Capítulo 14 | Lucha matutina |

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Editado 31/08/2010

Editado 31/08/2010

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Apenas amanecía y ella ya no se encontraba en esa incómoda cama. Puesta su ropa de cuero, una gruesa manta de piel encima y su cabello negro azabache afirmado en la típica trenza se escabulló por los pasillos del frío castillo, afuera la luz del sol naciente recién comenzaba a colarse por entre las grises nubes del cielo. Justo su momento favorito del día.

Odiaba el frío en las noches, sobretodo el de las últimas solitarias sin el Lobo, pero adoraba sentir el gélido viento en su rostro cada mañana y como este peleaba por querer calar hasta lo más profundo de sus huesos. Después de tantos años al Norte de Poniente se había acostumbrado a ello, ese era su hogar y hace mucho había olvidado el abrazador calor del Sur.

No solo por el clima era su momento favorito del día, sino también porque todos los habitantes de Invernalia aún no dejaban el calor de las pieles de su cama; nada parecía vivo, todo dormía a su alrededor. Eso significaba una sola cosa, libertad.

Después de todo lo ocurrido en ese corto plazo de días lo único que deseaba era desaparecer por horas, perderse en el bosque, cabalgar a Tormenta y no volver hasta sentirse liviana y viva de nuevo.

Su accidente y el revuelto que este había causado la colapsaron rápidamente, creía que todo mundo estaba exagerando, pero también sabía que había tenido suerte y que los Dioses la protegieron de una muerte segura.

La idea de que algo grande y sin igual le esperaba en su futuro la había vibrar de emoción y regocijo, simplemente no podía haber sobrevivido a ese golpe solo para procrear y servir a un hombre, se negaba a creerlo. Seren Baratheon se reusaba a vivir una vida convencional.

Quizás de todo lo sucedido lo más fuerte no fue el accidente mismo y ser descubierta la noche anterior, lo que ocupaba mayor parte de sus pensamientos aunque se prohibía fervientemente a pensar en ello era el beso compartido con Jon. Como loca quiso obligarse a creer que nunca pasó y sólo había sido un efecto más de la leche de amapola, pero era difícil simplemente olvidarlo. Podría haberlo conversado con Robb pero algo le decía que era una mala idea, lo sentía mucho pero sería un secreto para él.

Decidida a no pensar en nada salió del castillo en busca de Tormenta, necesitaba verla y hacerle saber que estaba bien.

Sigilosa como una leona a punto de atacar, Seren entró a los establos en busca de su mejor amiga. Tormenta sintió su presencia a tan solo haber puesto un pie dentro y comenzó a relinchar, Seren sonrió y se acercó a ella.

—Hola amiga, estoy viva, ¿ves? —la saludó acariciando su largo cuello. Con ese toque Tormenta se relajó y Seren juntó su frente con la larga nariz de su yegua, cuánto la había extrañado; animal y humana tenían una conexión casi inexplicable, después de todo habían crecido y llevaban años juntas. Sentía que su Tormenta la entendía mejor que cualquier otro, creía que ella también vibraba con la idea de escapar y ser libres juntas, de recorrer distintos lugares y no detenerse jamás.

Queen and the Lionheart |GoT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora