El último uviem ✔ [Destinos 1]

By yosoyunodos

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Para salvar a su pueblo, Myra deberá descubrir lo que los dioses y las tenebrosas criaturas ocultan: la llave... More

Antes de leer
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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10:
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Epílogo
Segundo libro

Capítulo 21

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By yosoyunodos

Rix se acomodó en el asiento en el que apareció y fijó su mirada sobre Nian. Su hijo se removió incómodo ante su escrutinio y suspiró. Zafira se lo había advertido, él debía explicárselo, él debía pedírselo si no quería que lo hiciera ella. Si Nian se lo decía, entonces Rix podría hacer todas las preguntas que quisiera y el pelinegro le respondería lo mejor posible, en cambio, si lo decía Zafira, no iba a tener oportunidad de aclarar sus dudas, tampoco de desahogarse.

—¿Qué es tan importante que no pueden hablarlo en el bosque? —cuestionó luego de un rato al ver que su hijo no podía parar de removerse en su lugar.

—Los voy a dejar solos —anunció la diosa antes de retirarse en dirección al largo pasillo.

Nian volvió a suspirar. No sabía qué era peor, que la diosa estuviera allí para decir todo sin tacto y con frialdad, o que ella se hubiera ido, dejándolo a merced de las posibles reacciones de su padre. No temía que Rix se pusiera agresivo, lo que temía Nian era que no fuera capaz de contener la avalancha de emociones que el raix sentiría al momento de saber toda la verdad.

—Necesito, papá, que comprendas que esta decisión no es mía ni de Zafira, solo... es lo que tiene que suceder para que las cosas transcurran a nuestro favor —advirtió y por la mirada de Rix supo que no había sido un buen comienzo.

—No recuerdo haber aceptado participar en la guerra, Nian, es más, ¿Zafira te preguntó si deseabas hacerlo? —inquirió con verdadero interés. Por lo que sabía de la diosa, dudaba mucho que le hubiera dado la opción de alejarse de la futura batalla a su hijo.

—En realidad sí, me lo preguntó y yo decidí que iba a participar en la guerra —admitió el chico con seguridad y eso sorprendió a Rix—. Sé que no conozco todos los detalles y los motivos que tiene Zafira para seguir con la guerra, pero sí sé que no quiero que el poder del bosque llegue a manos de los dioses —explicó al ver el rostro de su padre. Nian también tenía sus motivos para seguir las instrucciones de la diosa, no lo hacía solo porque Zafira se lo pedía—. Y lo que te voy a decir no tiene que ver con la guerra, tiene que ver con la protección del destino, de seguir la línea en la que todos permanecemos con vida, en seguir la línea que nos beneficia a todos.

—No comprendo muy bien lo que intentas decirme —suspiró el raix y su estómago rugió con hambre. La simulación de alma no lo había llenado. Nian había previsto eso, así que sacó de su bolsillo otro pequeño frasco con esa sustancia amarillenta que sabía y se veía como un alma promedio, no muy pura, no muy descompuesta—. Gracias —musitó el raix y decidió ignorar por lo menos por unas horas que su hijo detestaba tanto su naturaleza que se negaba a alimentarse.

—Lo que te voy a decir es lo que va a suceder, la línea del destino que debemos tomar para que las cosas salgan bien, por lo menos de momento. No sabemos con precisión qué es lo que va a suceder en un futuro lejano, pero es la que menos tragedias tiene —anunció con una mueca adornando su rostro.

—¿Menos tragedias? ¿Qué intentas decirme? —inquirió y comenzó a retomar su forma abquim.

—No deberías volver a tu forma abquim hasta dentro de unas horas, cuando recuperes tu poder —desvió el tema Nian.

—Debo hacerlo, eres incapaz de verme a la cara si no lo hago —renegó Rix. Ese aspecto de su hijo no podía atribuirlo a Zafira, él sabía cuánto aprecio y respeto le tenía la diosa a los raix, así que el rechazo de Nian hacia su especie venía de otro sitio, quizás era porque se había criado en una tierra rodeado de dioses que lo odiaban—. ¿Cómo fue tu crianza?, ¿qué fue lo que te contó Zafira a media que crecías? —decidió preguntar al percatarse de que nunca antes lo había hecho.

Nian agradeció el tiempo extra que le otorgó para pensar mejor cómo debía decirle lo próximo que iba a suceder. No obstante, tampoco sabía muy bien qué era lo que debía contarle a su padre con respecto a su educación.

