Ella era su vida, jamás pensó que podría volver a amar con esa intensidad y con esa fuerza, no cuando se lo habían arrebatado todo antes. Pero Robert y Seren se pertenecía, era sangre de su sangre, su todo. Alejarla lo desgarraría, sin embargo su pr...
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Solo una última mirada fue dedicada y finalmente Ned dejó la habitación con los cuatro niños que había criado y visto crecer durante largos años. Lord Stark sintió como en su pecho crecía un sentimiento de candor y felicidad por los frutos que había dado la linda relación de amistad entre ellos. El afecto que habían cultivado era algo que el Señor de Invernalia no podía dejar de admirar, habían madurado y cambiado juntos; habían aprendido, desobedecido, reído y llorado sin separarse ni un solo día; eran simplemente inseparables. Por eso Ned entendía la reacción de los chicos y la necesidad de no separarse jamás de Seren.
Sin embargo no para todos aquella era una justificación aceptable y por sobretodo creíble, después de todo el ser un observador desde fuera y objetivo cambiaba totalmente la perspectiva de mirada y entendimiento.
—Imposible —murmuró el anciano Maestre sumido en sus recién descubiertos pensamientos.
Catelyn detuvo su andar y por consecuencia su esposo también lo hizo, alarmada y confundida se volteó para buscar respuestas en el adulto mayor. Aquello había sonado a problemas con la princesa y eso era algo inaceptable.
— ¿Sucede algo? ¿Hay algo más sobre el estado de la princesa? —preguntó con ansiedad y rogando internamente por una negativa como respuesta.
La princesa le preocupaba demasiado, la había llegado a querer tanto durante todos esos años bajo su cuidado, pero sinceramente parecía le preocupaba más las consecuencias que caerían sobre ellos si la furia del Rey Robert Baratheon los alcanzaba al haber despreocupado a su hija. Por otra parte su sufrimiento se acrecentaba al ver la preocupación y dolor en el rostro de su amado esposo y en su adorado cachorro mayor. Ver a Robb de esa manera le había partido el alma en mil pedazos y sabía que lo peor estaba por venir cuando tuviera que darles la noticia a los más pequeños.
Ned esperó atento la respuesta, recién había escuchado como el estado de Seren era de cuidado pero estable, esperaba no hubieran malas noticias de las cuales preocuparse. Sin embargo fue inevitable que el temor apareciera de nuevo junto con trágicas y horribles suposiciones, tal vez el Maestre había mentido para no preocupar a los chicos, tal vez en privado les comunicaría la verdad sobre el estado crítico de la princesa.
—No mi señora, todo está bien con la princesa Seren. —respondió el anciano manteniendo su voz calma.
— ¿Entonces qué es? —insistió la señora ya no pudieron contener sus nervios. Había comenzado a estrujar las mangas de su vestido gris oscuro como acto reflejo de su sentir ansioso.
El Gran Maestre Luwin sopesó la situación antes de contestar. Podían ser sólo imaginaciones de su mente, ideas ilusas o mal interpretaciones simplemente; pero para él estaba todo demasiado claro. Había sido espectador de ello durante todos esos años, como iba sucediendo, naciendo y creciendo a la vez.
