Capítulo 20 | Como peces en el mar |

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Acostarse era su momento favorito del día, despertarse envolviendo el cuerpo de su Leona con sus brazos y sosteniéndolo contra su pecho solo podía intensificar ese sentimiento

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Acostarse era su momento favorito del día, despertarse envolviendo el cuerpo de su Leona con sus brazos y sosteniéndolo contra su pecho solo podía intensificar ese sentimiento. Era la única instancia en que podía sentirse por completo pleno y feliz, sin preocupaciones, miradas externas, y malditos celos; solo él y ella en su propio universo en el que nadie más era recibido. Lamentablemente esa mañana no pudo disfrutar de ello ni de la piel, olor y calor de Seren; ella ya no estaba cuando despertó.

Se molestó cuando no la sintió junto a él en la cama, pero rápidamente se le pasó el enojo mientras se aseaba y vestía recordando lo inquieta e indomable que podía ser la Leona. Quiso pensar que de seguro había salido a entrenar al patio temprano o estaba en alguna de sus clases de señorita, cosa improbable, pero que lo dejó levemente tranquilo.

Animado pero con un atisbo de intranquilidad bajó al comedor del castillo para desayunar antes de comenzar con sus labores, mientras comía la molestia en su pecho comenzó a crecer más y más, y todo se debía a ella y su ausencia. No estaba acostumbrado –ni preparado- para despertar sin ella en la cama, sin su maravilloso olor, sin sus rojizos y tentadores labios y sin sus hermosos ojos azules vibrantes frente a él; tenía que verla cuanto antes o su día sería miserable.

La buscó primero dentro del castillo y no la encontró, nadie parecía haberla visto en todo lo transcurrido de mañana. En sus lecciones con la Septa Mordane por supuesto que no estaba, internamente sabía de esa obviedad. Solo fue consciente de su desasosiego y preocupación recién cuando ya no quedaba lugar por recorrer, ni Jon ni Theon aparecieron en su camino así que posiblemente podía estar con ellos. Esa idea no lo tranquilizó en lo más mínimo, aun siendo ellos –y en su ignorancia- no le gustaba que la rondaran otros sin él a su lado, los celos eran más poderosos que cualquier otra cosa.

Una potente inquietud lo invadió cuando pensó que tal vez no estaba con ninguno de los chicos, pero peor aún, se había vuelto a aventurar en una descabellada locura con su yegua, sola y desprotegida fuera de los muros de Invernalia.

A las afueras de las caballerizas, a donde se dirigía para comprobar que Tormenta seguía ahí, se encontró con un grupo de guardias en turno. Se acercó a ellos sin titubear pensando en que podrían darle cualquier tipo de información sobre el paradero de Seren.

—Buenos días —saludó con una pequeña inclinación de cabeza. Los guardias al verlo cuadraron sus hombros y recuperaron rápidamente sus posturas—. ¿Alguno de ustedes ha visto a la Princesa Seren hoy? —preguntó intentando ocultar su falta de calma y ansiedad. De todos modos fue inútil, porque aunque no se haya notado todo el mundo en Invernalia creía conocer los sentimientos del joven lobo hacia la cierva coronada, además, todos apostaban por esa historia de amor.

—Joven Stark —saludó el guardia mayor con una pequeña reverencia—. No, no hemos visto hoy a la Princesa Seren —contestó con una mueca un poco lastimera, Robb quiso patear alguna cosa por culpa de la decepción.

Queen and the Lionheart |GoT|Where stories live. Discover now