Ella era su vida, jamás pensó que podría volver a amar con esa intensidad y con esa fuerza, no cuando se lo habían arrebatado todo antes. Pero Robert y Seren se pertenecía, era sangre de su sangre, su todo. Alejarla lo desgarraría, sin embargo su pr...
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Humillación. Ninguna otra cosa se le podía comparar a su iracundo y desbordado sentir. Los valores, las enseñanzas, lo que estaba predicho y esperado, el honor de su familia, todo manchado y prácticamente arruinado.
Sus ojos incapaces de apartarse de la escena destellaban la rabia que quemaba su pecho. Todos sus planes los vio desaparecer por culpa del escándalo que se atrevió a montar la dichosa celebrada y el imprudente pupilo. A lo simple podría ser una indudable exageración, más no solo ella entendía lo que significaba esa desmedida muestra de subversión.
Para algunos un simple baile, para la mayoría algo totalmente inesperado y fuera de cualquier protocolo aceptable. El primer baile lo merecía alguien de su mismo nivel, no un prisionero de guerra criado con demasiada bondad. Inevitable fue que los presentes comenzaran a comentar lo que sus ojos veían. Conventillos desde lo obvio, hasta una posible alianza entre las Casas Baratheon y Greyjoy.
Dispuesta a parar con la terrible humillación se levantó de su asiento, sin embargo la mano de su esposo sobre la propia detuvo cualquier intensión. Amigos, fue la palabra que le susurró para su tranquilidad, más estaba claro —y no solo para ella—, que aquella afirmación estaba en duda y en boca de todos.
Ajenos a las teorías y conspiraciones formuladas a su costa la Cierva se dejó guiar por el Kraken hasta el medio del comedor. Las mesas no estorbaban porque todo había sido dispuesto de esa forma desde un principio.
Sin mucho que pensar, por supuesto ignorantes de su alrededor, comenzaron a danzar al compás de la melodía que se escuchaba. No hablaron porque no fue necesario, menos lo fue discutir como era de costumbre; solo se dejaron llevar por sus movimientos y cercanía.
—Bella —susurró en su oído al dar una vuelta y volverla a atrapar entre sus brazos.
Anonadada y extrañada por semejante cumplido de parte de él se alejó levemente de su agarre y lo miró alzando una ceja.
—No estoy jugando, solo digo la verdad —se explicó Theon con una sonrisa de medio lado. Conocía a su Cierva bien y no bastaba ser increíblemente inteligente para saber cuáles eran sus desconfiados pensamientos en esos momentos—. Hoy estás más bella.
La emoción de la carta de su padre había sido abrumadora en un muy extraño sentido, el cumplido —o más bien declaración implícita— de Theon la superó ligeramente. Jamás en los años que llevaba divirtiéndose y aventurándose a su lado él le había hecho un comentario así, y no es que no lo pensara porque sí lo hacía y sentía de sobremanera, pero Seren no estaba enterada de tales profundos sentimientos.
Quiso decirle que se dejara de juegos, que era una tontería, que no le gustó para nada su comentario aunque fuera mentira, porque de cierta extraña e inusual forma aquel cumplido sin alguna oscura carga —como la de Robb y la situación que los envolvía— la hizo sentir bien, alagada. Pero obviamente eso era algo que la princesa jamás reconocería.
