Algo me decía que mi querido jefe no estaba acostumbrado a recibir de la nada abrazos. Lo pienso porque su postura es tensa y sus brazos siguen a su lado, es decir, no me regreso el abrazo.
-Gracias. -le dije separándome.
-No es nada. -dijo, relajándose un poco.
-¿No te gustan los abrazos?- pregunte curiosa.
-No lo se. -lo mire confundida. - Creo que solo me gusta cuando hay confianza y un afecto de por medio, por ejemplo con mis padres y algunos amigos.
-Entiendo, siento si te incomode. -dije apenada.
-No lo hiciste. -lo mire con una ceja alzada. -No del todo, solo no estoy acostumbrado. -rio.
-Bien, cuando estes preparado serás tu el que me lo de. -sonreí. -Ahora vamos por la marmota.
-¿Por qué lo llamas así?- pregunto divertido.
-Si te soy sincera, no me acuerdo. -me reí. -Solo se que le queda.
-Igual que a ti enana. -se burlo y salió a paso veloz de la oficina.
-¡OYE! -Grite ofendida. -Hijo de su madre. -susurre y lo seguí.
Saliendo de la oficina iba directo a pegarle al menos un pellizco a Elijah, pero un par de ojos conocidos me hizo quedarme de piedra.
-¿Ian?- pregunte sorprendida.
-El mismo que viste y calza. -dijo con galantería.
-¿Otro hermano?- pregunto Elijah confundido.
Me reí, pero eso me ayudo a recordar por lo que venia y le di un golpe fuerte en el brazo.
Elijah me miro confundido y se masajeo la zona.
-Eso fue por decirme enana. -me burle.
-Veo que sigues siendo ... tu. -dijo Ian. Cuando volví a mirarlo el parecía algo nostálgico, pero apenas se dio cuenta que lo estaba observando, cambio rápidamente de expresión. -¿Podemos hablar en privado? -pregunto.
Asentí, un poco confundida. No comprendía que hacia acá.
-Tenemos que hablar con tu hermano. -dijo Elijah.
-Dame cinco minutos y vuelvo, puede ser algo importante. -le sonreí y sin esperar respuesta entre de nuevo a mi oficina, seguida de Ian.
Me sente en el sofa e invite a Ian.
-Bien, ¿qué pasa?- pregunte.
-Te quería pedir un favor.- su semblante ahora era nervioso. -Mis padres vienen de visita este fin de semana y sabes que ellos no saben ... tu sabes. -lo mire divertida. Le había entendido pero era gracioso verlo así.
-Aja.
-Bueno, quiero que finjas ser mi ...
-Ni lo pienses, eso es de niños. -lo interrumpí.
-Pero...
-No, si quieres te puedo acompañar y les contamos todo, pero no puedes seguir escondiéndote de tus padres. -el bajo la mirada. - Ellos te aman y creo que son de mente mas abierta que los míos, no tengas miedo.
-Es imposible no tenerlo, sé que lo que dices es verdad pero temo decepcionarlos.
-No lo harás. -puse mi mano sobre su hombro. - Y si llegara a pasar algo, créeme que yo les dejare en claro algunas cosas. -me miro y ambos reímos.
-¿En serio harías eso por mí?- pregunto después de unos segundos.
-Claro, te lo dije desde la ultima vez que hablamos. - le sonreí.
YOU ARE READING
Virgen a los treinta
RomanceDifícil de creer, ¿no? Quién podría creer que una mujer pudiera ser virgen a los treinta años, siendo considerada por la sociedad como alguien hermosa y que debe tener al mundo a sus pies. La verdad ella a no le importaba, no solía preocuparse por...