Capítulo 25 | El día |

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            Al esconderse la luna y aparecer el sol por el horizonte el frío no se dejó de sentir

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            Al esconderse la luna y aparecer el sol por el horizonte el frío no se dejó de sentir. Esa noche y las siguientes fueron brutales, peor que el más vil de los inviernos vividos hasta entonces. Temiblemente el frío no solo lo sintió en la piel hasta calar sus huesos, su corazón sufría peor. Terriblemente, lo sucedido no pudo sacarlo de su cabeza.

El por qué era la pregunta más recurrente de todas. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué las cosas habían llegado hasta ese punto? ¿Por qué demonios ella había contestado de aquella manera tan ferviente, como si supiera que hacer y lo deseara? Eran amigos, mejores amigos desde que se conocieron, su compañero, su cómplice; familia. No como hermanos ni primos o algo sanguíneo, pero familia al fin y al cabo al ser criados bajo el mismo techo y por las mismas personas.

Devanó su cerebro segundo a segundo de los días pasados pensando en cómo sucedió lo que sucedió, en cómo no fue capaz de verlo venir, en cómo no fue capaz de detenerlo porque, ¿había querido detenerlo? Otra pregunta más a la lista de tormentas.

Arruinado, todo estaba arruinado. La leona se sentía arruinada. Tonta, confundida, avergonzada; nerviosa e incómoda en su presencia. ¿Es que acaso Robb tenía sentimientos por ella? No de la clase de sentimientos fraternales, eso estaba más que claro, para ello no era tonta. Pero de todos modos ¿cómo demonios había sido tan estúpida para no verlo antes? Ella, la Leona Tormenta, Seren Baratheon, la princesa de los Siete Reinos y descendiente de la Casa Lannister, era la mayor tonta de todo Poniente.

Escapar, como siempre, fue su solución. Por más que el Lobo la asechó para poder hablar con ella, obtener un minuto de piedad, poder esclarecer los hechos y servir en bandeja su corazón no le dio oportunidad. El solo pensar en estar a solas con él nuevamente hacía que sus entrañas se revolvieran y su corazón comenzara a golpear su pecho descontrolado. No era capaz.

En serio se sentía estúpida, otra. En esencia la Leona jamás se habría comportado así, estaba decepcionada de sí misma por no haber reaccionado como era de esperar, por no haberlo alejado inmediatamente, por seguirlo y no ser capaz de hacerle frente. Peor aún, por no ser capaz de simplemente dejar todo en el olvido, en lo más recóndito de sus recuerdos. Más preocupación le causó el hecho de no poder sacar de su cabeza la sensación de los labios de Robb sobre los suyos, como se deslizaban al compás de un baile que jamás pensó querer bailar, pero lo quiso.

Todo era confuso y desesperante, contradictorio por lo demás. No quiso, pero le gustó; no quería recordarlo pero a cada segundo volvía a rememorar el calor del momento...

Arruinado todo estuvo para él también. Debía sentirse arrepentido, lo sabía. Su pérdida de cordura y sensatez lo llevaron al barranco de perderla, ¿pero cómo sentirse arrepentido después de probar sus labios por primera vez? Afortunado lo definía mejor. Sin embargo la ruina no se alejó ni un poco, ni la sensación perfecta de sus labios mezclándose con el sabor de Seren pudo hacerlo. Estúpido, insensato, feliz. Desolado sin duda alguna, confundido por supuesto, pero eternamente feliz.

Queen and the Lionheart |GoT|Where stories live. Discover now