—Zafira no me dijo mucho mientras crecía, en realidad creo que hasta que no cumplí los diecisiete años no la vi tan seguido. Es decir, mientras que era un niño me críe en una parte alejada de estas tierras, no sé muy bien dónde era, y solo vi a Zafira tres o cuatro veces, solo apareció en los momentos en que mi poder se salió de control y causó muchos desastres. Creo que iba para asegurarse de que estuviera vivo y que no hubiera asesinado de forma accidental a mis cuidadores —narró con extrañeza, le parecía demasiado surreal hablar de su infancia con su padre, más si tenía en cuenta que cuando era pequeño creyó que nunca lo iba a conocer.

—¿Cuidadores? —escuchar que otras personas habían estado criando a su hijo cuando a él le habían quitado esa posibilidad lo enfureció.

—Sí, algo así, no comprendí muy bien quienes eran, era algo extraño, cambiaban siempre que yo hacía un desastre con mi poder, a veces me dejaban verte y... también me dejaban ver el pasado, el tuyo y el de mamá, cuando estaba muy triste, ellos llamaban a Zafira y ella les entregaba un cristal y con ese cristal podía ver cómo había sido su vida antes de mí y mis primeros meses con ustedes. Pero sí, tenía cuidadores, otros uviem que me explicaban todo lo que debía saber sobre mí —intentó explicar, pero era imposible porque no había una forma exacta de definir lo que Zafira había hecho para mantenerlo lejos de la vista de todo el mundo, lejos de las miles de amenazas de muerte que se cernían sobre su cabeza.

—Eres el único uviem vivo —delató Rix.

—Lo sé, pero, como te dije el otro día, las almas de los uviem se transforman en estrellas, Zafira puede traerlas devuelta por un tiempo si mantiene la energía de ellos estable, no duran mucho, tres o cuatro años hasta que sus almas deben regresar a descansar, no recuerdo muy bien su explicación.

—¿Te criaron personas muertas? —la indignación que se había filtrado con la voz de Rix era evidente.

—No estaban muertas, en el momento en que Zafira las convoca, crea un bucle en el destino, algo que es muy difícil de sostener, por eso puede llamarlas, no comprendo muy bien cómo, pero son sus versiones de antes de morir, son esas personas, vivas —intentó defender a la diosa—. Y no diría que me criaron, me enseñaron lo que debía saber, leer, escribir, utilizar de forma básica mi poder, me educaron, no me criaron. Eso lo hicieron ustedes, mamá y tú, pero en una versión modificada del destino, no eran ustedes en sí, sino lo que hubieran sido si mi destino hubiera sido diferente.

Rix cerró sus ojos con fuerza y se contuvo para no ir a buscar a la diosa.

—Podríamos haberte criado tu madre y yo, si Zafira nos lo hubiera permitido —gruñó.

—No, no podrían haberlo hecho, lo sé muy bien, me encargué de mirar cada rama del destino, del mío y del de ustedes y no era posible, en todas Aleck aparecía para asesinarme, en todas, incluso en la que Zafira los llevaba conmigo a ese lugar aislado Aleck nos encontraba y nos asesinaba a los tres, siempre, antes de que yo cumpliera un año —dijo con amargura—. Yo también creía lo mismo, que Zafira solo lo había hecho para poder controlarme, pero no, no era así, me aseguré de eso, no deje ni una sola opción, ni una sola línea sin revisar. No había posibilidad de que ustedes me criaran y que yo o los tres sobreviviéramos...

El raix no dijo más, quería cuestionarlo, decirle que Zafira podría haberle hecho creer que lo que había visto era cierto cuando se trataba de otro truco de la diosa, no obstante, no tenía sentido, Nian no le creería y defendería a la diosa, lo veía en sus ojos, en la forma en que actuaba con ella. Él sabía muy bien lo que era amar a alguien con todas sus fuerzas y que ese sentimiento fuera reforzado por el vínculo entre ambos, conocía como se sentía y la furia que invadía a uno cuando sentía que alguien podía amenazar eso.

—¿Cuándo descubrieron que estaban vinculados?

—Yo lo descubrí cuando a los diecisiete Zafira me fue a buscar para traerme aquí para que comenzara con mis entrenamientos y otras lecciones más teóricas. Pero creo que ella ya lo sabía y simplemente se negó a permitir que se desarrollara. Me costó casi un año convencerla de que no afectaría de forma negativa al destino el que permitiera que existiera una relación entre ella y yo. Zafira se negaba a sentir algo por mí, aunque nunca me dijo por qué —reveló con una pequeña sonrisa de lado—. Pero nada de esto es lo que debía decirte y Zafira va a parecer en cualquier instante a reclamármelo —anunció y se sentó sobre la mesa pequeña en frente del sofá.

