Capítulo 29 | Andando con lobos |

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Sólo el sonido de las pisadas de los caballos contra el camino terroso rompía con el silencio ensordecedor que los envolvía en esos momentos

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Sólo el sonido de las pisadas de los caballos contra el camino terroso rompía con el silencio ensordecedor que los envolvía en esos momentos. No era secreto para nadie, ni siquiera para Bran Stark, el destino que les esperaba. Iban a la ejecución de un desertor.

La muerte rondaba la cabeza de todos, por lo que nadie sintió la necesidad de decir aunque fuera una sola palabra, estaban demasiado sumidos en ese ambiente lúgubre de muerte y nerviosismo. Ned iba a la cabeza guiando al grupo, a su lado iba su hijo menor lleno de preguntas, de suposiciones, de miedos.

Abanderados del Norte, de la Casa Guardiana, esperaban a su Señor y su gente, con ellos el hombre que los convocaba. Su rostro era la representación gráfica de desesperación, miedo y locura.

Bajaron de sus caballos y se acercaron a él.

—Caminantes blancos, caminantes blancos, caminantes blancos, los vi —decía sin parar, la locura reflejada en sus ojos. Sus hombres lo dejaron frente a Ned con algo de brusquedad—. Sé que rompí mi juramento. Y sé que soy un desertor, tendría que haber vuelto al muro y advertirles, pero... vi lo que vi. Vi a los caminantes blancos.

El grupo de personas lo miró como al mayor loco de la tierra, más sabían de qué hablaban, todos conocían la historia por eso era una locura, la mayor después de tantos tiempos. Ned miró a Rodrik y el hombre solo hizo un gesto.

—La gente necesita saber —le pidió desesperado al Guardián del Norte—. Si puede llevarle palabras a mi familia dígales que no soy un cobarde. Dígales que lo siento.

Ned solo asintió y sus hombres arrodillaron al muchacho frente a la mesa de piedra. Sus hijos miraban estoicos la escena, Seren a un lado de Robb miraba igual, aunque el sentimiento de malestar, nervios y miedo no se quedaba quieto en su interior. Era la primera vez que vería algo como eso.

Theon, cumpliendo con su labor, le entregó la espada a Ned, Hielo hecha de acero valyrio. Jon se situó al lado de su medio hermano menor, sintiendo la necesidad de apoyarlo en esos momentos.

—Perdóname, señor —pidió el desertor con sus ojos bien abiertos hacia el cielo.

—No apartes la mirada —le susurró Jon a Bran, el niño apenas lo mira—. Padre sabrá si lo haces.

—En el nombre de Robert, de la casa Baratheon el primero de su nombre, Rey de los ándalos y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y protector del reino... —escuchar decir el nombre de su padre siendo utilizado antes de dar muerte a un hombre de carne y hueso hizo que su estómago se revolviera, las ganas de vomitar se quedaron atoradas en su garganta y solo pasaron cuando Robb, a su lado, observó su expresión y tomó su mano para tranquilizarse. Se tranquilizó, sí. Pero la idea de que muchísimas cosas horribles se hacían en nombre del Rey quedó dando vueltas en su cabeza—. Yo, Eddard de la casa Stark, Señor de Invernalia y guardián del Norte te sentencio a muerte.

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