Capítulo 1 | Directo a los lobos |

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Editado 31/07/2018


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El calor seco y la escasa brisa fresca que podía regalar el mar estaban haciendo de ese el verano más largo y duro que incluso habían presenciado los más ancianos de la región. Las paredes de piedra rojiza del castillo parecía que reflectaban los rayos del sol con dureza directa hacia la piel y ojos de los desafortunados que no tenían la oportunidad de salvaguardarse del infierno que se vivía en las calles.

Al diferencia del interior de la Fortaleza en donde la situación era a lo menos, un poco más tolerable con el clima, no así con los temperamentos que estaban desatados haciendo parecer que el ambiente ardía a más de mil grados.

La Reina consorte no podía creer ni aceptar lo que estaba escuchando, las palabras que salían de la boca de él eran mierda y basura.

—No puedes hacer esto, ¡no puedes alejarla de mí! —gritó con toda la fuerza que tenían sus pulmones, Cersei Lannister haría que el estúpido de su esposo escuchara su rugido. Nada le importaba que Robert fuera su Rey, él se estaba metiendo directamente con ella, con su familia y con uno de sus tesoros más preciados.

La noticia de que su amada primogénita abandonaría Desembarco del Rey y a toda su familia para irse directamente al jodido Norte era algo que le había quitado el alma del cuerpo y había desarmado al castillo completo. Seren era su primer tesoro, su vida completa junto a los otros dos niños que habían salido de su vientre; no había diferencias ni favoritismos, a los tres los amaba por igual, pero a ella la había amado primero.

Su pequeña Leona Tormenta fue el producto del casi escaso amor que sintió al inicio por Robert, lo único bueno que salió de esa asquerosa alianza. Ella tenía tanto de su padre, era una Baratheon por dónde se le mirara; tenía el cabello negro y espeso como ellos, los mismos intensos y azules ojos, y había heredado por supuesto el tormentoso, fuerte y dominante carácter de esa familia. A pesar de eso, y de reconocer pocas cosas de ella y de su familia en la niña, Seren era la preciosa niña de sus ojos, la que le robaba el aliento y la hacía delirar de amor.

Que fuera hija de Robert no cambiaba las cosas, tampoco los maltratos y el odio que había comenzado a sentir por aquel desagradable hombre; ella era sangre de su sangre, su pequeña Leona, y el hecho de siquiera pensar que la alejarían de su lado la hacía volverse loca de dolor y rabia.

—Tienes otros tres hijos mujer —dijo con cansancio Robert Baratheon—. Además, ¡soy el maldito rey y puedo hacer lo que quiera!

—No con tu hija —respondió con furia Cersei—. ¡La estás enviando directo a los lobos! —chilló sintiendo como las lágrimas desesperadas se acumulaban en sus ojos. Ella era una dama, una mujer educada pero por sobre todas las cosas era una leona luchadora; muy pocas cosas la amedrentaban y quebraban hasta hacerla llorar, pero para su desgracia sus fibras sensibles siempre habían sido sus crías. — ¡Tiene solo ocho años! —

Queen and the Lionheart |GoT|Where stories live. Discover now