El último uviem ✔ [Destinos 1]

By yosoyunodos

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Para salvar a su pueblo, Myra deberá descubrir lo que los dioses y las tenebrosas criaturas ocultan: la llave... More

Antes de leer
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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10:
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Epílogo
Segundo libro

Capítulo 36

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By yosoyunodos

Su camino hacia el palacio fue lento e incómodo. Los raix del pueblo los observaban casi sin parpadear. En sus ojos estaba pintada la emoción de rechazo, de desprecio, y eso a Myra la molestaba, no importaba si ella se había comportado de la misma forma toda su vida. Era hipócrita, lo sabía, pero no podía hacer nada para eliminar esa emoción de su pecho o ese pensamiento detestable de su cabeza. Lo intentaba con todas sus fuerzas y aun así el rechazo hacia los raix y su cultura seguía presente, era inamovible.

Los hermanos de Rix junto con los guardias se dispersaron en el momento en que entraron en el palacio. El monarca permaneció unos minutos más con ellos mientras que hablaba con el mayor de sus hijos en ese idioma tan grotesco e incomprensible. Luego solo se despidieron y quedaron a solas con Rix en un enorme recibidor completamente azul. La predominancia de ese color comenzaba a provocarle a Myra dolor de cabeza, necesitaba ver otra cosa que no fuera ese tono frío y cada vez más apagado.

—Síganme, los voy a llevar a sus habitaciones —les pidió Rix antes de comenzar a caminar.

No esperó a que ellos le respondieran y abrió una de las muchas puertas para comenzar a andar dentro de un extenso pasillo. Mientras avanzaban, Myra pudo notar que el deterioro del exterior se acentuaba más allí. El piso estaba opaco y rayado, como si se tratara de una simple roca, no de un cristal. Esa apariencia también se había apoderado del techo y estaba iniciando su recorrido por las paredes. Tal vez a ella no le agradaban los raix, pero sentía pena por ellos, no podía imaginar lo horrible que debía ser el saber que tu hogar estaba muriendo y que, cuando ese proceso tortuoso acabara, el resto de la especie tendría el mismo final. Sonaba aterrador, demasiado, y ese era uno de los motivos por los que no podía parar de preguntarse por qué estaban allí, qué era lo que pretendían los seres de pesadillas.

—¿Cuánto tiempo vamos a permanecer en este lugar? —se atrevió a preguntarle a Rix.

El chico ni siquiera la miró, estaba serio, con sus ojos fijos en el suelo bajo sus pies.

—¿Rix? —insistió al notar que él no la había escuchado—. ¿Está todo bien? —curioseó y al instante se arrepintió, ya no era amigos, no debía preguntarle esas cosas.

—Sí, sí... creo —balbuceó el raix y luego suspiró, se veía cansado—. Solo estaba pensando en todo lo que debo hacer ahora que regresamos aquí y que en realidad preferiría dormir una semana entera sin que nadie me moleste, pero con esto de la futura guerra de los dioses y que los raix ya estamos involucrados... —fue bajando la voz a medida que se dio cuenta del error que estaba cometiendo. No le había dicho lo que en realidad estaba pensando, que era que Nian le estaba ocultando algo, de vuelta, pero su excusa no había sido mejor.

—Los raix están participando en la guerra de los dioses —repitió Myra por lo bajo y su ceño se frunció—. ¿Somos sus rehenes? —preguntó con tono delicado, comenzaba a temer lo que pudiera pasar. Rix notó el pánico en la voz de la princesa y se detuvo. Sus ojos negros se posaron sobre el rostro pálido de Myra y bufó.

—¿De qué nos servirían como rehenes? Los abquim no participan en la guerra —masculló, ofendido, no podía creer lo mal que pensaba Myra de él—. Además, solo los trajimos para que no mueran, la diosa de la muerte está decidida a entrar en el bosque para buscar el poder que ustedes quieren para restaurar la lluvia y no le va a importar matarlos para obtenerlo —siguió refutando y volvió a caminar. Ya no importaba si decía algo que no debía, lo había arruinado todo con el primer comentario.

—¿Por qué querrían salvarnos? Somos simples y ordinarios abquim'k según tu padre.

—Porque, le guste a mi padre y a ti o no, Clerick y tú son mi familia y no tengo la intención de que mueran en una guerra que no les concierne —respondió con un tono frío que no concordaba con las palabras que dijo.

