UNSTOPPABLE ━━Percy Jackson

-beifong द्वारा

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❝No puedo dejar de mirar esos ojos oceánicos ❞ ⇝ Basado en la... अधिक

━━━ Unstoppable
01. Problema a futuro
━━ Acto I. Alma frágil ━━
02. Percy Jackson aka pececito
03. Que comience la odisea
04. Una promesa que solo la muerte puede romper
05. En medio del caos
06. Más preguntas que respuestas
07. Los límites de la hospitalidad
08. Iluminas mi camino
09. Poder creciente
10. Energía que se agota fácilmente
11. Sembrando dudas peligrosas
12. Sacrificio
13. Hacia la tormenta
14. Demuestra tu valor
15. Tregua perdida
16. Sentimientos encontrados
17. Intervención divina
18. Masticar el cristal roto
19. Dolor de un corazón ajeno
20. Blackjack
21. Entra al vacío, alma frágil
22. Bajo las estrellas
23. Lazos irrompibles
24. Calma que precede a la tempestad
25. La herencia de las sombras
26. Los hijos de la noche
27. Solo quieren crueldad
28. Las desgracias no vienen solas
29. La misericordia de una madre
30. Máscara de porcelana frágil
31. Presenta nuestros respetos
32. La sombra de una leyenda
33. Un legado familiar
35. Secretos que matan
━━ Acto II. Voluntad de Hierro ━━
36. En tierra extraña
37. Aún más profundo
38. Demonios al asecho
39. Una dinastía maldita
40. Este no es mi sitio
41. La muerte está en el aire
42. Antes morir que perder el honor
43. Corazón de guerrera
━━ Acto III: Dulce Venganza ━━
44. La trampa está tendida
45. Deserta si te atreves
46. Respuestas en las cenizas
47. Lobo solitario
48. Nacidos para la batalla
49. El final del viaje
50. En busca de una voz propia
51. La venganza se sirve fría
52. Vencer o morir
53. Prepárate para la gloria...
54. Epílogo
Curiosidades

34. El hedor de la traición

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-beifong द्वारा






















CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

El hedor de la traición

La ciudad de Roma se extendía a través de montañas y valles, saltando por encima del Tíber con docenas de puentes y ensanchándose hasta el horizonte. Algunas calles, formadas aún de adoquines, estaban atestadas de viejas casas de estuco con tejados de tejas rojas. Si me concentraba sólo en esas zonas, podía incluso imaginar que me encontraba en la Antigüedad.

Aterrizamos cerca de un parque y la Niebla hizo lo suyo, cubrió el trirreme para que los mortales no sospecharan nada. Todos estábamos maravillados con el lugar, pero a Nico se le habían acabado los días, así que no había tiempo para descansos.

- Annabeth, ¿has localizado el sitio del mapa de bronce? -le preguntó Jason.

- Sí -respondió ella con cautela- Está en el río Tíber. Creo que puedo encontrarlo.

Sus palabras salieron firmes, cuidando de mostrar vacilación. Sin embargo, su rostro estaba en desacuerdo, demostrando que en realidad sí tenía miedo.

Notaba intranquilo a Percy seguramente estaba preocupado por Annabeth. Y es que había llegado la hora de que la hija de la sabiduría partiera sola. Incluso yo me sentía abrumada, si Annabeth fallaba estaríamos en un grave aprieto.

Estire mi mano hasta alcanzar la de Percy y la apreté un poco. Sus ojos aguamarina se posaron sobre los míos al instante y con un movimiento de cabeza señale a Annabeth, indicándole que vaya con ella. Aunque lo más seguro es que él ya estaba planeando eso, solo que seguía indeciso de la decisión, pero mi acción hizo hiso que terminara por aceptar. Él acompañaría a Annabeth hasta el Tíber.

Hazel, por su parte, iría con Frank y Leo para buscar alguna pista del paradero de Nico. El resto nos quedaríamos a cuidar el barco. Y para evitar que se nos acabara el tiempo en búsquedas y despedidas, Jason indico que nos reuniríamos a las tres de la tarde en el Argo II.

