Después de ponerme la pijama y esperar a mi hermano mirando el techo, al fin lo oí salir del baño.
-Siento si me demore, nunca me había relajado tanto en un baño. -dijo sentándose a mi lado.
-Usaste la tina. -me rei.
-Me gano la curiosidad. - rio sin ánimos.
Algo dentro de mi dolió. Era obvio que era su primera vez bañándose en una tina.
-Acuéstate. -lo invite, palmeando mi lado.
Él lo hizo con cuidado, como si temiera hacer algo mal.
-Si sabes que es una cama y no se va a romper, ¿cierto?- le pregunte.
-No quiero incomodarte, es todo. - al fin se acomodo y me miro, pero no pude identificar nada en ella.
-No lo haces, estoy muy feliz de tenerte a mi lado. -dije, ya con lagrimas en los ojos.
-Y yo, solo que todo esto parece un sueño y siento que voy a despertar de nuevo solo en el motel. -lo ultimo casi lo dijo susurrando.
-Pues solo hay una solución para eso. -lo mire divertida. Me moví rápidamente, lo aplaste y empece a hacerle cosquillas.
Duramos solo unos segundos así, ya que el me devolvió el ataque y ahora ambos estamos riéndonos, mirando de nuevo el techo.
-No quiero que estes incomodo a mi lado, esta ahora también es tu casa hasta que desees y se que mis padres ya te adoptaron en sus mentes. -lo mire para ver su reacción.
Él no reacciono, hasta parecía no haberme escuchado.
-Desde que nos separamos sentí que había perdido una parte de mí. Con el abuelo estábamos preocupados, ahorrábamos todo lo que podíamos para poder viajar pero nunca parecía ser suficiente. -sentía su frustración. -Cuando al fin pudimos viajar, me instale y conseguí trabajo. Por unos meses todo estuvo bien, el abuelo estaba intentando investigar dónde podrías estar.
-¿Cómo qué intentando?- pregunte.
-Espero que no te enfades, pero primero busco en funerarias y hospitales; también estuvo en organizaciones que ayudaban a inmigrantes y ... ese tipo de lugares. -parecía incomodo.
-Lo entiendo. -Tome su mano.
Suspiro y finalmente me miro.
-Nos rendimos después de un tiempo y Pipe finalmente tuvo que volver. Aquí entre nos, no le gusto la ciudad y creo que extrañaba a cierta amiga. -los dos nos reímos. -Yo no quise volver, algo me decía que me debía quedar. Tuve varios empleos, con lo que ganaba solo podía mantenerme apenas. En el restaurante que me encontraste apenas llevaba una semana y me iban a pagar mejor.
-Lo siento. -me disculpe.
Me miro divertido.
-No lo hago. -sonreí. -Las cosas cambiaran a partir de mañana.
-Cambiaron a penas te vi, fue como si una parte de mí hubiera vuelto. -miro de nuevo al techo. -En mis anteriores trabajos nunca pude decir lo que pensaba, siempre fui sumiso y dejaba que las personas se aprovecharan de mi, en el sentido laboral. Hoy estuve a punto de hacer lo mismo, bajar la cabeza y pedirte que te fueras; pero con tu actitud me hizo recordar muchas cosas y quise irme de allí, mas cuando ese imbecil insinuó que eras una de mis conquistas.
-Ni me lo recuerdes. -dije molesta, a lo que él rio. -¿Por qué actuabas así?
-Miedo supongo. No quería que me deportaran o que me despidieran.
YOU ARE READING
Virgen a los treinta
RomanceDifícil de creer, ¿no? Quién podría creer que una mujer pudiera ser virgen a los treinta años, siendo considerada por la sociedad como alguien hermosa y que debe tener al mundo a sus pies. La verdad ella a no le importaba, no solía preocuparse por...