Myra parpadeó y guardó silencio. Rix ya le había repetido eso cientos de veces en su vida, eso no era lo que la tomaba por sorpresa. Lo que la asombraba era que había pensado que el raix no iba a volver a decírselo luego de lo que había pasado en el campamento. Myra creía que él la odiaba, aunque al parecer no era así.

—Llegamos. Esa habitación es la de Ámbar, esa la de Shein, la de Clerick y la tuya —anunció y señaló a cada una de las puertas.

Ella no volvió a hablar e ingresó en su cuarto de la misma manera que los recién nombrados. Dejó su mochila sobre su cama. Estuvo a punto de sentarse hasta que una imperiosa necesidad de hablar con Rix la invadió. Se acercó a la puerta con paso rápido y esperó un segundo al escuchar la voz de su hermano.

—Creí que querías descansar, Rix, no hace falta que me enseñes ahora, puedo esperar —dijo Clerick y Myra se vio en la obligación de arrimar la puerta para escucharlos.

—No, prefiero ya enseñarte cómo funciona la biblioteca y cómo puedes hacer para traducir los libros ahora —suspiró el raix como única respuesta.

Una vez más, Rix guio a Clerick por los largos pasillos y la princesa los siguió ocultándose detrás de las columnas y caminando sin hacer ruido. La curiosidad se había apoderado de ella y por primera vez en mucho tiempo no quería reprimir sus dudas, quería dejarlas salir, saciarlas. Y algo en su interior le decía que si seguía a Rix iba a tener muchas respuestas a la mayoría de sus preguntas, aunque fuera de manera indirecta.

Rix la sentía cerca, sabía que los estaba siguiendo y no hizo nada. Myra no iba a encontrar mucho en la biblioteca, estaba seguro, por mucho que la princesa lo intentara, no podría leer ni uno solo de los libros, todos estaban en el antiguo idioma. Por esa razón, siguió caminando como si nada. Llegaron hasta la puerta del final del pasillo y Rix tuvo que apoyar su mano sobre el centro de la puerta para que esta les permitiera el paso. Como sabía que Myra iba a querer entrar, la dejó abierta. Después le indicó a Clerick que se sentara en uno de los asientos de zafiro alrededor de la mesa y se fue a buscar los libros que iban a necesitar.

Myra, en cambio, entró a hurtadillas e intentó con todas sus fuerzas que su hermano no la viera. Suspiró con alivio al ver que Clerick se encontraba demasiado distraído observando los dibujos y relieves de la mesa de piedra y se encaminó hacia las estanterías. Se perdió entre la cantidad infinita de libros y recordó el que tenía en su mochila, referente a los raix. Luego de tantas discusiones con Rix, olvidó por completo que pretendía dárselo.

—Bien, el destino es algo complejo, pero en este lugar tiene una conexión fuerte, así que se te va a hacer más sencillo el explorarlo una vez que aprendas a manejar todo el jaixz que se necesita para doblegar la energía del destino para que te obedezca. —La voz de Rix sonó lejana.

Myra se posicionó delante de una estantería al azar y tomó el primer libro al alcance de su mano. Intentó leer el título y se llevó la desilusión de que se trataba de un tomo en el antiguo idioma. El siguiente que agarró también, al igual que el próximo. Repitió el procedimiento alrededor de media hora. Ella estaba segura de que iba a encontrar un libro en su idioma, los raix también lo hablaban. Siguió vagando en la enorme habitación llena de libros hasta que vio un cartel arriba de una de las estanterías. «Dila'k shout'n abquim'k» (1) decía. Al ver que mencionaba su especie buscó entre los tomos alguno que llamara su atención y lo tomó. Era de cuero negro y en su tapa, con letras plateadas, tenía el nombre de una especie: Los raix. Sin dudarlo, lo abrió y leyó la primera línea: «En este libro se va a presentar una investigación exhaustiva de una de las especies más enigmáticas de nuestro mundo: los raix». Esa simple frase la sedujo, estaba claro que iba a encontrar la respuesta a las preguntas que se había hecho por años, las preguntas que Rix siempre se había negado a responder. Se sentó en el suelo, con su espalda apoyada sobre la biblioteca y comenzó a leer.

