El último uviem ✔ [Destinos 1]

By yosoyunodos

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Para salvar a su pueblo, Myra deberá descubrir lo que los dioses y las tenebrosas criaturas ocultan: la llave... More

Antes de leer
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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10:
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Epílogo
Segundo libro

Capítulo 37

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By yosoyunodos

Myra y su hermano se encontraban sentados en unos cómodos y mullidos asientos del salón de entrenamiento de los raix. Ambos observaban con cansancio el entrenamiento de Rix con su hermano Reixle. Parecía un juego de niños, uno golpeaba y el otro esquivaba y viceversa. Ninguno de los dos estaba motivado para pelear, solo estaban ganando tiempo en lo que alguien llegaba. Myra había escuchado que el rey murmuraba por lo bajo despotricando contra ese raix. Lo llamaba de todas maneras, mocoso, insolente, irreverente, niño y demás. Y luego del tiempo que llevaban conviviendo con el monarca, Myra sentía pena por el pobre desgraciado que había tenido la osadía de hacerlo esperar, no iba a tener un final bonito cuando acabara el día.

Habían pasado diez días desde que ella se había enterado de la existencia del vínculo. Desde entonces Rix se negaba a dirigirle la palabra. Se había distanciado luego de que ese repentino ataque de desprecio se apoderara de ella. La princesa no podía parar de pensar en el vínculo y sus ideas se contrariaban demasiado. Siempre comenzaba creyendo que en realidad no era tan malo, pero cuando pasaba más de diez minutos pensando sobre el tema le daba repulsión de un momento a otro y sentía que era la peor maldición que le podían poner. También intentaba sentirlo con todas sus fuerzas, quería ver si era capaz de reconocerlo, de utilizarlo a su favor para entrar en la mente de Rix y desvelar cada uno de sus secretos. No importaba cuanto se había esforzado, en esos diez días no había conseguid nada.

Por otro lado estaba Shein. Desde que había descubierto lo del vínculo tampoco podía sacarlo de su cabeza. Sabía lo que significaba, ya lo había comenzado a notar antes de ir a las tierras raix, pero desde que Rix le confesó todo, ese revoloteo en su estómago cada vez que el pelirrojo se le acercaba había empeorado. Se había enamorado de Shein, estaba segura, aunque era la primera vez que experimentaba esa emoción, no tenía dudas, algo en su cabeza se lo gritaba y ella no podía ignorarlo. Pero lo que más le aterraba de la situación era que parecía que el pelirrojo lo sabía, podía verlo en sus ojos carmesís cada vez que la observaba y luego rehuía la mirada, incómodo. Ella no sabía cómo debía afrontar la situación, no sabía si él sentía lo mismo o si solo creía que eran amigos. No sabía nada y eso la frustraba.

Estaba dividida entre lo que sentía por Shein y lo que sabía que Rix le seguía ocultando. Porque había más, no podía ser tan simple, estaba segura. El raix no habría reprimido el vínculo por tanto tiempo sin una razón. Además, él le había dicho que no se lo decía para protegerla, aunque ella en realidad no lo necesitaba, no obstante, carecía de sentido que él quisiera protegerla del vínculo. Myra estaba segura de que si el raix dejaba de bloquearlo, él no sería el único en sentir esa unión, esa conexión y sabía, por lo que había continuado leyendo en el libro, que el vínculo incluía un sentimiento romántico. Por eso no lo comprendía. Él tenía el poder en sus manos, por completo, en un solo segundo podría hacer que los sentimientos de ambos que él retenía se liberaran y lo más probable es que ella se olvidara de la idea de destruir la unión. Había algo más, algo a lo que Rix le tenía miedo y por eso no les permitía sentir a ambos lo que el destino les había deparado.

—¿Hablaste con Rix de lo que te pedí? —le preguntó a su hermano cuando el raix que los vigilaba se alejó hacia Ámbar y Shein que observaban el entrenamiento a unos metros de los príncipes de Citwot.

—Te dije que no iba a hacerlo, Myra, no voy a romper la confianza de Rix, mucho menos después de que le dijeras que querías romper el vínculo —gruñó Clerick por lo bajo, no deseaba que los raix lo escucharan hablando de eso, si lo hacían, iban a perder la confianza en él y Clerick no deseaba eso.

—Pero necesito saber por qué lo hace —suplicó, aunque sabía que era en vano, Clerick era más leal al raix que a ella, por mucho que a Myra le irritara eso.

—Lo hace porque te conoce y sabe que vas a seguir siendo obstinada, vas a intentar romper el vínculo y los vas a matar a ambos.

