Ella era su vida, jamás pensó que podría volver a amar con esa intensidad y con esa fuerza, no cuando se lo habían arrebatado todo antes. Pero Robert y Seren se pertenecía, era sangre de su sangre, su todo. Alejarla lo desgarraría, sin embargo su pr...
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No había duda alguna, el lema Stark otro año más se cumpliría sin falta. El invierno estaba llegando. Aun cuando el frío era permanente durante todas las estaciones, en esta época era peor. Como ese invierno en que la princesa dejó su cálido hogar y pisó tierras norteñas por primera vez. Tantas cosas habían pasado desde ese momento hasta entonces.
Año tras año creciendo entre un frío entumecedor y entre lobos, que ya simplemente no recordaba el calor de su antigua vida. A esa altura ya no recordaba mucho más que el amor de su familia, y de todas formas se sentía más un lobo que la cierva coronada con feroz sangre de león.
Seren era una mezcla potente de las más importantes sangres y las más poderosas enseñanzas de sabios maestros. Baratheon, Lannister, Stark; indestructible e imparable. Una guerrera sin lugar alguno, una que iba a salir a relucir ahora que el invierno se acercaba...
Un par de días habían transcurrido de la celebración de su nombre y las confusiones del corazón. Agradablemente las cosas habían mejorado entre los confundidos y los decididos también, sin conversaciones y sin más corazones expuestos decidieron continuar como antes.
Aquella fría mañana en uno de los patios del castillo Bran se encontraba practicando su puntería con las flechas, varios lo observaban y eso sin duda incomodaba su tranquilidad y concentración.
—Continúa. Padre está mirando, y tu madre —lo animó su medio hermano apuntando discretamente hacia un balcón donde se encontraban los Guardianes del Norte observando la práctica de uno de sus hijos menores.
El niño miró hacia donde le indicó Jon y asintió. Saber que era observado por sus padres fue una carga superior. Suspiró, apuntó y soltó. La flecha sin fuerza giró en el aire y no dio en el blanco. Frustrado pero no acabado lo intentó de nuevo y volvió a fallar. Su frustración y enojo siguió creciendo cuando escuchó como todos sus hermanos estallaban en risa, sobretodo el mayor y el menor de ellos.
— ¿Y quién de ustedes tenía buena puntería a los diez años? —defendió Ned desde las alturas.
—Seren —mencionó Robb mirando a su talentosa Leona.
La princesa aludida sonrió orgullosa e hizo una dramática reverencia. No era exageración de Robb y todos lo sabían, esa chiquilla tenía un don para las armas, sobre todo para el arco y las fechas. Lady Stark tuvo que morderse la lengua para no despotricar en contra de las actitudes poco femeninas y no correspondientes a una doncella como ella, era inaceptable pero nunca había podido luchar contra esa tormentosa corriente.
—Continúa practicando, Bran —dijeron al mismo tiempo la muchacha y su mentor. Inmediatamente sueltas las palabras se miraron con complicidad y él le sonrió con ternura. Ned la adoraba y no había duda alguna de que ella era la mejor opción para su primogénito, seguía pensando Catelyn.