«Los raix son la especie más enigmática y temida de Rionix, no solo por su cultura reservada, invisible a los ojos de cualquier otro espectador, sino también por el peligro que emanan. Por cientos de años diversos investigadores han intentado ahondar en las costumbres y motivaciones de estos seres; el resultado de estas investigaciones nunca fue útil, después de todo, pocos son los afortunados que sobreviven a un encuentro con estas criaturas devora almas.

» Por ese motivo este libro es de tanta importancia, aquí vamos a desvelar los secretos que esa especie guardó celosamente durante miles de años. Iniciaremos narrándoles lo básico de su cultura, las costumbres más conocidas; en segundo lugar, relataremos su separación de clases sociales; en un tercer capítulo les explicaremos el funcionamiento de su monarquía; en el cuarto capítulo les contaremos de sus relaciones, un punto crucial en la existencia de la especie; en el quinto y sexto capítulo veremos un análisis profundo de la estructura física de sus aldeas y el jaixz de sus tierras; [...] y por último veremos los mitos y leyendas que explican la creación de la especie».

La introducción le pareció interesante, aunque demasiado pretenciosa. Myra estaba segura de que el autor o la autora del libro solo había alardeado. Era imposible que alguien conociera tanto de los raix sin ser uno de ellos, eso era lo único de lo que la princesa tenía certeza. Se acomodó una vez más y silenció en su mente la charla de Rix y su hermano que llegaba hasta ella.

«Las costumbres de los raix son extrañas. A simple vista, las criaturas parecen una sociedad en desorden, casi en anarquía si no fuera por la presencia del rey o de la reina, y no existe un pensamiento más alejado de la realidad. Tienen unas costumbres claras que siguen de manera rigurosa todas sus vidas. La primera de ella es la más simple y evidente: cada niño y niña debe entrenar. Desde que son capaces de moverse y razonar de forma fluida, los raix reciben un entrenamiento exigente en combate físico, combate con jaixz y otra cantidad innumerable de usos de sus diversas habilidades. Ningún niño se salva de esta costumbre tan arraigada y peligrosa, ni siquiera los infantes hijos de los monarcas. Estas criaturas pasan gran parte de su infancia entrenando hasta que demuestran una afición por alguna habilidad y son designadas a la especialización de esa labor. La mayoría de ellos siempre acaba en el ejército o en los equipos especiales de caza y búsqueda. Muy pocos son los que alcanzan el alto puesto de pertenecer a la elite guerrera, el ejército dirigido por algún miembro de la familia real.

» La segunda costumbre consiste en la capacitación de cada uno de los miembros de esa sociedad sobre el destino. Es una lección que les imparten desde niños, cada uno de esos seres conoce la forma de actuar de destino, las ventajas y las consecuencias que puede traer el tomar los caminos correctos. Saben más que cualquier otra especie y, por desgracia, este desafortunado escritor no tuvo acceso a esos conocimientos.

» La tercera de sus costumbres reside en la división de las aldeas. Si bien pueden parecer desorganizadas y esparcidas por todas sus tierras sin un patrón fijo, la ubicación de cada una de ellas tiene una razón de ser. Las criaturas, cada vez que crean un nuevo poblado, lo construyen sobre un punto de poder. Es decir, construyen sus ciudades en sectores donde sus hogares, siempre de zafiros, se conectan con el núcleo de poder de sus tierras, de esa forma, sus aldeas siempre están protegidas. Esto también les permite no tener que preocuparse por sus recursos. Es sabido que sus tierras solo son fértiles en los pocos sectores de tierra, que son casi nulos, y que solo cuenta con un río. Al ser sus casas de cristales de zafiro, cuentan con una fuente de agua ilimitada, a esto se le suma el hecho de que el cristal aumenta sus jaixz, por lo que no deben utilizar madera y fogatas para calentarse y cocinar sus alimentos»

Myra frenó de leer en ese punto, aburrida y hojeó lo que quedaba del capítulo hasta que dio con información que le llamó la atención en el último párrafo: «No es una tradición, pero sí un saber básico que cualquier abquim necesita conocer al enfrentarse a estas criaturas: son inmortales. Así es, estos seres de pesadillas son inmortales y solo se conocen dos formas de asesinarlos, pero, para desgracia colectiva, solo un uviem puede hacerlo. La primera es con un ataque de jaixz, el mismo que todos conocen, pero potenciado y cargado de la esencia de un uviem; la segunda manera es durante una pesadilla, allí se le debe romper el cuello antes de que logre comenzar a devorarse el alma de la víctima, nuevamente, este proceso solo lo puede realizar un uviem». La princesa descubrió entonces que el libro era más antiguo de lo que aparentaba, porque no tenía en cuenta a la lluvia.