Llegó la hora de partir y Annabeth y Percy fueron los primeros en irse, seguidos después por el grupo de Hazel. Intenté despegar la mirada de la cabellera rubia de Annabeth, pero solo pude hacerlo cuando ésta se volvió un punto borroso difícil de seguir. Mi corazón latía intranquilo y es que no podía sacarme de la cabeza aquel sueño que había tenido hace unas noches. Si de verdad había visto el futuro, mi vida corría peligro y el que Annabeth se haya marchado solo marcaba el comienzo al reloj de arena, eso era seguro.

¿Por qué no simplemente podía estar intranquila por el hecho de que Percy y ella tendrían un momento a solas? Claro que me sentía un poco celosa, pero ese sentimiento era fácilmente opacado por la angustia que experimentaba debido a la visión que tuve.

¡Basta!, me reprimí mentalmente. Me negaba a creer que la amistad que Annabeth y yo comenzábamos a formar fuera a desmoronarse y que solo se tratara de un engaño de la hija de Atenea. Estaba segura de que solo era una idea estúpida que mi cabeza se había formado debido a que éramos enemigas por naturaleza. Pero tenía fe en que podíamos romper esa brecha de hostilidad que alguna vez espartanos y atenienses se tuvieron. No iba a darme por vencida, si Annabeth había confiado en mí, yo también iba a hacerlo.

Cerré los ojos y las imágenes de mi sueño me atacaron sin piedad. Seguía viendo el mismo túnel oscuro con un enorme agujero en el suelo, a Annabeth sentada a un costado de la brecha mientras se quejaba del pie y a mi misma correr a socorrerla solo para que cuando la ayude a ponerse de pie, ella me empuje hacia el precipicio cayendo al abismo que no parecía tener fin.

- Vamos a bajar.

La voz de Jason me regreso al presente. Él junto con Piper llevaban en las manos unas canastas y una manta color azul. Seguramente Piper quería tener un momento a solas con mi amigo, además de celebrar su cumpleaños.

- Felicidades, chispitas -sonreí y me acerque a darle un abrazo- No esperes que me ponga sentimental mientras alguien más está viendo, pero espero que te guste tu regalo.

La palma de mi mano se abrió, mostrándole el obsequio que tenía para él. Era una pequeña águila dorada atada a un cordón para hacerlo un collar, detrás tenía una grabación: frater meus, hermano mío en latín. Jason sonrió mostrando los dientes y me agradeció mientras se la ataba al cuello. El águila se posó en su pecho, reluciente e imponente.

- Está increíble, Mei. Gracias -dijo.

Una vez que termine por darle su regalo, él y Piper se perdieron por la ciudad, la cual ya estaba iluminada por el sol y abrigada por el calor.

- Tal vez deberíamos hacer lo mismo, aprovechar y caminar por los alrededores. Estoy seguro de que te gustaría pasear un poco -Cassian se paró a mi lado, traía una camisa negra que resaltaba la palidez de su piel y sus ojos veían con asombro la ciudad que tenía enfrente.

- No creo que el entrenador esté de acuerdo -dije.

- ¿Quieres apostar?











Cassian podía ser muy persuasivo si se lo proponía, así que después de prometerle al entrenador Hedge que no nos alejaríamos demasiado, bajamos del barco. Tal vez el sátiro se había dado cuenta de que necesitábamos relajarnos un poco luego de todo por lo que habíamos pasado y de lo que pasaríamos los siguientes días.

La ciudad era incluso más hermosa que como la había visto desde las alturas. Recorrimos unas cuantas calles, atravesando turistas y esquivando coches. Además, logramos encontrar preciosas fuentes y enormes monumentos. Por último, pasamos por el antiguo foro, el cual estaba rodeado de pinos. No había mucho que ver, más que ruinas, unos cuantos muros desmoronados y un suelo de piedra cubierto de musgo y vides marchitas.

Apreciamos el lugar por un momento, pero la tranquilidad que habíamos tenido pronto fue ensombrecida por el habitual sentimiento de agitación y preocupación. El rostro de Cassian se giró en dirección a la entrada del foro y sus ojos buscaron algo más allá de la puerta.

- ¿Qué sucede? -pregunte enseguida, adoptando mi tan conocida postura de pelea- ¿Es un monstruo?

- Allá adentro hay algo, pero no puedo asegurar que se trate de un monstruo -contesto dudoso, su ceño fruncido me dijo que no estaba teniendo éxito en descubrir que es lo que había en el foro.