—No sabes eso, lo estás adivinando —le reclamó.

No era así, Clerick le estaba repitiendo a su hermana lo que Rix le había dicho que le explicara en caso de que ella insistiera. Ya sabía demasiado, no podían correr el riesgo de que averiguara más.

—Maldito mocoso, ¡estuve esperándote por más de tres horas! —ladró el rey eso llamó la atención de los príncipes.

Nian observó a su abuelo con el ceño fruncido. Estaba muy tentado con responderle, no obstante, decidió que lo mejor iba a ser que se contuviera. Zafira le había dado instrucciones muy claras de lo que debía hacer y no podía perder su tiempo en una discusión con el monarca, por muy tentador que le pareciera.

—No tengo tiempo para esto —lo silenció antes de que siguiera escupiendo tonterías. Buscó a Clerick con sus ojos y lo señaló—. Zafira necesita algo de él —avisó.

Esa era otra de las instrucciones de la diosa, debía fingir que no lo conocía, los semidioses no debían sospechar nada. Clerick los observó a la distancia.

—¿Para qué? —interrogó Ranx, no iba a permitir que la diosa siguiera excluyéndolo de sus planes.

—El destino cambió, Zafira quiere asegurarse de que si lo que vio es la única opción o si el destino le está ocultando el resto. En las últimas semanas la cosa esa no está colaborando mucho, le oculta hechos o los modifica de la nada, sin razón —le narró a su abuelo en voz baja. Nadie más podía oír eso, era peligroso, muchos intentarían sacar provecho de eso si se enteraban.

Ranx asintió, esa información le bastaba por el momento.

—Clerick, ahora —gritó en dirección al príncipe.

El chico se levantó de su asiento y acomodó su cabello rizado para poder ver sin obstrucciones, desde que se habían ido de Citwot que no se lo cortaba y este ya le llegaba hasta la altura de su barbilla si desarmaba sus rizos.

—¿Qué sucede? —preguntó y analizó a Nian con la mirada como si no lo conociera.

—Necesitamos que verifiques algo en el destino, si el transcurso del destino de Rionix cambió de manera brusca o algo parecido —explicó Nian y el príncipe frunció su ceño.

—No puedo hacerlo, en los últimos días gasté demasiado jaixz y no me queda la fuerza necesaria para ingresar al destino de todo Rionix —dijo con la cabeza gacha.

—Mas te vale que no estemos desperdiciando almas y jaixz por nada —amenazó Ranx con sus ojos clavados en el semblante tenso de Nian.

—No es un desperdicio, si lo que Zafira vio es real, puede que estemos demasiado atrasados para ganar la guerra —reveló en medio de un gruñido.

El monarca guardó silencio y analizó las palabras de su nieto. Si el destino había cambiado de esa forma, eso significaba que alguien había provocado ese cambio y ya había muerto por eso. Debería poner a sus soldados a rastrear hondas de jaixz dispersas, tal vez quedaba algún rastro de eso.

—Relck, Rainir, nos van a acompañar, necesitamos prepararnos para transmitirle jaixz a Clerick, debe asegurarse de algo en el destino —les ordenó a sus hijos. Antes de irse con el castaño se volteó una vez más hacia el salón de entrenamiento—. Reixle, el equipo especializado debe rastrear hondas anómalas de jaixz, infectadas con la energía del destino —decretó y sus ojos viajaron hacia los semidioses que lo observaban con sus ceños fruncidos por la intriga.

El monarca desapareció dentro del palacio junto con Clerick y dos de sus hijos. Nian permaneció un momento en su lugar y con sus ojos fijos por donde se había ido su abuelo. Luego suspiró y examinó el salón en busca de alguien. Por un segundo, sus ojos coincidieron con los de Myra, pero él los apartó con velocidad. La princesa reconoció esa mirada, era la misma que tenía Rix cada vez que sabía algo importante sobre ella y lo ocultaba. En realidad, el chico pelinegro se parecía mucho a Rix, apenas los diferenciaban unos pocos rasgos, como la nariz y la forma de los ojos.

Nian caminó hacia Rix y, sin previo aviso, lo abrazó. El raix no tardó en devolverle el abrazo con su ceño tintado con confusión. No comprendía por qué Nian se arriesgaba a exponerlos de esa forma.

—¿Qué pasa? —cuestionó el raix y Myra solo llegó a escucharlo porque se estaba acercando a ellos.

Al lado de la princesa pasó Reixle que se encaminaba hacia uno de los guardias de la puerta.

—Lo que vio Zafira en el destino... no importa, mejor lo hablamos después —murmuró al notar que Myra se les acercaba.