Se levantó de su lugar al escuchar los pasos de Rix acercándose y se ocultó detrás de otra estantería, allí se recostó contra la pared y buscó en el libro algún capítulo que le pareciera interesante. Una palabra entre todas le resulto llamativa «vínculo», de esa forma fue al inicio del apartado y comenzó a leer.

«Probablemente el detalle menos conocido y más interesante de estas criaturas son sus vínculos. Desde el momento en que nacen el destino les asigna uno. Pero, la pregunta más importante y que se deben estar realizando ahora es: ¿Qué es un vínculo? Temo informales que no es una respuesta sencilla y por más que me esforcé en investigarlo, solo puedo ofrecerles información vaga. Un vínculo es una unión entre dos raix que se crea en el momento en que nacen y se activa la primera vez que alguna de las dos criaturas ve a la otra. La esencia básica del vínculo es un puente de jaixz entre las dos almas, este puente puede permanecer dormido toda la eternidad si los raix involucrados nunca se conocen. Pero una vez que es activado no puede cambiarse, cuando entra en acción las almas de ambos individuos se conecta de manera profunda, llegando al extremo de que se buscan, dependen la una de la otra.

» El vínculo les brinda diferentes opciones a los raix. Con él pueden rastrear a su pareja, compartir pensamientos y emociones, sanarse, transferirse jaixz, entre otras cosas. Por esta razón es que los raix son monógamos por naturaleza, una vez que el vínculo se activa, son incapaces de ver a otro individuo que no sea al que están conectados. Pero esta unión porta una gran desventaja, así como dependen emocionalmente el uno del otro, también dependen sus vidas. Si uno de los dos raix muere, el otro inevitablemente también. Pasa algo similar si rompen el vínculo luego de que este se activó por mucho tiempo, ambos raix mueren. En cambio, si lo sofocan a los pocos días en que se creó, pueden sobrevivir, aunque aún van a tener una pequeña conexión débil.

» Otro dato curioso y al que accedimos gracias a la colaboración del dios de la vida, Citrino, fue el extraño comportamiento que tiene esta unión sobre los seres. El experimento consistió de lo siguiente. Logramos capturar a dos parejas de raix vinculadas, a ambas les hicimos olvidar la existencia de sus vínculos. A la primera la dejamos libre, sin ninguna clase de apoyo; a la segunda, en cambio, la mantuvimos en cautiverio mientras que el dios de la vida se encargaba de mantener estable el vínculo olvidado con su jaixz. La pareja de que dejamos libre murió con el pasar de las semanas, el vínculo los consumió; la pareja que retuvimos sobrevivió dos años y medio con ayuda del jaixz del dios, pero en su último año de vida sufrieron horribles pesadillas, por irónico que suene, que los consumieron de a poco [...]»

—¿Qué estás leyendo? —inquirió Rix.

Myra salió de su trance y rebotó en su lugar al escuchar la voz del raix tan cerca. Volteó su cabeza y descubrió que Rix estaba arrodillado a su lado con sus ojos fijos sobre ella. Estaba en su forma abquim y sus cejas se encontraban alzadas con curiosidad. Él le sonrió con gracia al notar que la había asustado y con cuidado retiró el libro de las manos de la princesa.

—Un libro sobre mi especie, ¿eh? ¿Tanta curiosidad te causamos o solo es por mí? —preguntó en forma de broma y la sonrisa se borró de su rostro al ver que Myra apartaba sus ojos, avergonzada—. Sé que tengo muchos secretos, Myra, pero no tienen nada que ver con que yo sea un raix, por lo menos no la mayoría... —se relamió los labios—. Además, no vas a encontrar muchas respuestas en un libro escrito por un abquim ignorante —agregó con algo de incomodidad—. Me hicieron leer este tomo en particular cuando era niño y sé muy bien que está plagado de inventivas y leyendas absurdas.

—¿Lo de los vínculos también es una leyenda absurda? —preguntó y lo observó a los ojos para asegurarse de que no le mintiera. No sabía por qué, algo en su interior le gritaba que debían hablar de eso, que era un tema muy importante.

Rix volvió a relamerse los labios, nervioso y fue su turno de apartar su mirada.