- Tal vez sea Nico -exclame esperanzada.

- Deberíamos regresar para avisarles a los demás.

- Primero debemos estar seguros, no quisiera darle falsas esperanzas a Hazel.

- Tu mandas -dijo Cassian y rompió el candado de la verja de metal que impedía el paso.

La entrada al foro consistía de un pequeño pasillo que conducía metros más adelante a un salón, en medio había una escalera de caracol que descendía a la penumbra. La estancia estaba oscura así que decidí aparecer una antorcha en mi mano derecha, no todos teníamos la asombrosa habilidad de Cassian de poder ver en la oscuridad.

La luz del fuego iluminó un poco el lugar, dándonos visión suficiente para descubrir que las cuatro paredes que nos rodeaban estaban decoradas por pinturas de ninfas contemplando la naturaleza o disfrutando del agua de un arroyo. El artista había plasmado con belleza la imagen de aquellas mujeres, así como también de los lugares.

- Eres tan hermosa como ellas.

Eso sí que había sido impredecible.

Un rubor intenso de color rojo adorno mis mejillas y, a pesar de la torpeza con la que estaba tratando de comunicarme, fui capaz de responderle.

- No -dije casi tartamudeando- Ellas tienen una belleza única, créeme.

- Tú eres la que debería de creerme -soltó mientras se acercaba a mí- Mel, me gustas.

Mi cuerpo se paralizó en cuanto escuchó sus palabras y esta vez fui incapaz de decir una palabra. Cassian se acercó hasta que sus labios tocaron los míos, eran tan suaves como se veían. Inmediatamente mi corazón se encendió y fue entonces que pude moverme de nuevo. Dando un paso hacia atrás me alejé de él.

- No -dije temblorosa.

¡Por la Laguna Estigia! ¿Qué demonios estaba pasándome? ¿Acaso era vacilación lo que escuche salir de mis labios? Quería golpearme contra la pared, a ver si así mi cerebro lograba reaccionar.

Para mi mala suerte, el fuego en mi interior no desapareció, siguió ardiendo de la misma manera que lo había hecho cuando Cassian me besó. Odiaba sentirme así, yo quería a Percy, pero estar con Cassian también me hacía sentir bien y eso era lo que estaba matándome. Y es que desde que lo conocí sentí una conexión y luego los momentos que habíamos compartido, en los que él me había brindado su apoyo, solo dieron para a que nos hiciéramos más cercanos.

Tal vez era eso, debía ser eso, su apoyo hizo que me encariñara con él. Solo eso... pero ¿por qué no sentía ese mismo cariño hacia Jason si él siempre me ha apoyado?

Un ejército de emociones me abordaron por todos los flancos, estaba a punto de explotar. Cassian, sin embargo, se quedó quieto esperando por mi siguiente movimiento.

- Cassian, yo... lo siento, pero...

- Percy -adivinó y apretó la mandíbula, luego soltó un gran suspiro- Llegué tarde, ¿no es así? -sus ojos negros se posaron sobre los míos- Solo respóndeme algo, ¿si hubiera llegado antes, habría tenido una oportunidad?

- Creo que tú sabes bien la respuesta a esa pregunta -declaré- Ahora, hay que apurarnos, Nico está en problemas.

Antes de que pudiéramos descender por las escaleras la voz de Percy nos sobresaltó y nos asustó tanto que Cassian disparó una flecha en su dirección. Por fortuna el hijo del dios del mar logró esquivarla.

- ¿Qué hacen aquí? -cuestiono Percy con el ceño fruncido y levemente molesto, seguramente porque casi había sido atravesado por una flecha. Esperaba que fuera eso.

- Aquí abajo hay algo -contesto Cassian antes de que yo pudiera hacerlo- ¿Qué hacen ustedes aquí?

- Piper vio este lugar en su daga, creemos que Nico podria estar aquí abajo -respondió Jason, quien también venía junto con Piper.

- Pues andando -concluyó Cassian.

En cuanto pisamos el primer escalón Piper chilló en negación.

- ¡¿Qué?! -grité asustada, los últimos minutos solo me habían puesto los nervios de punta.