—¿Qué era tan importante?

—Necesitamos que te alejes más de ella, de Myra, necesitamos que la ilusión crezca un poco más, no queremos que sospechen que ya conocemos una parte de su plan —declaró con rapidez. No le gustaba que Zafira fuera tan directa y careciera de tacto, pero en ese momento la comprendió. Era más fácil decir las cosas de esa manera que suavizarlas para que no le causara dolor a la otra persona, de esa forma, tan cruda, comprendían la magnitud de los acontecimientos.

—No, Nian, no podemos permitir que la ilusión avance más, ambos conocemos los riesgos...

—Zafira la analizó, estamos lejos del límite, pero Myra debe alejarse más de ti porque, si no lo hace, van a aumentar ellos la presión de la ilusión y puede llegar a morir —replicó, ahora con un tono más comprensivo. Entendía por qué su padre intentaba negarse, pero era la única salida.

Rix guardó silencio. Necesitaba encontrar otra manera, debía haber otra forma de no arriesgar la vida de Myra sin que él tuviera que alejarse. Debía hallar la manera de... Comprendió que no podía, no podía hallar la manera de nada porque él no era quien determinaba el destino, lo único que debía hacer era colaborar en el plan que ya estaba trazado. Así funcionaban las cosas, sabía que Zafira no le mentiría, por lo menos no con eso, si lo hacía, se arriesgaba a perder su apoyo y sin él Nian se iría y todos sus planes se vendrían abajo.

—¿Qué más debo hacer? —suspiró resignado.

—Debe creer que la reemplazaste, para que no intente acercarse por su cuenta, debe pensar que ya no te importa ella y que decidiste que con Ámbar o Clerick puedes ser más ¿comunicativo? Pero creo que funcionaría mejor si te acercas más a Ámbar, de esa forma también vas a poder averiguar qué es lo que planean ellos, no confío en sus intenciones —pidió el pelinegro.

Nian era consciente de que le estaba exigiendo mucho a su padre, que estaba destrozando lo poco que quedaba de la familia por la que por tantos años él se había sacrificado. Deseaba decirle que no lo hiciera, que podía descansar de una vez luego de todo lo que se había visto obligado a olvidar, pero no podía, Zafira y él aún lo necesitaban, al igual que el resto de los raix.

—¿Algo más?

—Nada de lo que pase va a ser culpa de nadie, el destino es el destino y van a tener que aceptarlo, todos —dijo y eso confundió al raix.

—Nian...

—Lo siento, papá, pero no puedo decirte más, ya vas a comprenderlo cuando llegue el momento —se disculpó y volteó su cabeza hacia el arco que daba con el pasillo. Por allí ingresó Zafira que solo asintió en dirección a Nian—. Ya sabes qué es lo que debes hacer, debemos dejarte devuelta en el bosque, recuerda...

—Lo sé, debo distanciarme más de Myra y hacerla creer que reemplace nuestra amistad, lo comprendo —repitió lo que su hijo había mencionado. Se levantó de su sitio y lo abrazó. Nian se sorprendió por ese gesto y tardó en devolverle el abrazo, cuando lo hizo, se sintió extraño, era segunda vez que abrazaba a su padre luego de veinte años separados—. Quiero que me jures que nada malo le va a suceder mientras que yo no estoy —dijo volteándose hacia la diosa. Zafira hizo una mueca de fastidio y asintió.

—Lo juro —pronunció ante la mirada insistente del raix.

—Nos vemos pronto —se despidió Nian segundos antes de que Zafira apoyara su mano sobre el hombro de Rix para que apareciera en el bosque.

—Debimos decirle, explicarle todo —se quejó en voz baja el uviem y la diosa negó.

—No lo habría comprendido —replicó y una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

—¿Qué es lo que sucede?

—Estuve hablando con Ranx —murmuró la diosa, incapaz de contener su emoción. El rostro de Nian se frunció al oír el nombre de su abuelo, mas no dijo nada, sabía que la diosa iba a continuar—. Me dijo que un portal extraño se formó en el palacio, Zafiro salió disparado de allí —soltó con felicidad. Luego de más de siete siglos de que su hermano había desaparecido, cualquier noticia de él era motivo para estar alegre—. Está dormido y no parece que vaya a despertar pronto, pero está bien y vivo... Espere por tanto tiempo a que esto sucediera —mencionó con una sonrisa creciendo en sus labios.

—¿Y eso que significa en el destino? —dudó Nian más preocupado que alegre.