—No, no es una leyenda, es algo muy real —respondió con su voz cargada de emociones, demasiadas como para que Myra las comprendiera.

— Y tú... ¿estás vinculado con alguien? —titubeó al hacer la pregunta.

Rix cerró sus ojos con fuerza. No quería responder, no podía.

—¿Rix? —su tono de voz fue dulce, suave. No iba a insistir más que eso, por mucho que ansiara escuchar la respuesta, ella sabía que era un tema privado, lo había comprendido con el texto.

—No puedo decírtelo, Myra, es para...

—Protegerme —finalizó ella con amargura—. Estoy harta de que intentes protegerme, Rix, no lo necesito —masculló y se colocó de pie—. No entiendo qué tiene que ver con mi seguridad el hecho de que estés vinculado con alguien —siguió despotricando.

—No es tan simple como parece, nada lo es —gruñó el raix e imitó su acción de pararse.

—Para mí sí, no necesito que inventes excusas, me quedó bastante claro que no deseas compartir ningún aspecto de tu vida conmigo —soltó con el mismo tono.

—Eso no es cierto. —Entrecerró sus ojos al mirarla y se mordió la lengua, debía contenerse.

—Sí lo es, nunca me dices nada y luego reclamas...

—¡Estoy vinculado contigo! ¡¿Feliz?! ¡Estamos vinculados y llevo demasiado tiempo reprimiendo la unión para que no tengas que pasar por todo lo que yo, para que no tengas que sentir como tu jaixz pierde el control, para que no te debilites día tras día hasta morir! —confesó. Ya no podía contenerlo, debía decirle aunque fuera una parte de la verdad.

Los ojos grises de Myra se abrieron con espanto.

—Eso no es verdad —susurró. No podía imaginarse vinculada con Rix.

—Sí, lo es, por eso me alejo cada vez que puedo, ya no puedo controlarlo más, me consume —volvió a hablar con tono bajo. Escuchó como Clerick se aproximaba a ellos, mas no importaba, ya lo había dicho.

El semblante de Myra se sumió en la confusión. No lo comprendía, no entendía cómo era posible o por qué Rix lo contenía, por qué no permitía que terminara de desarrollarse para que no lo consumiera de esa forma. Sin embargo, esos pensamientos desaparecieron de su mente y fueron reemplazados por otros más desagradables al mismo tiempo que sus ojos resplandecían con un tono violeta.

—Debemos romperlo —farfulló y sus ojos volvieron a tomar ese color lila.

Rix negó con su cabeza. No podía estar pasando eso, él estaba conteniendo el vínculo, la ilusión de amor no debería estar haciendo efecto. Y a él no deberían dolerle esas palabras, no si sabía que eran producto de la ilusión, el problema era que no estaba tan seguro de eso.

—No se puede —respondió en un susurró.

—Tiene que haber alguna forma —insistió la princesa y su voz fue aumentando el volumen—. No puedo estar vinculada a un raix —escupió y una mueca de asco se formó en sus labios.

Rix cerró sus ojos un momento y se repitió que lo que ella dijera bajo la ilusión de amor no debía afectarle, no debía perder el control de sus emociones.

—Los dioses deben poder, ellos van a poder romperlo —aseguró la chica y Rix volvió a abrir sus ojos solo para clavarlos con horror sobre ella. Eso no podía ser producto solamente de la ilusión de amor, estaba seguro.

—Los dioses no pueden —masculló y presionó su mandíbula para retener la furia creciente. El vínculo bloqueado no le ayudaba a mantener el control sobre sus emociones, todo lo contrario.

—No lo sabes —replicó la chica y sus ojos resplandecieron más bajo la ilusión.

—No pueden, y aunque pudieran, no lo romperían, no les interesa, no les importas tú ni yo, lo único que desean es poder y control —dijo con voz grave y contenida, apenas separando sus labios para hablar gracias a la presión en su mandíbula.

—No...

—No siguas, Myra, porque ya es bastante difícil contener el vínculo y si continúas por ese camino, no lo voy a hacer más y vas a tener que sufrir todo lo que yo cuando el bloqueo desaparezca —advirtió el chico y no permaneció ni un segundo más allí, desapareció de la biblioteca y la dejó sola, aún bajo los efectos de la ilusión.


1. Dila'k shout'n abquim'k: Investigaciones de los abquim'k.

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