-¿Qué pasa, Pipes? -preguntó Jason- Esa imagen de la daga... la has visto antes, ¿verdad?

Ella asintió con los ojos llorosos.

-No sabía cómo decirles. He visto como la sala de ahí abajo se llenaba de agua. He visto como los cinco nos ahogábamos.

Percy frunció el entrecejo.

-Yo no puedo ahogarme -dijo, aunque parecía que lo estuviera preguntando.

-Puede que el futuro haya cambiado -conjeturó Jason- En la imagen que nos acabas de mostrar no había agua.

-Escucha -dijo Percy- Iré a mirar primero. Tranquila. Vuelvo enseguida.

- Tal vez yo debería ir primero -lo contradijo Cassian- Allá abajo está oscuro y si pasa algo puedo viajar por las sombras y, por supuesto, llegar más rápido que tú para avisar del problema.

- Escucha, señor murciélago, yo no puedo ahogarme así que iré yo -expuso Percy con nada de amabilidad. Cassian solo se limitó a rodar los ojos- ¿O tengo que recordarte lo que te pasó en el castillo Pinckney?

Ahora entendía a la perfección que era lo que sentían mis amigos cuando Annabeth y yo comenzábamos a pelear. Se veía que Percy invocaría al mar entero aquí mismo para aventárselo a Cassian y este último, parecía que quería practicar tiro con arco con el hijo de Poseidón. Antes de que esta situación se pusiera peor, decidí intervenir.

- Ya basta -exclamé poniéndome en medio de los dos- Yo iré.

Los dos quisieron contradecirme, pero los callé con una mirada que dejaba en claro que, por su bien, no lo hicieran. Regrese con ellos minutos después, explicándoles que el salón estaba completamente vacío y sin ninguna salida.

Después de mi exploración, todos bajamos. La sala tenía paredes curvas habían estado pintadas con frescos, pero se habían descolorido hasta quedar blancas con algunas motas de color. El techo abovedado se encontraba a unos quince metros por encima. Alrededor de la parte trasera de la sala, enfrente de la escalera, había nueve huecos excavados en la pared. Cada hueco estaba a casi tres metros del suelo y era lo bastante grande para dar cabida a una estatua del tamaño de un humano, pero estaban vacíos.

El aire era frío y seco.

- Aquí hay algo raro-Percy arqueó las cejas- Miren.

Se situó en el centro de la sala. Inmediatamente, una luz verde y azul rieló a través de las paredes. Se escuchó un sonido de una fuente, pero no había agua. No parecía que hubiera nada que emitiera luz salvo las hojas de las espadas de Percy y Jason.

-¿Huelen el mar? -preguntó Percy.

No había reparado en ello, creí que era Percy, él siempre olía a mar. Sin embargo, tenía razón. El aroma a agua salada y a tormenta estaba aumentado, como si un huracán de verano se estuviera intensificando.

- ¿Es una ilusión? -preguntó Piper.

- No lo sé -dijo Percy- Siento como si aquí debiera haber agua: mucha agua. Pero no hay. Nunca he estado en un sitio así.

Jason se acercó a la hilera de nichos que había en la pared a la derecha de nosotros y tocó el estante inferior del más cercano, situado a la altura de sus ojos.

- En esta piedra... hay incrustadas conchas marinas. Es un ninfeo.

-¿Un qué? -Cassian frunció el ceño.

- En el Campamento Júpiter tenemos uno en la colina de los Templos -dije- Es un santuario dedicado a las ninfas. En la antigua Roma había santuarios como este por todas partes.

- Entonces... ¿aquí han vivido ninfas de verdad? -preguntó Piper.

- Este sitio habría sido un estanque con una fuente. Muchas veces, cuando el ninfeo pertenecía a un semidiós, invitaba a las ninfas a vivir allí. Si los espíritus se instalaban, se consideraba un buen augurio -le contestó Jason.

- Para el dueño -supuso Percy- Pero también ataba a las ninfas a la nueva fuente de agua, lo que era estupendo si la fuente estaba en un bonito parque soleado con agua fresca transportada a través de los acueductos...

- Pero este sitio ha estado bajo tierra durante siglos -aventuró Piper- Seco y enterrado. ¿Qué habrá sido de las ninfas?