Él no conocía al dios del agua más que por lo que Zafira le había dicho. No podía guiarse solo por la mirada subjetiva de la diosa y no quería festejar algo que no sabía cómo iba a afectar en sus planes para el futuro. La diosa no respondió, no lo sabía, no lo había pensado, pero ambos estaban seguros de que pronto iban a percibir las consecuencias.

Dos semanas después Rix ya no pudo contenerse. No soportaba ver como el rencor crecía en los ojos de Myra cada vez que lo veía interactuar con Ámbar en aspectos que antes ambos siempre realizaban juntos. Le dolía ver como la princesa parecía odiarlo cada día más y detestaba como Shein sacaba provecho de la situación. En muchas ocasiones, había visto al pelirrojo y a Myra desaparecer entre las ramas de los árboles que rodeaban los refugios, también los descubría hablando hasta altas horas de la noche. Ellos dos se estaban acercando y Rix sentía lo que Myra debía estar sintiendo. Se sentía reemplazado. Además, no podía evitar sentirse frustrado, porque lo que Myra observaba de él interactuando con Ámbar no era más que ilusiones. Rix sí había intentado acercarse a la rubia, pero ella siempre le respondía con monosílabos y en sus ojos siempre brillaba el temor, como si Rix no fuera más que una bestia acechándola. Luego de tres días intentándolo, el raix decidió que lo mejor era dejar en paz a la pobre chica y crear ilusiones que solo Myra podía percibir. Pero ya no podía soportarlo.

Se encaminó a la carpa de Myra, la misma carpa que Shein la había ayudado armar minutos atrás. Ingresó moviendo las telas a un lado y se dejó caer en el suelo. Sus movimientos bruscos llamaron la atención de la princesa, que se encontraba acostada sobre las pieles, a punto de dormirse. Por un segundo, el raix lo lamentó, impedir que Myra descansara era lo último que deseaba. La princesa se sentó con dificultad, sus músculos ya se habían relajado y no querían volver a despertarse.

—¿Qué es lo que quieres, Rix? —preguntó con voz rasposa. Soltó un largo bostezo y posó sus ojos sobre el raix. Los iris grises de la princesa carecían de emociones, estaban opacos, vacíos, pero no era por él, era por el cansancio y por la ilusión de amor que la dejaba agotada.

—Hablar —respondió lo más obvio y eso la irritó. Era claro que deseaba hablar si se encontraba allí.

—¿Hablar? Creí que ya no hacíamos eso, creí que ahora lo hacías con Ámbar, parece que últimamente son muy unidos —reclamó y eso casi le sacó una pequeña sonrisa al raix.

Por lo menos a Myra aún le importaba un poco, de lo contrario, no le reclamaría nada.

—Pero no es lo mismo —murmuró en tono bajo. Mientras que Myra bufaba con indignación, Rix elevó una barrera de jaixz alrededor de la carpa para evitar que alguien más escuchara su conversación.

—¿No es lo mismo? No parecía que...

—Myra, por favor —suplicó el raix.

Los ojos de la princesa refulgieron con desprecio. No quería escucharlo decir esas palabras.

—No puedes pedirme nada, mucho menos un favor —dictaminó y Rix asintió, comprensivo.

—Sé que nuestras últimas conversaciones terminaron con una discusión, pero ahora en verdad quiero que hablemos sin discutir, sin gritarnos, solo quiero que hablemos como antes —suspiró el raix. Era lo que él deseaba y lo que Myra también, no obstante, eso ya no era posible

—¿Cómo vamos a hablar como antes? Antes creía cada una de tus mentiras y me conformaba con que te guardaras tus secretos cuando yo siempre te contaba los míos, ahora ya no, ya no voy a soportarlo, Rix —negó sin levantar la voz. Ella tampoco deseaba discutir, solo quería que el raix la dejara sola de una buena vez, estaba demasiado cansada para hacer cualquier cosa, necesitaba dormir.

—No te mentía, siempre te dije la verdad —contradijo aun sabiendo que eso solo iba a lograr irritarla.

—Sí lo hiciste, cientos de veces, como cada vez que te desaparecías y regresabas diciendo que solo habías salido a cazar algo con lo que alimentarte. Los últimos meses en Citwot solo fueron mentiras de tu parte, antes no me daba cuenta, pero ahora no tengo duda, no después de ver lo sencillo que te resulta rastrear un animal y capturarlo —expuso y Rix cerró sus ojos con fuerza. Era verdad, sí le había mentido, pero no podía confesarle que cada vez que desaparecía era para ver a Nian, ella no iba a entender nada, solo la enfadaría más—. Así que dime, Rix, ¿a qué viniste realmente?

—Estás volviéndote muy unida a Shein —decidió comentar.

