma que solías ser? -dijo Mera.

- Le tiraste una casa encima. A él y a su familia.

La espada de Meira fue arrebatada y Cassian sonrió con malicia, por fin las cosas resultaban como una vez lo imagino. Levantó su arma en lo alto dispuesto a acabar con Meira y atacó. Pero lo único que recibió fue dolor. Un dolor punzante en el estómago.

Sonrió, una parte de él se pensó que así terminaría.

Vinmor lo había atravesado y los ojos llorosos de Mera lo veían con profunda tristeza y pena mientras tomaba con más fuerza de la necesaria su arma.

- ¿Qué se siente? -cuestionó el hijo de la noche, sus dientes comenzaban a mancharse de sangre al igual que su camisa. Se hundió más en la lanza, quería verla a los ojos- ¿Qué se siente por fin poder acabar nosotros? Felicidades, Mel, te has deshecho por completo de la familia Grayson.

- Sabes perfectamente que no quería esto. Que nunca fue mi intención lastimarte. Ni a ti, ni a tu familia.

Ahora sabía porqué estar cerca de él le había causado tantas emociones, porque su traición le dolía tanto. Noah había sido su mejor amigo, pero Meira también se había enamorado de él cuando eran pequeños. Era lo único que tenía cuando su padre no estaba.

Le dolía tanto que parecía que era ella quien había sido atravesada por la lanza. Incluso hubiera preferido que Annabeth la hubiera apuñalado por la espalda con tal de que Cassian nunca la traicionara.

- ¡Pues entonces ven conmigo!

Cassian siguió caminando, empujándola para hacerla caer. Cuando Mera estuvo en la orilla del precipicio movió su lanza e hizo que Cassian cayera al vacío. Solo pudo escuchar el grito del azabache mientras veía como las gotas de su sangre caían de la lanza cubierta de color carmesí.

Antes de que pudiera alejarse, la parte donde estaba parada se partió. Vinmor cayó a la fosa y ella apenas pudo agarrarse de un pequeño borde metros más abajo. Sus dedos y sus uñas se lastimaron en busca de un saliente en el cual pudiera sostenerse. Su mano derecha era lo único que la separaba de una muerte segura, aunque por poco tiempo.

Percy se asomó al segundo gritando su nombre, estiró lo más que pudo su mano para poder alcanzarla, sin embargo, no era suficiente. Meira quiso agarrarlo, pero sintió como todo empezó a dar vueltas. Se estaba mareando y lo peor de todo es que pronto iba a desmayarse. Gaia seguía haciendo de las suyas, y más ahora que estaban bajo tierra donde ella tenía la ventaja.

«Dime que no lo mereces» le susurro dentro de la cabeza. «Dime que no mereces un castigo por lo que has hecho. Que no eres culpable. Que Cassian no tiene derecho a vengarse de ti. Dímelo y entonces seré yo misma la que te salve»

En ese instante supo que estaba condenada. Apretó los labios. Percy ahora solo era una imagen borrosa, una que pronto se volviera negra. Por más que le hubiera gustado, no podía contradecirla. La cara de tierra estaba en lo cierto. Se merecía el castigo que estaba a punto de sufrir, se lo debía a Cassian y a su padre, e incluso a la señora Grayson y a Jennifer.

Para desgracia de Mera y fortuna de Gaia, la hija de la magia aceptó su destino.

- Lo siento, Percy.

Fueron sus últimas palabras antes de cerrar los ojos y dejarse caer en un sueño profundo mientras los gritos de Percy se volvían cada vez más lejanos.






No me arrepiento de nada, bueno si jajaja Cassian es de mis personajes favoritos.

Espero de verdad que les haya gustado el capítulo que me tarde horas en escribir.

También este capítulo da a entender que la desconfianza de Annabeth no solo es por la enemistad que atenienses y espartanos tuvieron. Hay algo más. No me la odien jajajaja les juro que esa no es mi intención. Ella quiso atacar a Meira porque le hacen creer que eso es lo correcto.

¡Díganme que les pareció! ¿Ya veían venir la traición de Cassian y también que se trataba de Noah? Les iba dejando pequeñas pistas y los recuerdos de Noah no solo estaban porqué si.

¡Les agradezco todo su apoyo! ❤️

-B.

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