Rix se volteó hacia donde Nian observaba y descubrió que la castaña estaba a tres metros de ellos. Ella lo ignoró y se concentró en Nian, su rostro se le hacía familiar y deseaba descubrir de dónde, sabía que no era solo por el parecido que tenía con Rix. Nian evitó verla a los ojos y se alejó un poco, no para que lo observara mejor, sino porque él era más impulsivo que su padre y no quería provocar un desastre mayor. Myra rebuscó entre cada uno de sus recuerdos hasta que en su mente se proyectó la imagen del chico a un lado de la diosa. Era el chico que estaba con Zafira cuando la lluvia casi había matado a ella y a sus hermanos. Era el chico que le había respondido cuando Zafira no quiso hacerlo el día que Linck murió.

—¿Quién es? —inquirió hacia Rix, no solo porque no recordaba el nombre del chico, sino también porque deseaba saber qué relación había entre ellos.

El raix la ignoró y se volteó hacia Nian.

—¿Es muy malo? —dudó con la esperanza de que Nian respondiera que no.

—Sí, nos deja sin posibilidades si es verdad, deberíamos apresurar todo y Zafira no está segura de que eso sea suficiente —respondió en un murmullo.

—¿Cómo te llamas? —decidió preguntarle al chico.

—Se llama Nian —respondió Reixle que regresaba a su lugar—. Y es...

—Soy el hermano de Rix —mintió el chico, era la única forma de explicar su parecido.

—No sabía que tenía más hermanos, los que él mencionó...

—Soy algo parecido al secreto mejor guardado de la familia —se excusó el chico, no podía permitir que quedara ni un solo cabo suelo, Myra era inteligente y podría encontrar la forma de librarse de esa mentira—. Pero eso no significa que no sé quién eres o quién es tu hermano. Son los príncipes de Citwot, la aldea al noroeste del bosque —decidió distraerla con esa información.

—No sabía que mi aldea quedaba en esa dirección, pero ¿cómo sabes quiénes somos?

—Nian es un uviem, por eso nadie sabe de su existencia, y debe conocer muchas cosas gracias a su naturaleza —le habló Rix sin darle mucha importancia.

Los ojos de Myra se posaron sobre él con interés renovado, no iba a dejar escapar la oportunidad de hablar con él, no importaba el tema, confiaba en que iba a lograr desviarlo hacia lo que deseaba averiguar.

—¿Un uviem? Creí que dijiste que estaban muertos —titubeó y los ojos de Shein se posaron sobre ellos, él estaba muy atento a su conversación.

—La palabra clave en esa oración es «estaban», yo nací siendo un uviem, podría decirse que soy el único —dijo con un tono extraño.

—Pero eres un raix —aseguró Myra.

—Lo soy —respondió con la misma seguridad y en su mente agregó «o por lo menos soy la mitad de uno».

—Es irónico que seas la única criatura que puede asesinar a uno de tu especie —comentó Shein al acercarse. Nian alzó una ceja ante el comentario del pelirrojo y frunció su ceño. No podía disimular que le desagradaba.

—Aunque no fuera un uviem podría asesinar a otro raix, soy parte de la especie —replicó el chico y Shein guardó silencio. Esa información era algo que todos parecían olvidar con facilidad, los raix podían matar a otros de su especie, aunque no era normal.

—Pero ¿cómo es que eres un uviem si ellos se habían extinguido? —insistió la princesa.

—Los uviem no son una especie en sí y tampoco es algo que se herede, es cuestión de suerte, no es algo que se pueda elegir —respondió Rix antes que su hijo. Él también era consciente de que Nian era más impulsivo y no podían permitir que el destino empeorara más.

—No es tan simple, en cierta forma, los uviem si se extinguieron. Antes nacían más, era normal que por lo menos hubiera uno en cada familia abquim, pero ya no, luego de la masacre, dejaron de nacer con regularidad, hasta que los abquim los olvidaron. Pero cada abquim que realizó algo importante en la historia fue uno. Los uviem tenemos la particularidad de que, con el paso del tiempo, dependiendo de nuestros genes y de nuestra herencia, podemos adquirir más poder de lo acostumbrado, aunque también existen casos inversos donde unos perdieron todo su jaixz para siempre —relató Nian lo que Zafira le había explicado hacía tantos años, cuando su alma decidió manifestarse.