El sonido del agua se convirtió en un coro de susurros digno de unas serpientes espectrales. La luz ondulante pasó del azul y el verde mar al morado y el color lima pálido. Encima de nosotros, los nueve nichos empezaron a brillar. Ya no estaban vacíos.

En cada uno había una anciana marchita, tan secas y frágiles. Tenían los ojos de color morado oscuro, como si el agua azul clara de su fuente vital se hubiera condensado y se hubiera vuelto más densa dentro de ellas. Sus elegantes vestidos de seda estaban hechos jirones y descoloridos. En el pasado habrían tenido el pelo rizado y adornado con joyas al estilo de las nobles romanas, pero en ese momento su cabello estaba despeinado y seco como la paja.

-¿Qué habrá sido de las ninfas? -dijo la criatura del nicho central. Se encontraba todavía en peor estado que las demás. Tenía la espalda encorvada como el asa de una jarra. Sus manos esqueléticas sólo tenían una capa de piel fina como el papel. Sobre su cabeza, una maltrecha corona de laurel dorado brillaba en su castigado cabello.

Clavó sus ojos morados en Piper.

-Qué pregunta tan interesante, querida. Tal vez las ninfas todavía estén aquí, sufriendo y esperando vengarse.

Inmediatamente Percy, Jason y Cassian desenvainaron sus armas e involuntariamente yo forme dos orbes de magia en cada una de mis manos. Tan rápido como hice aquello las palabras de mi madre resonaron en mi interior. Ella tenía razón, simplemente no podía dejar a un lado a mi magia, aun cuando quisiera. Era parte de mí.

Sacudí mi cabeza, no era tiempo para pensar en eso, teníamos problemas más grandes.

La mujer del nicho central se presentó como Agno, una de las nueve ninfas originales, según sus palabras. Aun cuanto se notaba que no podía articular ni una palabra debido a su estado deplorable, logró explicar bastante bien y con desprecio que habían sido convencidas por un semidios hijo de Zeus a venir a Roma. En ese tiempo en lugar donde nos encontrábamos había sido una casa enorme, con lujos y atenciones que las ninfas adoraban, pero con el tiempo Roma fue destruida y entonces llegó el tormento para ellas pues fueron olvidadas, quedando bajo tierra y sin posibilidad de escapar.

Percy quiso echar una mano, diciendo que podía ayudarlas debido a que él era hijo de Poseidón. No obstante, aquello no pareció haber sido una buena idea pues tanto Agno como las otras ninfas se echaron a reír.

- Conozco bien a tu padre -se burló Agno- Efialtes y Oto prometieron que vendrías.

- ¿Los gigantes? -dijo- ¿Trabajas para ellos?

-Son nuestros vecinos -Agno sonrió- Sus aposentos están detrás de este sitio, adonde desviaron el agua del acueducto para los juegos. Cuando nos hayamos ocupado de ustedes..., los gemelos han prometido que no volveremos a sufrir más.

Agno se volvió hacia Jason.

-Tú, hijo de Júpiter, pagarás por la terrible traición de tu antecesor al traernos aquí. Conozco los poderes del dios del cielo. ¡Yo lo crié cuando era un bebé! Hubo una época en que las ninfas controlábamos la lluvia que caía sobre nuestras fuentes y manantiales. Cuando haya acabado contigo, recuperaremos ese poder. Y Percy Jackson, hijo del dios del mar, a ti te arrebataremos el agua, una reserva ilimitada de agua.

-¿Ilimitada? -Percy desplazó la vista rápidamente de una ninfa a otra- Ejem... miren, no sé si puedo darles agua ilimitada, pero a lo mejor unos cuantos litros sí.

-Y ustedes, Piper McLean y Meira Kyle -los ojos morados de Agno brillaron- Gracias a ustedes, recuperaremos nuestra belleza y nuestra magia. Hemos reservado nuestra última energía vital para este día. Tenemos mucha sed. ¡Y beberemos de ustedes cinco!

Los nueve nichos relucieron. Las ninfas desaparecieron, y de sus huecos empezó a salir agua a raudales: un agua oscura como el petróleo.







Sin comentarios....




Bueno si, jajajaja no me había dado cuenta pero hemos llegado penúltimo capítulo del acto I.

¿Listas para el último?

¡Hasta el siguiente cap!

-B.

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