—No eres el único que tiene derecho a hacer nuevas amistades —contrapuso la princesa al notar su tono demandante.

—No confío en él, hay algo sobre Shein y sobre Ámbar que no me inspira confianza, sé que ocultan algo —confesó y el ceño de Myra se frunció. En el exterior, gruesas nubes de tormenta comenzaron a formarse.

—No me interesa si confías o no en Shein o en Ámbar, yo si confío en ellos, mucho más de lo que confío en ti —escupió y Rix se alejó un poco de ella.

—¿Confías más en él, que apenas conoces, que en mí, que me conoces hace casi veinte años? —inquirió indignado. Le dolía escuchar eso, pero sabía que la princesa tenía sus motivos.

—¡Basta! —no pudo contenerse más—. ¡Estoy harta de que te hagas la víctima! ¡Tú eres quien me mintió toda la vida, el que aún tiene secretos! ¡No tienes derecho a reclamarme nada!

Un trueno retumbó en el exterior y las gotas de lluvia impactaron contra el suelo. La respiración de Myra era acelerada y sus ojos no se despegaban del raix. Rix estaba con la cabeza gacha, no se sentía capaz de verla a los ojos, no sin decirle todo lo que se debía guardar.

—¿No vas a decir nada? —preguntó con decepción Myra, luego de unos segundos.

Rix suspiró, quería decirle tantas cosas, pero no podía, Nian era más importante.

—Comprendo, no voy a volver a molestarte, pero simplemente hay cosas que no te puedo decir —admitió y la princesa presionó sus puños con fuerza. No era la respuesta que quería escuchar—. Pero tampoco me puedo ir ahora, no si no quiero morir por culpa de la lluvia.

Y mientras que Myra y Rix permanecían cada uno en su lado de la carpa, sin hablarse ni mirarse de forma directa, en el exterior comenzaron a caer los rayos. El viento se elevó mientras que Shein, Ámbar, Clerick y Linck corrían cada uno a su carpa. El cielo y las gruesas gotas de agua les indicaban que iba a ser una tormenta larga y que probablemente duraría toda la noche. Aunque nada de eso representaba un problema, cada uno contaba con comida y abrigo en sus mochilas y carpas, por lo que no había necesidad de preocuparse hasta la mañana siguiente.

Linck se acomodó en el interior de su tienda. Las pieles gruesas de lobo lo cubrían hasta la altura de sus orejas. Estaba cómodo y calentito, además de feliz por ver que Rix y su hermana estaban obligados a convivir toda la noche. El niño ansiaba que ellos dos se reconciliaran de una vez, añoraba con todas sus fuerzas recuperar la amistad que había entre los cuatro, Myra, Rix, Clerick y él. Pero también comprendían que los secretos arruinaban una amistad y tanto su hermana como Rix los tenían. Sabía que iba a llevar un largo periodo de tiempo que ellos dos volvieran a hablarse, a quererse de la misma forma que antes. Y estaba seguro de que pasaría, lo sentía hasta en el último de sus huesos y también lo había visto en el destino, o eso creía. Había visto tantas cosas y tantas opciones.

De la nada, algo colorido se movió entre sus cosas. Parecía una cabeza pequeña, del tamaño de la palma de su mano infantil. Se inclinó de un lado a otro en busca de esa imagen, mas no encontró nada. Suspiró, iba a ser una noche muy larga si no tenía la opción de hablar con alguien o salir a jugar con la fogata. Un pequeño grito escapó de sus labios y fue ahogado por los sonidos de la tormenta. Un agudo dolor se instaló en su pantorrilla derecha y escaló por su pierna. Intentó ver el lugar exacto, pero estaba demasiado enredado entre las pieles como para lograr destaparse. Sentía como esa zona de su cuerpo se humedecía con rapidez, estaba perdiendo mucha sangre. Algo lo había mordido. Otro grito subió por su garganta. No solo lo habían mordido, la criatura se había metido entre su carne y se removía intentando ingresar a su cuerpo por el hueco que había hecho.

Quería gritar de dolor, mas no podía, una extraña felicidad comenzaba a inundarlo. Sentía como el ser seguía removiéndose entre sus músculos, podía sentir con claridad como su carne se desgarraba, como la sangre chorreaba de su pierna, y ya no le dolía. Solo sentía una inmensa felicidad, se sentía eufórico como nunca antes en su vida. Y al mismo tiempo sus ojos se iban cerrando a la misma velocidad que su energía vital era absorbida por el blavix. Solo cinco minutos después, su corazón dejó de latir y el ser escapó de su cuerpo.

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