Nian fue el primero en escuchar los pasos de Clerick, de su abuelo y de sus tíos al acercarse por el pasillo. Él siempre era el primero en notarlo porque, después de tanto tiempo viviendo en la tierra de los dioses, había aprendido a mejorar sus sentidos para poder recolectar información, en su mayoría sobre cosas que Zafira decidía ocultarle. Por eso dejó de prestar atención a lo que decían las personas que lo rodeaban y se volteó en dirección a la puerta que ocultaba el corredor. Las placas de zafiro se movieron con lentitud. El primero en ingresar fue Clerick. Su rostro estaba pálido, casi tanto como el de Nian y sus ojos aún destellaban del color dorado del destino. Ni siquiera había terminado de salir del bosque de luz dorada mientras se dirigía allí.

El uviem no esperó a que Clerick le pidiera que se acercara, él fue corriendo a su lado y creó una barrera de jaixz que solo Rix, Ranx y Reixle podían atravesar. Nadie más podía escuchar lo que el príncipe estaba por decir. El castaño se forzó a terminar de salir del destino mientras que el resto de los involucrados terminaban de ingresar en la barrera para oír lo que había visto.

—No sé qué fue con precisión lo que vio Zafira —inició y la ansiedad de Nian se disparó, no quería que lo adornara, necesitaba que lo soltara todo de una vez—. Pero lo que pude averiguar no es bueno. Nos estamos tardando demasiado, si seguimos aquí, hay muchas posibilidades de que la diosa de la muerte llegue a la antigua aldea antes. Tenemos que encontrarla.

—Zafira sabe dónde esta —dijo Nian con su ceño fruncido, no comprendía nada.

—Ella no tiene que ser la que la encuentre, nosotros, Myra y yo debemos hacerlo, está en el destino, por eso aún no fueron —contradijo Clerick.

—¿Cuál es el punto de que ustedes la encuentren? No van a poder entrar, no sin un uviem que se los permita —añadió el pelinegro. Él era el que debía acceder a la antigua aldea.

—No vas a poder acceder al poder hasta que asciendas, Nian —le recordó su padre.

—Y por eso debemos ir nosotros a la antigua aldea, no puedo ver por qué, pero si llegamos antes que la diosa de la muerte, algo va a provocar que Nian ascienda, pero si ella consigue adelantarse, va a encontrar la forma de romper la barrera —dijo cuando sus ojos volvieron a destellar con una luz dorada. Se había asegurado de que lo que estaba diciendo era correcto.

—Voy a hablar con Zafira —murmuró Nian y se alejó de la pequeña ronda que habían armado. El uviem no se fue, se comunicó con la diosa a través de su vínculo.

—¿Qué fue lo que provocó el cambio? —inquirió el monarca con su rostro severo. Rubí no podía acceder el poder o su especie moriría.

—Alguien lo modificó —respondió Clerick casi al instante—. Un sherp, creo, hace dos días sentí las ondas de jaixz contaminado, pero no creí que fuera por el destino.

—Zafira también las sintió, pero cuando lo revisó no había provocado muchos cambios en el destino, eran mínimos y solo afectaba esa especie —avisó Nian al regresar al círculo—. Ya no importa —descartó antes de que siguieran buscando una explicación—. Zafira dijo que debemos ir hacia la aldea, guiarlos —le avisó a su padre y luego se volteó hacia su abuelo—. También dijo que debías permanecer aquí y que en unas horas iba a pasar a dejar más jaixz en el palacio.

El monarca asintió y se salió de la ronda para comenzar a dictar las órdenes.

—Ustedes, junten sus cosas, se van con mis hijos de regreso al bosque, tienen que encontrar la dichosa aldea —gruñó en dirección a Myra, Ámbar y Shein.

Mientras que su abuelo siguió determinando lo que debía hacer cada uno, Nian esperó. Zafira les había indicado que debía ir con ellos. Él tenía que vigilar a los semidioses, Rubí estaba planeando otro movimiento y ellos debían estar listos. Y mientras esperaba no pudo evitar preguntarse qué había causado ese cambió tan importante en el destino. No había sido su culpa, no había hecho nada sin que Zafira lo supervisara. Y tampoco creía que fuera culpa de su padre. Él y la diosa siempre habían sabido que era una posibilidad que Rix le dijera lo del vínculo a Myra, era una de las tantas opciones que les mostraba el destino, no era la que tenía el mejor final, pero estaba. Así que el que su padre hablara con la princesa no había sido la causa del cambio, además, si en realidad sí lo hubiera sido, su padre en ese momento estaría muerto. Y la muerte de un sherp, no importaba por qué se había sacrificado, carecía de importancia en el destino de Rionix, no afectaba a ninguna de las especies que predominaban en la influencia del destino en esos días. Algo más había pasado y ellos lo desconocían.

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